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Crónica de la toma de posesión de monseñor José Leopoldo González González, vii obispo de San Juan de los Lagos.

San Juan de los Lagos, 25 de mayo de 2024.

Pbro. Jaime Fonseca González[1]

 

Templo del Calvario:

 

Estando reunidos en la pequeña explanada del templo de San Pedro y San Pablo, a las 9:30 am, fieles y sacerdotes del decanato de san Juan de los Lagos, dieron la bienvenida al vii obispo de San Juan de los Lagos, monseñor José Leopoldo González y al representante del Papa en México el nuncio apostólico Joseph Spiteri, al igual que monseñor Cristóbal Ascensión, obispo de Apatzingán, Michoacán, monseñor José Omar Alemán, obispo de Casas Grandes, Chihuahua y el arzobispo Faustino Armendáriz Jiménez, de Durango.

El párroco de San Juan Bautista, San Juan de los Lagos, señor cura Andrés Sainz, Presidente de Decanos de la diócesis de San Juan de los Lagos le dirigió las palabras de bienvenida a la Ciudad.

 

Palabras de bienvenida al obispo José Leopoldo

 

P ’a los toros del jaral, caballos de allá mesmo… En el Jaral de Berrios (hacienda por los rumbos de San Felipe Torres Mochas, camino a Guanajuato) se distinguían por la crianza de toros bravos y caballos de excelencia.

El 19 de Marzo día de San José se da la noticia de la elección que el papa Francisco hace en la persona de monseñor José Leopoldo González González como obispo de San Juan de los Lagos, un nuevo pastor que viene a caminar con nosotros en la fe. Un sucesor de los apóstoles que hace el número siete de los prelados de esta relativamente joven iglesia particular sanjuanense.

Querido señor obispo, de los humanos sentimientos, tal vez los más nobles y los más complejos sean aquellos que están hechos de ausencias y de silencios. A toda casa le faltará siempre un padre, a todo alumno le faltará un maestro, al extraviado le faltará siempre una guía, le faltará al enamorado siempre el sujeto de su amor, a las iglesias les faltará siempre la presencia amorosa y noble del pueblo los domingos, a las plazas vespertinas les faltarán las familias. Estamos hechos de ausencias y de silencios, pero cuando estas son más grandes y se prolongan, nuestro corazón se entristece. Por eso ahora usted que llega a colmar de presencia, de magisterio, de bondad y de palabras del Evangelio, nos hace sentir nuevamente en casa, aquí está nuestro padre, nuestro maestro y nuestro amigo.

Los diocesanos que vivimos nuestra fe en estas tierras alteñas, del bajío y del Plan, nos ponemos a sus órdenes para colaborar con usted en la nueva tarea que el Obispo de Roma le ha encomendado realizar en esta iglesia particular de San Juan tras el nombramiento de su antecesor don Jorge Alberto como arzobispo de San Luis, a quien seguiremos teniendo en cuenta con gratitud en esta que será siempre su casa.

Al mismo Señor le rogamos que siga llenando su corazón de fe, esperanza y caridad porque sólo así, reflejando la vida de Dios, puede ser creíble para los más alejados, atento y cercano con los necesitados. Que su gran devoción a la Virgen, renueve cada día su vocación a servir a esta ya su iglesia diocesana.

Esperamos de usted lo que reza su lema episcopal: (Iustitia, pax et gaudium) un hombre alegre, promotor de la justicia, y con la sabiduría recibida del cielo para saber instaurar la paz con la fuerza del Espíritu Santo.

Que el ejemplo y la ayuda de nuestros mártires y de muchos santos de al lado que nos han precedido acompañen siempre su persona y lo impulsen a cumplir con fe su responsabilidad pastoral en medio de nosotros. Y como se escucha en la plaza de toros Rodolfo Gaona (el califa de León) en su natal Cañadas “suerte matador”.

Sea usted bienvenido.

 

Procesión

 

A continuación, el párroco de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario dio las indicaciones del orden en la procesión que se siguió en el recorrido por las principales calles de la Ciudad de San Juan de los Lagos hasta llegar a la Catedral – Basílica. Dichas calles fueron adornadas con la bandera de la Ciudad del Vaticano al igual que con imágenes de monseñor José Leopoldo González.

Monseñor José Leopoldo González González, fue subido a un Jeep descubierto para que pudiera saludar y bendecir a su feligresía, dio inicio el recorrido hacia la Catedral – Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos por las calles Benigno Romo, hasta llegar a la calle Burgos y Luis Moreno hasta llegar a la iglesia catedral.

Monseñor Joseph Spiteri, nuncio apostólico en México también fue llevado en otro carro descubierto para que bendijera y saludara a la población de San Juan de los Lagos.

 

Catedral – Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos

 

Siendo las 10:25 am, el presbítero Emmanuel Vázquez ceremoniero diocesano, reunió a todo el cabildo de la Catedral y capellanes de coro de la Basílica para dar las indicaciones del momento celebrativo de la Profesión de fe y juramento de fidelidad al Romano Pontífice, que se realizará en el interior de la Catedral- Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.

Dentro de la Catedral- Basílica hubo una representación de fieles y sacerdotes de todas las parroquias de la diócesis de San Juan de los Lagos.

