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Bodas de oro sacerdotales del Excelentísimo y Reverendísimo

Señor Cardenal José Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara

 

 

José Trinidad Laris[1]

 

 

Habiéndose cumplido 90 años de la consagración episcopal

de don José Garibi Rivera este 7 de mayo del 2020,

y un siglo de la fundación de la sección diocesana guadalajarense

de la Archicofradía de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento,

se reproduce aquí una apretada síntesis de la vida del prelado

escrita al tiempo de su aniversario áureo de ordenación presbiteral (1962)

y de su absoluto y personal interés en la fábrica material y espiritual

del Templo Expiatorio de Guadalajara,

en el centenario de la sección tapatía de la Archicofradía

de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento,

que allí tiene su sede.[2]

 

El Excelentísimo y Reverendísimo Señor Cardenal nació en Guadalajara, Jalisco, el 30 de enero de 1889, de un virtuoso matrimonio formado por el caballero don Miguel Garibi y la distinguida dama doña Joaquina Rivera de Garibi; el primero de febrero siguiente fue llevado a la fuente bautismal, donde recibió el agua de manos del entonces Señor Presbítero don Lorenzo Altamirano, ministro de la parroquia del Sagrario Metropolitano.

Con una piedad muy sólida y con aplicación ejemplar cursó la instrucción primaria en su ciudad natal, y a la edad de once años, en compañía de otros jóvenes, fue cofundador de la Congregación Mariana de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Estanislao de Kostka en Jesús María, que existe como un árbol robusto de piedad en el Santuario del Señor San José de Gracia. El 22 de octubre de 1900 ingresó al Seminario Menor de Guadalajara, entonces en el local que hoy ocupa la Escuela Niños Héroes, anexa al templo de San José, en el cruce de las calles de Alcalde y Reforma. Después de una brillante carrera, recibió la Ordenación Sacerdotal de manos del Metropolitano de Guadalajara el 25 de febrero de 1912; impartía ya una clase de latín desde el 5 de noviembre de 1911 en el Seminario Menor, del cual era prefecto. En 1913, el Señor Arzobispo, Doctor y Maestro don Francisco Orozco y Jiménez lo mandó al Colegio Pío Latino de Roma, donde se doctoró en Sagrada Teología. De vuelta a la patria, en compañía del Señor Orozco, en medio de un ambiente de muerte por la persecución religiosa que reinaba en esa época, quedó el Señor Garibi como profesor del Seminario Auxiliar de Totatiche; el 22 de octubre de 1917 se le cambió como ministro a la parroquia de Atotonilco el Alto, Jalisco, de donde pasó con igual carácter a la de Jesús, de Guadalajara. El 26 de abril de 1918 fue nombrado maestro de Filosofía en el Seminario, entonces ubicado en la calle de Parroquia, antigua residencia de la familia Cuesta Gallardo, clase que desempeñó al mismo tiempo que era Oficial Segundo de la Curia diocesana. El día 1º de febrero de 1919 se le encargó la capellanía de San Nicolás, anexa a la vicaría del Pilar; de aquí pasó a la iglesia del Carmen y el 20 de enero de 1920 recibió el templo de Nuestra Señora de la Soledad. El 14 de junio de 1920 ascendió a Oficial Mayor de la Secretaría del Arzobispado y en 1923 se le otorgó la Canonjía de Doctoral en la Metropolitana de Guadalajara, a la que habla sido provisto y de la cual tomó posesión el año de 1924, a la muerte del Señor Canónigo don Pedro Romero, quien comenzó el monumental templo Expiatorio. El Excelentísimo Señor Orozco y Jiménez encargó a Su Señoría Monseñor Garibi continuar la obra, que fue consagrada el 25 de febrero del presente año, fecha memorable del quincuagésimo aniversario de la ordenación sacerdotal de Su Eminencia Reverendísima.

El año de 1925 se le confió la Secretaria de Cámara y Gobierno del Arzobispado de Guadalajara, puesto que desempeñó con beneplácito del Venerable clero hasta el 7 de mayo de 1930, en que recibió la plenitud del Sacerdocio en compañía del señor cura don Vicente M. Camacho; éste como obispo de Tabasco y el Señor Garibi como Obispo titular de Rosso y auxiliar de Guadalajara.

