27 miércoles
Morado
MIÉRCOLES SANTO
MR p. 260 [274] / Lecc. I p. 808
ANTÍFONA DE ENTRADA Flp 2, 10. 8. 11
Que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo,
en la tierra y en los abismos, porque el Señor se hizo obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Jesucristo es el
Señor para gloria de Dios Padre.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del
enemigo, quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio
de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[No he sustraído mi rostro a los insultos y salivazos.]
Del libro del profeta Isaías 50, 4-9
En aquel entonces dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua
experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que
escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus
palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me
tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido,
por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré
avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién
luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa?
Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a
condenarme?” Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 68, 8-10. 21bcd-22. 31 y 33-34
R. Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante.
Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia
sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te
odia, en mí recae. R.
La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero
compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro. En
mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. R.
En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria,
agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan
a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al
pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser
llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R. Honor y
gloria a ti, Señor Jesús.
EVANGELIO
[¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!]
Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote,
fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me
dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta
monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una
oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que
te preparemos la cena de Pascua?” Él respondió: “Vayan a la
ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora
está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en
tu casa’ ”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y
prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras
cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a
entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a
preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” Él respondió:
“El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a
entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está
escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va
a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”.
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy
yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN: Durante la cena Jesús desenmascara
las secretas intenciones del traidor, ya que Él, como
Señor de la vida y de la muerte, es quien dispondrá
de su propia «hora». Pero el Señor no se da por
vencido, no pierde la esperanza. Por eso –y aun en
estas tristes circunstancias– todavía ensaya una
última oferta de amistad en espera de su conversión.
Judas, sin embargo, no dio marcha atrás. Ejemplo
escalofriante que nos revela la profundidad del
corazón humano, capaz de lo más noble, como es el
amor y la amistad, lo mismo que de lo más vil, como
son el odio y la traición.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que te presentamos y concédenos
que la pasión de tu Hijo, que celebramos en este sacramento,
fructifique plenamente en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio II de la Pasión del Señor, p. 498 [202].
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 20, 28
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir,
y a dar la vida por la redención de todos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, creer y sentir profundamente
que, por la muerte temporal de tu Hijo, proclamada en estos
santos misterios, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Dios y Padre nuestro, concede a tu pueblo frecuentar los
sacramentos pascuales y esperar con vivo deseo los bienes
futuros para que, manteniéndose fiel a los santos misterios de
los que ha renacido, se sienta impulsado por ellos a una vida
nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.