El colegio catedralicio revestidos con hábito coral salió en procesión acompañado de los capellanes de coro y de monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, administrador apostólico de la diócesis de San Juan de los Lagos, hasta la puerta principal de la Catedral para recibir al nuevo obispo.

La banda musical que acompañó el recorrido de nuestro nuevo obispo desde el templo del Calvario hasta la Catedral – Basílica entonó un canto, a lo largo de la nave principal de la iglesia catedral. El administrador apostólico monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe y el rector de la catedral, el presbítero Ireneo Gutiérrez Limón, salieron al encuentro de monseñor José Leopoldo González y del nuncio apostólico en la escalinata de la puerta principal del atrio para dar la bienvenida al nuevo pastor de esta diócesis.

El canónigo José Hernández Rojo, acompañado del capellán del coro, el presbítero Javier Hernández, le presentan a besar la imagen del Cristo a monseñor José Leopoldo González, enseguida abrazó a todo el cabildo de la catedral y se dio lectura a la munición para que el nuevo obispo hiciera la aspersión de agua bendita y se inicia la procesión de todos los miembros del cabildo de la catedral hasta el presbiterio, haciendo cabeza ahora el canónigo Miguel Chávez quien porta el crucifijo que se le dio a besar a monseñor José Leopoldo González González.

Al llegar al presbiterio, los capellanes de coro y los canónigos ocuparon la sillería de Coro de la catedral. En el presbiterio ya esperaban monseñor Javier Navarro Rodríguez, obispo de Zamora, monseñor Cristóbal Ascensión, obispo de Apatzingán, monseñor José Omar Alemán, obispo de Casas Grandes, Chihuahua, monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, arzobispo de Durango y monseñor Domingo Díaz Martínez, arzobispo de Tulancingo, Hidalgo.

Monseñor José Leopoldo, llegando al comulgatorio, se inclinó y beso el piso, como lo hacen tantos peregrinos que visitan este santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.

El nuevo obispo se dirigió hacia la capilla del Santísimo Sacramento, mientras el coro de la catedral entonó el canto eucarístico cantemos al amor de los amores; allí encomendó su ministerio episcopal a nuestro Señor Jesucristo, al depositar todos sus anhelos ministeriales para apacentar a este pueblo de Dios que se le ha encomendado, y recordando que la vida de la Iglesia brota de la Eucaristía y hacia ella misma tiende la Iglesia.

El nuncio apostólico monseñor Joseph Spiteri revestido con alba y estola ocupó la sede principal y quien fuera el administrador apostólico monseñor Jorge Alberto se sentó a la derecha del nuncio apostólico. Monseñor José Leopoldo ocupó una sede especial y frente a ella un reclinatorio para el momento de la profesión fe y del juramento de fidelidad.

 

Palabras de bienvenida del rector de la Catedral, presbítero Ireneo Gutiérrez Limón

 

Excelentísimo y reverendísimo nuncio apostólico en México, don Joseph Spiteri, representante del Papa en nuestro país.

Excelentísimo señor arzobispo, don Jorge Alberto Cavazos Arizpe, gracias por su empeño entrega y servicio que durante seis años como obispo titular y dos años como administrador apostólico, dedicó a esta nuestra querida diócesis, Dios los siga bendiciendo y Nuestra Madre Santísima de San Juan lo cubra siempre con su manto.

Excelentísimos señores arzobispos y obispos que nos acompañan: nos alegra y fortalece en la fe su presencia en este acontecimiento eclesial tan significativo para esta iglesia particular de San Juan de los Lagos: La llegada de nuestro vii obispo. Reciban nuestras oraciones y saludos desde lo más profundo de nuestro corazón.

Excelentísimo señor obispo, don José Leopoldo González González: “Que repiquen jubilosas las campanas de esta Catedral – Basílica al ver en nuestras calles al mensajero de la paz, de la justicia y del gozo, que trae la Buena Nueva”.

Hoy vemos la presencia de Dios en su persona, recorriendo las calles de esta bendita ciudad mariana, sede de su ministerio episcopal, y casa de nuestra Señora de San Juan; aquí, la Virgen de la Inmaculada Concepción, patrona de nuestra diócesis, la dulce y santa Madre, la Chaparrita, pequeñita de estatura, pero “mil veces más bella que el sol”, la Reina, “la roba corazones”, lo espera con sus manitas juntas, pero con su corazón abierto, en la gozosa espera de su llegada. De igual manera, todos los que vivimos aquí.

Con mucha alegría y esperanza nos congratula darle la más emotiva de las bienvenidas a esta hermosa diócesis de San Juan de los Lagos.

Toda espera se hace eterna, pero toda llegada y encuentro se hace agradable y compensadora, esta diócesis lo recibe llena de gran alegría y de profunda esperanza, para seguir edificando juntos el Reino de Dios, para hacer de nuestra iglesia diocesana una Iglesia en salida, con las puertas abiertas; lo recibimos con el corazón henchido de afecto filial y fraternal, pues es, así lo sabeos y sentimos, nuestro padre y hermano en la fe, la esperanza y la caridad.

