29 miércoles
Blanco
Memoria,
SAN PABLO VI, Papa
MR p. 894 [933] / Lecc. II p 378
Pablo VI (Giovanni Battista Montini) nació el 26 de septiembre de
1897 en Concesio (Brescia). El 29 de mayo de 1920 fue ordenado
presbítero. Desde 1924 prestó su colaboración a los Sumos
Pontífices Pío XI y Pío XII. Nombrado arzobispo de Milán en 1954,
en 1958 fue elevado a la dignidad cardenalicia por san Juan XXIII
y, tras la muerte de éste, fue elegido para la cátedra de Pedro el
21 de junio de 1963. Llevó a cumplimiento el Concilio Vaticano
II y dio inicio a numerosas iniciativas, signo de su gran solicitud
por la Iglesia y el mundo contemporáneo, Ejerció el magisterio
supremo en favor de la paz, promovió el progreso de los pueblos y
la inculturación de la fe, así como la reforma litúrgica y el diálogo
ecuménico. El 6 de agosto de 1978 entregó su alma a Dios en
Castel Gandolfo.
ANTIFONA DE ENTRADA
El Señor lo eligió sumo sacerdote, le abrió sus tesoros y derramó
sobre él toda clase de bendiciones. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que has confiado tu Iglesia a la guía del papa san
Pablo VI, apóstol valiente del Evangelio de tu Hijo, haz que,
iluminados por sus enseñanzas, podamos colaborar contigo para
difundir en el mundo la civilización del amor. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Los ha rescatado Dios con la sangre preciosa de Cristo, el cordero
sin mancha.]
De la primera carta del apóstol san Pedro 1, 18-25
Hermanos: Bien saben ustedes que de su estéril manera de vivir,
heredada de sus padres, los ha rescatado Dios. Y no con bienes
efímeros, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de
Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios había elegido
desde antes de la creación del mundo, y por amor a ustedes, lo
ha manifestado en estos tiempos, que son los últimos. Por Cristo,
ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo
llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también esperanza
en Dios.
Así pues, purificados ya internamente por la obediencia a la
verdad, que conduce al amor sincero a los hermanos, ámense los
unos a los otros de corazón e intensamente. Porque han vuelto
ustedes a nacer, y no de una semilla mortal, sino inmortal, por medio
de la palabra viva y permanente de Dios! En efecto, todo mortal es
hierba y toda su belleza es flor de hierba: se seca la hierba y cae la
flor; en cambio, la palabra del Señor permanece para siempre. Y
ésa es la palabra que se les ha anunciado. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20
R. Demos gloria al Señor.
Glorifica al Señor, Jerusalén, a Dios ríndele honores, Israel.
El refuerza el cerrojo de tus puertas y bendice a tus hijos en tu
casa. R.
El mantiene la paz en tus fronteras, con su trigo mejor sacia
tu hambre. El envía a la tierra su mensaje y su palabra corre
velozmente. R.
Le muestra a Jacob su pensamiento, sus normas y designios a
Israel. No ha hecho nada igual con ningún pueblo, ni le ha confiado
a otro sus proyectos. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mc 10, 45
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de todos
R. Aleluya.
EVANGELIO
[Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén, y el Hijo del
hombre va a ser entregado.]
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 32-45
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de
Jerusalén y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos
estaban sorprendidos y la gente que lo seguía tenía miedo. Él se
llevó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a
suceder: "Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo
del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los
escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos;
se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero
al tercer día resucitará".
Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de
Zebedeo, y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo
que vamos a pedirte". Él les dijo: "¿Qué es lo que desean?" Le
respondieron: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro
a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les replicó: "No
saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y
recibir el bautismo con que seré bautizado?" Le respondieron: "Sí
podemos". Y Jesús les dijo: "Ciertamente pasarán la prueba que
yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado;
pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí
concederlo; eso es para quienes está reservado".
Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron
contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les
dijo: "Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como
si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe
ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre
ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea
el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido
a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de
todos". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: En este evangelio nos encontramos
con tres partes estrechamente conectadas, incluso
por el contraste entre la actitud de Jesús y la de sus
discípulos. En él se anuncia por tercera vez su futura
pasión, muerte y resurrección en Jerusalén, la ciudad
que «mata a los profetas» y hacia la que se encamina
resueltamente (Cfr. Mt 23, 37; Lc 13, 34). Jesús
aprovecha entonces la ocasión para instruirlos sobre el
ejercicio de la autoridad. En la Iglesia no puede haber
“ministerio” auténtico que no sea «servicio». Siguiendo
su ejemplo, todos hemos de hacer nuestra semejante
enseñanza.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, este sacrificio que, para tu gloria, tu pueblo
ofrece en honor de san Pablo VI, y concédenos alcanzar la eterna
salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 10, 11
El buen Pastor da la vida por sus ovejas. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, Dios nuestro, los sacramentos que hemos recibido
fortalezcan en nosotros el fuego de la caridad que encendió con
ímpetu a san Pablo VI y lo llevó a entregarse siempre por tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.