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La familia, lugar de evangelización (I)

José-Román Flecha Andrés[1]

 

Evangelizador de infatigable celo, el autor del artículo que sigue ha aceptado gentilmente sumarse a los colaboradores de este Boletín con un documento en cinco partes, que gira en torno a sentido cristiano de la familia o Iglesia doméstica

 

La familia en un tiempo nuevo

 

Con demasiada frecuencia se afirma que la familia es hoy un problema. Es cierto que en este tiempo tiene que afrontar numerosos desafíos. Pero, jugando un poco con los prefijos, se debería decir que además de ser un problema, la familia es siempre una promesa y hasta una profecía.

Quizá el problema más serio que hoy afecta a la vida familiar sea precisamente el de su definición. El carácter efímero de la unión conyugal, la asimilación de las uniones homosexuales a la institución matrimonial y otros muchos cambios hacen que la vida de la familia no esté siendo fácil.

Como se sabe, son muchas las voces que se alzan para desenmascarar las opresiones y manipulaciones de que es víctima la familia contemporánea.

Fruto de la iii Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, el Documento de Puebla señalaba ya en 1979 algunos de los males que atacan a la misma estructura familiar en América Latina: “La familia aparece como víctima de quienes convierten en ídolos el poder, la riqueza y el sexo”.[2]

Estructuras injustas, manipulación por parte de los medios de comunicación, desorientación de las conciencias, imposiciones antinatalistas, emigración y desempleo, impacto de la pornografía, el alcoholismo, las drogas, la prostitución, la trata de mujeres y el abuso de los niños.

Sin embargo, es necesario subrayar que ninguno de estos hechos es privativo del continente americano. Es verdad que los factores negativos mencionados parecen acumularse de la parte de un mundo que gime en la pobreza. Pero el mismo Documento reconoce también la otra miseria de las familias en las que no faltan el pan y el bienestar, pero faltan a veces los bienes de la concordia y de la alegría.[3]

El Documento de Aparecida, con el que concluía la v Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, ha recordado en 2007 las difíciles condiciones de vida que amenazan directamente la institución familiar en los países latinoamericanos. Con todo, el Documento propone un abanico de 14 propuestas de acción con el fin de tutelar y apoyar a la familia.[4]

 

1. El magisterio universal

 

Si estas voces han resonado en el continente americano, en numerosas ocasiones se ha podido oír la voz del magisterio universal de la Iglesia con relación con la problemática familiar. Así, el mensaje que el Sínodo de los Obispos de 1980 dirigía a las familias cristianas se refería con especial atención a las violencias sufridas por las familias en el mundo contemporáneo.

 

Algunos gobiernos y otras sociedades internacionales a veces violentan a las familias. Se viola la integridad del hogar; no se respetan los derechos de las familias relativos a la libertad religiosa, la paternidad y maternidad responsable, así como a la educación. Las familias se sienten más como instituciones sin derechos y como víctimas que como auténticos agentes de sus propios destinos. Se obliga a las familias –cosa que rechazamos enérgicamente– a adoptar medios inmorales para la solución de los problemas sociales, económicos y demográficos, y se utilizan medios como la contracepción, más aún, la esterilización, el aborto y la eutanasia. Así pues, el Sínodo postula firmemente una Carta de los derechos de la familia que asegure ante el universo entero sus derechos fundamentales.[5]

 

            Evidentemente, los cambios que han tenido lugar en la comprensión y vivencia de la familia no son todos negativos. El mismo mensaje del Sínodo de 1980 apuntaba a algunos valores positivos que se encuentran en la nueva situación en que se desarrolla la convivencia familiar. Un año más tarde, a finales de 1981, en la exhortación apostólica Familiaris consortio, el papa San Juan Pablo ii recogía las aportaciones del Sínodo. También este documento señala algunos aspectos positivos que califica como signos de la salvación de Cristo operante ya en el mundo:

 

Existe una conciencia más viva de la libertad personal y una mayor atención a la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio, a la promoción de la dignidad de la mujer, a la procreación responsable, a la educación de los hijos; se tiene, además, conciencia de la necesidad de desarrollar relaciones entre las familias en orden a una ayuda recíproca espiritual y material, al conocimiento de la misión eclesial propia de la familia, a su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa (FC 6).