¡Bienvenido, señor obispo José Leopoldo! Llega a una tierra donde amamos entrañablemente a María, una tierra regada con la sangre de mártires, una tierra que usted bien conoce y que tanto ama y valora, pues de ella ha sido llamado; llega a esta tierra que sabe amar y seguir a sus pastores; donde han florecido las vocaciones a la vida sacerdotal, misionera y religiosa, por eso le decimos desde el corazón: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Esta es su casa, regresa al hogar, a su familia, después de haber dado frutos buenos de unidad y de paz en la hermana diócesis de Nogales, donde llegó a trabajar la tierra y plantar la semilla, que Dios y su sucesor la harán crecer.

Oramos por usted y con usted, para que juntos caminemos como hijos de Dios e hijos de la Virgen María; queremos, como familia diocesana: los fieles unidos al pastor, en sinodalidad, seguir haciendo de nuestra historia una historia de salvación. Como usted lo ha expresado: “aborda este tren que ya va en camino”. Y a esto añado, que no va sólo, está acompañado… muchos vamos a bordo.

Sabemos que con un buen Pastor, el camino es más seguro. Gracias por decir que Sí. ¡Bienvenido!, caminemos juntos de la mano de Jesús y de María.

 

Terminadas las palabras de bienvenida, siguió el rito de la Profesión de fe y del Juramento de fidelidad a la Sede Apostólica. Una vez terminados de firmarse los documentos el rito concluyó. Todos se retiraron hacia la sacristía y se dispusieron para trasladarse a la Casa Diocesana de Pastoral Juan Pablo ii.

 

Casa de Pastoral Juan Pablo ii

 

Mediante una monición se preparó a toda la asamblea a la celebración, poniendo en el contexto el momento de la Profesión de fe y Juramento de fidelidad realizado en la Catedral-Basílica y que también forma parte importante de este inicio de ministerio episcopal como vii obispo de la diócesis; también se leyeron los datos biográficos del nuevo obispo. Luego fue  entronizada la imagen peregrina de Nuestra Señora de San Juan.

El arzobispo de San Luis Potosí y administrador apostólico de la diócesis de San Juan de los Lagos, dirigió a todos unas palabras de bienvenida, y presentó a todos los obispos presentes.

 

Palabras de monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, Administrador Apostólico de San Juan de los Lagos

 

Muy estimado eminentísimo señor cardenal don Francisco Robles Ortega, arzobispo metropolitano de la Provincia Eclesiástica de Guadalajara.

Excelentísimo señor Joseph Spiteri, nuncio apostólico en México.

Excelentísimo señor José Leopoldo González González, vii obispo de San Juan de los Lagos. Justicia, paz y gozo en el Señor. “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

Presento también a mis queridos hermanos obispos presentes:

Su Excelencia Faustino Armendáriz Jiménez, arzobispo de Durango.

Su Excelencia Emilio Carlos Berlie Belauzarán, arzobispo emérito de Yucatán.

Su Excelencia Alfonso Cortés Contreras, arzobispo de León, que me recibió en el Seminario, bienvenido.

Excelentísimo Raúl Gómez González, arzobispo de Toluca. De esta tierra.

Su Excelencia Pedro Vázquez Villalobos, arzobispo de Antequera Oaxaca, también de esta tierra.

Su Excelencia Cristóbal Ascencio García, obispo de Apatzingán, también de esta tierra.

Su Excelencia Oscar Campos Contreras, obispo de Ciudad Guzmán, emérito.

Su Excelencia Gerardo Díaz Vázquez, obispo de Colima, también de esta tierra y hoy cumple años, felicidades.

Su Excelencia Guillermo Francisco Escobar Galicia, obispo de Teotihuacán.

Su Excelencia Francisco Figueroa Cervantes, Auxiliar de Zamora.

Su Excelencia Luis Artemio Flores Calzada, obispo de Tepic.

Su Excelencia Jonás Guerrero Corona, obispo emérito de Culiacán.

Su Excelencia Juan Manuel Huerta Muro, obispo de la prelatura del Salto.

Su Excelencia Fidencio López Plaza, obispo de Querétaro.

Su Excelencia Maximiliano Martínez Miranda, obispo auxiliar de Toluca.

Su Excelencia José Luis Mendoza Corzo, obispo auxiliar de Tuxtla Gutiérrez.

Su Excelencia Juan Navarro Castellanos, obispo emérito de Tuxpan. También de esta tierra.

Su Excelencia Sigifredo Noriega Barceló, obispo de Zacatecas.

Su Excelencia José de Jesús Martínez Zapata, obispo emérito de Irapuato.

Su Excelencia Juan Pedro Juárez Meléndez, obispo de Tula.

Su Excelencia Juan Manuel Villaseñor, obispo auxiliar de Guadalajara.

Su Excelencia José Luis Chávez Botello, arzobispo emérito de Oaxaca.

Su Excelencia Juan Manuel Muñoz, obispo auxiliar de Guadalajara.

Su Excelencia Héctor López Alvarado, obispo auxiliar de Guadalajara.

Su Excelencia Ramón Salazar, obispo auxiliar de Guadalajara.

Su Excelencia Rafael Sandoval, emérito de Autlán, Jalisco.

Su Excelencia Enrique Díaz Díaz, obispo de Irapuato.

Su Excelencia José Trinidad Zapata Ortiz, obispo de Papantla.

Su Excelencia Jesús Omar Alemán Chávez, obispo de Cuauhtémoc Madera.

