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Fray Antonio Alcalde, pandemias y remedio José de Jesús Hernández Barbosa[1]
El 30 de julio del 2020, durante su intervención en el pleno del Cabildo del Ayuntamiento de Guadalajara, el autor del texto que sigue aludió al compromiso humanitario del Siervo de Dios Fray Antonio Alcalde con los habitantes de esta capital en tiempos de pandemia.
Señor Presidente Ismael del Toro Castro; Regidoras y Regidores integrantes de este Ayuntamiento.
El 12 de diciembre del 2020 comenzará la cuenta regresiva del aniversario 250 del arribo a Guadalajara de Fray Antonio Alcalde como titular de la sede episcopal de este nombre, que entonces se extendía hasta el sudoeste de lo que hoy son los Estados Unidos. Pero más cerca tenemos su aniversario luctuoso número 228, que se cumplirá el próximo 7 de agosto. En su larga gestión de dos décadas y para sorpresa de todos, este tapatío por adopción dejó entre nosotros un legado que el paso del tiempo, lejos de borrar, ha ido consolidando: el hospital más grande que en su tiempo hubo en América y la segunda y última Universidad establecida en lo que era entonces la Nueva España, una de cuyas cátedras fundacionales fue la de medicina. Hoy, dada la situación pandémica que vivimos, es oportuno recordar las circunstancias en las que se dio principio a estas obras. A partir de 1785 hubo en la región una grave escasez de alimentos provocada por la pérdida de las cosechas, con su inevitable cortejo de enfermedades gastrointestinales y pulmonares (tan parecidas al covid-19). Desde muchos años antes se había formulado una petición para gestionar la ampliación del nosocomio, que entonces se denominaba Real Hospital de San Miguel de Belén por estar a cargo de religiosos betlemitas, orden creada para asistir a los enfermos. Esa tarea se la echó a cuestas Fray Antonio Alcalde. Fray Antonio, bajo el lema de “a grandes males, grandes remedios”, diseñó un proyecto integral que no se redujo a construir un hospital grandísimo, sino que lo dotó de recursos suficientes para su sustento: el importe del arriendo de mil de las viviendas que componían “las cuadritas” del barrio del Santuario de Guadalupe y formaban parte integral de él, una escuela de medicina, enfermería y farmacéutica, un jardín botánico con plantas medicinales y el primer cementerio suburbano de Guadalajara, el de Belén o de Santa Paula. El hospital comenzó a construirse en las primeras semanas de 1787, pero sólo se inauguró hasta el 3 de mayo de 1794, y se sostuvo aun con los vientos en contra más furiosos, es decir, atando su suerte con la de la Universidad. Hoy nos complace saber que el Gobernador Enrique Alfaro y el Presidente Municipal Ismael del Toro han anunciado una gran inversión para ampliar los servicios de este Hospital y continuar con la obra de Fray Antonio Alcalde. Quiero enfatizar que no se puede entender de forma cabal el legado alcaldeano si no se toma en cuenta la franca colaboración que siempre hubo entre él y el equipo de Regidores de aquel tiempo para la prosecución del bien común. A los tapatíos de hoy y a nosotros Regidores, Fray Antonio nos deja una lección para afrontar los estragos de una pandemia: · El diálogo directo y claro por parte de este Ayuntamiento; pues fue esta instancia la que sugirió al “varón eminente en su munificencia”, como se lee en su epitafio, dar a los enfermos remedio, educación a la niñez y a la juventud, protección a las mujeres desamparadas, techo al pueblo y consuelo a todos. · Colaboración. Fue el Ayuntamiento tapatío el que cedió al Obispo terrenos de su dominio donde pudo él construir un barrio modelo por su calidad de vida y el nosocomio que hoy lleva en su honor el nombre de Antiguo y Benemérito Hospital Civil Fray Antonio Alcalde. · Servicio. Guadalajara se ha afanado en saldar su deuda de gratitud con la persona y su legado. El Paseo Fray Antonio Alcalde debe inspirarnos para honrar la memoria no solamente del coloso que él fue, sino también para que recordemos con veneración la determinación y calidad moral de los Regidores que nos antecedieron y que actuaron bajo la misma premisa de que “a grandes males, grandes remedios”. Teniendo ante nosotros los gigantescos retos de fomentar el diálogo y la concordia institucional en estos tiempos difíciles que nos toca vivir, es una necesidad imperiosa la buena gestión pública. Sólo saldremos airosos si nuestra conducta se apega e estos dos ejes: honestidad y transparencia.
Gracias. [1] Licenciado en Educación y Desarrollo Humano, ha sido asistente en la Secretaría General del Ayuntamiento de Guadalajara y Coordinador General de Gestión Gubernamental de la Secretaría de Planeación del Gobierno de Jalisco. A la fecha es Regidor del Ayuntamiento de Guadalajara y como tal preside la Comisión edilicia del Centro, Barrios Tradicionales y Monumentos (2018-2021). |