31 domingo
Blanco
Fiesta,
LA SAGRADA FAMILIA
MR p. 165 [180] / Lecc. I p. 141 y 139
ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 2, 16
Llegaron los pastores a toda prisa y encontraron a María y a
José, y al niño recostado en un pesebre.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que te dignaste dejarnos el más perfecto ejemplo
en la Sagrada Familia de tu Hijo, concédenos benignamente
que, imitando sus virtudes domésticas y los lazos de caridad que
la unió, podamos gozar de la eterna recompensa en la alegría de
tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Tu heredero saldrá de tus entrañas.]
Del libro del Génesis 15, 1-6; 21, 1-3
En aquel tiempo, el Señor se le apareció a Abram y le dijo:
"No temas, Abram. Yo soy tu protector y tu recompensa será
muy grande". Abram le respondió: "Señor, Señor mío, ¿qué me
vas a poder dar, puesto que voy a morir sin hijos? Ya que no me
has dado descendientes, un criado de mi casa será mi heredero".
Pero el Señor le dijo: "Ese no será tu heredero, sino uno que
saldrá de tus entrañas". Y haciéndolo salir de la casa, le dijo:
"Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes". Luego añadió:
"Así será tu descendencia". Abram creyó lo que el Señor le
decía, y por esa fe, el Señor lo tuvo por justo.
Poco tiempo después, el Señor tuvo compasión de Sara,
como lo había dicho y le cumplió lo que le había prometido. Ella
concibió y le dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo
que Dios había predicho. Abraham le puso por nombre Isaac al
hijo que le había nacido de Sara. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 104, 1-2, 3-4, 5-6, 8-9
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a
los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus
portentos. R.
Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el
que lo busca. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia
acudan. R.
Recuerden los prodigios que él ha hecho, sus portentos y
oráculos, descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de
Jacob, su predilecto. R.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el
Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del
juramento a Isaac, que un día le hiciera. R.
SEGUNDA LECTURA
[La fe de Abraham, de Sara y de Isaac.]
De la carta a los hebreos 11, 8. 11-12. 17-19
Hermanos: Por su fe, Abraham, obediente al llamado de
Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que habría de
recibir como herencia.
Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada
edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría
de ser fiel a la promesa; y así, de un solo hombre, ya anciano,
nació una descendencia, numerosa como las estrellas del cielo e
incontable como las arenas del mar.
Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se
dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa,
porque Dios le había dicho. De Isaac nacerá la descendencia
que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que
Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le
fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Heb 1, 1-2
R. Aleluya, aleluya.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en
el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en
estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo. R. Aleluya.
EVANGELIO
[El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.]
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-40
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según
la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén
para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley:
Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también
para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo
y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en
él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no
moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por
el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con
el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo
tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
"Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que
me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador,
al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que
alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel".
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes
palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le
anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento
de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción,
para que queden al descubierto los pensamientos de todos los
corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma".
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu
de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido
siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se
apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con
ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando
gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban
la liberación de Israel.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor,
se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba
creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia
de Dios estaba con él. Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Oremos a Jesucristo, el Señor que, para santificar
la familia, quiso compartir la vida de un hogar
humano:
1. Para que el Señor –que quiso participar de la
vida de familia en el hogar de María y José– mantenga
en paz y armonía a todas las familias cristianas,
roguemos al Señor.
2. Para que los novios sientan la presencia de
Dios en la vivencia de su amor mutuo y se preparen
santamente para su matrimonio, roguemos al Señor.
3. Para que Dios ilumine a las familias desunidas,
a los esposos que han de vivir separados por causa
del trabajo, a los hijos de los divorciados, a los
hogares sin hijos, roguemos al Señor.
4. Para que nos esforcemos por vivir en paz y
armonía con los miembros de nuestra comunidad,
superando con caridad fraterna nuestras mutuas
desavenencias, roguemos al Señor.
Señor Dios nuestro, que has querido que tu Hijo –
engendrado antes de todos los siglos– fuera miembro
de una familia humana, haz que los padres y madres
de familia participen de la fecundidad de tu amor, y
que sus hijos crezcan en sabiduría y gracia ante ti
y ante los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación, y te
pedimos humildemente que, por la intercesión de la Virgen
Madre de Dios y de san José, fortalezcas nuestras familias en tu
gracia y en tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-III de Navidad, pp. 488-490 [489-491].
Si se utiliza el Canon romano, se dice Reunidos en comunión...
propio, p. 557 [559]. En las otras Plegarias eucarísticas también
se dicen las partes propias para esta Misa.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Bar 3, 38
Nuestro Dios apareció en el mundo y convivió con los
hombres.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre misericordioso, haz que, reanimados con este
sacramento celestial, imitemos constantemente los ejemplos
de la Sagrada Familia, para que, superadas las aflicciones de
esta vida, consigamos gozar eternamente de su compañía. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 592 [599].