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Sesenta años de la casa del Seminario de Guadalajara en Tapalpa

José de Jesús Parada Tovar[1]

 

Que la Arquidiócesis de Guadalajara conserve

en el territorio de la hoy Diócesis de Ciudad Guzmán

una casa de formación clerical encuentra en la crónica que sigue

una explicación satisfactoria por cuenta de un testigo privilegiado,

y también una apretada síntesis de lo que esa cabecera municipal ha sido

para los estudiantes del plantel levítico tapatío en la región serrana.

 

 

Con los acostumbrados esmerado decoro y sobriedad que suelen caracterizar a las grandes celebraciones del Seminario Conciliar de Señor San José, particular solemnidad revistió la conmemoración, el jueves 11 de noviembre de 2021, del sexagésimo aniversario del estreno, como Casa de Estudios, de la finca del propio Seminario en Tapalpa, Jalisco; el acto fue encabezado por el Excelentísimo Señor don Felipe Aguirre Franco, Arzobispo emérito de Acapulco, quien fungiera 60 años atrás como Padre Prefecto de Disciplina del primer grupo de alumnos residentes ahí, compuesto por 131 niños y adolescentes que cursarían el Primer Año de Humanidades.

La efeméride de los cincuenta años, el sábado 11 de noviembre de 2011, había significado especial revuelo por lo cabalístico de la fecha, pues coincidía con las cifras 11-11-11, y el propio Arzobispo Aguirre dispuso entonces que la Santa Misa de Acción de Gracias diera comienzo a las 11 de la mañana con 11 minutos, para redondear el hecho insólito. En aquella ocasión, a iniciativa de los ex alumnos sacerdotes y laicos de la Generación 1961-1976, se develó la placa conmemorativa alusiva, colocada en el muro externo del pasillo de entrada que da acceso al refectorio.

 

1.    Algunos remotos antecedentes

Fiel a su parco estilo, en su último Informe Rectoral correspondiente al ciclo 1960-1961, don José Salazar López, ya para entonces Obispo coadjutor de la Diócesis de Zamora, dedicó escasamente un párrafo a la mencionada institución de Tapalpa, en principio proyectada para las vacaciones comunitarias de los seminaristas mayores:

 

En cuanto a las obras materiales, agrada recordar que la Casa de Vacaciones quedó casi acabada: amplia, servicial, decente y hasta elegante. Se le bendijeron los campos deportivos interiores y una alberca el 20 de septiembre; asimismo, la capilla, sobria, recogida, agradable”. (Cabe razonablemente suponer que los bendijo el propio Rector, recién ordenado Obispo en la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe el 15 de agosto inmediato anterior). El altar principal, con reliquias de San Eulogio y San Lucidiano, fue consagrado por Su Eminencia (el Cardenal José Garibi Rivera, sexto Arzobispo de Guadalajara) el 19 del mismo mes. También erigió el Viacrucis.

 

Así de escueto el dato referencial, sin pormenores, al menos en ese Informe, acerca de los terrenos, el costo o la duración de la construcción de la obra, su estilo arquitectónico, etcétera.

Sin embargo, en la misma línea de discreción, su sucesor, el Muy Ilustre Señor Canónigo don José de Jesús Becerra Fernández, en su primer Informe Rectoral relativo al ciclo 1961-1962, asentó textualmente:

 

El problema del cupo, sobre todo en el Seminario Menor, se acentuó a tal grado que hubo necesidad de enviar a la Casa de Vacaciones de Tapalpa a los chicos de primer año, secciones A y C, en número de 131. Sanos de cuerpo, en el ambiente saludable y tranquilo de la sierra, alimentaron sus corazones con la piedad. Con el ejercicio de la obediencia fortificaron su voluntad, y enriquecieron su entendimiento con las ciencias, cuyo conocimiento se les impartió siguiendo el Plan de Estudios del Seminario. Los Padres a quienes se confió esta porción tierna y delicada del Seminario se dedicaron a su cultivo con entusiasmo y generosidad.  

 

Por cierto, a propósito de ese plan curricular, el Padre Felipe Aguirre impartió las clases de Gramática Castellana, de Solfeo y Canto Gregoriano, aparte de que conformó y dirigió la Schola Cantorum, promovió talleres de urbanidad, de lectura y escritura, y fundó un periodiquito semanal denominado El Mirador. El Padre Ramiro Ramírez González fungió como Director Espiritual y fue profesor de Religión, Historia Universal, Inglés y Dibujo. A su vez, el Presbítero y licenciado don Ignacio Gracián Ordaz tenía el cargo de confesor y de maestro de Aritmética, Biología y Geografía. Responsable de Educación Física y Coadjutor durante los primeros meses fue el seminarista de órdenes menores José Luis Flores Flores, a quien reemplazó el seminarista filósofo Miguel González Gómez, venido de Roma.

