27 sábado
Blanco
FIESTA,
SAN JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA
MR p. 855 [893] / Lecc. I p. 983
Había encontrado al Señor, junto con Andrés, en las orillas del
Jordán. Desde aquella tarde fue “el amigo” del Señor, amigo íntimo,
testigo de su transfiguración y de su agonía; testigo presencial de
su muerte y sepultura. En la mañana del domingo de Pascua, es el
primero en creer en la resurrección de Cristo. Todo esto lo transmite,
casi encandilado, en sus escritos: “Lo que hemos visto y oído; lo
que hemos tocado con nuestras propias manos...”.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sir 15, 5
En medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del
espíritu de sabiduría e inteligencia, y lo revistió de gloria.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio del apóstol san Juan nos revelaste
los misterios de tu Palabra hecha carne, concédenos la gracia de
comprender con claridad lo que él nos enseñó tan admirablemente.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Les anunciamos lo que hemos visto y oído.]
De la primera carta del apóstol san Juan 1, 1-4
Queridos hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el
principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios
ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias
manos. Nos referimos a aquel que es la Palabra de la vida.
Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos
testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba
con el Padre y se nos ha manifestado a nosotros.
Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes
estén unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y
su Hijo, Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su
alegría sea completa. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 96
R. Alégrense, justos, con el Señor.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo
entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor, que se asienta
en la justicia y el derecho. R.
Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la
tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven
todos los pueblos. R.
Amanece la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense justos, con el Señor y bendigan su santo nombre. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles. R. Aleluya.
EVANGELIO
[El otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al
sepulcro.]
Del santo Evangelio según san Juan 20, 2-9
El primer día después del sábado, María Magdalena vino
corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro
discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del
sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos
iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que
Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos
puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y
entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y
el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no
con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al
sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido
las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los
muertos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: A Juan –hijo de Zebedeo, hermano de
Santiago y un tiempo también discípulo del Bautista–
le debemos la revelación más íntima del «misterio» de
Dios en Cristo. Al centro de su «testimonio»: está la
manifestación del Dios-Amor, encarnado en la persona
de Jesús, el Hijo eterno del Padre. Este «discípulo a
quien Jesús amaba» (Jn 13, 23), se convierte, así, en
el prototipo del apóstol y del discípulo ideal. A partir
de un contacto personal con su Maestro, él tuvo la
experiencia gozosa de toda auténtica existencia cristiana,
necesariamente fincada sobre «lo oído, visto y tocado
acerca del Verbo de la vida» (1 Jn 1, 3).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, los dones que te presentamos y concédenos, por
la participación en esta Eucaristía, ahondar en los misterios de tu
Palabra eterna, que en la Ultima Cena revelaste al apóstol san Juan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-III de Navidad, pp. 488-490. [489-491]
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 1, 14. 16
La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros, y de su
plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que, por esta Eucaristía que
hemos celebrado, la Palabra hecha carne, predicada por san Juan,
habite siempre en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.




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