Documentos Diocesanos

Boletín Eclesiástico

2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
2022
2023
2024
2025

Volver Atrás


Análisis diacrónico de la misa en honor a la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe

Pbro. Lic. Miguel Arturo Mendoza López[1]

 

 

Esta muy interesante colaboración analiza la eucología guadalupana,

y nos servirá como una herramienta para comprender mejor

su mensaje evangelizador para el pueblo mexicano.

 

 

El 12 de diciembre de cada año es muy especial para los mexicanos porque en ese día hacemos memoria de la “mariofanía” del Tepeyac donde la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, cual verdadera khristóphora, visitó las tierras mexicanas y manifestó su amor maternal hacia todos nosotros.

Por eso, acercándose el quincentenario de tan especial acontecimiento, ofreceremos algunos breves análisis de la Misa en honor a la Virgen de Guadalupe. Esto nos ayudará a conocer la historia de su celebración, su contenido teológico y algunas implicaciones que debería tener tanto en la espiritualidad cristiana como en la pastoral de la Iglesia que peregrina en México.

Por esta ocasión, comenzamos con el análisis diacrónico que busca conocer el evento originante, la génesis de su celebración sucesiva, la tradición del texto y el desarrollo evolutivo de su redacción hasta llegar a la eucología vigente en nuestros días.

 

1. Crítica histórica

 

Toda celebración, custodia siempre la memoria viva de un evento concreto a fin de que las generaciones siguientes no olviden el acontecimiento, sino que lo recuerden y celebrándolo, en cierto modo, lo revivan.

 

1.1 El evento guadalupano

Mucho se ha investigado y escrito acerca del evento guadalupano[2]. Ya sea a favor o en contra de su historicidad, acerca de sus repercusiones socio-culturales en México y América latina o, incluso, estudios científicos que analizan la imagen y sus diversos elementos. Nosotros solo repasaremos los datos como aparecen en la narración del Nican Mopohua de Antonio Valeriano, texto escrito en 1556 que es reconocido por los historiadores guadalupanos como testimonio de gran importancia en lo que se refiere al encuentro entre la Virgen de Guadalupe y el indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin[3]; texto que fue aprobado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos para que se usara en la lectio altera durante el oficio de lecturas de la celebración litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe[4].

 

Un sábado de mil quinientos treinta y uno, a pocos días del mes de diciembre, un indio de nombre Juan Diego iba muy de madrugada del pueblo en que residía a Tlatelolco, a tomar parte en el culto divino y a escuchar los mandatos de Dios. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyac, amanecía, y escuchó que le llamaban de arriba del cerrillo:

– Juanito, Juan Dieguito.

Él subió a la cumbre y vio una señora de sobrehumana grandeza, cuyo vestido era radiante como el sol, la cual, con palabra muy blanda y cortés, le dijo:

– Juanito, el más pequeño de mis hijos, sabe y ten entendido que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen. Ve al Obispo de México a manifestarle lo que mucho deseo. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo.

Cuando llegó Juan Diego a presencia del Obispo don fray Juan de Zumárrraga, religioso de san Francisco, éste pareció no darle crédito y le respondió:

– Otra vez vendrás y te oiré más despacio.

Juan Diego volvió a la cumbre del cerrillo, donde la Señora del Cielo le estaba esperando, y le dijo:

– Señora, la más pequeña de mis hijas, niña mía, expuse tu mensaje al Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Por lo cual te ruego que le encargues a alguno de los principales que lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy sólo un hombrecillo.

Ella le respondió:

– Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo y le digas que yo en persona, la siempre Virgen santa María, Madre de Dios, soy quien te envío.

Pero al día siguiente, domingo, el Obispo tampoco le dio crédito y le dijo que era muy necesaria alguna señal para que se le pudiera creer que le enviaba la misma Señora del Cielo. Y le despidió.

El lunes, Juan Diego ya no volvió. Su tío Juan Bernardino se puso muy grave y, por la noche, le rogó que fuera a Tlatelolco muy de madrugada a llamar un sacerdote que fuera a confesarle.

Salió Juan Diego el martes, pero dio vuelta al cerrillo y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no lo detuviera la Señora del Cielo. Mas ella le salió al encuentro a un lado del cerro y le dijo:

– Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿no estás, por ventura, en mi regazo? No te aflija la enfermedad de tu tío. Está seguro de que ya sanó. Sube ahora, hijo mío, a la cumbre del cerrillo, donde hallarás diferentes flores; córtalas y tráelas a mi presencia.

