En las márgenes del Centro Histórico tapatío, y a cien años de la época virreinal, se levanta espléndido el templo Expiatorio, construido en estilo gótico en sus versiones italiana y francesa, con regios portones labrados en madera, vitrales coloridos, órgano monumental y un carillón en su torre, en cuyo balconcillo desfilan dos veces al día las figuras modernistas de los doce apóstoles.
El interior transmite la típica sensación de pequeñez humana frente a la majestad de Dios, efecto que este arte cultivó y logró invariablemente. De especial interés estético es el políptico del altar mayor.