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La tumba del doctor Agustín Rivera en Guadalajara

Francisco Fortino Villalobos Zarazúa[1]

 

 

Al tiempo que se cumplen 200 años del nacimiento dedon Agustín Rivera,

presbítero del clero de Guadalajara gestor de una actividad cultural insólita,

aquí se brindan datos relacionados suyos a propósito del reconocimiento

del que en su tiempo fue objeto y no menos poco después de su muerte.[2]

 

 

 

El 6 de octubre del año 2010 se cumplió el centenario en que el doctor Agustín Rivera Sanromán, participó pronunciando su discurso en la ceremonia alusiva a los Padres de nuestra Patria, en el patio central de Palacio Nacional de la Ciudad de México. Ante un grandioso catafalco para venerar los restos de los héroes insurgentes, en compañía de otro orador oficial Enrique C. Creel, Ministro de Relaciones Exteriores y de Justo Sierra, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, participando con un poema épico.

El padre Rivera arribó a la capital el  martes 27 de septiembre a las ocho de la noche, procedente de la ciudad de León, Guanajuato, a la estación del ferrocarril Buenavista del antiguo Central Mexicano, donde tocó la Banda del Estado Mayor en honor del historiador laguense. Durante su estancia en la capital se entrevistó el jueves 29, con el Sr. Presidente de la República Mexicana.

Don Agustín Rivera fue nombrado el día 22 con el grado de Doctor Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional de México, por haber consagrado su vida al estudio de la Historia de México. Conforme a la invitación que le realizó el gobierno de la República, el jueves 6 de octubre por la noche pronunció su oración fúnebre (pieza oratoria fechada el martes 20 de septiembre de 1910 en León, Guanajuato) ante la presencia del señor Presidente de México, Gral. Don Porfirio Díaz Mori, los representantes de los Poderes de la Unión, así como también de los integrantes del Cuerpo Diplomático  acreditado en México y de algunas de las Delegaciones Extranjeras, entre otros invitados. Ceremonia que se hizo por la Apoteosis a los Héroes de la Guerra  de la Independencia y, así dar fin a los festejos del Centenario de la Independencia Nacional.”[3]

Casi seis años después de este acontecimiento histórico a nivel nacional, el padre Rivera dejó de existir a sus 92 años, el 6 de julio de 1916 en la ciudad de León de Los Aldama, Gto. Radicado desde el año de 1909 por motivos de su longevidad, de salud y dificultades pecuniarias en el domicilio de la calle Oratorio Poniente # 37 (hoy 5 de Febrero) siendo la casa de su hijo adoptivo el Sr. Rafael Muñoz Moreno.

La noticia de su muerte impactó en los círculos culturales de las ciudades que lo conocían y tuvieron el honor de tenerlo como huésped, una de ellas la ciudad de Guadalajara, “saliendo algunos intelectuales citadinos a la ciudad Leonesa para acompañar el cadáver del historiador, pensando que sería regresado a Lagos para ser sepultado”,[4] tierra que lo vio nacer un 29 de febrero de 1824 en el número 19 de la antes calle de la Merced, luego Albino Aranda, ahora Agustín Rivera. Hijo de los señores Don Pedro Rivera (Español militar) y de la Sra. Eustasia Sanromán (laguense).

El ilustre historiador ya no abandonó este suelo Guanajuatense donde había establecido ya su residencia por algunos años, dejando atrás lo que fue su último domicilio de su tierra natal de Lagos de Moreno, Jalisco, en el callejón del Indio Triste (hoy callejuela República

No. 412) a un costado de la Parroquia de la Asunción. Siendo inhumado en el panteón municipal San Nicolás, conforme a su “testamento realizado el 8 de agosto de 1915 ante la presencia del notario Lic. Rafael L. Torres (laguense radicado en León, Gto.), indicando su deseo bajo la séptima cláusula: Declaro y ordeno que mi cadáver no sea inhumado en ningún templo, sino en un panteón secular.”[5]

