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COLABORACIONES ESPECIALES



Carta del Arzobispo de Guadalajara al Arzobispo de Yucatán en el marco del jubileo por el aniversario 260 de la consagración de la Catedral de San Ildefonso 12 de diciembre de 1763

Por este documento, se hermanan las arquidiócesis de Guadalajara y de Yucatán en un objetivo común:
promover la canonización del siervo de Dios Fray Antonio Alcalde

Prot. a367/2023

JOSÉ FRANCISCO CARD. ROBLES ORTEGA
Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Arzobispo de Guadalajara.
A mi hermano en Jesucristo, Monseñor GUSTAVO RODRÍGUEZ VEGA, V Arzobispo de Yucatán, SALUD Y BENDICIÓN Querido hermano en Cristo

Nos hemos enterado, por conducto de la rueda de prensa que a tu nombre dirigió a los medios masivos de comunicación desde la Sala Capitular de la Catedral de San Ildefonso, de la Arquidiócesis a tu digno cargo, tu Obispo auxiliar, Monseñor Pedro Sergio de Jesús Mena Díaz, el pasado jueves 12 de enero del año en curso 2023, de la coyuntura que del 14 al 23 de enero, en el marco del aniversario 260 de la consagración de esa Iglesia Matriz, permitirá abrir un Año Jubilar en esa Iglesia, para unirse a la de Guadalajara a favor de la causa de canonización del Siervo de Dios Fray Antonio Alcalde, O.P., su XXII obispo residencial, que la consagró el 12 de diciembre de 1763. En el acto, también se hizo el anuncio oficial del itinerario pastoral 2023 bajo la divisa 'Recorrido de Cristo Rey'.

Además de lo que a tu nombre compartió don Pedro Sergio de Jesús, también hicieron uso de la palabra dos presbíteros de tu clero, don Justo Ceballos Uc y don Héctor Cárdenas Angulo, rector de la Catedral el uno y profesor de historia en el Seminario Conciliar de Yucatán el otro, para enfatizar tu interés y respaldo absoluto a la causa que desde la parroquia de El Santuario de Guadalupe promueve su actual párroco, el señor canónigo don J Guadalupe Dueñas Gómez, corno él mismo tuvo ocasión de dártelo a conocer en la visita que expresamente hizo para estar contigo hace ya largos meses.

Nos alegra sobremanera compartir en lo sucesivo la vida que en absoluto apego al Evangelio hidrató en los confines de la actual República Mexicana lo mismo las diócesis de Yucatán y la de Guadalajara un humildísimo hijo de Santo Domingo de Guzmán, comenzando por la forma admirable con la que abrazó la pobreza por amor al reino de los cielos, el bienestar integral de sus feligreses, la acción social católica con los copiosos recursos que la Providencia puso en sus manos y la atención solícita para atender con esmero la educación y la salud públicas, sin mengua de las medidas humanitarias que en su tiempo debió implementar a favor de muchísimos desvalidos para aliviar lo mismo hambrunas que pestes.

Consta que este siervo de Dios, que hoy la sociedad civil reconoce corno benefactor supremo y uno de los constructores de Jalisco y de México, aprendió en Yucatán lo que implica ser un pastor con olor de oveja -corno gusta decir el actual sucesor de Pedro-, esto es, imitar al Hijo del Hombre, "que vino no a ser servido sino a servir y a dar su vida por los demás" (Mt 20 ,28). Que de allá pasó a la Ciudad de México, donde fue decano de una asamblea eclesial singularísima, el IV Concilio Provincial Mexicano, en la que vivió en carne propia durante largos ocho meses la sinodalidad de la Iglesia, que tanto nos encarece ahora Francisco, lapso durante el cual vino a enterarse que se le había presentado corno candidato idóneo para hacerse cargo de la Diócesis de Guadalajara, entonces en sede vacante, a la que pasó apenas le fue posible, arribando a sus goteras, la villa de San Pedro Tlaquepaque, el día guadalupano por excelencia, 12 de diciembre de 1771.

Y a semejanza de lo que le ocurrió en Mérida al tiempo de consagrar su Catedral en tan señalada fecha, inició entre nosotros una labor edificante y abnegada a la que no hicieron mella ni su edad septuagenaria, ni la extensión dilatadísima de su obispado, ni los retos que le salieron al paso en dos décadas y un poco más, como lo fue la pandemia de 1786, que lejos de amilanarle le indujo a erigir el hospital más grande de América en su tiempo y en el nuestro y un modelo mundial de vanguardia acertadísimo en su disposición arquitectónica.

Es el caso, pues, que durante un año has dispuesto que la comunidad bajo tu encomienda conozca y sepa quién fue Fray Antonio Alcalde, qué hizo y cómo puede ahora servirnos su vida de modelo y sus virtudes de estímulo, de modo que su fama de santidad se extienda y abarque las fronteras de la primera de las dos mitras que ciñó y se eleven en ella durante todo este tiempo devotas preces para que si es la voluntad del Cielo su nombre quede inscrito en la lista de los santos de la Iglesia Universal.

Y no pudiendo menos que compartir el regocijo que así nos une y los añosos vínculos de historia que tres prelados ya han compartido nuestras Iglesias de Yucatán y de Guadalajara en el pasado, me uno a tu abierta disposición para alentar esta causa, augurando la aurora de una fraternidad que habrá de fortalecer nuestros lazos con el de la caridad pastoral, que el multicitado Siervo de Dios elevó a una cumbre más que admirable.

Quiera Dios concedernos ver en los altares a quien presidió a nombre de Cristo las Iglesias a las que ahora servimos, y que el ejemplo preclaro que nos dejó impulse nuestro celo para atender y escuchar sin límite, desde la sinodalidad, a nuestros hermanos migrantes, refugiados, víctimas de la violencia, sin techo y carentes de lo más esencial para sostener su dignidad humana.

Guadalajara, Jalisco, al 20 de enero del 2023
Devotísimo tuyo

+José Francisco Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara

Javier Magdaleno Cueva, Pbro. Dr.
Secretario Canciller



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