V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
[Se suprime la conmemoración del BEATO LUIS
MAGAÑA SERVÍN, Mártir Mexicano] *
MR p. 417 [415] / Lecc. I p. 276. LH Semana I del Salterio.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 94, 6-7
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro,
porque él es nuestro Dios.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Señor, que guardes con incesante amor a tu familia
santa, que tiene puesto su apoyo sólo en tu gracia, para que halle
siempre en tu protección su fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Aquí estoy, Señor, envíame.]
Del libro del profeta Isaías 6, 1-2a. 3-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre
un trono muy alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el
templo. Había dos serafines junto a él, con seis alas cada uno,
que se gritaban el uno al otro: “Santo, santo, santo es el Señor,
Dios de los ejércitos; su gloria llena toda la tierra”.
Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba
de humo. Entonces exclamé: “¡Ay de mí!, estoy perdido, porque
soy un hombre de labios impuros, que habito en medio de un
pueblo de labios impuros, porque he visto con mis ojos al Rey y
Señor de los ejércitos”.
Después voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la
mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas.
Con la brasa me tocó la boca, diciéndome: “Mira: Esto ha tocado
tus labios. Tu iniquidad ha sido quitada y tus pecados están
perdonados”.
Escuché entonces la voz del Señor que decía: “¿A quién
enviaré? ¿Quién irá de parte mía?” Yo le respondí: “Aquí estoy,
Señor, envíame”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 137
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste
nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te
adoraremos en tu templo. R.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre
que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor. R.
Que todos los reyes de la tierra te reconozcan, al escuchar tus
prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa. R.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros
tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no
me abandones. R.
SEGUNDA LECTURA
[Esto es lo que hemos predicado y lo que ustedes han creído.]
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 15,
1-11
Hermanos: [Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y
que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio
los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro
modo, habrán creído en vano.]
Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo
murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue
sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que
se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a
más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales
vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago
y luego a todos los apóstoles.
Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un
aborto. [Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy
el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol. Sin
embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha
sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos,
aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo.]
De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros
predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído. Palabra
de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 4, 19
R. Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor, y yo los haré pescadores de hombres.
R. Aleluya.
EVANGELIO
[Dejándolo todo, lo siguieron.]
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret
y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra
de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los
pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara
un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar
adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro,
hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero,
confiado en tu palabra, echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron
tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces
hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca,
para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las
dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo:
“¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él
como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca
que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan,
hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás
pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra, y
dejándolo todo, lo siguieron. Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Oremos al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios
eterno y al Espíritu, fuente de todo bien:
1. Para que la Iglesia inmaculada del Dios verdadero,
extendida por todo el mundo, alcance la plena riqueza
del amor de Dios. Roguemos al Señor.
2. Para que los que gobiernan los pueblos y tienen
en su mano el destino de los hombres, se abran al
espíritu de justicia y al deseo de servir con dedicación
a sus conciudadanos. Roguemos al Señor.
3. Para que los débiles que se ven oprimidos y los
justos que sufren persecución, obtengan el espíritu
de fortaleza, que los haga perseverar en la fidelidad
al Señor. Roguemos al Señor.
4. Para que todos los que nos hemos reunido para
esta celebración lleguemos a tener un santo temor de
Dios, un amor ferviente, una vida feliz y una santa
muerte. Roguemos al Señor.
Dios nuestro, que has confiado a nuestros labios
impuros y a nuestras fuerzas débiles la misión de
proclamar el Evangelio, susténtanos con tu Espíritu
para que tu palabra sea aceptada por los hombres
con corazón generoso y dé fruto abundante en todo
el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios nuestro, que has creado los frutos de la tierra sobre
todo para ayuda de nuestra fragilidad, concédenos que también
se conviertan para nosotros en sacramento de eternidad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 106, 8-9
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas
que hace en favor de su pueblo; porque da de beber al que tiene
sed y les da de comer a los hambrientos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que quisiste hacernos participar de un mismo pan y
un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera, que, hechos uno
en Cristo, demos fruto con alegría para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
* BEATO LUIS MAGAÑA SERVÍN
Nació en Arandas, Jalisco, el 24 de agosto de
1902. Fue un cristiano íntegro, esposo responsable
y solícito; mantuvo sus convicciones cristianas sin
negarlas, aun en tiempos de prueba y persecución.
Fue miembro activo de la Asociación católica de
la juventud mexicana y de la archicofradía de la
Adoración nocturna del Santísimo Sacramento, en
su parroquia.
Contrajo matrimonio con Elvira Camarena Méndez
el día 6 de enero de 1926; tuvo dos hijos, Gilberto
y María Luisa, que no conoció. El día 9 de febrero
de 1928, un grupo de soldados del Ejército Federal,
capitaneado por el general Miguel Zenón Martínez
tomó la población de Arandas.
De inmediato dispuso fueran capturados los
católicos que simpatizaran con la resistencia activa
en contra del Gobierno; uno de ellos fue Luis. Cuando
llegaron a su domicilio, no pudieron aprehenderlo por
haberse ocultado debidamente; fue reemplazado por
su hermano menor.
Al enterarse del acto, Luis se presentó ante el
mismo general Martínez, solicitando la libertad
de su hermano a cambio de la suya. Estas fueron
sus palabras: “Yo nunca he sido rebelde cristero
como ustedes me titulan, pero si de cristiano se me
acusa, sí, lo soy, y si por eso debo ser ejecutado,
bienvenido y en hora buena. ¡Viva Cristo Rey y Santa
María de Guadalupe!”. Sin mayores preámbulos, el
militar decretó la muerte de Luis; momentos antes
de ejecutarse la sentencia, en el atrio de la iglesia
parroquial, Luis pidió la palabra: “Pelotón que me ha
de ejecutar: quiero decirles que desde este momento
quedan perdonados y les prometo que al llegar ante la
presencia de Dios será por los primeros que pediré”;
dicho lo cual, exclamó con voz potente: “¡Viva Cristo
Rey y Santa María de Guadalupe!”. Eran las tres de
la tarde del 9 de febrero de 1928.