11 domingo
Blanco
IV DOMINGO DE PASCUA
MR p. 363 [367] / Lecc. I p. 337. LH Semana IV del Salterio.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 32, 5-6
La tierra está llena del amor del Señor y su palabra hizo los
cielos. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a
gozar de las alegrías celestiales, para que tu rebaño, a pesar de su
fragilidad, llegue también a donde lo precedió su glorioso Pastor.
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Ahora nos dirigiremos a los paganos.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 14. 43-52
En aquellos días, Pablo y Bernabé prosiguieron su camino
desde Perge hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en
la sinagoga y tomaron asiento. Cuando se disolvió la asamblea,
muchos judíos y prosélitos piadosos acompañaron a Pablo y a
Bernabé, quienes siguieron exhortándolos a permanecer fieles a
la gracia de Dios.
El sábado siguiente casi toda la ciudad de Antioquía acudió a
oír la palabra de Dios. Cuando los judíos vieron una concurrencia
tan grande, se llenaron de envidia y comenzaron a contradecir a
Pablo con palabras injuriosas. Entonces Pablo y Bernabé dijeron
con valentía: “La palabra de Dios debía ser predicada primero a
ustedes; pero como la rechazan y no se juzgan dignos de la vida
eterna, nos dirigiremos a los paganos. Así nos lo ha ordenado el
Señor, cuando dijo: Yo te he puesto como luz de los paganos, para
que lleves la salvación hasta los últimos rincones de la tierra”.
Al enterarse de esto, los paganos se regocijaban y glorificaban
la palabra de Dios, y abrazaron la fe todos aquellos que estaban
destinados a la vida eterna.
La palabra de Dios se iba propagando por toda la región. Pero
los judíos azuzaron a las mujeres devotas de la alta sociedad y a
los ciudadanos principales, y provocaron una persecución contra
Pablo y Bernabé, hasta expulsarlos de su territorio.
Pablo y Bernabé se sacudieron el polvo de los pies, como señal
de protesta, y se marcharon a Iconio, mientras los discípulos se
quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 99
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con
alegría y con júbilo entremos en su templo. R.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo
y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su
misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R.
SEGUNDA LECTURA
[El Cordero será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua
de la vida.]
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 7, 9. 14b-17
Yo, Juan, vi una muchedumbre tan grande, que nadie podía
contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos
los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono
y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca y llevaban
palmas en las manos.
Uno de los ancianos que estaban junto al trono, me dijo: “Estos
son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y
blanqueado su túnica con la sangre del Cordero. Por eso están
ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo, y el
que está sentado en el trono los protegerá continuamente.
Ya no sufrirán hambre ni sed, no los quemará el sol ni los
agobiará el calor. Porque el Cordero, que está en el trono, será
su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida y Dios
enjugará de sus ojos toda lágrima”. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 10, 14
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas
y ellas me conocen a mí.
R. Aleluya.
EVANGELIO
[Yo les doy la vida eterna a mis ovejas.]
Del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mis ovejas escuchan
mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida
eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano.
Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede
arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.
Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Levantemos nuestros ojos a Cristo –Obispo y Pastor
de nuestras almas– y pongamos en sus manos, con
toda confianza, las necesidades de todos los hombres:
A cada invocación responderemos: Jesús, Buen
Pastor, sálvanos.
1. Para que los obispos, presbíteros y diáconos
apacienten santamente a los pueblos que tienen
encomendados, roguemos al Señor. R.
2. Para que la paz que Jesucristo concedió a los
discípulos arraigue con fuerza en nuestro mundo, y se
alejen de las naciones el odio y las guerras, roguemos
al Señor. R.
3. Para que los enfermos, los pobres y todos los
que sufren encuentren en Cristo resucitado la luz y
la esperanza, roguemos al Señor. R.
4. Para que Dios derrame en las familias cristianas
el espíritu de piedad y de renuncia a lo mundano, de
manera que germinen en ellas abundantes vocaciones
al ministerio eclesial, roguemos al Señor. R.
Dios nuestro, fuente de gozo y de paz, que has
concedido a tu Hijo el poder y la realeza sobre los
hombres y los pueblos, sosténnos con la fuerza de tu
Espíritu, para que nunca nos separemos de nuestro
Pastor, que nos conducirá hacia fuentes de aguas
vivas, y que vive y reina por los siglos de los siglos.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos
misterios pascuales que celebramos, para que, continuamente
renovados por su acción, se conviertan para nosotros en causa
de eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua, pp. 499-503 [500-504].
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas
y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Buen Pastor, vela con solicitud por tu rebaño y dígnate conducir
a las ovejas que redimiste con la preciosa sangre de tu Hijo, a las
praderas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 595 [603].