Su Excelencia Eduardo Muñoz Ochoa, obispo de Autlán. Bienvenidos todos

También agradecemos de manera especial la presencia de don Felipe Salazar Villagrana, obispo emérito de aquí, de San Juan de los Lagos.

Su Excelencia Javier Navarro Rodríguez, obispo de Zamora. Su Excelencia también de nuestros antecesores de aquí esta amada diócesis.

Su Excelencia César Alfonso Ortega Díaz, obispo de Linares.

Su Excelencia Francisco Ramírez Navarro, obispo emérito de Tlalnepantla, de nuestra tierra.

Su Excelencia Mauricio Currea Carrillo, obispo de Parral Chihuahua.

Su Excelencia Rafael Valdez Torres, obispo de Ensenada.

Presbítero José Guadalupe Franco Muñoz, administrador prelatisio del Nayar.

Hermanos y hermanas todos en el Señor, hermanos presbíteros de diferentes diócesis. Hermanos y hermanas religiosas, hermanos todos, bienvenidos a esta asamblea especial de esta amada diócesis de San Juan de los Lagos. Que vaya que calurosamente nos recibe en este día tan especial de la llegada de su vii obispo don José Leopoldo González González.

Muy estimado hermano don José Leopoldo, bienvenido a tu diócesis, la amada diócesis de San Juan de los Lagos. Que Jesucristo el Buen Pastor te ha encomendado para pastorear en su nombre. Iglesia Diocesana que en su visita a San Juan de su Santidad San Juan Pablo II la llamo “maravillosa”, tu pueblo también que te vio nacer y crecer en tus años infantiles que así mismo en tu fe.

Iglesia que abre su corazón en cada espacio, en cada momento de extraordinaria fe, en sus bellas tradiciones, en su hermosa cultura, en su destacada música variada y muy sabrosa gastronomía. 

Tierra doblemente tuya, por ser oriundo de aquí y por ser ahora su pastor propio. Pues el pastor hace suyo la historia, la fe, la tradición, el día a día de su pueblo, el día a día de cada uno de sus fieles, los cuales, siempre son como decimos acá “echados pa’ delante”, con valores cristianos arraigados y en su cordial y fraternal trato siempre unidos hacia el santo padre ya en el camino de oración hacia el jubileo y hacia el sínodo, unidos en el proyecto de Pastoral que ha iluminado nuestro vi Plan Diocesano y su destacado clero que aquí y en tierras de misión manifiestan su entrega a Cristo y a la Iglesia.

Grandes testimonios también laicales, sacerdotales, vida consagrada, testimonios de fe, experiencias eclesiales y planes pastorales que se me permita decir, saben a Evangelio.

La mirada de Dios, querido hermano te acompañara a lo largo y ancho del territorio diocesano en el amor a Jesús Sacramentado, en la piedad y devoción a los Cristos venerados en las diferentes poblaciones que son una hermosa expresión de la misericordia del Padre y esta tierra además, se goza particularmente de una presencia mariana, Nuestra Madre Santísima de San Juan de los Lagos, que nos cubre siempre con su manto, madre de Dios y madre nuestra, ella te cubrirá con su manto maternal, siempre sentirás su caricia y su consuelo, su ánimo y alegría, su fortaleza para caminar con ánimo en tu ministerio episcopal.

Tierra de hermanos mártires que como expresó San Juan Pablo II, más que con su voz con su sangre gritaron “Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe”, expresión también en su tierra roja unida al azul de los agaves que nos recuerdan el cielo.

Esta amada diócesis como las palabras bíblicas quieren expresar es donde fluye “leche y miel”.

Muy querido hermano en el episcopado, sé que aquí encontrarás hermanos en la fe que siempre estarán contigo, sé que tu persona, tu calidad humana, tu admirable experiencia, tu trayectoria eclesial y episcopal llevarán a buen puerto los proyectos y tareas de esta hermosa Iglesia, te deseo todo bien, que la Virgen de San Juan de los Lagos siempre te cubra con su manto maternal. Bienvenido.

 

Entrega de las Letras Apostólicas

 

Al término de la presentación de los obispos concelebrantes, tuvo lugar la entrega de las Letras Apostólicas, que fueron leídas por monseñor Ante Vidovich, primer secretario de la Nunciatura Apostólica, por las que el papa Francisco nombra a monseñor José Leopoldo González González como obispo de la diócesis de San Juan de los Lagos. Traducción de las Letras Apostólicas:

 

Francisco Obispo

Siervo de los Siervos de Dios

Al venerado hermano José Leopoldo González González, hasta ahora obispo de Nogales, trasladado a la sede de San Juan de los Lagos, salud y Bendición.

San José, el servidor fiel y prudente de humilde corazón, cuya solemnidad se conmemora hoy, fue puesto por el Señor al frente de la familia santa de Nazareth, como los Pastores diligentes, que con agrado cada día lo toman como ejemplo oportuno.

Por tanto, ya que la amada comunidad de San Juan de los Lagos tiene actualmente necesidad de un guía espiritual, habiendo sido transferido su prelado, el venerable hermano Jorge Alberto Cavazos Arizpe para la arquidiócesis metropolitana de San Luis Potosí, Nosotros nos hemos preocupado en nombrar con solicitud un digno sucesor para que las ovejas de su rebaño no se dispersen.

