7 martes
Blanco
Memoria,
NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
MR p. 809 [840] / Lecc. II p. 871
El 7 de octubre de 1571, el Occidente fue salvado de la amenaza
turca, mediante la victoria de los cristianos en la batalla naval
de Lepanto. Dicha victoria se atribuyó al rezo del rosario. Este
hecho histórico se nos ha convertido ya en algo remoto. La Iglesia
nos invita a descubrir en el rosario el sitio que ocupa la santísima
Virgen en el misterio de la salvación y a saludar a la Madre de
Dios con el saludo del ángel, “Ave María”.
ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 1, 28. 42
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros
corazones, para que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel,
la encarnación de tu Hijo, lleguemos, por medio de su pasión y
de su cruz, y con la intercesión de la santísima Virgen María, a
la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta,
y Dios se apiadó de ellos.]
Del libro del profeta Jonás 3, 1-10
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo:
“Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el
mensaje que te voy a indicar”.
Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el
Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para
recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando:
“Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se
vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey
de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de
sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros,
mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: “Que hombres
y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni
beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios
y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer
injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el
incendio de su ira y así no moriremos”.
Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala
vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había
determinado imponerles. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 129
R. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha
mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor,
que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor
te veneramos. R.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor,
porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la
redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 11, 28
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en
práctica, dice el Señor. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Marta lo recibió en su casa. - María escogió la mejor parte.]
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer,
llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana,
llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a
escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos
quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no
te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con
todo el quehacer? Dile que me ayude”.
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te
preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria.
María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN: Con pocas, pero muy definidas
pinceladas, san Lucas nos describe aquí el
comportamiento del auténtico discípulo, es decir, de
aquel que está dispuesto a escoger «la mejor parte».
Marta y María son, en este sentido, el prototipo
tradicional del “activismo” y de la “contemplación”.
A este propósito Jesús afirma –y por cierto con
gran decisión– la necesidad y la superioridad de la
contemplación. Quienes de veras están en camino
con el Señor, no han de afanarse por esas «muchas
otras cosas». La llegada definitiva del Reino de Dios no
permite inútiles distracciones o desmedidos apegos
a las realidades terrenas.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor, que los dones que te presentamos nos dispongan
debidamente y que recordemos de tal manera los misterios de
tu Unigénito, que nos hagamos dignos de sus promesas. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 1, 31
El ángel Gabriel dijo a María: Vas a concebir y dar a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, quienes en este
sacramento anunciamos la muerte y resurrección de tu Hijo,
asociados a su pasión, merezcamos también gozar de su consuelo
y participar de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.