19 martes
Verde
Feria o
Misa por el progreso de los pueblos
MR p. 1086 [1132] / Lecc. I p. 510
ANTÍFONA DE ENTRADA 1 Jn 3, 17
Si alguno, teniendo con qué vivir, ve a su hermano pasar necesidad, y sin
embargo, no lo ayuda, ¿cómo habitará el amor de Dios en él?
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que diste un origen idéntico a todos los pueblos y de ellos quisiste congregar una sola familia para ti, llena los corazones de todos con el
fuego de tu amor y enciende en ellos el deseo de un justo progreso de sus
hermanos, para que, por medio de los bienes que en abundancia das para todos, se realice cada uno como persona humana y, suprimida toda división, se
afiancen en el mundo la igualdad y la justicia. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Contamos con la esperanza, que es como un ancla firme y segura.]
De la carta a los hebreos 6, 10-20
Hermanos: Dios no es injusto para olvidar los trabajos de ustedes y el amor
que le han mostrado al servir a sus hermanos en la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin embargo, que todos y cada uno de ustedes
mantenga hasta el fin el mismo fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud
de su esperanza. Así, lejos de volverse negligentes, serán ustedes imitadores
de aquellos que, por la fe y la paciencia, heredan lo prometido por Dios.
En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no había nada
superior por lo cual jurar, juró por sí mismo, diciendo: Te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la paciencia y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los
hombres juran, lo hacen por alguien superior a ellos, y el juramento pone
fin a toda discusión. También Dios, cuando quiso mostrar con plenitud a los
herederos de la promesa lo irrevocable de su decisión, se comprometió con
un juramento.
Así pues, mediante estos dos actos irrevocables, promesa y juramento, en los
cuales Dios no puede mentir, tenemos un consuelo poderoso los que buscamos un refugio en la esperanza de lo prometido. Esta esperanza nos mantiene
firmes y seguros, porque está anclada en el interior del santuario, ahí donde
Jesús entró, precediéndonos, constituido sumo sacerdote, como Melquisedec. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 110, 1-2. 4-5. 9 y 10c
R. El Señor se acuerda siempre de su alianza.
Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas
son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R.
Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente.
Acordándose siempre de su alianza, él le da de comer al que lo teme. R.
Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y
terrible y su gloria perdura eternamente. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Ef 1, 17-18
R. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que
podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R.
Aleluya.
EVANGELIO
[El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.]
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28
En sábado Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos
comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido
hacer en sábado?”
Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo
necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios,
en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que
sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.
Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para
el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN: • Como legítimos herederos de las promesas hechas a nuestro padre Abraham, estamos llamados a la esperanza, que viene aquí asemejada a un ancla firme y segura
(Cfr. Gen 12, 2-3; 15, 4-6; Rom 4, 13-14.16). Ella encuentra su
última justificación en el solemne «juramento» de Dios, que se
comprometió ante sí mismo a llevarnos a una meta de alcances
eternos. Como elementos necesarios para nuestro viaje, sin
embargo, la lectura menciona la caridad, la fe y la perseverancia. En todo esto, Jesús se nos presenta como “precursor” que
nos señala el camino… • En una de sus más célebres frases,
Jesús proclama la superioridad del hombre sobre cualquier
forma de legislación mortificante, incluso de índole religiosa.
El valor supremo no está, finalmente, en lo abstracto de una
norma o en lo convincente de una ideología, sino en la persona
humana concreta. Este principio nos revela, además, a Jesús
como libre «Señor», frente a cualquier clase de instituciones
o tradiciones humanas. De ahí que Él tenga –como auténtico
«dueño del sábado»– el poder de darle su auténtico sentido (Cfr.
Mc 2, 28).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escucha complacido, Señor, las oraciones de los que te suplican, y, al recibir
la oblación de tu Iglesia, concédenos que todos los hombres sean colmados
del espíritu de hijos de Dios, de manera que, superada toda injusticia por la
caridad, los pueblos lleguen a ser una sola familia, en tu paz. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 11, 9
Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá, dice el
Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con un mismo pan, mediante el cual renuevas sin cesar a la familia humana, te rogamos, Señor, que de la participación del sacramento de
unidad, obtengamos un amor genuino y puro para ayudar al progreso de los
pueblos y cumplir, movidos por la caridad, las exigencias de la justicia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.