7 martes
Blanco
FERIA DE PASCUA
MR p. 379 [384] / Lecc. I p. 931
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 19, 7. 6
Alegrémonos, regocijémonos y demos gracias, porque el
Señor, nuestro Dios omnipotente, ha empezado a reinar. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y misericordioso, concédenos poder alcanzar
una verdadera participación en la resurrección de Jesucristo, tu
Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 16, 22-34
En aquellos días, la gente de la ciudad de Filipos se alborotó
contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que los desnudaran
y los azotaran. Después de azotarlos mucho, los metieron en la
cárcel y le ordenaron al carcelero que los vigilara bien. Siguiendo
esta orden, él los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró
los pies en el cepo.
A eso de la medianoche, Pablo y Silas estaban en oración,
cantando himnos al Señor, y los otros presos los escuchaban. De
pronto sobrevino un temblor tan violento, que se sacudieron los
cimientos de la cárcel, las puertas se abrieron de golpe y a todos se
les soltaron las cadenas.
El carcelero se despertó, y al ver las puertas de la cárcel abiertas
de par en par, pensó que los presos se habían fugado y sacó su
espada para matarse. Pero entonces Pablo le gritó: "No te hagas
ningún daño; aquí estamos todos". El carcelero pidió una lámpara,
se precipitó hacia dentro, y temblando, se arrojó a los pies de Pablo
y Silas. Después los sacó de allí y les preguntó: "¿Qué debo hacer
para salvarme?" Ellos le contestaron: "Cree en el Señor Jesús y te
salvarás, tú y tu familia". Y les explicaron la palabra del Señor a él
y a todos los de su casa.
El carcelero se los llevó aparte, y en aquella misma hora de la
noche les lavó las heridas y enseguida se bautizó él con todos los
tuyos. Después los invitó a su casa, les preparó la mesa y celebraron
una fiesta familiar por haber creído en Dios. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 137, l-2a. 2bc-3. 7c-8
R. Señor, tu amor perdura eternamente. Aleluya.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste
nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te
adoraremos en tu templo. R.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre
que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor. R.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros
tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me
abandones. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 16, 7. 13
R. Aleluya, aleluya.
Yo les enviaré al Espíritu de verdad, y él los irá guiando hacia
la verdad plena, dice el Señor. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador.]
Del santo Evangelio según san Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Me voy ya al
que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: '¿A dónde
vas?' Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he
dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les
conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el
Consolador; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.
Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en
materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos
no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no
me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya
está condenado". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Jesús anuncia de nuevo su inminente
partida ante unos discípulos que ya no se atreven a
preguntarle a dónde va, pues su corazón está invadido
de tristeza. Él ha de volver al Padre porque su misión
está cumplida, pero no los dejará solos ni desprotegidos
frente a un mundo turbulento e incrédulo. El Espíritu lo
hará presente entre los suyos para siempre. Esa nueva
presencia se hará sentir, sobre todo, en los momentos
de prueba y de persecución. Este «Consolador» será, por
eso, el mejor antídoto contra todo género de desalientos,
incertidumbres y temores.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos
misterios pascuales que celebramos, para que, continuamente
renovados por su acción, se conviertan para nosotros en causa de
eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 24, 46. 26
Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los
muertos, y así entrara luego en su gloria. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro, escucha nuestras oraciones, para que la
participación en los sacramentos de nuestra redención nos ayude en
la vida presente y nos alcance las alegrías eternas. Por Jesucristo,
nuestro Señor.