En tanto, la Sección B del primer año quedó instalada en la División de Medianos de la casa de San Martín, en Guadalajara, teniendo como Prefecto al Padre don Ramón Godínez Flores, y como Director Espiritual al Padre Salvador Ramírez Morones. A su vez, los alumnos de inicio de la recién creada Diócesis de Autlán cursaron el primer año en El Grullo, Jalisco, teniendo como Prefecto al Padre Martín Moreno, y como Padre Espiritual al don José Dolores Carrillo. Simultáneamente, ingresaron al Seminario Menor Auxiliar de San Juan de los Lagos decenas de muchachitos, bajo la tutela del sacerdote José Guadalupe Hernández González como Prefecto, y de don Bruno Mendoza Cabrera como Padre Espiritual.

En el Seminario Menor Auxiliar de Santa María de Guadalupe en Totatiche, Jalisco, fungió como Prefecto para ese mismo ciclo 1961-1962 el Padre Luis Martínez Jiménez, y don Vicente Hernández Bernal en la Dirección Espiritual. Finalmente, un nutrido grupo de primer ingreso en el Seminario Menor Auxiliar de Zapotlán el Grande fue dirigido por el Padre Prefecto Rubén Campos Paredes y por el Padre Espiritual Salvador López Romero. Vale advertir que, de los perseverantes, numerosos egresados de Totatiche, de San Juan de los Lagos y Ciudad Guzmán se sumaron a las filas, dos años después, de los propios alumnos que, ya en la Casa de San Martín, cursaban el tercer grado. Por su parte, los de Autlán de la misma generación vinieron a engrosarla al comienzo del cuarto de Humanidades, en octubre de 1964, añadiéndose a todo el alumnado que entonces inauguró la Casa del Seminario Menor Nuevo, domiciliada al término de la Calzada de las Torres, hoy Avenida Lázaro Cárdenas.

Por cierto, al grupo iniciador de la Casa de Tapalpa le tocó también estrenar, en Vacaciones de Comunidad durante la mitad de agosto y todo septiembre de 1962, la nueva Casa del Seminario Auxiliar de Zapotlán, cuya primera piedra había sido bendecida y colocada el 18 de mayo de 1961 por el Cardenal Arzobispo don José Garibi Rivera, acompañado del Arzobispo don Luigi Raimondi, Delegado Apostólico de la Santa Sede en México. El 27 de agosto de 1962 el propio Arzobispo Metropolitano fue a bendecir las instalaciones del flamante Seminario zapotlense, que tres semanas después se cuarteó a causa de un temblor que causó gran sobresalto.

Una gran parte de todo este alumnado correspondiente al Seminario de Guadalajara hizo previamente el curso selectivo del Preseminario durante un mes, entre julio y agosto de 1961, bajo el cuidado del Padre Rafael García González, auxiliado por los Presbíteros Guillermo Gómez Preciado y Benjamín Robles, así como por los seminaristas mayores, en calidad de maestros, Ernesto Estrella Vaca, Carlos Vázquez Romero, Javier González Zúñiga, Manuel López Orozco y Ricardo Flores. Otros candidatos al Seminario procedían de las llamadas Escuelas Apostólicas de Educación Primaria; una operando a un lado de la Parroquia de Santa Teresita, y encomendada al Padre José Naranjo Mardueño, y la otra encargada al Padre Ramiro Ramírez González, en Lagos de Moreno.

 

2.    Familia y Seminario

La Solemne Eucaristía del lx Aniversario fue presidida por el Arzobispo Aguirre Franco, acompañado por siete sacerdotes de la generación festejante: los Canónigos Víctor Daniel Contreras Orozco y José Guadalupe Dueñas Gómez; los Presbíteros Luis Enrique Orozco Benítez, Raúl González Jiménez, Antonio Navarro Castellanos, Antonio Olmedo Hernández, Pedro Ruiz Navarro y Miguel Ángel Pérez Magaña, los dos últimos pertenecientes a la Diócesis de San Juan de los Lagos, al igual que el Padre Juan David Ramírez Pérez, de la generación de 1962.