 

             Como se sabe, en 1994 se celebró el Año Internacional de la Familia. Con ese motivo el Papa San Juan Pablo ii publicó, el 2 de febrero de 1994, su carta a las familias Gratissimum sane, muy semejante en su estructura y contenido a una encíclica papal.

A estos documentos pontificios habría que sumar las alocuciones que los dos últimos papas han dirigido a los encuentros mundiales de la familia. El primero de ellos tuvo lugar en Roma los días 8 y 9 de octubre del mismo año 1994. En el discurso que pronunció el día 8, el Papa afirmaba con decisión: “En la Iglesia y en la sociedad ha llegado la hora de la familia, que está llamada a desempeñar un papel de protagonista en la tarea de la nueva evangelización”.[6]

Los siguientes encuentros mundiales de la familia han resultado interesantes tanto por el magisterio pontificio en ellos vertido cuanto por la riqueza de experiencias familiares que han podido recoger.[7]

 

            2. Un documento episcopal

 

A esos pronunciamientos pontificios ha venido a unirse una interesante instrucción pastoral publicada el 27 de abril de 2001 por la Conferencia Episcopal Española. Este documento lleva por título La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad. En realidad, ese mismo título ya una decidida apertura de horizontes, que incluye a la familia en el proyecto del anuncio, la celebración y el servicio al evangelio de la vida humana. A emprender esas tareas invitaba ya en 1995 San Juan Pablo ii en su encíclica Evangelium vitae.

Pues bien, esta instrucción episcopal recuerda que en los últimos tiempos se han llevado a cabo diversas medidas legales y políticas que tienen mucho que ver con la comprensión y la vida de la familia. Evoquemos tan sólo algunos ejemplos que se han ido sucediendo hasta este momento:

 

- Se han despenalizado tres supuestos de casos de aborto, se anuncia una ley más amplia, y se ha despenalizado también el adulterio y la esterilización, incluída la de personas con graves deficiencias psíquicas.

- Se han publicado tres leyes muy discutibles sobre la reproducción humana asistida, otra sobre la utilización de “material fetal y embrional” con destino a los trasplantes de órganos y otra que abre las puertas a la investigación y manipulación de los embriones.

- Se ha promulgado otra ley que viene a equiparar las uniones homosexuales con la institución matrimonial.

- Y se percibe el interés de diversas regiones autonómicas por adelantarse en la proposición de leyes despenalizadoras de diversas formas de antidistanasia.

 

            La larga instrucción del episcopado español contiene cuatro partes, que vienen a formar una especie de catequesis:

 

1.1. La primera parte, que constituye el momento de observación de la realidad el “ver”, ofrece una amplia mirada a nuestra sociedad y nuestra cultura. El documento alaba los adelantos a que ha llegado la sociedad, pero llama la atención sobre la ambigüedad de los valores que propone la cultura dominante en nuestros días. Especialmente lamentables, por lo que a este tema corresponde, son el desprestigio de la familia y la desvalorización de la vida humana.

 

1.2. Las partes segunda y tercera de la instrucción marcan el momento de atención a las fuentes de la fe el “juzgar”. La instrucción evoca en primer lugar el evangelio del matrimonio y de la familia, para fijarse ulteriormente en el evangelio de la vida humana. Se contienen ahí algunas reflexiones que han encontrado su madurez en los años transcurridos desde el Concilio Vaticano II, como la presentación de la familia como una “iglesia doméstica”. Por otra parte, el documento se detiene a considerar el respeto que merece la vida humana, tanto en su comienzo o su desarrollo como en las situaciones terminales.