El día 1º de enero de 1933 fue nombrado por el Señor Orozco Vicario General, en lugar del abnegado Doctor don Manuel Alvarado, quien durante la cruda persecución callista gobernó con acierto a la Iglesia de Guadalajara. El 11 de enero de 1935 fue elevado por la Santa Sede a Arzobispo titular de Bizia, con derecho a suceder al Señor Orozco y Jiménez en el Arzobispado. El 18 de febrero de 1936 falleció en Guadalajara el inmortal Metropolitano y un minuto más tarde entró a sucederle Monseñor Garibi, por el derecho que tenía a la sucesión. Desde ese momento hasta su elevación al Cardenalato se entregó de lleno a cumplir las arduas tareas de su elevado encargo. Recibió el sagrado Palio de manos del Señor Obispo de Zacatecas, Doctor don Ignacio Plascencia y Moreira, el 12 de agosto de 1936. En abril siguiente consagró Obispo de Tepic al Señor Doctor don Anastasio Hurtado y Robles.

No siendo posible en este bosquejo pequeño entrar en detalles de todo lo que hizo Monseñor Garibi en relación con su labor arquiepiscopal mientras no vistió la púrpura cardenalicia, mencionemos lo más notable: convocó a un Congreso Interparroquial y a un Sínodo diocesano, ordenó sacerdotes, erigió parroquias, la primera de las cuales fue la de La Estanzuela, al norte de su Arzobispado.

Ha consagrado en orden progresivo los siguientes obispos: Excelentísimos Señores [Ignacio de] Alba, [Manuel J.] Yerena, [Lino] Aguirre, [Francisco Xavier] Nuño, [J. Pilar] Quezada, [Alfredo] Galindo, [Alfonso] Toriz, [Adolfo] Hernández, [Carlos] Quintero, [Miguel] González y [José] Salazar.

El año de 1954 celebró el ii Concilio Plenario de Guadalajara, con la cooperación de los señores obispos de la Provincia Eclesiástica bajo su jurisdicción.

Su oficio pastoral ha sido en extremo fecundo por sus importantes Pastorales, Edictos y Circulares, amén de obras de trascendencia como la terminación casi completa del señorial templo Expiatorio, el monumental edificio del Seminario en Chapalita, la Casa de Ejercicios en la ciudad Episcopal y la erección de parroquias citadinas como las de San Felipe de Jesús, La Paz, Santa Teresita, Lourdes, San Martín, San Juan Bosco, Señor de la Misericordia, San Vicente, Santuario del Sagrado Corazón, Mezquitán, Nuestra Señora de la Divina Providencia, El Rosario y Talpita, esto sólo en Guadalajara.

Ha conseguido de la Santa Sede la Coronación Canónica de las venerables imágenes de Nuestra Señora del Rayo, del Carmen, del templo de este nombre, y la de Santa Teresa, en la ciudad; fuera, las de Quitupan, Poncitlán y San Juanito; así como obtuvo de la Sede Apostólica prerrogativa de Basílicas Menores para la Catedral Metropolitana, para la Colegiata de San Juan de los Lagos y para el Santuario de Nuestra Señora de Zapopan.

Ya con la investidura de Cardenal, forma parte de las Comisiones del Concilio Ecuménico que se celebrar a finales de 1962 en Roma.

Para terminar, el más fuerte anhelo de Su Eminencia ha sido la Obra del Catecismo y de la Instrucción Cristiana de la niñez y del pueblo en general.

 

***

 

Noticia breve de la construcción del templo Expiatorio

 

Con motivo de la dedicación del templo Expiatorio el 25 de febrero de 1962, fecha en que Su Eminencia Reverendísima cumple los 50 años de su Ordenación Sacerdotal, creemos atinado dar una noticia breve del origen que tuvo el referido templo y de su evolución material a través de los años transcurridos desde el día en que se puso la primera piedra hasta el día de su Dedicación:

El templo Expiatorio es, a no dudarse, el más rico ornamento de la calle de Madero, antigua de los Placeres; una iglesia de carácter diocesano, pues está dedicada a honrar la presencia real de Jesús Sacramentado. La idea de su construcción nació del Señor Canónigo Doctor don Pedro Romero, quien con las debidas licencias del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo Doctor don Pedro Loza invitó a la ceremonia de la colocación de la primera piedra, el 15 de agosto de 1895.