El Gobierno del Estado de Jalisco “le encomendó al escultor italiano Humberto Pedrettí residente en Guadalajara entre los años de 1902 a 1919, ejecutar en bronce unos bustos de tamaño superior del natural, de los presidentes Benito Juárez y Madero. También de Morelos, Silverio Núñez, del poeta Amado Nervo y del sabio Agustín Rivera, para ser colocados en jardines de la ciudad de Guadalajara.”[6]

Ya que durante el periodo de mandato del Gobernador de Jalisco, Miguel Ahumada Saucedo, “propuso que se le levantara un monumento al señor Rivera en el año de 1905, esto en el brindis de la inauguración del mercado Ahumada en Lagos. Por la gran estimación que sentía el coronel Ahumada al doctor Rivera, en donde con aplausos y alabanzas fue acogida y publicada con grandes encomios, por la prensa.”[7]

En Septiembre del 2010 se recuerda que los restos del padre Rivera fueron trasladados a Guadalajara: “Por medio de una Comitiva especial que salió el día 24 de septiembre del año de 1921 a la ciudad de León, para recoger los restos del laguense Agustín Rivera. Para traerlos a Guadalajara y que se le rindieran los honores que merecía este distinguido escritor Jalisciense. Autoridades de la ciudad de Guadalajara fueron los que se dedicaron a gestionar el traslado de los restos a la capital de Jalisco, que falleció en la ciudad de León en el año de 1916.

Sin embargo los restos del Dr. Rivera no están en la Rotonda de los Hombres Ilustres ahora conocida como de los Jaliscienses Ilustres, construida durante el gobierno de J. Jesús

González Gallo, y terminada en el período del Gobernador Agustín Yáñez. Sus restos fueron colocados en el mausoleo que albergaba los restos del Gral. Ramón Corona, en el panteón municipal llamado Belén o de Santa Paula, donde por mucho tiempo fue también la primera Rotonda de muchos personajes importantes. Cementerio que está a un lado del viejo Hospital Civil, ubicado en la zona norte del Centro Histórico de esta ciudad tapatía.

La Junta Central Patriótica de Guadalajara es quien se encarga de rendir los honores que merecía el padre Rivera, en la ciudad que lo vio llegar joven en el año de 1836, para seguir su carrera. Habiéndose ordenado de Presbítero en 1848 y Doctor en Derecho Civil cuatro años después en la Universidad de Guadalajara. Dedicándose a la enseñanza de lógica, latín y catedrático en derecho romano y, viviendo algunos años más en esta capital de Jalisco, en donde se dedicó también a la escritura.”[8]

El Lic. Alfonso del Toro en su libro bibliográfico dedicado a este Ilustre Jalisciense en 1917, indica que “Guadalajara se disputó el honor de tenerlo como huésped el 1 de Enero 1902. Los honores que allí se atributaron a Don Agustín  Rivera,  están detalladamente descritos en el folleto con el título de: Despedida de Agustín Rivera de Guadalajara, publicó por entonces nuestro biografiado. Y el 9 de enero de 1904, se  colocó solemnemente el retrato del Dr. Rivera en la Biblioteca Pública de la misma ciudad de Guadalajara.”[9]

Festejando el “cxi Aniversario de la Independencia Nacional y el 1er. Centenario de la Consumación de la Independencia, el munícipe del Ayuntamiento Sr. Rosendo S. Álvarez y además presidente de la Junta Patriótica de Festejos, concibió la idea de hacer traer los restos del ilustre laguense Agustín Rivera,  de la  población de León, Gto. Y transportarlos con toda solemnidad y respeto a la ciudad de Guadalajara, Jalisco, para darle  digna sepultura en la Rotonda que evoca al estilo egipcio (realizada por Jacobo Gálvez con una capacidad de 64 gavetas) en la que se encontraban los restos del insigne Jalisciense Gral. Ramón Corona, ex gobernador de Jalisco (1887-1889) y, en donde descansan ilustres destacados en las artes, cultura, gobernantes, militares, etc.”.[10] Los Tapatíos tenían una cuenta pendiente que cumplir,  honrar debidamente a uno de sus más queridos hijos, al  ser colocados sus restos en el panteón de Belén, lugar donde descansaba también fuera de la Rotonda “los restos del educador Don Manuel López Cotilla, los cuales se encontraban sepultados desde 1861 en una cripta de las que se hallaba en el muro del costado norte del mencionado panteón y en la parte central de dicho costado.”[11]

