19 martes
Morado
FERIA MAYOR DE ADVIENTO,
“O Radix Jesse” “Oh, Raíz de Jesé”
MR p. 152 [168] / Lecc. I p. 405
¡Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un
signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no
tardes más!
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Heb 10, 37
El que ha de venir, vendrá sin tardanza, y ya no tendremos
nada que temer, porque él es nuestro Salvador.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que te dignaste revelar al mundo el esplendor de
tu gloria mediante el parto de la Santísima Virgen, concédenos,
te rogamos, poder honrar con fe íntegra el admirable misterio
de la encarnación y celebrarlo siempre con nuestra generosa
entrega. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[El nacimiento de Sansón es anunciado por un ángel.]
Del libro de los Jueces 13, 2-7. 24-25
En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan,
llamado Manoa. Su mujer era estéril y no había tenido hijos.
A esa mujer se le apareció un ángel del Señor y le dijo: “Eres
estéril y no has tenido hijos; pero de hoy en adelante, no bebas
vino, ni bebida fermentada, ni comas nada impuro, porque vas
a concebir y a dar a luz un hijo. No dejes que la navaja toque su
cabello, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno
de su madre y él comenzará a salvar a Israel de manos de los
filisteos”.
La mujer fue a contarle a su marido: “Un hombre de Dios ha
venido a visitarme. Su aspecto era como el del ángel de Dios,
terrible en extremo. Yo no le pregunté de dónde venía y él no
me manifestó su nombre, pero me dijo: ‘Vas a concebir y a dar
a luz un hijo. De ahora en adelante, no bebas vino ni bebida
fermentada, no comas nada impuro, porque el niño estará
consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta su muerte’ ”.
La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y
el Señor lo bendijo y el espíritu del Señor empezó a manifestarse
en él. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 70, 1-2, 3, 5a. 6, 16-17
R. Que mi boca, Señor, no deje de alabarte.
Señor, sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me
salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de
los malvados. R.
Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti
y tú me sostenías. R.
Tus hazañas, Señor, alabaré, diré a todos que sólo tú eres
justo. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote
es mi orgullo. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Retoño de Jesé, que brotaste como señal para los pueblos,
ven a librarnos y no te tardes. R. Aleluya.
EVANGELIO
[El nacimiento de Juan es anunciado por un ángel.]
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25
Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote
llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una
descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los
ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los
mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos,
porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.
Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante
Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la
costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para
ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en
oración, a la hora de la incensación.
Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la
derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó
y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: “No
temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel,
tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan.
Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán
también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del
Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo,
ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al
Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías,
para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a
los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un
pueblo dispuesto a recibirlo”.
Pero Zacarías replicó: “¿Cómo podré estar seguro de esto?
Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada”.
El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, el que asiste delante de
Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena
noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día
en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras,
que se cumplirán a su debido tiempo”.
Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y
se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no
pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión
en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y
permaneció mudo.
Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco
después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se
dejó ver, pues decía: “Esto es obra del Señor. Por fin se dignó
quitar el oprobio que pesaba sobre mí”. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Juan el Bautista es el último
caso de una larga lista bíblica de hijos «regalo» a
mujeres que, a fin de cuentas, llegarán a ser madres
a pesar de una evidente imposibilidad. Tanto en
el caso de Sansón como en el del Bautista, Dios
rompe los esquemas habituales para realizar su
designio salvador. Sansón protegerá con su fuerza
descomunal al pueblo israelita contra los ataques de
los filisteos. Juan –con el espíritu y el poder de Elías–
irá delante de Jesús para prepararle un pueblo bien
dispuesto. Por eso muchos, sin poner en duda los
planes divinos, se alegrarán con su nacimiento.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, propicio, Señor, los dones que presentamos en tu
altar, para que sea tu poder el que santifique lo que en nuestra
pequeñez logramos ofrecerte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 1, 78-79
Vendrá a visitarnos de lo alto un sol naciente, Cristo el Señor,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Llenos de gratitud por los dones que hemos recibido, Dios
todopoderoso, haz benignamente que anhelemos la salvación
prometida, para honrar así, con un corazón purificado, el
nacimiento de nuestro Salvador. Él, que vive y reina por los
siglos de los siglos.