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Seminario menor, crisol de vocaciones

José de Jesús Parada Tovar[1]

 

En este texto se nos presenta una apretada relación del devenir

de la casa del Seminario Menor, cuna vocacional de

buena parte del clero tapatío.

 

En este año 2024 se cumplieron 60 desde aquel 1964 en que fue inaugurado el Nuevo Seminario Diocesano Menor de Guadalajara, albergando entonces a unos 320 alumnos de 4º a 6º de Humanidades, y un reducido y parcial grupo de 3º; todos, mudados de la vieja casona de San Martín, en el Sector Libertad tapatío, y de la cual, 14 años antes, se habían desprendido los alumnos de Filosofía y Teología para estrenar el Seminario Mayor, en Chapalita.

Sin duda, ambas fueron dos de las más significativas prendas de amor al “corazón de la Diócesis” por parte del sexto arzobispo metropolitano y primer cardenal mexicano, D. José Garibi Rivera, quien ya había promovido o respaldado nuevas fincas y adecuaciones para los seminarios menores auxiliares de Zapotlán, de San Juan de los Lagos y Totatiche, así como para el de Tapalpa y las casas de vacaciones de Atemajac de Brizuela, Concepción de Buenos Aires, Unión de Guadalupe, Chiquilistlán, Ojo de Agua, Temastián, etcétera.

 

Un testimonio histórico

 

Cronista de su tierra natal, San Diego de Alejandría, y de la Generación 1961-1976 en el Seminario, el padre Óscar Maldonado Villalpando consigna puntualmente interesantes datos y detalles en uno de los tres tomos de su libro “Evocación”, acerca de los prolegómenos, el proceso de construcción y personajes que intervinieron de manera protagónica en hacer realidad una moderna y espaciosa sede para los seminaristas menores.

Todavía en el rectorado del padre José Salazar López (aunque en el entorno de su proverbial estilo de discreción y prudencia), a finales de 1958, y a través del Sr. Felipe Arriaga, se consiguió un anchuroso terreno al borde de la naciente Calzada de las Torres (hoy Lázaro Cárdenas), frente a la carretera a Nogales, habiendo eliminado opciones en rumbos de Oblatos, la Colonia del Sur, El Zapote, el Deportivo Morelos… Así, se escogió, en lo que empezaba a llamarse Fraccionamiento Prados Vallarta, un predio de 168 metros en su frente, 565 metros de fondo, que daban una superficie total de casi 10 hectáreas.

Ya con el canónigo José de Jesús Becerra Fernández como rector, al inicio de 1962 dio comienzo la edificación, al cuidado del eminente arquitecto y urbanista Ignacio Díaz Morales, al mando de los connotados ingenieros Luis Ugarte Vizcaíno, José Luis Amezcua Sahagún y Carlos Rigen. En el equipo promotor participaron también: el canónigo Antonio Chávez Carvajal, ecónomo diocesano; sus auxiliares en la economía del seminario: los presbíteros Fausto Pelayo Valera y Enrique Trujillo Valdivia; los padres formadores José Ruiz Medrano, José Rosario Ramírez Mercado, Francisco Raúl Villalobos Padilla y Felipe Campos Ruvalcaba.

 

Labranza, pasajes y frutos

 

Para el 15 de agosto de 1963 el cardenal Garibi bendijo dos pabellones de ese blanco seminario, y exactamente un año después ocurrió la mudanza desde el Barrio de San Martín, aunque el ciclo lectivo 1964-1965 dio principio formal a partir del 23 de octubre. Como prefecto general en el cambio fungió el Pbro. Lic. Ignacio Coss y León Hernández; también encargados grupales de la disciplina los padres Enrique Trujillo, Antonio González Cornejo, Alfonso González Castellanos, y quienes después serían obispos: Ramón Godínez Flores y José Guadalupe Octavio Martín Rábago. En la dirección espiritual, los padres Rafael López Gutiérrez, Hermión Aranda de Alba y Salvador Ramírez Morones.

También figuró un ilustre elenco de catedráticos en esa etapa inaugural. Aparte de los mencionados formadores, los canónigos Ruiz Medrano, Eucario López Jiménez y Enrique Toral Moreno, y los padres J. Rosario Ramírez, José de Jesús Haro de Haro, Santiago Méndez Bravo, Jesús Jiménez López, José Pilar Valdés Ríos, Salvador Casas Raygoza, Agustín Soltero Horta, Luis Martínez Jiménez, entre otros muy meritorios, como los posteriores obispos José Trinidad Sepúlveda Ruiz Velasco y los mencionados Villalobos Padilla, Godínez Flores y Martín Rábago. De los alumnos que estrenaron esa casa del Menor, alcanzaron la plenitud del sacerdocio: Benjamín Castillo Plascencia y Jonás Guerrero Corona. Un año después habrían de incorporarse, al cuarto grado de Humanidades, otros dos futuros mitrados: José Francisco Robles Ortega y Javier Navarro Rodríguez.

