22 viernes
Morado
FERIA MAYOR DE ADVIENTO,
“O Rex gentium” * “Oh Rey de las naciones”
MR p. 155 [171] / Lecc. I p. 413
¡Oh Rey de las naciones y deseado de los pueblos, piedra
angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo,
ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 23, 7
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que mirando al hombre caído en la muerte
del pecado, quisiste rescatarlo con la llegada de tu Unigénito,
concede, a quienes confesamos con humilde fervor su
encarnación, que merezcamos también gozar de la compañía de
nuestro Redentor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Ana dio gracias por el nacimiento de Samuel.]
Del primer libro de Samuel 1, 24-28
En aquellos días, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy
pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo
de tres años, un costal de harina y un odre de vino.
Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le
dijo: "Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella
mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Este
es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido.
Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede
consagrado de por vida". Y adoraron al Señor. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 1 Sam 2, 1.4-5. 6-7. 8abcd
R. Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.
Mi corazón se alegra en el Señor, en Dios me siento yo fuerte
y seguro. Ya puedo responder a mis contrarios, pues eres tú,
Señor, el que me ayuda. R.
El arco de los fuertes se ha quebrado, los débiles se ven de
fuerza llenos. Se ponen a servir por un mendrugo los antes
satisfechos; y sin tener que trabajar, pueden saciar su hambre los
hambrientos. Siete veces da a luz la que era estéril y la fecunda
ya dejó de serlo. R.
Da el Señor muerte y vida, deja morir y salva de la tumba;
él es quien empobrece y enriquece, quien abate y encumbra. R.
Él levanta del polvo al humillado, al oprimido saca de su
oprobio, para hacerlo sentar entre los príncipes en un trono
glorioso. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven a
salvar al hombre, que modelaste del barro. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.]
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 46-56
En aquel tiempo, dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y
mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque
puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me
llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí
grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación
en generación a los que lo temen. Él hace sentir el poder de
su brazo: dispersa a los de corazón altanero, destrona a los
potentados y exalta a los humildes. A los hambrientos los colma
de bienes y a los ricos los despide sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su
siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham
y a su descendencia, para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó
a su casa. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: María es «dichosa» porque cree y
cumple la voluntad de Dios. Su asentimiento personal
se vincula a un mundo de salvación de absoluta y
sorprendente novedad. Es Dios mismo el que entra,
por su medio, en la historia humana para realizar
la “revolución” del Reino, en favor de los desvalidos.
María –la mujer que creyó a Dios en todo tiempo y
lugar– nos cuestiona en nuestra condición de sus
adeptos, y nos invita a imitarla en nuestra vida
personal y comunitaria. Sólo quien es consciente de
su radical pobreza puede ser enriquecido con esta
clase de bienes celestiales.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos de confianza en tu bondad, acudimos, Señor, ante tu
santo altar trayéndote nuestros dones, a fin de que, purificados
por tu gracia, quedemos limpios por los mismos misterios que
celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 1, 46-49
Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha hecho en
mí maravillas el Todopoderoso.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la participación de tus sacramentos, Señor, nos llene de
fortaleza, para que merezcamos salir al encuentro del Salvador,
que está por llegar, acompañados por nuestras buenas obras, y
así nos hagamos dignos del premio de la eterna felicidad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.