4 domingo
Blanco
III DOMINGO DE PASCUA
MR p. 355 [359] / Lecc. I p. 332. LH Semana III del Salterio.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 1-2
Aclama a Dios, tierra entera. Canten todos un himno a su
nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse
renovado y rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber
recobrado la dignidad de su adopción filial, aguarde seguro con
gozosa esperanza el día de la resurrección. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu
Santo.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27b-32. 40b-41
En aquellos días, el sumo sacerdote reprendió a los apóstoles
y les dijo: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús;
sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas
y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.
Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que
obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres
resucito a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la
cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para
dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu
Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”.
Los miembros del sanedrín mandaron azotar a los apóstoles,
les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos se
retiraron del sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes
por el nombre de Jesús. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 29
R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis
enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir,
me reviviste. R.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre,
porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El
llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda.
Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R.
SEGUNDA LECTURA
[Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y
la riqueza.]
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 5, 11-14
Yo, Juan, tuve una visión, en la cual oí alrededor del trono
de los vivientes y los ancianos, la voz de millones y millones de
ángeles, que cantaban con voz potente:
“Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la
riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.
Oí a todas las creaturas que hay en el cielo, en la tierra, debajo
de la tierra y en el mar –todo cuanto existe–, que decían:
“Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el
honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”.
Y los cuatro vivientes respondían: “Amén”. Los veinticuatro
ancianos se postraron en tierra y adoraron al que vive por los
siglos de los siglos. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció
de todos los hombres. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Jesús tomó el pan y el pescado y se los dio a los discípulos.]
Del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos
junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo),
Natanael (el de Cana de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros
dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le
respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se
embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero
los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos,
¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo:
“Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así
lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro:
“Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que
era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había
quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la
barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de
tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre
ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de
los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca
y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran
ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió
la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de
los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque ya
sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y
también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció
a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
[Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro:
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le contestó:
“Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta
mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de
Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te
quiero”. Jesús le dijo; “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le
preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció
de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y
le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”.
Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras
joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero
cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te
llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con
qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo:
“Sígueme”.] Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Invoquemos a Cristo, triunfador del pecado y de la
muerte, que siempre intercede por nosotros:
A cada invocación respondemos: Rey de la gloria,
resucítanos contigo.
1. Para que Cristo atraiga hacia sí el corazón de
todos los fieles y fortalezca sus voluntades, de manera
que busquen los bienes de allá arriba, donde Él está
sentado a la derecha de Dios, roguemos al Señor. R.
2. Para que Cristo haga que todos los pueblos gocen
abundantemente de la paz que en sus apariciones Él
otorgó a sus discípulos, roguemos al Señor. R.
3. Para que Cristo se compadezca de los débiles y
desdichados y aleje del mundo el hambre, las guerras
y todos los males, roguemos al Señor. R.
4. Para que Cristo salve y bendiga a nuestra
comunidad, y nos conceda la paz, la alegría y el
descanso a los que hoy nos hemos reunido aquí para
celebrar su triunfo, roguemos al Señor. R.
Acrecienta en nosotros, Padre misericordioso, la luz
de la fe, para que sepamos reconocer siempre a tu Hijo,
y haz que –llenos del Espíritu Santo– proclamemos
con valentía ante todos los hombres que Cristo es el
Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta,
y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también
disfrutar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua, pp. 499-503 [500-504].
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 21, 12-13
Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan a comer. Y tomó un pan
y lo repartió entre ellos. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que
te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y
concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 595 [603].
ACTIVIDAD DIOCESANA
Visita al Santuario de los Mártires:
Decanato de La Paz.