Cuando Juan Diego llegó a la cumbre, se asombró muchísimo de que hubiesen brotado tantas exquisitas rosas de Castilla, porque a la sazón encrudecía el hielo, y las llevó en los pliegues de su tilma a la Señora del Cielo. Ella le dijo:

– Hijo mío, ésta es la prueba y señal que llevarás al Obispo para que vea en ella mi voluntad. Tú eres mi embajador muy digno de confianza.

Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del Obispo, le dijo:

– Señor, hice lo que me ordenaste. La Señora del Cielo condescendió con tu recado y lo cumplió. Me despachó a la cumbre del cerrillo a que fuese a cortar varias rosas de Castilla, y me dijo que te las trajera y que a ti en persona te las diera. Y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad. Helas aquí: recíbelas.

Desenvolvió luego su blanca manta, y, así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la siempre Virgen santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyac.

La ciudad entera se conmovió, y venía a ver y a admirar su devota imagen y a hacerle oración, y, siguiendo el mandato que la misma Señora del Cielo diera a Juan Bernardino cuando le devolvió la salud, se le nombró, como bien había de nombrarse: «la siempre Virgen santa María de Guadalupe»[5].

 

1.2 Génesis de la Misa en honor a la Virgen de Guadalupe

A partir de entonces, la devoción y, con ella, el culto a la Virgen de Guadalupe se fue desarrollando y extendiendo con rapidez por toda la Nueva España[6], incluso, con la dificultad que pudieron significar el silencio de reconocidos escritores franciscanos contemporáneos y los defectos que algunos misioneros creían descubrir en el culto guadalupano[7]. Cabe señalar que será la acción de los jesuitas la que favorecerá el desvanecimiento progresivo «de la presión moral de los antiguos misioneros en lo que toca a Guadalupe del Tepeyac»[8].

Con ocasión del patronato guadalupano sobre toda la Nueva España (12 de diciembre de 1746) comenzaron los trámites ante la Santa Sede para que, junto a la confirmación de dicho patronato, se aprobaran la Misa y el Oficio propio en honor a Santa María de Guadalupe. Será el papa Benedicto XIV quien, el 24 de abril 1754, confirma dicho Patronato y aprueba tanto la Misa como el Oficio propio en honor de Santa María de Guadalupe[9]. Nace así, la eucología que servirá de collecta para la Misa y de oración conclusiva para el Oficio Divino:

 

Deus, qui sub Beatissimae Virginis Mariae singulari patrocinio constitutos perpetuis beneficiis nos cumulari voluisti; praesta supplicibus tuis, ut cuius hodie commemoratione laetamur in terris, eius conspectu perfruamur in caelis. Per Dominum nostrum Iesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus per omnia saecula saeculorum. Amen[10].

 

2. Historia de la tradición del texto

 

Considerado el origen histórico de celebración litúrgica Beatae Mariae Virginis de Guadalupe, veamos ahora el uso que se ha hecho de su eucología con el paso del tiempo.

 

2.1 La Misa aprobada por el papa Benedicto XIV

La collecta para la Missa Beatae Mariae Virginis de Guadalupe aprobada por el papa Benedicto XIV permanecerá en uso durante poco más de 200 años pues, aunque el papa León XIII, con ocasión de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen de Guadalupe, aprobara un nuevo Oficio en 1894, la oración collecta de la Misa (que es también la oración conclusiva del Oficio) permaneció sin cambios[11].

En cuanto al ámbito eclesial señalamos que esta collecta será utilizada por toda la Iglesia mexicana, pero también por algunas diócesis de los Estados Unidos de Norteamérica que, históricamente, formaron parte de México[12]. Y, en lo que al marco litúrgico se refiere, encontramos que durante esta etapa nuestra collecta será utilizada en el contexto de la liturgia “tridentina” salvo el breve espacio de tiempo durante el cual aparece también en el “Misal Latino-Castellano” que la Comisión Mixta CELAM-España preparó y editó en 1967, tres años antes de la primera edición típica del Missale Romanum de Pablo VI[13].

