17 domingo
Verde
II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
MR p. 414 [412] / Lecc. I p. 154. Semana II del Salterio.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 4
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu
honor y alabanzas a tu nombre.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con
amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran
en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Habla, Señor, tu siervo te escucha.]
Del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote Eli. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en
la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor
llamó a Samuel y éste respondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba
Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “Yo no te
he llamado. Vuelve a acostarte”.
Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí:
“No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte”.
Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido
revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”
Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a
Samuel: “Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu
siervo te escucha’ “.Y Samuel se fue a acostar.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”.
Este respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.
Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se
cumplía. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 39, 2abc. 4ab.
7-8a. 8b-9. 10cd. 11cd
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis
plegarias. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No
exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy". R.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu
ley en medio de mi corazón. R.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo
sabes, Señor. R.
SEGUNDA LECTURA
[Los cuerpos de ustedes son miembros de Cristo.]
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también
a nosotros con su poder.
¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une
al Señor, se hace un solo espíritu con él. Huyan, por tanto, de la fornicación.
Cualquier otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo;
pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo.
¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que
han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños,
porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios
con el cuerpo. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 1, 41. 17
R. Aleluya, aleluya.
Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado
por él. R. Aleluya
EVANGELIO
[Vieron dónde vivía y se quedaron con él.]
Del santo Evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y
fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de
Dios". Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él
se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué buscan?"
Ellos le contestaron: "¿Dónde vives, Rabí?" (Rabí significa "maestro"). Él
les dijo: "Vengan a ver".
Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las
cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que
oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien
encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al
Mesías" (que quiere decir "el Ungido"). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste
fijando en él la mirada, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás
Kefás" (que significa Pedro, es decir "roca"). Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Oremos al Señor y pidámosle que escuche compasivamente nuestras plegarias.
1. Por la santa Iglesia de Dios, para que Dios, nuestro Señor, le conceda la
paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.
2. Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que
Dios dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera, roguemos al Señor.
3. Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a
recibir el bautismo, para que Dios les abra la puerta de su misericordia y les
dé parte en la vida nueva en Cristo Jesús, roguemos al Señor.
4. Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros,
para que Dios escuche sus oraciones y lleve a la realidad sus legítimos deseos, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que muestras de muchos modos los signos de tu presencia, escucha las oraciones de esta familia tuya a fin de que –como fieles seguidores
de Cristo– nos convirtamos en convencidos apóstoles y profetas de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, porque cada
vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de nuestra
redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Jn 4, 16
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan
del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
* SAN JENARO SÁNCHEZ DELGADILLO
Nació en Zapopan, Jal. (Arquidiócesis de Guadalajara), el 19 de septiembre
de 1886, Vicario de Tamazulita, de la parroquia de Tecolotlán, Jal, (Diócesis de Autlán). Su párroco elogiaba su obediencia. Los fieles admiraban su
rectitud, su fervor, la elocuencia de su predicación, y aceptaban gustosos la
energía del Padre Jenaro cuando les exigía la buena preparación para recibir
los sacramentos. Los soldados y algunos agraristas le tomaron preso junto
con unos feligreses amigos cuando iban al campo. A todos les dejaron libres
menos al Padre Jenaro quien fue conducido a una loma cercana a Tecolotlán
y en un árbol prepararon la horca. El Padre Jenaro colocado en el centro de
la tropa, con heroica serenidad les habló: «Bueno, paisanos, me van a colgar;
yo les perdono, que mi Padre Dios también les perdone y siempre viva Cristo
Rey». Los verdugos tiraron la soga con tal fuerza que la cabeza del mártir
pegó fuertemente en una rama del árbol. Poco después murió en aquella
noche del 17 de enero de 1927. La saña de los soldados continuó y en la madrugada regresaron, bajaron el cadáver, le dieron un tiro en el hombro y una
puñalada que casi atravesó el cuerpo inerte del testigo de Cristo.
ACTIVIDAD DIOCESANA
Visita al Santuario de los Mártires
Decanato de Polanco.
Consejo Juvenil Diocesano