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Fray Gabriel Chávez de la Mora, osb. 1929-1922

Álvaro Morales Morales[1]

 

En 1956 el joven arquitecto tapatío Gabriel Chávez de la Mora,

de la primera generación de arquitectos egresados de la Escuela de ese oficio

en la Universidad de Guadalajara, que creó su coterráneo Ignacio Díaz Morales,

trazó y ejecutó en Ahuacatitlán, Morelos –de la diócesis de Cuernavaca–,

la abadía de Santa María de la Resurrección como albergue

de una comunidad de monjes benedictinos, él entre ellos,

y como prior el presbítero belga Gregorio Lemercier, residente en México desde 1944.

Por circunstancias diversas pero no accidentales, este monasterio

y, principalmente, su capilla, anticiparon en el mundo (¡!)

la reforma al espacio cultual católico que convalidó

la Constitución Apostólica Sacrosanctum Concilium (1963).

Los propietarios actuales de ese conjunto están haciendo lo posible porque desaparezca,

sin que nadie haga algo al respecto.

Aquí se consigna lo que bien se puede decir de su artífice

y de las dimensiones enormes que tiene evitar tamaña tropelía.[2]

 

 

Fray Gabriel tuvo dos grandes compromisos en su vida que pudo fundir de esplendida manera: su fe y su ser arquitecto. De esta fusión y su quehacer incansable y prolífico nacerán magníficas obras de arquitectura religiosa, el diseño de una caligrafía propia, de vestimenta litúrgica y la creación de muy diversos objetos eucarísticos.

Fue egresado de la primera generación de la escuela de arquitectura de la Universidad de Guadalajara creada por Díaz Morales que sería una gran influencia para Fray Gabriel. En 1955, ingresó al Monasterio Benedictino de Santa María de la Resurrección en Ahuacatitlán, Cuernavaca y el 13 de agosto de 1957 se ordenó como fraile y tomó los votos.

Le tocó vivir de primera mano las grandes renovaciones que desde la diócesis de Cuernavaca impulsaba el obispo Sergio Méndez Arceo, las del monje benedictino belga Gregorio Lemercier que introdujo reformas profundas a la liturgia católica aún antes del Concilio Vaticano II e intentó aplicar el psicoanálisis a su grupo de monjes, así como las críticas y nuevas propuestas de Iván Illich a la educación escolar. Todas estas influencias y nuevas ideas están presentes en sus planteamientos arquitectónicos de tal manera que Fray Gabriel diseñó el primer templo religioso en Latinoamérica en la lógica de “la casa del pueblo de Dios” que fue la Capilla de la Comunidad en el convento de Ahuacatlán, donde se dispuso el altar para celebrar la misa frente a los feligreses.

Sin perder el sentido intrínseco del misticismo de toda obra religiosa su propuesta es profundamente abierta al creyente, es alegre, jovial. Sustituye la oscuridad, el silencio, y el sobrecogimiento que acompañaba a los templos hasta ese momento por una arquitectura más escalada y cercana al ser humano, más luminosa y fraterna. Reúne por medio del espacio a Dios con los hombres y mujeres que lo veneran desde una posición más próxima. Sin duda por saber que había logrado algo tan sublime, es que el rostro de Fray Gabriel nunca perdía la entrañable sonrisa del rostro, la iluminada serenidad, la apabullante humildad que lo definía, y esa fe sin fisuras que prodigaba a su paso.

A lo largo de su larga vida realizó una gran cantidad de obras, sin duda es el arquitecto mexicano con más obra religiosa. Cabe destacar entre otras las colaboraciones con Pedro Ramírez Vázquez en la Nueva Basílica de Santa María de Guadalupe, en la Capilla Guadalupana en el Vaticano y en la Catedral de Ciudad Nezahualcóyotl. Así como obras marcadas por esta profunda renovación en la liturgia católica como el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Tequisquiapan, Querétaro, la Capilla de San Peregrino en México, D. F y la Capilla de San Cayetano Atizapán de Zaragoza, Estado de México, como ejemplos. Realizó también los conjuntos pastorales de la Catedral de Villahermosa y de la Catedral de Mexicali, así mismo trabajó en el reacondicionamiento litúrgico de varias iglesias y catedrales. Llama especialmente la atención el que haya realizado la Capilla Ecuménica La Paz, en el conjunto cultural de Acapulco, Guerrero. Y enternece sensiblemente la Biblia Católica para Jóvenes con una serie de 65 símbolos bíblicos dibujados a mano, como un regalo a la juventud latinoamericana publicada en 2005.

Murió Fray Gabriel, vivió sin duda una vida intensa de trabajo, de paz, de amor a sus semejantes, de alegría, de luz y plenitud que siempre recordaremos, sobre todo, al vivir su obra.

 



[1] Tapatío (1963), licenciado en arquitectura por el iteso. Con master en investigación, gestión y desarrollo local por la Universidad Complutense de Madrid y en gestión cultural por el el Instituto Universitario Ortega y Gasset de Madrid, ha sido Catedrático y coordinador docente en el ITESO a partir de 1989. Es miembro de la Academia Nacional de Arquitectura.

[2] Este Boletín agradece a su autor su absoluta disposición a publicar este texto inédito suyo.



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