Venerable hermano, te consideramos digno de asumir tal oficio episcopal, que desde hace nueve años desarrollas activamente como primer obispo de Nogales.

Por tanto, escuchado el parecer del Dicasterio para los Obispos, con la plenitud de nuestra Potestad Apostólica, disuelto el vínculo con la anterior Sede, te nombramos Obispo de la Sede episcopal de San Juan de los Lagos, con todas las obligaciones y derechos anexos. Debes procurar anunciar esta carta al clero y al pueblo de tu diócesis, porque es necesario que conozcan al nuevo pastor que se les ha dado, a quien deberán mostrar profundos sentimientos de piedad y obediencia.

Finalmente, venerable hermano, perseverando en la oración por ti y por tu amado pueblo, queremos alentarte con las palabras del Apóstol: «Tú, en cambio, sé siempre prudente, soporta los sufrimientos, cumple tu trabajo de evangelizador y desempeña a la perfección tu ministerio» (2Tim 4, 5) para que, ayudado por la gracia del Espíritu Santo, con el auxilio de María, la Madre de Dios, que es nuestra Señora y excelso santuario del Espíritu Santo, puedas incrementar y reforzar la grey confiada a ti en la fe y en la caridad.

Dado en Roma, en Letrán, el decimonoveno día del mes de marzo, en el año del Señor dos mil veinticuatro, duodécimo de Nuestro Pontificado.

 

Leída la traducción de la Letras Apostólicas, el nuncio apostólico las entregó a monseñor José Leopoldo, quien las mostró a los obispos presentes, al Colegio de consultores, a los presbíteros y a todos los aquí reunidos. Con ello se constata que el papa Francisco lo ha nombrado vii obispo de San Juan de los Lagos.

Habiendo mostrado las Letras Apostólicas, tuvo lugar la entrega del báculo, de manos del cardenal José Francisco Robles Ortega, metropolitano de Guadalajara, y la toma de posesión de la cátedra. Luego el nuevo obispo fue saludado por los presbíteros miembros del Colegio de consultores, en representación del presbiterio de la diócesis de San Juan de los Lagos, y junto con ellos una representación de seminaristas, religiosos, religiosas y laicos.

 

 

Homilía dada por el nuncio apostólico, monseñor Joseph Spiteri:

 

Querido monseñor José Leopoldo. Eminentísimo señor cardenal don José Francisco, arzobispo metropolitano de Guadalajara, monseñor Jorge Alberto, señor arzobispo de San Luis Potosí, a quien agradecemos también su servicio a esta iglesia particular de San Juan de los Lagos, queridos hermanos en el episcopado del sacerdocio ministerial, queridas hermanas, queridos hermanos todos.

A lo mejor algunos de ustedes se habrán preguntado ¿qué tiene que ver Abraham, (o más bien Abram, porque era todavía antes de que Dios le cambió el nombre) con la celebración de hoy, con esta toma de posesión de nuestro querido don José Leopoldo? Fue el mismo señor obispo el que escogió estas lecturas y en efecto, esta página del Antiguo Testamento, de un acontecimiento de hace 4000 años, nos interpela constantemente, nos pone frente a Dios, porque Dios también a nosotros nos llama, nos llama por nombre y nos pide también el dejarlo todo para seguirlo, hay quien tiene que dejarlo todo, hay quien lo deja todo físicamente y otros que lo hacen de forma espiritual, pero siempre es un paso muy importante y fundamental de nuestra vida, del descubrimiento de nuestra vocación y no solamente de la vocación sacerdotal, también la vocación al matrimonio, si dos esposos y dos enamorados quieren poner una familia, constituir una familia, tienen que dejar muchas cosas, tienen que dejar sus familias para constituir una nueva, tienen que confiar en Dios y también el uno en la otra. Muchas veces hoy en día no logramos tomar este riesgo porque queremos organizarlo todo, como que tenemos miedo de tomar ciertas decisiones porque nos falta la esperanza, la confianza en Dios y en nuestros hermanos también. Abraham nos enseña que para tomar estas decisiones fundamentales de la vida hace falta creer en Dios, poner nuestra esperanza en Él, su ayuda, confiar lo que Él nos dice para dejarlo todo y caminar con Él; ese es el desafío no solamente de nuestros jóvenes, sino de todos nosotros; Yo creo que nuestro querido don Leopoldo (don Polo) lo ha vivido bien, ha ofrecido testimonio en su vida de salir siempre hacia donde el Señor lo estaba llamando. Salió de esta tierra amada, estuvo en Guadalajara, salió también de ahí cuando el Señor lo llamo para trabajar en tantas misiones, en Roma, el servicio del Episcopado Latinoamericano, como obispo auxiliar, hasta irse a la frontera de México, en el norte, a Nogales, y después regresar acá.

No fue un partir simplemente por partir, el caminar con Dios no es dejarlo todo por el gusto de dejarlo todo, por el gusto de ser unos nómadas, que debieran ser más bien vagabundos. El caminar con Dios significa poner nuestra vida en sus manos, buscar entender lo que Él quiere de nosotros. Entonces cada etapa de nuestro viaje, nuestro viaje vital, nuestra vida será y podrá ser una respuesta de amor a su amor, al amor de Dios, al amor que Dios tiene para con nosotros, y es un caminar también que podemos llamar sinodal, esta palabra que estamos escuchando tanto, decir es un caminar juntos, juntos como pueblo de Dios donde nadie se quede en su individualismo, que tengamos la paciencia para esperar a nuestros hermanos y a nuestras hermanas, para tener un paso decidido pero juntos, para poder tomar las decisiones todos juntos, no solamente uno en nombre de todos, y eso lo podemos hacer si nos dejamos guiar verdaderamente por el Espíritu Santo, por el espíritu de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús como lo escuchamos en el Evangelio.

