27 domingo
Blanco
II DOMINGO DE PASCUA
MR p. 347 [353] / Lecc. I p. 329. Semana II del Salterio.
ANTÍFONA DE ENTRADA 4 Esd 2, 36-37
Abran el corazón con alegría, y den gracias a Dios, que los ha llamado al Reino
de los cielos. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado
con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones
de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que
nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de
la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Crecía el número de los creyentes en el Señor.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16
En aquellos días, los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y prodigios
en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en
el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los
tenía en gran estima.
El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en
día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y
ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera
sobre alguno de ellos.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los
atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 117
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. Diga la casa de Aarón: “Su
misericordia es eterna”. Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es
obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del
Señor, día de júbilo y de gozo. R.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
SEGUNDA LECTURA
[Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo para siempre.]
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la
perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado
la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta,
que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades
cristianas de Asia”. Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete
lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a
la altura del pecho, con una franja de oro.
Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo sobre mí la mano
derecha, me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive.
Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo
las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas
que están sucediendo, como sobre las que sucederán después”. Palabra de Dios.
SECUENCIA opcional Misal pág.110./ Lecc. pág. 325
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29
R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin haberme visto,
dice el Señor.
R. Aleluya.
EVANGELIO
[Ocho días después, se les apareció Jesús.]
Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa
donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús
en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las
manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado,
así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo:
“Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán
perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les
contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en
los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás
estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz
esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo.
Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le
respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto;
dichosos los que creen sin haber visto”.
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están
escritas en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra
del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor –purificados
nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu– supliquemos al
Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos.
R. Rey vencedor, escúchanos.
1. A Cristo, que ha vencido la muerte y ha destruido el pecado,
pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas
del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua. Roguemos
al Señor.
2. A Cristo, que ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores,
supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida
conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.
Roguemos al Señor.
3. A Cristo, que ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado
toda la creación, pidámosle por los que –por no creer en su triunfo–
viven sin esperanza. Roguemos al Señor.
4. A Cristo, que ha colmado de alegría a los pueblos y los ha
enriquecido con sus dones, pidámosle que renueve la confianza de
los que sufren y lloran. Roguemos al Señor.
5. A Cristo, que anunció la alegría a las mujeres y –por medio
de las mujeres a los apóstoles– pidámosle por los que nos hemos
reunido para celebrar su triunfo. Roguemos al Señor.
Dios nuestro, que cada domingo reúnes a tu pueblo para que
celebre el triunfo de tu Hijo –el primero y el último, el que estaba
muerto y ahora vive por los siglos de los siglos– danos la fuerza de
tu Espíritu, para que, destruidas las fuerzas del mal, te ofrezcamos
el obsequio de nuestra libre obediencia. Por Jesucristo, nuestro
Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que,
renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y
no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual
permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 338 [343].
Santa María Guadalupe García Zavala
Nacida en 1878 en Zapopan, México, la “Madre Lupita” fue una
religiosa que con una fe profunda y una esperanza sin limites,
buscó la propia santificación desde el amor al Corazón dé Jesüs
y la fidelidad a la Iglesia. Cofundadora de la congregación de las
Siervas de Santa Margarita Maria y de los Pobres, se distinguió por
sus obras en favor de los necesitados y de los enfermos. Fue llamada
a la casa del Padre celestial el 24 de junio de 1963, y canonizada el
12 de mayo de 2013.