Primeramente pensando que había fallecido en fecha no muy lejana en Lagos de Moreno y, con tal motivo mandaron al H. Ayuntamiento de esta citada población, unos telegramas con fecha primero y tres de septiembre; en los siguientes términos,  día primero: “Junta Central Patriótica, ésta desea honrar memoria, ilustre historiador Agustín Rivera, colocando restos Rotonda Ramón Corona, encarézcales gestiones Ayuntamiento esa ceda restos motivo fiestas patrias. Y del día tres: Ruégole contestarme asunto tratado de los restos historiador Agustín Rivera a este Ayuntamiento o al presidente de la Junta Central Patriótica.”[12]

Posteriormente de saber ya el lugar del fallecimiento del Dr. Rivera, esta misma Junta Central con fecha siete de este mes citado, giró un telegrama al Ayuntamiento de León, para suplicarle que cediera los restos del padre Rivera para que sean conducidos a la ciudad de Guadalajara y fueran colocados en la Rotonda del panteón de Belén.

El 19 de septiembre y siendo las 6:55 horas de la tarde, “se abrió sesión ordinaria por parte del Ayuntamiento de León. Primeramente para dar cuenta sobre la correspondencia recibida por la Junta Patriótica de Guadalajara, mensaje fechado desde el día nueve del actual, comunicando lo siguiente: Que deseaban honrar la memoria del ilustre historiador Dr. Agustín Rivera, colocando sus restos en la Rotonda Ramón Corona del panteón de aquella capital y al efecto, pide que este H. Ayuntamiento ceda a esa Junta Patriótica los expresados restos. -Esta autoridad contestó y manifestó- que por parte de este Ayuntamiento se acuerda a la petición pero que previamente deben recabar  el consentimiento de los familiares del Sr. Rivera, que están en domicilio en la 3ª calle de Cocheros # 95, en la capital de la República.”[13]

El periódico El Informador de la ciudad de Guadalajara, con fecha 21, a través de su nota titulada: “Serán Traídos los Restos del Ilustre Sr. D. Agustín Rivera, daba la siguiente narración: Hace algunos días publicamos una información relacionada con las gestiones que la Junta Central Patriótica de Festejos, por conducto del presidente el Sr. Rosendo S. Álvarez venía llevando a cabo, persiguiendo la finalidad de trasladar los restos del hombre historiador Don Agustín Rivera de la población de León a esta capital para que se le diera sepultura en la Rotonda, lugar que se encuentran los despojos del insigne Gral. Ramón Corona. Las gestiones hechas por el precitado Sr. Álvarez fueron activísimas y se giraron telegramas a la Corporación Patriótica, ya que el acto de la reinhumación de los restos del propio historiador Rivera en la Rotonda del ex gobernador Ramón Corona, constituiría indudablemente un número saliente de los del programa de ceremonias para celebrar el Centenario de la Consumación de nuestra Independencia Nacional… el Ayuntamiento de León sólo hasta el día de ayer pudo contestar los diversos telegramas que se le giraron en el sentido anotado y excusó la tardanza por el hecho que la corporación no había celebrado sesiones debido a la celebración de los festejos patrios en aquel lugar.

El telegrama de referencia que está suscrito para el Presidente Municipal de León, Fernando González, expresó que el Ayuntamiento acogió con verdadero beneplácito la idea de la trasladación de los restos del insigne escritor Don Agustín Rivera a Guadalajara y que, en consecuencia, accedía a la petición relativa, y sólo suplica se pida la anuencia del señor licenciado don Alfredo Muñoz Moreno, ahijado predilecto del ilustre escritor laguense, que reside en la capital de la República. Ya con anterioridad el mismo profesionista, por medio de cartas se había dirigido al presidente de la Junta Central Patriótica, y expresa que respalda la idea que se ha tenido y que apoya en todos sus partes la iniciativa, él haciendo sus servicios personales para realizar cuanto antes el proyecto.

