6 sábado
Morado
FERIA
MR p. 135 [151] / Lecc. I p. 370
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 79, 4. 2
Tú que habitas en lo alto, Señor, muéstranos tu rostro y nos
salvaremos.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que, para liberar al género humano de la antigua
condición de pecado, enviaste a este mundo a tu Unigénito, favorece
con la gracia de tu celestial amor a quienes fervorosamente lo
esperamos, para que alcancemos el premio de la verdadera libertad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[El Señor se compadece de ti al oír el clamor de tu voz.]
Del libro del profeta Isaías 30, 19-21. 23-26
Esto dice el Señor Dios de Israel: “Pueblo de Sión, que habitas
en Jerusalén, ya no volverás a llorar. El Señor misericordioso, al
oír tus gemidos, se apiadará de ti y te responderá, apenas te oiga.
Aunque te dé el pan de las adversidades y el agua de la congoja, ya
no se esconderá el que te instruye; tus ojos lo verán. Con tus oídos
oirás detrás de ti una voz que te dirá: ‘Este es el camino. Síguelo
sin desviarte, ni a la derecha, ni a la izquierda’.
El Señor mandará su lluvia para la semilla que siembres y el pan
que producirá la tierra será abundante y sustancioso. Aquel día, tus
ganados pastarán en dilatadas praderas. Los bueyes y los burros que
trabajan el campo, comerán forraje sabroso, aventado con pala y bieldo.
En todo monte elevado y toda colina alta, habrá arroyos y corrientes
de agua el día de la gran matanza, cuando se derrumben las torres.
El día en que el Señor vende las heridas de su pueblo y les sane las
llagas de sus golpes, la luz de la luna será como la luz del sol; Será
siete veces mayor, como si fueran siete días en uno”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo l46
R. Alabemos al Señor, nuestro Dios.
Alabemos al Señor, nuestro Dios, porque es hermoso y justo el
alabarlo. El Señor ha reconstruido a Jerusalén y a los dispersos de
Israel los ha reunido. R.
El Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas, tiende
su mano a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados. R.
Él puede contar el número de estrellas y llama a cada una por
su nombre. Grande es nuestro Dios, todo lo puede; su sabiduría no
tiene límites. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Is 33, 22
R. Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él
vendrá a salvarnos. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Al ver a la multitud se compadeció de ella.]
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 35–10, 1. 6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos,
enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y
curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se
compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas,
como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha
es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño
de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para
expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades
y dolencias. Les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa
de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino
de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los
muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido
este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Jesús muestra siempre un corazón
compasivo y misericordioso. Al hacer partícipes de sus
sus mismos poderes a los «Doce», los asocia a su misión
como diligentes continuadores de su obra. Él, valiéndose
de las expresivas imágenes de las «ovejas extenuadas» y de
la «mies abundante» –y con la muy precisa consigna acerca
del valor de la gratuidad– los instituye como los primeros
evangelizadores. Ellos han de transmitir y testimoniar la
alegre noticia de que Dios nos ama, de que nos ha adoptado
como sus hijos y, en consecuencia, de que hemos de vivir
como verdaderos hermanos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que este sacrificio, Señor, que te ofrecemos con devoción, nunca
deje de realizarse, para que cumpla el designio que encierra tan
santo misterio y obre eficazmente en nosotros tu salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Apoc 22, 12
Pronto vendré y traeré conmigo la recompensa, dice el Señor, y
daré a cada uno según sus obras.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Imploramos, Señor, tu misericordia, para que estos divinos
auxilios nos preparen, purificados de nuestros pecados, para celebrar
las fiestas venideras. Por Jesucristo, nuestro Señor.




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