            Presidió el acto el muy ilustre Señor Gobernador de la Sagrada Mitra, Deán Doctor don Francisco Arias y Cárdenas, y puso la primera piedra el señor Cura del Sagrario metropolitano don Luis R. Barbosa, religioso franciscano; el que esto escribe, muchacho entonces, llevó la Cruz alta en la ceremonia, vestido de monaguillo. Fue primer maestro de obras don Marcos Vázquez quien limpió el terreno, regalado por el señor Canónigo Lectoral Doctor don Agustín de la Rosa, y abrió los cimientos.

Fue segundo maestro de la construcción don N. Arias y tercero don Gerónimo Arias, hijo del anterior: mucho adelantó la fábrica material bajo la dirección de los Alarifes Arias. Sucedió a don Gerónimo don Nicasio González.

El cantero que          labró los capiteles de estilo corintio de los arcos fue don Miguel Cázares, quien hizo el Hotel Imperial, antes de San Francisco, de Guadalajara y murió al desplomarse de la cúpula del Palacio Legislativo mandado levantar por el Gobernador y Comandante Militar General don Manuel M. Diéguez en terrenos de la antigua Penitenciaria de Escobedo, hoy convertida en el amplio parque de la Revolución.[3]

Los canteros don Alfredo González, discípulo en arquitectura de don Refugió Galván, y don Atanasio Rodríguez labraron los capiteles y nichos del frontispicio del hermoso templo. La cantera empleada en la gigantesca construcción del templo Expiatorio se trajo de los bancos de Oblatos y de los Gavilanes. El bello rosetón de mármol, obsequio de Su Eminencia Reverendísima, lo diseñó e hizo en mármol de Carrara Adolfo Ponzanelli (1879-1952).

Actualmente Su Eminencia Reverendísima, utilizando los conocimientos del Ingeniero don Luis Ugarte y del Arquitecto don Ignacio Díaz Morales, trabaja en la terminación completa del monumental Santuario al Santísimo Sacramento, el cual el 25 de febrero de este año de 1962 fue consagrado en fecha gratísima para Su Eminencia por tratarse del aniversario cincuenta de su Ordenación sacerdotal.

Desde que Su Eminencia recibió, en 1923, el encargo de Monseñor Orozco y Jiménez de proseguir la difícil tarea de la construcción del templo Expiatorio, procuró, sin desatender la fábrica material, organizar el culto al adorable Sacramento de la Eucaristía. Al regresar el Excelentísimo Señor Orozco del destierro, tuvo su Eminencia un poderoso colaborador en el señor presbítero doctor don Javier Nuño, a la fecha Arzobispo Coadjutor y Vicario General, entonces nombrado capellán del templo Expiatorio y quien con un celo digno de encomio trabajó en lo relativo al culto y en la consecución de donativos para activar la obra material.

Actualmente Su Eminencia ha reconcentrado en el templo las principales actividades referentes al culto Eucarístico, como la Adoración Nocturna, la de sacerdotes adoradores y otras del Seminario Litúrgico, en la Monumental cripta de cantera rosa, teniendo un activo cooperador en la persona del presbítero Doctor don Guillermo García.

La artística mole de la iglesia se destaca en todo su esplendor desde el jardín hecho por el Señor Gobernador del Estado, licenciado don Jesús González Gallo, frente al templo.



[1] Presbítero del clero de Guadalajara (1906), nació en Teocaltiche y murió en Guadalajara (1882-1963). Catedrático y colaborador asiduo de diversas publicaciones periódicas locales (Restauración, Las Noticias, El Informador, Labor, Cúspide), es autor, entre otros libros, de Refranes de Jalisco, Guía de Guadalajara, Temas neogallegos, Tradiciones de Jalisco y Guadalajara de Indias. Por espacio de medio siglo tuvo a su cargo la sección necrológica de este Boletín.

[2] El impreso, sin fecha, sólo pudo darse a la luz pública en 1962. Los únicos datos que sí aparecen son los de la imprenta: Asociación de Ideas, Institución Publicitaria, Guadalajara, Jalisco. Se agregaron al texto faltantes levísimos [NdelE].

[3] Como un recuerdo personal de quien esto escribe, recuerdo como primer colector para las obras materiales del templo a un varón de aspecto rústico que en pose humilde y llorosa invitaba a los fieles a depositar limosnas en la pequeña cesta que mostraba, con un letrero donde se leía una redacción más o menos así: “Una limosna para levantar un templo a Jesús Sacramentado como una expiación por nuestras culpas”.





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