21 martes
Rojo
Memoria,
SANTA INÉS, Virgen y Mártir
MR pp. 666 y 891 [681 y 931] / Lecc. I p. 510
La jovencita romana, Inés, tendría entre 12 y 15 años, cuando
espontáneamente se ofreció a morir por su fe cristiana, en el
tiempo que arreciaba la persecución de Diocleciano (305). San
Ambrosio nos ha conservado el relato del martirio de santa Inés,
a quien la Iglesia le ha tenido una especial devoción.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Ya sigue al Cordero crucificado por nosotros, la virgen
llena de valor, ofrenda de pudor y víctima de castidad.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que escoges lo débil del
mundo para confundir a los fuertes, concede propicio, a quienes
celebramos el martirio de santa Inés, que imitemos su firmeza
en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos
PRIMERA LECTURA
[Contamos con la esperanza, que es como un ancla firme y
segura.]
De la carta a los hebreos 6, 10-20
Hermanos: Dios no es injusto para olvidar los trabajos de
ustedes y el amor que le han mostrado al servir a sus hermanos en
la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin embargo,
que todos y cada uno de ustedes mantenga hasta el fin el mismo
fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza. Así,
lejos de volverse negligentes, serán ustedes imitadores de aquellos
que, por la fe y la paciencia, heredan lo prometido por Dios.
En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham,
como no había nada superior por lo cual jurar, juró por sí mismo,
diciendo: Te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia
innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la paciencia
y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los hombres juran, lo
hacen por alguien superior a ellos, y el juramento pone fin a toda
discusión. También Dios, cuando quiso mostrar con plenitud a
los herederos de la promesa lo irrevocable de su decisión, se
comprometió con un juramento.
Así pues, mediante estos dos actos irrevocables, promesa
y juramento, en los cuales Dios no puede mentir, tenemos un
consuelo poderoso los que buscamos un refugio en la esperanza
de lo prometido. Esta esperanza nos mantiene firmes y seguros,
porque está anclada en el interior del santuario, ahí donde
Jesús entró, precediéndonos, constituido sumo sacerdote, como
Melquisedec. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 110
R. El Señor se acuerda siempre de su alianza.
Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de
los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel,
dignas de estudio. R.
Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es-piadoso
y es clemente. Acordándose siempre de su alianza, él le da de
comer al que lo teme. R.
Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre.
Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Ef 1,
17-18
R. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras
mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanza que
nos da su llamamiento. R. Aleluya.
EVANGELIO
[El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.]
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28
En sábado Jesús iba caminando entre los sembrados, y
sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces
los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo
que no está permitido hacer en sábado?”
Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo
David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus
compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo
sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían
comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.
Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre
y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es
dueño del sábado”. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: En una de sus más célebres
frases, Jesús proclama la superioridad del hombre
sobre cualquier forma de legislación mortificante,
incluso de índole religiosa. El valor supremo no está,
finalmente, en lo abstracto de una norma o en lo
convincente de una ideología, sino en la persona
humana concreta. Este principio nos revela, además,
a Jesús como libre «Señor», frente a cualquier clase de
instituciones o tradiciones humanas. De ahí que Él
tenga –como auténtico «dueño del sábado»– el poder
de otorgarle su auténtico sentido (Cfr. Mc 2, 28).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que los dones que te presentamos en
la celebración de santa Inés, por tu gracia, te sean agradables,
así como te fue grato el combate de su martirio. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Apoc 7, 17
El Cordero, que está en el trono, los conducirá a las
fuentes del agua de la vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que coronaste entre los santos a la
bienaventurada Inés por la doble victoria de su virginidad y de
su martirio, concédenos, por la eficacia de este sacramento, que,
venciendo valerosamente todo mal, consigamos la gloria del
cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.