 

A todos nos preocupan los problemas de nuestra Patria –expresó en su Homilía el presidente de la celebración–: violencia, inseguridad, miseria, injusticia, drogadicción, vandalismo, agresividad social, robos, secuestros, asesinatos, corrupción, mentiras, niños en la calle, pandillerismo, prostitución, sida, narcotráfico, etcétera. ¿Cómo puede cambiar esta situación?; ¿con más policías, con más militares, con la pena de muerte, con más años de cárcel a los delincuentes? No. De acuerdo con la Palabra de Dios, podemos afirmar que todo sería muy distinto si las familias estuvieran mejor constituidas y no se desintegraran; si los esposos fueran más fieles y los padres más responsables. ¡Salvar a nuestra Sociedad exige salvaguardar la familia!

¿Por qué hay tanta maldad y perversión?; ¿por qué tanta descomposición social en el mundo? La razón fundamental no es la pobreza, sino la falta de educación moral y religiosa desde la familia. Son los malos ejemplos que los hijos ven en su propia casa cuando los padres pelean, se hacen daño, son infieles, casi no van a Misa ni se confiesan, son agresivos con los vecinos y caen en otros vicios. Es la inestabilidad emocional que se produce en hijos de matrimonios desavenidos, desintegrados. Es la incapacidad de los padres para transmitir valores seguros y generadores de paz, verdad, justicia, amor, perdón, servicio, reconciliación, respeto, fraternidad, trabajo, estudio, fe y esperanza. Es la falta de vivencia consciente y madura de una religión bien conocida y mejor practicada. Con esas familias sin cimientos sólidos, ¿qué puede esperarse? Así es como se destruyen las sociedades y los imperios más poderosos.

 

Y continuó el Prelado:

 

Por la destrucción de la familia, Europa y Estados Unidos están decayendo en su moralidad, a pesar de su desarrollo económico y social. Están aprobando leyes para legitimar uniones matrimoniales entre homosexuales, como si esto fuera un progreso y una conquista, cuando con ello se degradan más y más. ¡Y pensar que algunas personas y organizaciones en México quieren lograr que nuestros legisladores hagan lo mismo!... ¿De veras aman a México y quieren su bien? Por respeto a una moral natural, que se ilumina y fortalece por la fe cristiana; por defender uno de los pocos tesoros que nos quedan, como es la familia, preferimos seguir a Jesucristo que a cualquier otra persona. Él es nuestro camino. Nuestros criterios están normados por el Evangelio.

Por tanto, no hay que echar la culpa de todos los males sólo a la pobreza. La raíz es más honda. Es la falta de educación cristiana, moral y humana. Es la desintegración de la familia. Si fuera sólo la pobreza, en los países ricos no habría vicios ni maldades. Si la marginación fuera la causa de todos los males, entonces las familias más ricas serían lo mejor del mundo, y con frecuencia es todo lo contrario.

 

En su predicación, el Mitrado quiso eslabonar la estrecha vinculación entre el hogar, las vocaciones y el Seminario, y comenzó por hacer una amena evocación de aquel primer día en la Casa de Tapalpa:

 

Era una tarde de alegre chiquillada que, como jilgueros de la sierra, saltaban de aquí para allá y por todos lados, por las azoteas y corredores, estrenando la nueva casa, pues una casa nueva se estrena no cuando se corta el listón, sino cuando comienza a habitarse. Era un día 11 de noviembre de 1961, cuando después de la comida unos trataban de sacudirse la enfermedad de la mamitis, por ser la primera ocasión en que por un tiempo salían de su casa.

 

Ilustre egresado del Seminario Conciliar tapatío, Monseñor Aguirre se refirió a esta institución, y en general a la Arquidiócesis, como muy señalada por tres distinciones: su ser Eucarístico, mariano y martirial, aludiendo en particular al premio de haber sido Sede del xlviii Congreso Eucarístico Internacional; a la profunda devoción mariana popular, acentuada en la veneración a la Virgen de Zapopan, y al privilegiado fruto de contar con quince Santos Mártires. Pero también advirtió:

 

El secreto del Seminario de Guadalajara para tener cada año abundantes candidatos al Sacerdocio y ser en el mundo una de las instituciones más numerosas en vocaciones y con una sólida formación, ha consistido en la atención de éstas desde la familia. El corazón del Pastor y de la promoción vocacional ha estado en la familia. De no ser así y sin nuestra oración por las vocaciones sacerdotales, tendríamos en los Seminarios Mayor, Menor, Propedéutico y Auxiliares, verdaderos ‘elefantes blancos’; edificios espaciosos y bonitos como éste, pero solos u ofreciéndolos en renta o en venta a alguna cadena de hoteles, tal como sucede en otros lugares del mundo, en donde han escaseado los aspirantes al Sacerdocio.

 

Al término de la Santa Misa, armonizada por la Schola Cantorum del curso propedéutico, los exalumnos participantes, incluyendo a varios de generaciones aledañas, recitaron en Latín el Te Deum laudamus, himno de Acción de Gracias, tal como lo hacían a diario a la hora del levanto.