Ya en la sesión realizada en este mismo día por parte del Ayuntamiento de Guadalajara, el señor munícipe Rosendo S. Álvarez, dio cuenta a la asamblea de las gestiones que había llevado a cabo para la traslación de los restos del insigne escritor Don Agustín Rivera, de la población de León a la ciudad de Guadalajara. –Dijo- el Ayuntamiento de aquel lugar había dado su asentimiento, así como lo había dado el único heredero y ahijado predilecto del eximio historiógrafo, señor licenciado Alfredo Muñoz Moreno. -Diciendo además- que únicamente para consumar la obra debería nombrarse a la persona que se debería encargarse de la traslación de los restos.

Para ello se formó la Comisión de Autoridades para que realizaran los trámites necesarios de reubicar los restos del padre Rivera a la capital del Estado de Jalisco. La Comisión Oficial partió de Guadalajara para la ciudad de León el sábado 24, a bordo del tren de Irapuato. Viniendo el Lic. Daniel Galindo en representación del Gobernador de Jalisco, profesor Basilio Vadillo, y el periodista José María  Peña  del periódico de Guadalajara,  El Informador. Por el Ayuntamiento Tapatío el profesor Miguel Álvarez García y Luis C. Medina y, por la Junta Patriótica de Festejos de Guadalajara, los regidores Victoriano Salado Álvarez y el profesor Manuel Hernández Leal.

En esta misma estación transbordaron este mismo día al tren que iba para Cd. Juárez, habiéndose encontrado allí en la estación de León con el señor Muñoz Moreno. Al parecer entre el día 24 por la tarde o el 25 por la mañana tuvo que haber sido exhumados los restos de Rivera del cementerio municipal San Nicolás. Ya que para el domingo por la tarde eran esperados los restos del sabio historiador Jalisciense, para ser expuestos en el salón del H. Ayuntamiento de Guadalajara, donde habría guardias durante dos días.

Pero no llegaron, sino hasta el día siguiente. Por lo tanto el medio periodístico El Informador seguía dando a conocer los acontecimientos sobre el traslado de los restos del Dr. Rivera, anunciándolo en su edición del día lunes 26 con este encabezado: Hasta hoy Llegarán a esta Ciudad los Restos del Sabio Historiógrafo Sr. Agustín Rivera. Y el cuerpo de la nota era el siguiente: De acuerdo a un despacho telegráfico que nos envió a este medio periodístico desde la población de León,  nuestro joven corresponsal  don José M. Peña el domingo 25, quien formó parte integrante de la Comisión enviada por el Ejecutivo del Estado, diciéndonos que: Esta ciudad recibió a las Comisiones designadas por las autoridades de esa ciudad, para recoger los restos del sabio historiógrafo Don Agustín Rivera. Esta noche será velado los restos en la sala del cabildo, estando a cargo las guardias de los familiares del Dr. Rivera, de los municipales del Ayuntamiento local y los estudiantes. Mañana saldrá para esa ciudad las Comisiones, conduciendo los restos.

El lunes a las siete de la mañana se verificó la mencionada ceremonia de la entrega, con la asistencia del Presidente Municipal, la Comisión Oficial, algunos munícipes de León y particulares amigos del extinto comentó el corresponsal del El Informador- que hubo, sin embargo que lamentar que la organización de dicha ceremonia se hiciera un tanto precipitada, contribuyendo ello a que no revistiera la solemnidad que se merecía. Tal vez fue así, porque –como dijo el Sr. González- los festejos patrios preparados en aquella ciudad, así como la ausencia de la mayor parte de los miembros del Ayuntamiento, que se encontraban en la Ciudad de México, originaron las consiguientes dificultades.