 

2.2 La interpretatio hispanica del Missale Romanum de Pablo VI en México

Una segunda etapa de la tradición del texto corresponde a la oración collecta presente en la interpretatio hispanica del Missale Romanum de Pablo VI que la Congregación para el Culto Divino confirmó a la Conferencia del Episcopado Mexicano el 13 de noviembre de 1974[14].

Sigue celebrándose solo en las diócesis de México y algunas del sur de los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, la collecta viene ahora utilizada en el contexto del Ordo Missae aprobado por el Papa Pablo VI[15] y, con la categoría de solemnidad en el calendario propio de México, posee un nuevo programa litúrgico-celebrativo: hay nuevas antífonas y fórmulas eucológicas que acompañarán a la collecta, así como se añaden los elementos necesarios al formulario bíblico-litúrgico en el Leccionario[16]. Además, aunque el análisis de la redacción del texto corresponde al siguiente momento, señalamos también que ha sido notablemente modificada en su formulación.

 

2.3 La Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en todo el Continente Americano

El 25 de marzo de 1999, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió un decreto por el que se establece que «en todo el continente americano la conmemoración de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe se celebre […] con el grado de fiesta»[17]. Lo cual significa para nosotros una tercera etapa en la historia de la tradición del texto.

Quedando invariable la concesión del grado de solemnidad otorgada por la Sede Apostólica en favor de México y las referidas diócesis sureñas de los Estados Unidos de Norteamérica, nuestro formulario litúrgico pasa a ser utilizado en un ámbito eclesial más extenso, esto es, todas las diócesis del continente americano. Solo que hay algunos cambios en el formulario bíblico-litúrgico del Leccionario y se añade un prefacio propio[18]. Como veremos más adelante, nuevamente se retoca la formulación de la collecta para que responda a su nuevo uso en el Continente Americano.

 

2.4 La memoria Beatae Mariae Virginis de Guadalupe en la Editio typica tertia del Missale Romanum de Pablo VI

Una cuarta y última etapa de nuestro análisis sobre la historia de la tradición del texto corresponde a la inscripción de la celebración Beatae Mariae Virginis de Guadalupe en el Calendario Romano General con el grado de memoria ad libitum[19] y la ulterior inclusión de la sola collecta en la Editio typica tertia del Missale Romanum de Pablo VI[20] apareciendo efectivamente en su Reimpressio emendata del año 2008[21]. Ahora la celebración se extiende a toda la Iglesia Romana y, aunque permanecen en vigor los textos propios ya aprobados para la solemnidad en la nación mexicana o para la fiesta en las otras diócesis de América[22], la oración collecta entra ahora en el campo de la Editio typica del Missale Romanum de Pablo VI, el formulario del Leccionario que le acompaña es adaptado para su inserción en el Ordo Lectionum Missae donde figura ya el die 12 decembris. Beatae Mariae Virginis de Guadalupe[23] y la formulación misma de la collecta ha sido nuevamente retocada para su uso en todo el mundo.

 

3. Historia de la redacción

 

El tercer momento de nuestro análisis diacrónico consiste en el análisis de la historia de la redacción, es decir, el estudio de los cambios que se fueron dando en la redacción de la fórmula eucológica utilizada como oración collecta para la Missa Beatae Mariae Virginis de Guadalupe. Sin embargo, no basta con señalar las diferencias que encontremos, sino que también conviene tratar de explicar, en lo posible, la razón histórica de esos cambios.

Cuatro son las redacciones que analizaremos: la aprobada por Benedicto XIV y que aparece tanto en los misales «tridentinos» usados en México y el sur de Estados Unidos como en el misal latino-castellano de la comisión mixta CELAM-España, la de la interpretatio hispanica del Missale Romanum de Pablo VI confirmada en 1974 por la Congregación para el Culto Divino para su uso en México, la del formulario para la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en todo el continente americano y la que aparece en la Reimpressio emendata de la Editio typica tertia (año 2008) del vigente Misal Romano.

Aquí cabe señalar que estamos trabajando con redacciones que ciertamente se han sucedido cronológicamente pero que no se han sustituido propiamente hablando, pues, tanto la del formulario en uso con el Missale Romanum de 1962 como las tres formulaciones posteriores a la restauración litúrgica del Concilio Vaticano II están vigentes, la primera para la llamada forma extraordinaria del rito romano[24], las otras tres para la forma ordinaria según se celebre la conmemoración de Nuestra Señora de Guadalupe con el grado de Solemnidad en México, de Fiesta en el Continente Americano o de Memoria facultativa en las demás partes del mundo que siguen el rito romano.