 

3.    El Acto Académico

Momentos antes de pasar al Salón Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, se procedió a la fotografía grupal del recuerdo, en la que posaron, además de los mencionados concelebrantes, los exalumnos seglares Francisco Amezcua Chávez, Claudio Becerra Díaz, Enrique Castellanos Salcedo, José Guadalupe González Gómez, Francisco Javier González Rábago, Humberto Gueta Magallanes, Gregorio Martínez Guízar, José Guadalupe Martínez Rentería, Jorge Michel Jiménez, Francisco Muro Castro, Daniel Ortega Santiago, José de Jesús Padilla Barba, José de Jesús Parada Tovar, Luis Mario Plascencia Espinoza, Juan Manuel Quintero Castro, Claudio Alfonso Ramos Rodríguez, Roberto Rodríguez Gómez, Ernesto Sahagún Flores, Arturo Sánchez Capetillo, Ángel Tejeda Martínez, Aristeo Terríquez Santana, Arturo Valencia Romo y Samuel Valenzuela Robles.

En el acto estuvo presente todo el alumnado del Curso Introductorio, cuyo Padre Prefecto, Roberto García Durán, dio la bienvenida formal a los exseminaristas visitantes y a sus familias, resaltando que la sabiduría que dan los años es una lección valiosa para los jóvenes, y que los actuales formandos aprenden y agradecen de los mayores su amor y gratitud al Seminario, porque dejó en ellos una huella imborrable. El Arzobispo Aguirre Franco aludió igualmente a la enseñanza humana, filosófica y de vida que nos va dando la edad, y para ello se apoyó en una serie de frases, máximas y refranes famosos que sustentan el valor de los años transcurridos y vividos.

Por su parte, el Obispo auxiliar Héctor López externó su beneplácito por haber trabado una cercana amistad con la generación 1961-1976 de exalumnos presbíteros y laicos del Seminario, a la que calificó como una gran familia por su unidad y solidaridad, al tiempo que puso de relieve también su puntual sentido histórico al conmemorar y festejar importantes efemérides particulares, máxime que ésta se encuadra felizmente en los 325 años de nuestro Seminario Conciliar de Señor San José, y precisamente en el Año Jubilar dedicado a su Patrono, el Castísimo Patriarca.

A nombre de los exalumnos seglares, Francisco Amezcua subrayó

 

una evocación para todos nuestros Superiores, porque nos dieron todo lo que llevaban consigo de virtud, de entrega, de conocimientos, de compromiso. Nos enseñaron a leer la vida… Me siento muy contento por vernos, por tratarnos y por dialogar; el lenguaje de la palabra con el que nos comunicamos y nos expresamos es el signo sobresaliente que le da carácter a nuestra reunión, y es, también, la expresión más plena de nuestra condición humana. Por la palabra nos humanizamos, nos expresamos como seres sociales, formamos comunidad y nos solidarizamos.

 

Y continuó Amezcua Chávez, licenciado en Ciencias de la Comunicación:

 

En otros momentos utilizamos el lenguaje para hablar con nosotros mismos, al estilo de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio: “¿Quién soy, qué estoy haciendo con mi vida?” Y, así, nos inclinamos ante las aguas cristalinas de La Vida, y nos preguntamos si ese rostro que aflora del fondo del agua es el nuestro… Tener conciencia de sí es sólo una de las fases de nuestra naturaleza humana. La otra, derivada de la anterior, es el deseo de salir de uno mismo para realizarnos “en el otro” o “con el otro”.

1961 fue un breve tiempo pasajero. 1962 fue el comienzo de nuestra historia personal; no de nuestra historia temporal, que inició con nuestro nacimiento; sí de nuestra historia como adultos, porque uno de los factores que nos convierten en adultos es la capacidad de tomar decisiones propias y mantenerlas el tiempo razonable. En estos corredores, en estos jardines, en esta capilla y en estas aulas fue el comienzo de nuestra historia… Hoy somos aquéllos y somos otros al mismo tiempo. No nos contradecimos; nos complementamos… Y, hoy y aquí, nos encontramos en el punto de partida: ¿Quiénes somos ahora; cuáles son nuestros sueños; es posible soñar todavía, como ayer?

Nuestros Superiores y Formadores de entonces nos abastecieron de recursos pedagógicos, disciplinarios, académicos y, sobre todo, con su incansable y contundente ejemplo, para alcanzar un objetivo preciso: el enorme y siempre inmerecido privilegio del Sacerdocio para quienes estaban llamados a ser elegidos y lo lograron. Quienes no –aunque no lo sabíamos entonces–, el imperativo irrenunciable de ser hombres de bien. ¿Qué hemos hecho con todos aquellos recursos quienes tomamos un camino o el otro...?

