28 viernes
Verde / Blanco
Feria o
Misa del Sagrado Corazón de Jesús
MR p. 1122 [1168] / Lecc. I p. 652
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 32, 11.19
Los proyectos de su corazón subsisten de generación en
generación, para librar de la muerte a sus fieles y reanimarlos
en tiempo de hambre.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, haz que nos revistamos con las virtudes del corazón
de tu Hijo y nos encendamos con el amor que lo inflama, para
que, configurados a imagen suya, merezcamos ser partícipes de
la redención eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[El amigo fiel no tiene precio.]
Del libro del Sirácide (Eclesiástico) 6, 5-17
Las palabras amistosas multiplican el número de amigos, los
labios amables aumentan los saludos. Es bueno que te saluden
muchos; pero que uno solo entre mil sea tu amigo íntimo. Cuando
hagas una nueva amistad, vete con tiento; no te le confíes tan
fácilmente, pues hay amigos que lo son por conveniencia y no
son fieles en el día de la desgracia. Hay amigos que se vuelven
enemigos y descubren con afrenta los motivos del pleito.
Hay amigos que te acompañan a comer, pero nunca se aparecen
en la hora de las penas: cuando te va bien, están contigo, cuando
te va mal, huyen de ti; si te ocurre una desgracia, cambian de
actitud y se esconden de tu vista. Aléjate de tus enemigos y sé
precavido con tus amigos.
El amigo fiel es un refugio que da seguridad; el que lo encuentra,
ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio: ningún
dinero ajusta para comprarlo. El amigo fiel es un tónico de vida.
Los que aman al Señor lo encontrarán; el que teme al Señor sabe
ser fiel amigo y hace a sus amigos como él. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 118
R. Señor, guíame por la senda de tu ley.
Señor, bendito seas; enséñame tus leyes. En tus preceptos tengo
mis delicias, jamás me olvidaré de tus palabras. R.
Ábreme los ojos para ver las maravillas de tu voluntad. Dame
nueva luz para conocer tu ley y para meditar las maravillas de
tu amor. R.
Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 17, 17
R. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad: santifícanos en la verdad. R.
Aleluya.
EVANGELIO
[Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.]
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 1-12
En aquel tiempo, se fue Jesús al territorio de Judea y
Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; él los
estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también
unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es
lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”
Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos
contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega
de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés
prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero
desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá
a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no
son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo
separe el hombre”.
Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el
asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa
con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia
de su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN: Los malévolos fariseos cuestionan
a Jesús acerca del delicado tema del divorcio. Las
disposiciones del Maestro sobre el matrimonio son
muy claras. Se trata de una unión indisoluble,
fundada en una mutua donación –sin artificiales
condicionamientos– y que remite al proyecto original
del Creador (Cfr. Gen 2, 24). La Iglesia se mantiene
firme en la enseñanza dada por Jesús: «Esta íntima
unión, como mutua entrega de dos personas, lo
mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad
conyugal y urgen su indisoluble unidad» (GS 48).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, Padre de misericordia, que por el inmenso
amor con que nos has amado, nos diste con inefable bondad
a tu Unigénito, concédenos que, unidos íntimamente a él, te
ofrezcamos una digna oblación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 7, 37-38
Dice el Señor: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba,
aquel que cree en mí. Como dice la Escritura: De sus entrañas
brotarán ríos de agua viva.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo participado de tu sacramento de amor, imploramos,
Señor, tu clemencia, para que, configurados con Cristo en la tierra,
merezcamos compartir su gloria en el cielo. Él, que vive y reina
por los siglos de los siglos.