 

Texto

Descripción generada automáticamente

3.1 El elemento común: el patrocinio

Comparando las distintas redacciones de la collecta encontramos un elemento común, una expresión que ha permanecido inmutable aún en medio de las modificaciones hechas a la formulación de la eucología. Son las palabras: «¡Oh Dios!, que bajo la especial/singular protección» (en latín: «Deus, qui sub singulari patrocinio»).

Es una temática particularmente importante en la celebración litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe pues, como veremos durante el análisis sincrónico, se trata del contenido mariológico de esta celebración: la maternidad espiritual de María sobre todos nosotros.

 

3.2 Los elementos que presentan variaciones

Cuatro son los elementos que presentan variaciones en las redacciones que hemos sometido a sinopsis:

a) La expresión «Pater misericordiarum/Padre de misericordia»

Collecta de 1754 a 1967: expresión ausente

Collecta de 1974: Padre de misericordia

Collecta de 1999: Padre de misericordia

Collecta de 2008: Pater misericordiarum

La sencilla invocación inicial “Deus” de la collecta de 1754/1967 viene sustituida a partir de 1974 por un título ampliado que fue tomado de 2 Co 1,3 lo cual responde, seguramente, a la revalorización de la sacramentalidad de la palabra en la Sagrada Liturgia (cf. SC 24) que forma parte de los altiora principia de la Reforma Litúrgica que se está implementando por entonces.

b) Las palabras que determinan el patrocinio mariano.

Collecta de 1754: beatíssimae Vírginis Maríae

a 1967: de la Santísima Virgen María

Collecta de 1974: de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu Hijo

Collecta de 1999: de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu Hijo

Collecta de 2008: sanctíssimae Matris Fílii tui

Notamos cómo en 1974 se añadió el título “Guadalupe” que corresponde a la advocación mariana que se celebra; pero, sobre todo, notamos que con la expresión “Madre de tu Hijo” (en latín: Matris filii tui) se da a la oración aquella orientación cristológica que se exige a toda devoción mariana según la reflexión teológica que precedió y originó la exhortación apostólica Marialis cultus publicada, precisamente en 1974, por Pablo VI (cf. n. 24).

c) La forma en que se menciona al beneficiario del patrocinio mariano.

Collecta de 1754: constitutos, perpetuis beneficiis nos cumulari voluisti

a 1967: has colmado de continuos beneficios a cuantos viven

Collecta de 1974: has puesto a este pueblo tuyo

Collecta de 1999: has puesto a estos pueblos tuyos

Collecta de 2008: plebem tuam constituisti

Evidentemente, la modificación que se da entre la redacción de 1754/1967 y la redacción de 1974 introduciendo la expresión «este pueblo tuyo» debió ser a razón de la visión eclesial del Concilio Vaticano II. Recordemos que tan sólo en la Constitución Dogmática Lumen Gentium se usa cuarenta y una veces la expresión «Pueblo de Dios» para designar a la Iglesia.

d) La parte final: la petición

Collecta de 1754: praesta supplicibus tuis; ut cuius hodie commemoratione laetamur in terris, eius conspectu perfruamur in caelis.

a 1967: te pedimos que quienes nos alegramos hoy en la tierra con su fiesta, podamos un día gozar de su presencia en el cielo.

Collecta de 1974: concédenos por su intercesión, profundizar en nuestra fe y buscar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz

Collecta de 1999: concédenos por su intercesión, profundizar nuestra fe y buscar el progreso de América por los caminos de la justicia y de la paz.

Collecta de 2008: tribue cunctis, qui beatam Virginem Guadalupensem invocant ut, alacriori fide, populorum progressionem in viis iustitiae quaereant et pacis.

Entre la redacción de 1754/1967 y la de 1974, junto al elemento nuevo que hace referencia a la intercesión de María, notamos una sustitución en la finalidad de la petición. Las expresiones concretas «progreso de nuestra patria» y «por caminos de justicia y de paz» que aparecen a partir de la redacción de 1974 responden indudablemente a su contexto histórico: la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI (1967), el inicio de la celebración anual de la Jornada Mundial de la Paz (1968-1972), el Documento Conclusivo de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968) y los documentos colectivos del Episcopado Mexicano que van de 1968 a 1973 urgiendo a la búsqueda de la justicia y la paz.