José F. Granados, director de un periódico local y secretario de la Junta de Festejos de León, hizo entrega de los restos en nombre del Ayuntamiento, e inmediatamente después, el licenciado Daniel Galindo contestó en galano lenguaje, agradeciendo las muestras de atención que tanto él como sus compañeros habían recibido. Como la hora de la llegada del tren se aproximaba, los señores comisionados, custodiaron el féretro y en compañía del señor Muñoz Moreno dirigiéndose a la estación. También menciona el corresponsal que -a este nuevo acto- no concurrió ningún miembro del Ayuntamiento de León, quizá porque dos horas después debían verificarse algunos festejos y consideraron que se ese tiempo no les sería suficiente para ir a la estación de referencia y regresar al centro de la ciudad.

El viaje se hizo a bordo de un carro especial que se le agregó al convoy que venía del Norte, que puso a la disposición de la Comisión, el presidente del Consejo Consultivo de los Ferrocarriles Nacionales, en Irapuato ese mismo carro estaba detenido hasta la llegada del tren local. Los restos del sacerdote Rivera llegaron a la estación del tren de Guadalajara por la noche de este mismo día a las nueve y cinco minutos, a bordo del carro especial agregado al tren ordinario de Irapuato. Trayéndolos a la Comisión enviada a León junto con el féretro que guardó los restos del sabio historiador. Haciendo el cuidado por la Comisión Oficial. En esta estación del ferrocarril estuvieron  diferentes autoridades y personalidades con el objeto de recibir los venerables restos del padre Rivera, recibiéndolos los señores Rosendo S. Álvarez, licenciado Mariano Ramírez, Procurador de Justicia; Luis M. Rivera, Inspector General de Policía; Ignacio Gómez Gallardo y Ruperto García, ambos regidores; Jesús Salgado, Ixca Farías, José Aubenell, Luis Riestra y numerosas personas más.

Donde una verdadera multitud agólpese de presencia el paso del cortejo y deseosa, a la vez, de rendir el homenaje de su admiración al preclaro desaparecido. El ataúd que encerró los restos del historiador laguense fue sacado del carro especial por los señores Galindo, Álvarez García, Medina y Peña, organizándose inmediatamente la Comitiva que estuvo presidida por los señores ya mencionados y por Alfredo Muñoz Moreno, único heredero de don Agustín Rivera y bisnieto del Héroe Insurgente Don Pedro Moreno. Este caballero se trasladó útilmente de la Ciudad de México a la de León, con el objeto de presenciar la entrega de los restos a la Comisión Oficial y acompañó después a ésta en su viaje a Guadalajara, invitado cordialmente por la Junta Central Patriótica de Festejos. El cortejo partió por la Avenida 16 de Septiembre, se dirigió al Palacio Municipal de Guadalajara donde quedaron depositados los restos en el salón de cabildo, capilla ardiente que con tal motivo se instaló. No sin antes hiciera entrega de ellos al H. Ayuntamiento y en nombre de la Comisión, el licenciado Galindo. En el salón de cabildo parte de la noche del lunes y hasta el día siguiente, se montaron guardias de honor hasta las seis de la mañana ante los restos. Verdaderamente emotivo fue el discurso que produjo dicho abogado, haciendo resaltar, entre otras cosas, -la constancia con que el historiador se entregó a la encomiable tarea de preparar a las generaciones venideras, indicándoles, por medio de sus libros, la senda que deben seguir en adelante para el bien de la Patria Mexicana.- A continuación, el licenciado Clemente Sepúlveda, Secretario de la Corporación Edilicia, habló en nombre de la Junta Central, agradeciendo a los señores integrantes de la Comisión, el debido cumplimiento que supieron darle a la misión de que fueron portadores. Al mismo tiempo, invitó a los presentes para que vieren concurrir a la reinhumación de los restos en la Rotonda del cementerio municipal, debiendo partir el cortejo a las ocho de la mañana.