En sucesivos años posteriores pasaron por sus aulas, bien como alumnos o como formadores y docentes (incluso varios en ambas condiciones y distintos tiempos) algunos que alcanzaron la dignidad episcopal, por ejemplo, Felipe Aguirre Franco y Jacinto Guerrero Torres, prefectos. Como seminaristas: Óscar Campos Contreras; Miguel Romano Gómez -después rector-; José Leopoldo González González; José María de la Torre Martín; José Francisco González González; Pedro Vázquez Villalobos; Engelberto Polino Sánchez; Eduardo Muñoz Ochoa; Héctor López Alvarado; Manuel González Villaseñor y Ramón Salazar Estrada.

De seguro, poco más de mil presbíteros del clero diocesano, a partir de 1964, cursaron ahí, en su adolescencia o juventud, las ciencias humanísticas o la preparatoria, cuyos estudios de bachillerato, ya con reconocimiento oficial, han sido validados, en distintas épocas, por el Instituto Fray Pedro de Gante, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Guadalajara, y actualmente por la Universidad de Guadalajara. La inmensa mayoría de ellos ha dejado una estela de méritos por su fidelidad vocacional en el servicio pastoral. Y, al igual que los clérigos, muchos miles de laicos que también transitaron por el Seminario Menor atesoran gratos recuerdos y profesan gratitud por las enseñanzas ahí recibidas; cimiento y prenda de satisfacciones y logros cosechados en su vida espiritual, familiar, social, cultural y profesional.

 

Acontecimientos relevantes

 

En 1966, el 3 de junio, invitado por el purpurado José Garibi, el cardenal italiano Carlo Confalonieri, representante del papa Paulo VI, bendijo y colocó la primera piedra de la Capilla del Seminario Menor, luego de haber entregado, como obsequio papal a la Virgen de Guadalupe en su Basílica Nacional, una rosa de oro. En aquella ocasión, el Muy Ilustre Sr. Ruiz Medrano, Canónigo Magistral, orador y predicador de enorme prestigio, pronunció un célebre discurso, que causó emoción y reconocimiento en el distinguido huésped.

Por cierto, cabe apuntar, a guisa de dato curioso, que a mediados de la década de los 70s, casi estuvo a punto de cristalizar el proyecto de construir, en la mitad posterior del terreno de esa casa de formación, las instalaciones para la entonces errante y creciente Universidad del Valle de Atemajac, pero finalmente el cardenal arzobispo José Salazar López se desistió del original ofrecimiento, tras largas deliberaciones con los respectivos padres rectores: Juan Sandoval Íñiguez, del seminario, y Santiago Méndez Bravo, de la UNIVA.

Recién llegado el octavo arzobispo metropolitano, D. Juan Jesús Posadas Ocampo, como pastor de la arquidiócesis, convocó a efectuar el Segundo Sínodo Diocesano de la historia, que tuvo verificativo en el Seminario Menor, dándole a esa casa seguimiento y consistencia como asiento de infinidad de actividades diocesanas, con el involucramiento de los obispos, el presbiterio y laicos comprometidos en la acción pastoral y apostólica

Al cumplirse 300 Años de la Fundación del Seminario Conciliar de Señor San José, la casa del Menor fue sede de grandes celebraciones en 1996, resaltadas por la presencia del cardenal italiano Pío Laghi, legado pontificio de Su Santidad Juan Pablo II; por su anfitrión, el cardenal arzobispo Juan Sandoval, y numerosos obispos, sacerdotes y laicos exalumnos de esa insigne institución, quienes participaron, como ponentes o como oyentes, en decenas de conferencias y en otros eventos culturales y sociales.

Hace 10 años, correspondió presidir los actos conmemorativos del quincuagésimo aniversario al cardenal arzobispo José Francisco Robles Ortega, también huésped y alumno durante tres años del curso de Humanidades en dicha casa a partir de 1965. Un testimonio de esa áurea efeméride, por iniciativa de la Generación 1961-1976, se aprecia al ingreso mediante una placa con elocuente inscripción en latín clásico, solicitada al padre José Gracián Ordaz como traductor, por ser uno de los más brillantes latinistas que ha dado el Seminario, y a la cual se le añadió otra placa con la original inscripción en castellano.

El susodicho texto en nuestra lengua, presentado al traductor, dice así: “Llenos de vigor juvenil y de santas ilusiones, hace 50 años estrenamos esta Casa, donde aprendimos las ciencias de las humanidades y las virtudes cristianas. Hoy y siempre, presbíteros y laicos, damos gracias a Dios por la predilección de su llamado. Seminario Diocesano Menor de Guadalajara. Viernes 31 de octubre de 2014. Generaciones 1959, 1960, 1961 y 1962”.