 

1.3. La última parte de la instrucción episcopal que señala el momento del “actuar” recuerda que es preciso promover una cultura de la familia y de la vida como base ineludible para la construcción del porvenir de nuestra civilización.

 

            Esta mirada no se pierde en vaguedades, sino que se detiene a señalar algunos ámbitos esenciales de la política familiar en la actualidad, como son: la vivienda y la educación, los medios de comunicación social, el régimen fiscal y la estructura laboral, el sistema sanitario y los servicios sociales. El documento no olvida un problema creciente como es el de la integración de los emigrantes. Entre las situaciones especiales, recuerda a las familias numerosas, así como a las personas viudas y a las que viven solas.

Hay algunas iniciativas muy concretas que es preciso subrayar. La instrucción episcopal alienta la creación de centros de regulación natural de la fertilidad. Más importante aún parece su invitación a crear y valorar los centros de orientación familiar que, indudablemente, han de cubrir un panorama mucho más amplio y diversificado.

Es un gesto esperanzador ver cómo la Conferencia Episcopal fomenta la creación de centros académicos de estudio sobre la familia y sobre las nuevas cuestiones que hoy trata de afrontar la bioética, o reflexión moral sobre la vida humana.

Durante las últimos treinta o cuarenta años han sido muy numerosos los estudios que han tratado de ofrecer un esbozo de la situación de la familia en el mundo de hoy[8]. Muchos de esos estudios han coincidido en condenar el derrotismo y en invocar la necesidad de una alternativa, en solicitar un esfuerzo conjunto para que, en esta hora de cambios y de ambigüedad, la familia pueda reencontrar su ser y su misión.[9]



[1] Profesor emérito de Teología Moral de la Universidad Pontificia de Salamanca.

[2] La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina,  573: en adelante se cita en el texto con la referencia a Puebla y el número correspondiente.

[3] Puebla, 581

[4] Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tenga vida, documento conclusivo de Aparecida, 437.

[5]  Mensaje del Vl Sínodo de los Obispos a las familias cristianas en el mundo contemporáneo, 5: L’Osservatore Romano (ed. en  español 2.11.1980). Como se sabe, la misma Santa Sede habría de promulgar tres años más tarde una Carta de la Familia.

[6] JUAN PABLO ii, La familia, iglesia doméstica. Discurso a las familias y los peregrinos (8.10.1994), en L’Osservatore Romano (ed. en esp.)  26/41 (14.10.1994) 16. Muy significativo sería el “Credo de la familia” que el Papa pronuncio en su homilía de la misa de clausura del encuentro, el día 9 de octubre de 1994: o.c. 15-16.

[7] El segundo encuentro mundial de la familia tuvo lugar en Río de Janeiro (3.10.1997), el tercero en Roma con ocasión del Gran Jubileo del año 2000, el cuarto en Manila el año 2003, el quinto en Valencia (8.7.2006) y el sexto en la ciudad de México (14-18. enero 2009). El séptimo tuvo lugar en Milán el año 2012, con el tema “La familia, el trabajo y la fiesta”. El octavo se celebró en Filadelfia, Estados Unidos y el noveno tendrá su sede en Dublín, Irlanda.

[8]  Cf. J. M. URIARTE, “Aproximación a la situación humana de la familia hoy entre nosotros”, en  Los retos de la familia creyente, Bilbao-San Sebastián, 1983, 9-30. Podríamos remitir aquí a los continuos repertorios bibliográficos, como los publicados por el CISF (Centro Internazionale Studi Famiglia).  El Centro tiene un lugar en internet: www.stpauls.it/cisf/.

[9] Véase J.R. FLECHA, La familia, lugar de Evangelización, Salamanca 2015 (3ª ed.); ID., - La familia, hogar de la misericordia,  Madrid 2016; J. VILLA,  La familia en la novela española (1975-2000), Salamanca 2007;  ID., Familia y literatura en una sociedad en cambio,  Salamanca 2008.



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