Pienso también que este Evangelio ha animado siempre la vida de don Polo, este Evangelio de san Lucas cuando Jesús regresa a su tierra de Nazareth y anuncia claramente la Buena Nueva impulsado por el Espíritu de Dios, por el Espíritu Santo, pero espero que aquí, ustedes que están en fiesta hoy, muy contentos de que un hijo de su tierra llegue como llegó, como su padre obispo, su pastor, pero espero que mañana no serán como la gente de Nazareth que dudo tanto en Jesús, van a tener que caminar juntos, caminar juntos. Don José Leopoldo sí es hijo de estas tierras, tiene una experiencia que podemos llamar universal, muy amplia, tiene que descubrir con ustedes la realidad del hoy y cada día de esta querida Iglesia de San Juan de los Lagos, porque como nos dice Jesús está anunciando, Él llegó para anunciar la Buena Nueva, que esta palabra profética se estaba realizando hoy y este hoy para nosotros es el hoy de cada día, porque cada día tenemos la posibilidad de la salvación, la posibilidad de encontrar a Dios, de amar a nuestros hermanos, a nuestras hermanas, y esto ustedes lo van a hacer juntos con su padre obispo, empezando por nuestros queridos sacerdotes, son tantos los sacerdotes de San Juan de los Lagos gracias a Dios, son tantos los obispos, los pastores que han salido de estas tierras, tantos que están aquí (cumpleañero obispo Gerardo) presentes con nosotros hoy, tantos misioneros, tantos sacerdotes de los Altos que están sirviendo a la Iglesia en México y más allá de las fronteras de nuestro querido México, pero el desafío hoy es aquí en esta querida diócesis para renovarla en nombre del Señor y a la luz del Espíritu Santo, como dice el motu de nuestro querido obispo: “Justicia, paz y gozo”.

Jesús vino a proclamar la liberación y la luz, la luz que nos hace caminar según el mandamiento de Dios, en el amor de Dios. Podemos preguntarnos ¿de qué necesitamos ser librados hoy en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia? ¿Cuáles son los desafíos eclesiales y sociales de este pueblo de Dios, de esta porción del pueblo de Dios que peregrina en los Altos de Jalisco, en la diócesis de San Juan? Yo creo que el desafío principal que da siempre es la comunión entre nosotros, porque gracias a la fuerza que recibimos de la comunión, de este amor concreto con gestos muy pequeños de cada día, de escucha, de perdón, de caminar juntos, podemos descubrir lo que Dios quiere de nosotros; como don Jorge mencionó muy bien los planes pastorales y el actual plan pastoral que tienen ustedes, esta luz, este discernimiento de los proyectos pastorales que ustedes quieren poner en práctica cada día, deben nacer de la comunión entre ustedes y no hay comunión sin la conversión; conversión, qué palabra, siempre pensamos que son los otros los que tienen que convertirse, nosotros estamos bien, son los malos que tienen que convertirse. La conversión es un desafío personal de cada uno de nosotros, todos debemos ponernos frente a Dios, frente a su amor para ver lo que hay que cambiar en nuestra vida, solamente así podemos también pretender lo que son las prestezas de la caridad, no es que vamos a imponernos nosotros sobre los demás , pero sí podemos pretender si logramos amar nosotros primero, si logramos poner en práctica el mandamiento de Jesús para servir los unos a los otros, entonces sí podemos esperar que los demás se van a convertir también y unirse no tanto a nosotros sino al Señor.

Entonces queridos hermanos, hoy al recibir a nuestro nuevo padre y pastor, queremos pedir la ayuda de Nuestra Santísima Madre, la dulcísima madre que ustedes veneran con tanto amor aquí en San Juan de los Lagos, nuestra amada madre a la cual ustedes cantan con tanta profundidad, pero debemos preguntarnos también si nosotros conocemos y cantamos en su honor sus letanías, conocemos muy bien sus títulos, pero estos mismos deben ayudarnos a imitarla mejor en nuestra vida. Nuestra Madre Santísima no está ahí lejos de nosotros, está ahí a nuestro lado para enseñarnos cómo amar a Dios, cómo servir al prójimo, cómo ser buenos samaritanos también nosotros, ella fue la primera que imitó, que vivió el hacerse nada de su Hijo, el Hijo de Dios que bajó del cielo haciéndose nuestro servidor. Pedimos a ella que nos ayude a vivir este hacerse nada por amor, para poder servir a Dios y a nuestro prójimo, porque así estaremos seguros también de poder gozar de la verdadera paz, de la verdadera alegría, de lo que hemos escuchado en la segunda lectura y que esta también en el lema de nuestro querido monseñor Leopoldo, este gaudium, esta alegría verdadera según el Evangelio, que nace del corazón de Dios y entra en nuestros corazones.