 

4. Conclusión

 

El análisis diacrónico de la Missa Beatae Mariae Virginis de Guadalupe por medio de su collecta nos ha servido para conocer su origen histórico, las causas históricas y eclesiales de sus cambios en la redacción, para tener en consideración su actual formulación múltiple según se esté celebrando la conmemoración litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe como solemnidad (en México), fiesta (en América) o memoria facultativa (en toda la Iglesia de rito romano) e, incluso, para la llamada forma extraordinaria del rito romano.

Parece oportuno resaltar cómo nuestra collecta, expresando una devoción mariana inculturada en la advocación mexicana de Guadalupe, no se limita a formular sólo ideas románticas, sino que, según constatamos en la historia de la redacción, busca responder a las necesidades concretas de los fieles. De hecho, su uso actual no rompe con esta línea ya que, en medio de un mundo marcado por naciones subdesarrolladas, injusticias sociales y económicas, violencia, etc., la Iglesia sigue elevando su «oración colecta» (es decir, común) para pedir que, por la invocación de María, Dios conceda a su pueblo poner remedio a tan lamentable situación.



[1] Presbítero del clero de Guadalajara con una licencia en Sagrada Liturgia por el Pontificio Instituto Litúrgico de Roma. Presta su ministerio en la parroquia de El Sagrado Corazón de Jesús, en la colonia Los Tulipanes, de Zapopan, y como profesor en el Seminario de Guadalajara.

[2] Cf. E. CHÁVEZ, Algunas investigaciones, libros y fuentes documentales para el estudio del acontecimiento guadalupano, ed. E. Chávez, México D.F. 2002. Se trata de un texto en el que encontramos un elenco con 3355 obras al respecto.

[3] Cf. F. CHAUVET, El Culto Guadalupano del Tepeyac. Sus Orígenes y sus Críticos en el s. XVI, Tradición, México 1978, 157-174; F. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ-E. CHÁVEZ SÁNCHEZ-J.L. GUERRERO OSADO, El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego, Porrúa, México D.F. 1999, 143-146.

[4] Cf. Notitiae 10 (1974) 399; Notitiae 35 (1999) 283-285; Notitiae 40 (2004) 204-206; J. SALAZAR, Investigación teológica-bíblica-litúrgica acerca de la nueva liturgia de Nuestra Señora de Guadalupe. Disertación para el doctorado en liturgia, Pontificio Ateneo S. Anselmo-Pontificio Instituto Litúrgico, Roma 1981, 281 y 307-321.

[5] Notitiae 35 (1999) 283-285; Cf. «Texto del Nican Mopohua de don Antonio Valeriano», en E. SALAZAR-M. MONTEMAYOR NARRO-L. MEDINA ASCENSIO, Documentario Guadalupano 1531-1768 (Monumenta Historica Guadalupanensia 3), Tradición, México D.F. 1980, 29-43; GONZÁLEZ FERNÁNDEZ-CHÁVEZ SÁNCHEZ-GUERRERO ROSADO, El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego, 147-157; «Cronología de las Apariciones», en X. ESCALADA, Enciclopedia Guadalupana, vol. 2, Enciclopedia Guadalupana A.C., México 1995, 280-281.

[6] Cf. «Crecimiento y Progreso de la devoción de México a la Virgen de Guadalupe», en ESCALADA, Enciclopedia Guadalupana, 276-278; F. CHAUVET, «Historia del Culto Guadalupano», en Álbum Conmemorativo del 450 aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Buena Nueva, México D.F. 1981, 17-82.

[7] Cf. CHAUVET, El Culto Guadalupano del Tepeyac, 71-80. 99-118.

[8] CHAUVET, El culto Guadalupano del Tepeyac, 191.