Trasladado el texto al más fino latín por parte del Pbro. Lic. José Gracián, quedó inscrito así: “DECEM IAM ABHINC LUSTRA, NOS, PRIMAEVO FLORE IUVENTUS, ARDENTIA PECTORA, VIRTUTEM, FIDEM, DOCTRINAM ADEPTURI, HANC NOVAM DOMUM, CEU NAVEM AD CHRISTI SACERDOTIUM NAVIGANTIBUS, ACCEPIMUS. ET PRESBYTERI ET LAICI DEO PRAEDILIGENTER VOCANTI -HODIE ET SEMPER- GRATIAS AGIMUS ERGO. IN SEMINARIO MINORE GUADALAJARENSE. FERIA XXXI. MENSE X. ANNO MMXIV. AEVI: MCMLIX, MCMLX, MCMLXI, MCMLXII. VERTENS: JOSEPH GRACIAN ORDAZ, PRESBYTERUS”. Fue develada por el décimo arzobispo metropolitano y rector del Seminario, el Sr. Cardenal José Francisco Robles Ortega.

 

Los Superiores

 

En la antigua casa del Seminario Menor, en San Martín, hasta 1964 fue prefecto general el Pbro. Lic. Antonio González Cornejo, después canónigo y monseñor.

Ya en la nueva sede, en calidad de prefectos generales o de vicerrectores, en el período 1965-1970, el Pbro. Lic. Ignacio Coss y León Hernández.

1970-1972, Pbro. Lic. Jacinto Guerrero Torres, después obispo de Tlaxcala.

1972-1975, Pbro. Ing. Rafael Melitón Uribe Pérez, después monseñor.

1975-1981, Pbro. Arnulfo Jaime Arámbula, posteriormente canónigo.

1981-1983, Pbro. Lic. Antonio Olivos Sepúlveda.

1983-1986, Pbro. Lic. Francisco Javier Barba Orozco, posteriormente monseñor.

1986-1990, Pbro. Lic. Alfredo Dávalos Rodríguez, después rector y monseñor.

1990-1998, Pbro. Lic. Víctor Daniel Contreras Orozco, actualmente canónigo deán.

1998-2001, Pbro. Celso López Manzano.

2001-2007, Pbro. Agustín Arriola Velasco.

2007-2008, Pbro. Lic. José Francisco González González, luego obispo auxiliar de Guadalajara y actualmente obispo residencial de Campeche.

2008-2012, Pbro. Lic. Juan Carlos Lupercio Gómez, actualmente prefecto general del Seminario Mayor y vicerrector del Seminario Diocesano.

2012-2021, Pbro. Lic. Jorge Manuel García Rivera.

2021 a la fecha, Pbro. Lic. José Román Manzo.

Agradezco, en todo su valor, estos datos proporcionados por el padre prefecto general, José Román, a través del secretario de la institución, Pbro. Jesús Tamayo Hernández.

Por cierto, se desplegó todo un programa de festejos durante octubre, mes cabalístico del sexagésimo aniversario de la casa, que incluyó una selecta exposición de fotografías antiguas, referentes al año de estreno, los trabajos de instalación, de plantación de vegetales, de complementos de albañilería, así como de algunos formadores, alumnos, y de la cimentación, construcción y bendición de la capilla central, inaugurada dos años después.

De igual modo, numerosos Sacerdotes y seglares que ingresaron al Seminario en 1964 a la Casa de San Martín, pero que después ocuparon la nueva sede para cursar el bachillerato, festejaron en ésta su particular efeméride mediante una concelebración eucarística, con la participación de los obispos José Leopoldo González, de San Juan de los Lagos, y Óscar Campos, emérito de Ciudad Guzmán.

Para el día 22, en el Auditorio “Cardenal José Salazar López”, hubo una mesa redonda dedicada a todo el alumnado, destinada a exponer remembranzas, anécdotas y vivencias del año inaugural del Seminario Menor Nuevo. Tomaron parte tres representantes de aquellas generaciones de seminaristas: el ahora Sr. Canónigo Luis Enrique Orozco Benítez; el maestro Guillermo Gracia Maravilla y el periodista José de Jesús Parada.

El 23 al mediodía, solemne concelebración eucarística como parte central de los festejos. Presidió el padre Vicerrector del Seminario, Juan Carlos Lupercio, acompañado de todos los padres formadores y del pleno de formandos, incluyendo a los nuevos y recientes inquilinos: los alumnos de la Secundaria “Anacleto González Flores”. Por la tarde, rosario comunitario en la explanada mayor. También hubo comida especial y convivencia.

Obviamente, se agendaron interesantes torneos deportivos de futbol y baloncesto entre las respectivas selecciones del Seminario Mayor y del Menor, así como partidos de exhibición de volibol.

…Obviamente, seis décadas han hecho mella en la estructura de este conjunto de edificaciones, constituyendo un reto para su mantenimiento y sostenimiento. No obstante, sigue siendo una obra de Dios, fragua de vocaciones para el servicio de la Iglesia, y una institución querida por los fieles y a expensas de su generosidad.

 



[1] Exseminarista, periodista tapatío con más de 50 años de ejercicio profesional en prensa, radio y televisión; galardonado con el Premio Jalisco de Periodismo 2017.



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