31 martes
Blanco
Memoria,
SAN JUAN BOSCO, Presbítero
MR pp. 671 y 900 [686 y 939] / Lecc. I p. 562
En Turín, Italia, siendo sacerdote, dedicó toda su vida a los
jóvenes del pueblo, aunque sus aspiraciones se extendieron
más allá de esa región italiana. Fundó la congregación de
los salesianos y la de María Auxiliadora, que se pondrían al
servicio de la juventud del mundo entero (1815-1888).
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 131, 9
Que tus sacerdotes, Señor, se revistan de justicia, y tus fieles
se llenen de júbilo.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que suscitaste a san Juan Bosco, presbítero,
como padre y maestro de la juventud, concédenos que,
inflamados por un amor semejante al suyo, busquemos el bien
de las almas y vivamos entregados a tu servicio. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Corramos con perseverancia la carrera que tenemos por
delante.]
De la carta a los hebreos 12, 1-4
Hermanos: Rodeados, como estamos, por la multitud de
antepasados nuestros, que dieron prueba de su fe, dejemos todo
lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para
correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija
la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe. Él, en
vista del gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su
ignominia, y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios.
Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta
oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el
ánimo. Porque todavía no han llegado a derramar su sangre en
la lucha contra el pecado. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 21, 26-27ab, 28.30, 31-32
R. Alaben al Señor los que lo buscan.
Le cumpliré mis promesas al Señor delante de sus fieles. Los
pobres comerán hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo
buscan: su corazón ha de vivir para siempre. R.
Recordarán al Señor y volverán a él desde los últimos lugares
del mundo; en su presencia se postrarán todas las familias de los
pueblos. Sólo ante él se postrarán todos los que mueren. R.
Mi descendencia lo servirá y le contará a la siguiente
generación, al pueblo que ha de nacer, la justicia del Señor y
todo lo que él ha hecho. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 8, 17
R. Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros
dolores. R. Aleluya.
EVANGELIO
[¡Óyeme, niña, levántate!]
Del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro
lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha
gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga,
llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba
con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las
manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él, y mucha
gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre
desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los
médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez
de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se
le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando
que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le
secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba
curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de
él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado
mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo
te empuja la gente y todavía preguntas: "¿Quién me ha tocado?'
"Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había
sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa,
al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le
confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te
ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron
de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió
tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó
a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas,
basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que
Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto
de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y
les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está
muerta, está dormida". Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de
la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña.
La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa:
"¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se
levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron
asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a
nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN: Una mujer que sufre desde hace
tiempo molestas hemorragias y una niña que acaba
de morir, son restituidas por Jesús a la salud y a
la vida. En el primero de los casos tiene eficacia
el simple “contacto directo” y hasta ingenioso
de la interesada. En el segundo caso, en cambio,
se requiere la “intercesión” humilde e insistente,
interpuesta por el afligido padre. Estamos ante
dos milagros hermanados por un tema común: la
portentosa y eficaz intervención de Jesús. Ella está
condicionada, con todo, a la fe de aquellos que
recurren a Él.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Contempla, Señor, los dones que presentamos en tu altar en
la conmemoración de san Juan Bosco, y del mismo modo que,
por estos santos misterios, le diste a él la gloria, concédenos
también a nosotros tu perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Mt 24, 46-47
Dichoso el servidor a quien su amo, al volver, lo encuentre
cumpliendo con su deber; yo les aseguro que le confiará todos
sus bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta mesa celestial, Dios todopoderoso, robustezca
y aumente el vigor espiritual de todos los que celebramos la
festividad de san Juan Bosco, para que conservemos íntegro el
don de la fe y caminemos por el sendero de la salvación que él
nos señaló. Por Jesucristo, nuestro Señor.