 

A su vez, el Presbítero licenciado Miguel Ángel Pérez Magaña, Vicario de la Parroquia de San Juan Bautista, en Acatic, Jalisco, Diócesis de San Juan de los Lagos, en representación de los exalumnos sacerdotes, trajo a colación lejanas pero frescas remembranzas de aquel friolento año que marcaba el primer peldaño. Recordó que, por su estatura elevada, el Prefecto lo comisionó como sacristán para facilitar el prendido y apagado de las velas. Dijo que las celebraciones de la Navidad, con nuevos villancicos aprendidos y regalitos en la Noche Buena, fueron una experiencia inédita, al igual que los Ejercicios Espirituales y los solemnes ritos de la Semana Santa “en estricto silencio”. Y continuó:

 

Aquel primer año nunca se nos va a olvidar, porque quedó grabado en nuestra memoria, y sobre todo, en nuestro corazón. Como decían los israelitas en su destierro en Babilonia: “¿cómo olvidarme de ti, Jerusalén?”, así nosotros: ¿cómo olvidarnos de ti, Tapalpa, donde se hicieron realidad nuestros sueños infantiles de entrar algún día al Seminario…? Con el paso de los años, Dios Nuestro Señor nos ha ido llevando por caminos diferentes. Algunos descubrieron que su vocación no era el Sacerdocio, sino el matrimonio, y ahora ya son abuelos y hasta bisabuelos. Otros fuimos descubriendo que sí era ésta la vocación a la que Dios nos ha llamado, y después de terminar la etapa del Seminario Menor, volvimos a esta Casa (Tapalpa) para iniciar los estudios filosóficos. No nos queda sino agradecerle al Creador, que ha puesto en nuestros caminos a tantos formadores sabios y santos. Además, ha permitido que muchos sigamos fraternalmente unidos, nos comuniquemos por medio de las redes sociales y nos veamos con gran gusto cada vez que es posible, como ahora.

 

Como un recuerdo y modesta prenda de gratitud, los festejantes dejaron a los levitas una dotación de artículos deportivos, así como un lote de libros de la serie “Evocación”, de la autoría del Padre Óscar Maldonado Villalpando, referente a los anales de dicha generación 61-76 desde sus comienzos hasta episodios relativamente recientes. De igual manera, se le entregó, en testimonio de agradecimiento, un pergamino a Don Felipe Aguirre como guía de vocaciones y Formador de seminaristas durante trece años de su ministerio; Párroco de Santa Mónica, en La Barca, Jalisco, y en la Catedral de San Marcos, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; segundo Obispo de aquella Diócesis, y segundo Arzobispo de Acapulco, Guerrero.            

 

4.    Algarabía, sello peculiar

Tras selectas interpretaciones de canciones románticas y modernas por parte de la Rondalla del Curso Introductorio, se reiteró el reconocimiento y valoración a las atenciones recibidas por toda la Comunidad, en especial del citado Padre Prefecto Roberto García Durán, y de los Directores Espirituales, Presbíteros Juan Carlos Barboza Villaseñor y Avelino Beltrán Lozano.

Por supuesto, en la terraza interior, todos en conjunto –Prelados, exalumnos y sus familias, seminaristas y sus Superiores refrendaron su buen apetito de siempre degustando el imperdonable platillo de borrego a las brasas y escuchando música vernácula. Y, a guisa de corolario, “los muchachos de la 61” rodearon a su antiguo y entrañable Prefecto para entonar con él varias de las canciones aprendidas y dirigidas bajo su batuta y su voz melíflua y armoniosa. Las sentidas notas de “Un madrigal”, y del ingenioso y jocoso “Popurrí mexicano” se dispersaron por la serranía tapalpense próxima al Seminario, como si los viejos pinos aledaños recordaran el jolgoriento vocerío de aquellos chiquillos de hace doce lustros.       



[1] Periodista tapatío (1949), licenciado en ciencias de la comunicación, reportero, articulista, editorialista de El Informador, director de noticias y conductor de programas de radio y televisión, director general del Sistema Jalisciense de Radio y Televisión, vicepresidente de radiodifusoras educativas y culturales de México, productor y coordinador general del programa Jalisco en la Hora Nacional, editor del Semanario de la Arquidiósesis de Guadalajara. Ha publicado Un párroco emblemático de barrio. Monseñor Rafael Meza Ledesma en San Felipe de Jesús (2020).



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