Felicidades a todos y a todas, seguimos rezando, también por nuestro querido padre obispo, por nuestros obispos, para que esta comunión entre los obispos, los obispos y sacerdotes y todo el pueblo de Dios pueda verdaderamente renovar, no solamente la Iglesia en México, sino también toda la sociedad, todo nuestro querido México. Que así sea.

 

Renovación de las promesas sacerdotales

 

Después de la homilía los presbíteros de la diócesis de San Juan de los Lagos, renovaron públicamente las promesas sacerdotales que hicieron a Dios y a la Iglesia el día de su ordenación presbiteral.

 Terminada la oración después de la comunión tuvo lugar el primer mensaje de monseñor José Leopoldo a su diócesis.

 

Primer mensaje de monseñor José Leopoldo González González

 

Ante todo, muchas gracias por esta calurosa bienvenida, para no extrañar el calor de Sonora.

Antes de irnos a comer ¿qué les parece un aperitivo de unos quince minutos? Y ahí voy.

Vengo del desierto a servir, llego como humilde sucesor de los apóstoles y de los insignes y sabios pastores que han regido esta amada diócesis de San Juan de los Lagos y así sumarme al trabajo que con tanto empeño realizaron en favor de esta iglesia particular, desde su creación en 1972. Tres de ellos nos acompañan desde el banquete celestial: Francisco Javier Nuño, José López Lara y José Trinidad Sepúlveda Velazco, y otros tres nos ornan con su presencia en este memorable acontecimiento de fe: Javier Navarro Rodríguez, Felipe Salazar y Jorge Alberto Cavazos, para ellos solo tengo palabras de admiración y gratitud [aplausos].

En el nombre del Señor estoy aquí como respuesta a un llamado de salvación para esta Iglesia que en actitud expectante y en ardiente y fervorosa oración esperaba al nuevo pastor. Salí de estas tierras al seminario, siguiendo el llamado al sacerdocio y ahora regreso con júbilo después de 40 años de ministerio sacerdotal, 22 como presbítero y 18 como obispo. En variedad de servicios que la Iglesia, como mencionaba el señor nuncio, me ha pedido: Guadalajara, Hermosillo, Roma, Bogotá, Ciudad de México y Nogales. Siempre resonaba en mi interior la vocación de Abraham: “deja tu tierra, a tus parientes y la casa de tu padre y parte hacia la tierra que yo te mostraré”, y ahora pareciera que este llamado se ha revertido “vuelve a tu tierra”.

Me presento ante ustedes lleno de limitaciones, pero también lleno de fe, ya que todo lo puedo gracias a Aquél que me fortalece. El evangelista San Juan nos narra que unos griegos llegaron a Jerusalén a las fiestas de Pascua con un deseo en su corazón, y acercándose a Felipe le suplicaron: “Señor, queremos ver a Jesús” Felipe se lo dijo a Andrés y los dos fueron a decírselo a Jesús, entonces el Señor aprovechó la ocasión para hablar de su hora definitiva: “si el grano de trigo no cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere da mucho fruto”. Y esto sucedió, dice el Papa, comentando este pasaje, de manera culminante en la cruz, precisamente ahí, donde Jesús desplego al máximo el amor de Dios, revelando plenamente su rostro de misericordia, entregándonos la vida y perdonando a quienes lo crucificaron.

Aquí esta, hermanos, el principal desafío para nuestro tiempo: “Llevar ante Jesús a los griegos contemporáneos” hombres y mujeres que anhelan mirarlo para gozar de su salvación, es decir, el misterio de su pasión, muerte y resurrección.

El deseo necesita mediadores que los lleven hasta donde está el Señor ¿seremos capaces de conducir hasta Jesús a las personas que lo buscan? Miembros de esta grey confiada a mis cuidados pastorales, presbíteros, diáconos, miembros de la vida consagrada y del laicado, todos como pueblo de Dios, inspirados por el Espíritu Santo, tenemos que proponer caminos para responder a tantas inquietudes legítimas de quienes buscan al Señor. De hecho, el evangelista San Juan abre y cierra su evangelio, poniendo en labios de nuestro Señor, el verbo “buscar”, cuando el Bautista señala a Jesús como el Cordero de Dios, los dos discípulos que estaban con él lo siguieron, entonces Jesús se volvió y al ver que lo seguían les preguntó ¿qué buscan? y al final del evangelio, Cristo resucitado se acerca a María Magdalena para consolarla “Mujer ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?” y enseguida María Magdalena fue a anunciar a los discípulos “He visto al Señor” y les contó lo que había dicho.

Como dice el papa Francisco “La Nueva Evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados”, todo cristiano es misionero en la medida que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús.

Ciertamente son dos las vertientes para dar continuidad al trabajo de 52 años de fecunda labor pastoral. Primera, hacia el interior de la diócesis, dar seguimiento al vi Plan de Pastoral 2019-2027. Con razón sigue siendo válida la propuesta de la quinta conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en la ciudad de Aparecida, Brasil, en mayo de 2007, la cual sugiere cuatro ejes, y yo diría cuatro inyecciones para reanimar los procesos pastorales: Encuentro con Cristo vivo. Experiencia comunitaria, como lo señala el Sínodo universal que estamos celebrando. Formación bíblico-doctrinal, para profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios, los contenidos de la fe. Iglesia en salida misionera, samaritana y pascual, conformada por discípulos misioneros enamorados de Cristo.

