25 martes
Verde / Rojo
Feria
o SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA,
Virgen y Mártir
MR pp. 841 y 891 [876 y 931] / Lecc. II p. 1039
Según la tradición, Catalina fue una virgen de Alejandría, en Egipto.
Se trata de una de las santas más conocidas y veneradas en toda
Europa desde la tardía Antigüedad hasta inicios del siglo XIX. Su
vida está enmarcada en el siglo IV, y se considera que el césar en
Siria y Egipto, Maximino Daia, ordenó su decapitación hacia el
año 305. Su cuerpo se venera en el célebre monasterio ortodoxo
del monte Sinaí.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Ya sigue al Cordero crucificado por nosotros, la virgen llena de
valor, ofrenda de pudor y víctima de castidad.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que diste a tu pueblo el testimonio de
santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir victoriosa, concédenos,
por su intercesión, que seamos fuertes y constantes en la fe y
trabajemos incansablemente por la unidad de la Iglesia. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Dios hará surgir un reino que jamás será destruido y que aniquilará
a todos los reinos.]
Del libro del profeta Daniel 2, 31-45
En aquellos días, Daniel le dijo al rey Nabucodonosor: “Tú, rey,
has tenido esta visión: viste delante de ti una estatua, una estatua
gigantesca, de un brillo extraordinario y de aspecto imponente. La
cabeza de la estatua era de oro puro; el pecho y los brazos, de plata;
el vientre y los muslos, de bronce; las piernas, de hierro; y los pies,
de hierro mezclado con barro.
Tú la estabas mirando, cuando de pronto una piedra que se
desprendió del monte, sin intervención de mano alguna, vino a
chocar con los pies de hierro y barro de la estatua y los hizo pedazos.
Entonces todo se hizo añicos: el hierro, el barro, el bronce, la plata y
el oro; todo quedó como el polvo que se desprende cuando se trilla
el grano en el verano y el viento se lo lleva sin dejar rastro. Y la
piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte,
que llenó toda la tierra.
Este fue tu sueño y ahora te lo voy a interpretar. Tú, rey de reyes,
a quien el Dios del cielo ha dado el reino y el poder, el dominio y
la gloria, pues te ha dado poder sobre todos los hombres, sobre las
bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos,
tú eres la cabeza de oro.
Después de ti surgirá un reino de plata, menos poderoso que
el tuyo. Después vendrá un tercer reino, de bronce, que dominará
toda la tierra. Y habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro;
así como el hierro destroza y machaca todo, así él destrozará y
aplastará a todos.
Los pies y los dedos de hierro mezclado con barro que viste,
representan un reino dividido; tendrá algo de la solidez del hierro,
porque viste el hierro mezclado con el barro. Los dedos de los pies,
de hierro y de barro, significan un reino al mismo tiempo poderoso y
débil. Y el hierro mezclado con el barro quiere decir que los linajes
se mezclarán, pero no llegarán a fundirse, de la misma manera que
el hierro no se mezcla con el barro.
En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino
que jamás será destruido, ni dominado por ninguna otra nación.
Destruirá y aniquilará a todos estos reinos y él durará para siempre.
Eso significa la piedra que has visto desprenderse del monte, sin
intervención de mano humana, y que redujo a polvo el barro, el
hierro, el bronce, la plata y el oro.
El Dios grande ha manifestado al rey lo que va a suceder.
El sueño es verdadero, y su interpretación, digna de crédito”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Dan 3, 57. 58. 59. 60. 61
R. Bendito seas para siempre, Señor.
Todas sus obras, bendigan al Señor. Todos sus ángeles, bendigan
al Señor. R.
Cielos, bendigan al Señor. Todas las aguas del cielo, bendigan
al Señor. R.
Todos sus ejércitos, bendigan al Señor. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Apoc 2, 10
R. Aleluya, aleluya.
Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el
Señor. R. Aleluya.
EVANGELIO
[No quedará piedra sobre piedra.]
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la
construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que
lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra
sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y
cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”
Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque
muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías.
El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar
de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso
tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un
reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos,
epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y
terribles”. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: El sorprendente anuncio de la
destrucción del templo –con las señales estrepitosas que
la acompañarán– marcará el colapso de un mundo viejo
y caduco. Frente al derrumbe de tantas “construcciones
humanas”, este pasaje evangélico nos propone ahora a
Jesús como el único y verdadero liberador, en quien hay
que depositar una inquebrantable confianza. De esta
forma estaremos ante la real posibilidad de distinguir
entre sus enseñanzas y las de quienes, «usurpando su
nombre», se nos presentarán como falsos intérpretes de
un siempre incierto porvenir.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que los dones que te presentamos en la
celebración de santa Catalina de Alejandría, por tu gracia, te sean
agradables, así como te fue grato el combate de su martirio. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Apoc 7, 17
El Cordero, que está en el trono, los conducirá a las fuentes del
agua de la vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que coronaste entre los santos a la bienaventurada
Catalina de Alejandría por la doble victoria de su virginidad y de
su martirio, concédenos, por la eficacia de este sacramento, que,
venciendo valerosamente todo mal, consigamos la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.




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