Por la mañana del martes 27 a las ocho y cuarenta minutos partió el fúnebre cortejo de la casa municipal, presidido por Rosendo S. Álvarez, Ignacio Otero, representante del Gobernador y Alfredo Muñoz Moreno único descendiente del preclaro extinto. Seguían a estos señores, algunos funcionarios de la Administración Pública, la Comisión Oficial que fue a León, diversas delegaciones de gremios y asociaciones establecidas en la ciudad. Entre los primeros se vieron a Rodolfo Delgado, Subsecretario de Gobierno; Domingo Valdez Llano, Administrador del Timbre; Antonio de la Torre, Director de Rentas; Agustín Basave, Director del Departamento de Educación Secundaria y Profesional; Luis M. Rivera, Inspector General de Policía; Ixca Farías, Director del Museo; Daniel Galindo y José M. Peña, Comisión Oficial. A José Aubenell y Everardo Díaz Flores, oficiales del gobierno municipal; Ruperto García, regidor y Manuel Hernández Leal, Victoriano Salado e Ignacio Álvarez García, munícipes. 

Al frente de la Comitiva marchaba el lujoso camión que conducía los restos del sabio historiador y cerraba la columna la Banda de Gendarmería del Estado, bajo la dirección del profesor Amador Juárez. El importante cortejo avanzaba por la Avenida Alcalde en dirección al cementerio municipal de Belén, numerosas personas de todas las clases sociales fueron adhiriéndose, al grado de que, poco antes de llegar a la necrópolis mencionada, era ya una, verdadera multitud la que escoltaba al vehículo conductor de los restos. Las gentes que desde ambas aceras de la avenida preciaban el paso del cortejo, descubriéndose respetuosamente ante el féretro y, como arriba se dijo, fueron muchas las que, de una manera espontánea, engrosaron las apretadas filas de la Comitiva.

Breve, pero altamente significativa fue la ceremonia efectuada en la plazoleta central, al frente de la Rotonda del panteón. El ataúd quedó colocado en la parte baja y los caballeros que presidían el acto subieron la amplia escalinata alrededor de una mesa que allí se encontraba. Después la Banda de Gendarmería ejecutó la marcha fúnebre de Chopin, Alberto Terán pronunció con todo acierto una oración fúnebre: Si estuvieron en los márgenes del Nilo  -dijo el orador- si viviéramos en aquella época de los faraones, seguramente que habíamos ido a depositar estos restos al fondo de una pirámide, consagrando de ese modo a un Faraón del talento. Si, en Persia, indudablemente que los habíamos hecho arder en el centro de una hoguera, para que no fueran mandados por la tierra, ni por el aire, ni por el agua, y si, en la Edad Media, en aquella edad de obscurantismo y tinieblas, habíamos postrado de hinojos, con la cabeza en las baldosas frías de algún claustro, para rendir homenaje al desaparecido. Pero, señores vivimos otras épocas. Ahora la luz esplende a radicales y es por esto por lo que en lugar de llevar estos restos al fondo de una obscura pirámide, o al centro de una hoguera, o prosternarnos ante ellos, con la cabeza entre las manos, venimos sencillos, pero significativamente, a depositarlos al lado de otros hombres que también supieron dar brillo a la Patria por medio de sus plumas preclaras o de sus acciones guerreras. Y no venimos con pujidos –continúa expresando- llorosos, tristes. Venimos alegres porque Don Agustín Rivera continúa viviendo en nuestros corazones. Sus libros existen, su enseñanza perdura y así como el 6 de julio no es fecha luctuosa para nosotros tampoco debe serlo ésta en que se inmortaliza, el sabio historiador.

A continuación la Comitiva bajó al interior de la Rotonda siendo conducido el féretro por Rosendo S. Álvarez, Alfredo Muñoz Moreno, Rodolfo Delgado y Luis Medina. Finalmente fueron depositados en una gaveta a la derecha de la que se encontraban los restos del general Ramón Corona. Quedando completamente cubierto este lugar en que descansaran para siempre los restos del historiógrafo, con  muchas ofrendas florales, enviadas por el Gobierno del Estado, el H. Ayuntamiento, el Poder Judicial, diversas agrupaciones de esta ciudad y numerosos particulares.

