14 sábado
Verde / Blanco
Feria o
Santa María en sábado
MR p. 868 [907] / Lecc. II p. 443
ANTIFONA DE ENTRADA Cfr. Jdt 13, 18-19
Bendita eres tú, Virgen María, por obra de Dios Altísimo,
sobre todas las mujeres de la tierra; porque tu nombre ha sido
engrandecido para que la boca de los hombres no cese de alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Al celebrar la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, te
pedimos, Señor, por su intercesión, que también nosotros logremos
recibir la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros.]
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 14-21
Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al pensar que si
uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos para
que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel
que murió y resucitó por ellos.
Por eso nosotros ya no juzgamos a nadie con criterios humanos.
Si alguna vez hemos juzgado a Cristo con tales criterios, ahora ya
no lo hacemos. El que vive según Cristo es una creatura nueva;
para él todo lo viejo ha pasado; ya todo es nuevo.
Todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo
por medio de Cristo y que nos confirió el ministerio de la
reconciliación. Porque, efectivamente, en Cristo, Dios reconcilió
al mundo consigo y renunció a tomar en cuenta los pecados de los
hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros somos embajadores de Cristo, y por nuestro
medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre
de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios.
Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por
nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios
y nos volvamos justos y santos. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 102
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su
santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de
sus beneficios. R.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él
rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse
y generoso para perdonar. El Señor no estará siempre enojado,
ni durará para siempre su rencor. R.
Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su
misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es
compasivo el Señor con quien lo ama. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 118, 36. 29
R. Aleluya, aleluya.
Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia
de cumplir tu voluntad. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Les digo que no juren ni por el cielo ni por la tierra.]
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído
ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le
cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento.
Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo,
que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone
los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.
Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o
negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es
sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno”.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: La Ley de Cristo no se limita a condenar
el perjurio ni a tratar de inculcar la simple lealtad en
los juramentos. Ella impone, además, la imperiosa y
explícita necesidad de «no jurar» de ningún modo: ni
por el cielo, ni por la tierra, ni por Jerusalén, ni por
nosotros mismos. Este mundo nuevo y renovador del
Evangelio. –todo él radiante de verdad– impide de raíz
cualquier ficción, engaño o mentira. Lo único que ha de
regir en adelante es la ley de una sincera transparencia,
que no requiere de humanas y superfluas aserciones
para hacerse «creíble» (Cfr. St 5, 12).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza, al conmemorar
llenos de gozo a la Madre de tu Hijo; y te pedimos que por
este santo intercambio, se aumenten en nosotros los frutos de la
redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 1, 48
Me llamarán dichosa todas las generaciones, porque Dios puso
sus ojos en la humildad de su esclava.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados por este celestial banquete, te rogamos
humildemente, Señor, que nos concedas confesar de palabra y
con las obras a tu Hijo, nacido de la Virgen Madre. Él, que vive
y reina por los siglos de los siglos.