Segunda vertiente, de la diócesis a los que nos visitan. Siendo San Juan de los Lagos, el segundo santuario más concurrido de peregrinos a nivel nacional, necesitamos dignificar la pastoral de santuario. El documento de Aparecida subraya que la decisión de partir hacia el santuario ya es una profesión de fe, el caminar, es un verdadero canto de esperanza y la llegada, es un encuentro de amor. En los santuarios, muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas, de los labios de los peregrinos brota la expresión “vamos a ver a la Virgen” y ella también los contempla con ternura de madre, escucha sus ruegos y enjuga sus lágrimas, y en seguida, como en las bodas de Caná, mostrando a su Hijo les dice “Hagan lo que Él les diga”.

El 15 de marzo pasado, en el discurso que el Papa Francisco dirigió al Dicasterio para la Evangelización, donde participó nuestro arzobispo cardenal metropolitano, el Papa refería: “La pastoral de los santuarios requiere estar impregnada de misericordia, para quienes acuden a estos lugares, encuentren en ellos un oasis de paz y seguridad”.

Y ahora como Iglesia particular que tanto ama a Cristo y a la Virgen María, agradecemos a Dios porque el hoy de Cristo, pronunciado en la sinagoga de Nazaret, resuena en esta asamblea de fe. Porque Cristo es el evangelio eterno y es el mismo ayer, hoy y para siempre, pero su riqueza y hermosura son inagotables, Él es siempre joven y fuente constante de novedad.

Agradecemos al nuncio apostólico Josep Spiteri, representante del papa Francisco en México y a través de él queremos que haga llegar al Santo Padre, la seguridad de nuestro afecto, obediencia y oración, por su amable solicitud y corazón de padre al haber provisto a esta diócesis de nuevo pastor.

Saludo al señor cardenal, José Francisco Robles Ortega, arzobispo metropolitano de Guadalajara, a quien manifiesto mi total disponibilidad de trabajar en la inacabable labor evangelizadora, siguiendo las huellas de nuestros ilustres antepasados en estas benditas tierras de Jalisco.

Al señor arzobispo de San Luis Potosí, monseñor Jorge Alberto Cavazos, mil gracias por su servicio como administrador apostólico de esta diócesis por dos años, que el Señor recompense su generosidad,

Saludo a mis hermanos arzobispos y obispos, su presencia me fortalece y es un signo claro de fraternidad y de comunión eclesial.

Saludo a los presbíteros, diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos, ustedes serán el objeto más ordinario y familiar de mis ocupaciones y preocupaciones como guía y pastor de esta Iglesia local que Jesucristo buen pastor por excelencia pone ahora bajo mis cuidados.

Agradezco la presencia de quienes representan otras comunidades eclesiales, especialmente los venidos de las provincias de Guadalajara y Hermosillo, sin excluir por ello a quienes provengan de cualquier otra circunscripción eclesiástica, sea de nuestra patria o sea de la Unión Americana, aquí hay sacerdotes de Tucson y de…[actitud de preguntar] [sic.]

A mis familiares y paisanos de Cañadas, muchas gracias por su apoyo incondicional en mi vocación en el seguimiento de Cristo, y por favor, síganme llamando o diciendo padre Polo, porque a veces entran en dificultades porque la señora, la mamá de un compañero: “Polo ¿cómo estás?”, “ni siquiera padre le dijiste y ya es obispo”.

A mis amigos de esta diócesis y los que han venido de otras partes, a todos, muchas gracias, su presencia me reconforta.

Dirijo un cordial saludo a nuestras respetables autoridades, en todos sus niveles y a quienes ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito político, económico, cultural y social.

Gracias también a los medios de comunicación, por dar cobertura a este acontecimiento histórico para esta iglesia particular de San Juan de los Lagos, ustedes son un factor indispensable en la búsqueda y difusión de la verdad.

Tomo como itinerario espiritual e ideal de vida, la oración que como pueblo de Dios recitaron con fe durante dos años, pidiendo con fe un pastor solícito, pronunciando verbos que indican confianza en la Divina providencia, conceder, agradar, vigilar, guiar, anunciar, proclamar, alimentar, encontrar, conducir, animar y encender. Una oración fervorosa, pero a veces los obispos bromeando, pues el Santo Padre andaba para arriba y para debajo de México buscando quien tiene ese perfil, por eso lo tomo como itinerario espiritual. Llego aquí, no es porque yo lo tenga, sino que lo voy a poner en mi oficina, para que todos los días, sacerdotes y pueblo de Dios me digan “esto es lo que queremos de obispo” así que vamos a trabajar juntos y con ese ideal.

Deseo que esta diócesis se siga distinguiendo por su amor al Señor, a la Iglesia, a la Madre de la Iglesia, la Virgen María, ella maestra de fidelidad y fortaleza nos ayude a permanecer firmes en nuestra peregrinación de fe.

Por tu limpia concepción y belleza sin igual, cúbrenos con tu manto, Madre Santísima de San Juan.

¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!



[1] Del clero de la diócesis de San Juan de los Lagos. Realizó estudios en Historia de la Iglesia y Archivos Eclesiásticos. Presta su servicio como Capellán de coro de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos y como cronista diocesano.



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