El diario El Informador comentó el miércoles 28 de septiembre sobre este acontecimiento: Los restos del sabio D. Agustín Rivera descansan ya junto a los del Gral. Corona. Que entre los actos efectuados ayer, con motivo de la celebración del Centenario de la Consumación de nuestra Independencia, sin duda que el que acabamos de reseñar fue el de mayor significación, si se tiene en cuenta que la ciudad de Guadalajara ha cumplido con un ineludible deber, al honrar debidamente los restos del doctor Rivera. Es allí junto a los Héroes de Jalisco, donde debían descansar para siempre desde hace algún tiempo y –como dijo el orador señor Terán- que el corazón del Estado hace mucho que lo reclamaba para guárdalo ansiosamente como a uno de sus más queridos hijos.”[14]

Es reclamo vigente el que sus restos ocupen ya el lugar que les corresponde entre quienes han dado lustre a Jalisco y México en general: la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres; para que reciba el grado como Benemérito Ilustre.

 



[1] Investigador independiente (Lagos de Moreno, 1968). Se ha especializado en publicar datos relacionados con su terruño. Desde el año 2007 es colaborador asiduo del Boletín del Archivo Histórico Municipal, de Lagos de Moreno.

[2] Los datos que aquí se ofrecen los proporcionó para este Boletín el Mtro. Óscar González Azuela con el visto bueno de su autor. A ambos se extiende un reconocimiento de gratitud.

[3] López Espinoza, Rogelio. Don Agustín Rivera y Sanromán en 1910. “Nuestras Raíces”, Boletín No. 77 de Marzo-Abril 2010, del Archivo Histórico Municipal de Lagos de Moreno, Jalisco., pp. 2 y 4.

[4] Camarena, Enrique Francisco. Narraciones Tapatías. ¡Hace Cincuenta Años! Hemeroteca digital. El Informador, periódico de Guadalajara, Jal., domingo

3/Jul./1966, p. 31, en: http://hemeroteca.informador.com.mx/

[5] Hernández Lugo, Ezequiel. El testamento del Padre Agustín Rivera. Periódico AM (crónica), en www.am.com.mx/opinión/lagosdemoreno/el-testamentodel-padre-agustín-rivera. 07/07/2013.

[6] Cultura como nunca. Biblioteca Digital ilce., en:

bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/Jalisco/html/sec…

[7] Muñoz Moreno, Rafael. Rasgos Biográficos del Sr. Dr. D. Agustín Rivera Y Sanromán. Lagos de Moreno. Imprenta López Arce. Plaza Victoria No. 7. 1906. pp. 3 y 4., en: cdigital.dgb.uanl.mx/la/….

[8] Villalobos Zarazúa, Francisco Fortino. La tumba del ilustre doctor Agustín Rivera en Guadalajara. Boletín No. 80 “Nuestras Raíces” Órgano oficial del Archivo Histórico Municipal de Lagos de Moreno, Jalisco. Septiembre Octubre 2010. p. 22.

[9] Del Toro, Alfonso. El Dr. Agustín Rivera y Sanromán. Academia Mexicana de la Historia. Revista de Revistas. México. mcmxvii. p. 22.

[10] Ibídem. p. 23.

[11] El lx Aniversario de la Muerte de López Cotilla. El Informador de Guadalajara. Viernes 28 de octubre de 1921, en: http://hemeroteca.informador.com.mx/

[12] Archivo Histórico Municipal de Lagos de Moreno, Jal. Fondo de Ayuntamiento de Lagos. pm. cor. exp. 3842. C. 128. 1921.

[13] Archivo Histórico Municipal de León. Libro de Actas de Ayuntamiento, Ene. Dic. de 1921. Acta Núm. 29, p. 139. León, Guanajuato.

[14] Ídem. pp. 23-25.



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