Al paso de los tiempos, la Iglesia de Guadalajara descubre como el Espíritu del Señor ha diseñado su historia en el santuario de Zapopan, haciendo de esta venerable imagen una síntesis de profundo contenido. La encarnación de la misión de María en la iglesia diocesana floreció en una nueva advocación, de manera que la madre del Señor asume para sí un nombre de nuestra tierra, haciendo que las coordenadas terrenas, Nazareth – Zapopan, se resuelvan en una devoción, y esta devoción sea símbolo de la cercanía de la virgen, de su acción intercesora y de la respuesta de la comunidad a su constante presencia. Ntra. Señora de Zapopan es el relicario de nuestra historia, el símbolo de la acción evangelizadora del Espíritu, y a la vez, de la fidelidad de la comunidad a la fe y a la iglesia; es el símbolo de la integración de razas y clases sociales en un pueblo orante, que sale al encuentro de la virgen y la sigue en su perenne peregrinar a la casa del Padre; en torno al santuario de Zapopan, la fe se ha hecho cultura, floreciendo de innumerables formas, siglo por siglo. Por eso Ntra. Sra. de Zapopan es el testamento, la prueba fidedigna de que también entre nosotros se ha operado la acción redentora de Jesucristo desde el siglo XVI, y que la intercesión de María, madres de la Iglesia, está confirmada por una experiencia secular que en Zapopan es cantera labrada, lo mismo que piedra de castilla hundida en sus cimientos, diadema de piedras preciosas y de ofrendas de ceras y flores que allí testifican; florilegio de tradiciones que se transforman lo mismo en danza, que en música festiva, en oración silenciosa, o en lágrimas por las alegrías y los pesares del pueblo que la virgen comparte y conserva. Experiencia cristiana de la Iglesia de Guadalajara, a partir de la cual se empeña en discernir los tiempos actuales, para sostener el esfuerzo de la nueva evangelización.