22 miércoles
Verde / Rojo
Feria
o SAN VICENTE, Diácono y Mártir
MR pp. 666 y 883 [681 y 922] / Lecc. I p. 514
Era diácono de Zaragoza, cuando lo condenaron a morir, en
Valencia, junto con su obispo, Valerio (304 o 305). Igual que
Lorenzo de Roma, Vicente representa un modelo completo de
servicio en la Iglesia: el diácono era un auxiliar del obispo para
ofrecen sacrificio y para gobernar a la comunidad. Además,
Vicente acompañó a su obispo en la hora suprema de la verdad.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se
aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado
sobre roca firme.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, infunde bondadosamente tu
Espíritu en nosotros, para que nuestros corazones sean fortalecidos
por aquel amor invencible con el que tu santo mártir Vicente venció
todos los tormentos corporales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.]
De la carta a los hebreos 7, 1-3. 15-17
Hermanos: Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del
Dios altísimo, salió al encuentro de Abraham, cuando éste volvía
de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Abraham le dio entonces la
décima parte de todo el botín.
El nombre de Melquisedec, significa rey de justicia y el
título rey de Salem, significa rey de paz. No se mencionan ni
su padre ni su madre, y aparece sin antepasados. Tampoco se
encuentra el principio ni el fin de su vida. Es la figura del Hijo
de Dios, y como él, permanece sacerdote para siempre.
En efecto, como Melquisedec, Jesucristo ha sido
constituido sacerdote, en virtud de su propia vida indestructible
y no por la ley, que señalaba que los sacerdotes fueran de la tribu
de Leví. La palabra misma de Dios lo atestigua, cuando dice: Tú
eres sacerdote para siempre, como Melquisedec. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 109, 1. 2. 3. 4
R. Tú eres sacerdote para siempre.
Esto ha dicho el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha;
yo haré de tus contrarios el estrado donde pongas los pies”. R.
Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y tú
dominarás al enemigo. R.
Es tuyo el señorío; el día en que naciste, en los montes
sagrados, te consagró el Señor antes del alba. R.
Juró el Señor y no ha de retractarse: “Tú eres sacerdote
para siempre, como Melquisedec”. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las
enfermedades y dolencias del pueblo. R. Aleluya.
EVANGELIO
[¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que
dejarlo morir?]
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había
un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban
espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar.
Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”.
Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido
hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a
un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron
callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque
no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La
extendió, y su mano quedó sana.
Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer
planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN: El pasaje evangélico concluye una
serie de ríspidas controversias con sus habituales
adversarios que, obstinados en su cerrazón ante la
verdad, deciden abiertamente darle muerte. Se nos
ofrece aquí, además, una elocuente aplicación de lo
enunciado anteriormente por Jesús en relación al
«reposo sabático». A enfrentarse están ahora la actitud
rigorista de los insensibles letrados –y, en general,
de la “opinión pública” de su tiempo– con la actitud
compasiva de Jesús. Él se declara abiertamente a
favor del enfermo y de que vuelva a llevar una vida
en plenitud.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, con tu bendición, los dones que te
presentamos, para que, por tu gracia, nos inflamen en aquel fuego
de tu amor con el que san Vicente venció en su cuerpo todos los
tormentos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Mt 16, 24
El que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la
luz de la vida, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el santo sacramento que recibimos, Señor, nos
comunique aquella fortaleza de espíritu que hizo a tu mártir san
Vicente fiel en tu servicio y victorioso en su pasión. Por Jesucristo,
nuestro Señor.