7 miércoles
Blanco
OCTAVA DE PASCUA
MR p. 343 [349] / Lecc. I p. 860
ANTÍFONA DE ENTRADA Mt 25, 34
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que cada año nos inundas de alegría por la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos propicio que,
por estas fiestas que celebramos en el tiempo, merezcamos llegar
al gozo de la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesús, camina.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 1-10
En aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración
vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado
de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta
llamada la “Hermosa”, para que pidiera limosna a los que entraban
en el templo.
Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les
pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo:
“Míranos”. El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo. Entonces Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero te
voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina”. Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.
Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un
salto se puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo
caminando, saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta
de que era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta
“Hermosa” del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su
asombro por lo que había sucedido. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los
pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R.
Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el que lo
busca. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia acudan. R.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus
decretos. R.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento
a Isaac, que un día le hiciera. R. Cantemos al Señor con alegría.
Aleluya.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 117, 24
R. Aleluya, aleluya.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R.
Aleluya.
EVANGELIO
[Lo reconocieron al partir el pan.]
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos
hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó
a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: “¿De qué cosas vienen
hablando, tan llenos de tristeza?”
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único
forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?”
Él les preguntó: “¿Qué cosa?” Ellos le respondieron: “Lo de Jesús
el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros
jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, ¡y sin
embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron.
Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el
cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Alguno de nuestros compañeros
fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres,
pero a él no lo vieron”.
Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara
en su gloria?” Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los
profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían
a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba
más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y
lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno
al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba
por el camino y nos explicaba las Escrituras!”
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales
les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a
Simón”.
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino
y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: • Un cristiano no podrá jamás entenderse a
sí mismo sino en relación con su Señor Resucitado. La única
fuerza de la Iglesia es “su nombre”, vivo y presente en ella con
el insuperable poder de su resurrección. Así, «en el nombre
de Jesucristo el nazareno», Pedro y Juan sanaron a un hombre lisiado de nacimiento, que pedía limosna en la puerta del
templo, por algo conocida precisamente como «Hermosa». En
esta nueva y original comunidad de hermanos –justamente
porque Cristo está presente en ella– Dios actúa los signos
extraordinarios de la salvación... • La tan memorable aparición de Jesús a los dos discípulos de Emaús representa a la
primitiva Iglesia, en marcha hacia una fe más madura. En
ella se nos revelan, además, los elementos constitutivos de
su vida comunitaria: Palabra y Sacramentos. Jesús se une
a unos discípulos cansados y desanimados, y les explica,
en forma sorprendentemente nueva, las Escrituras. Luego –
mientras estaban sentados a la mesa– el “desconocido” inesperadamente repitió el gesto eucarístico de la «fracción del
pan». Sólo entonces sintieron arder su corazón por la presencia reconfortante del Resucitado.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, estas ofrendas de la humanidad redimida, y realiza a favor nuestro, la plena salvación del cuerpo y el alma. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 24, 35
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que, purificados de nuestra antigua condición pecadora, la santa recepción del sacramento de tu Hijo nos
transforme en nuevas creaturas. Por Jesucristo, nuestro Señor.