[9] Cf. E. ANTICOLI, El Magisterio de la Iglesia y la Virgen del Tepeyac por un sacerdote de la Compañía de Jesús, Imprenta de la Escuela de Artes, Querétaro 1892, 40.70; «Summarium Additionale», en SACRA RITUUM CONGREGATIONE, Mexicana concessionis et approbationis officii proprii in honorem Beatae Mariae Virginis de Guadalupe patronae primariae mexicanae regionis, Typis Perseverantiae, Roma 1894; M. CUEVAS, Álbum Histórico Guadalupano del IV Centenario, Escuela Tipográfica Salesiana, México D.F. 1930, 189; SALAZAR, Investigación teológica-bíblica-litúrgica, 104.170.197-198; C. ANDERSON-E. CHÁVEZ, Nuestra Señora de Guadalupe. Madre de la civilización del amor, Grijalbo, México D.F. 2010, 232.

[10] «Summarium, 17», en SACRA RITUUM CONGREGATIONE, Mexicana concessionis et approbationis officii proprii in honorem Beatae Mariae Virginis de Guadalupe.

[11] Cf. G. HIDALGO, Álbum de la Coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe, El Tiempo, México D.F. 1895, 84-89; SALAZAR, Investigación teológica-bíblica-litúrgica, 109-113. 149-153; «Oficio propio de 1894», en ESCALADA, Enciclopedia Guadalupana, 591-592.

[12] Cf. «Proprium Missarum quae in Dioecesibus Mexicanis Celebrantur», en Missale Romanum ex Decreto Sacrosancti Concilii Tridentini Restitutum Summorum Pontificum Cura Recognitum Editio VIII juxta Editionem VI post typicam vaticanam, Benzinger Brothers, United States of America 1960; «Missae Propriae Dioecesium Americae Septentrionalis», en Missale Romanum ex Decreto Sacrosancti Concilii Tridentini Restitutum Summorum Pontificum Cura Recognitum cum Versionibus Lingua Anglica Exaratis  et a Coetu Episcoporum Civitatum Foederatarum Americae Septentrionalis Rite Approbatis Actis ab  Apostolica Sede Confirmatis, Benzinger Brothers, New York, 1964.

[13] Cf. Misal latino-castellano. Texto de la Comisión Mixta CELAM-España, confirmado por el Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, BAC, Madrid 1967, 277-278; Notitiae 4 (1968) 281.

[14] Cf. Notitiae 10 (1974) 399.

[15] Cf. Misal Romano reformado según las normas de los decretos del Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado por el Papa Pablo VI, CEM-Editorial EL, México D.F. 1975, 555.

[16] Cf. SALAZAR, Investigación teológica-bíblica-litúrgica, 176-178. 197-202.

[17] Notitiae 35 (1999) 276.

[18] Cf. Notitiae 35 (1999) 276-280.

[19] Cf. Notitiae 40 (2004) 197.

[20] Cf. Notitiae 40 (2004) 198; M. BARBA, Il Messale Romano. Tradizione e progresso nella terza edizione tipica (MSIL 34) LEV, Ciudad del Vaticano 2004, 113-115.

[21] Cf. Missale Romanum ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate Pauli PP. VI promulgatum Ioannis Pauli PP. II cura recognitum. Editio typica tertia, Typis Vaticanis, Ciudad del Vaticano 2008, 1277; M. BARBA, Missale Romanum. Processi evolutivi nella terza edizione emendata del 2008, Viverein, Roma 2015, 66-68.

[22] Cf. Notitiae 40 (2004) 195.

[23] Cf. «Lectiones biblicae pro celebrationibus post annum 1981 in calendarium romanum generale insertis Ordini Lectionum Missae adiciendae», Notitiae 51 (2015) 349-360.

[24] Cf. BENEDICTUS XVI, «Motu Proprio data Summorum Pontificum, art. 1», AAS 99 (2007) 779; ID, «Epistula ad Episcopos Catholicae Ecclesiae Ritus Romani», AAS 99 (2007) 798; PONTIFICIA COMMISSIO ECCLESIA DEI, «Instructio ad exsequendas Litteras Apostolicas Summorum Pontificum a S.S. Benedicto PP. XVI motu proprio datas, nn. 2, 7, 28, 34, 35», AAS 103 (2011) 413-420.





Aviso de privacidad | Condiciones Generales
Tels. 33 3614-5504, 33 3055-8000 Fax: 33 3658-2300
© 2025 Arquidiócesis de Guadalajara / Todos los derechos reservados.
Alfredo R. Plascencia 995, Chapultepec Country, C.P. 44620 Guadalajara, Jalisco