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Boletín Eclesiástico

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Jesús Padilla Cueva pasó por aquí

 

Luis Sandoval Godoy

 

Se consigna un recuerdo agradecido de quien fue director de este Boletín1

 

 “Es una publicación clerical”, se decía en tono agrio y como en señal de desdoro allá cuando las hostilidades a las prácticas religiosas y a los asuntos cristianos eran atizadas contra los valores de la fe.

Entonces nació el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, cabalmente para alzar la voz de los sacerdotes de esta grey, en el empeño de dar información, de presentar programas de servicio apostólico, de promover los valores doctrinales en una acción clerical de abierto servicio en las actividades religiosas que habían de abrirse paso entre los enemigos conocidos u ocultos del pueblo.

La historia de esta publicación en casi un siglo de vida tiene capítulos de lucha, tiene páginas luminosas, tiene presencia de una pléyade de eclesiásticos de preclara inteligencia, de abnegada entrega, de altos títulos académicos, de digna significación sacerdotal en la clerecía diocesana.

Qué interesante sería un recuento del devenir de esta “publicación clerical” a lo largo de los años, con el nombre de los ameritados clérigos elegidos por su espíritu de servicio, por la dignidad en que vivieron y han sabido vivir su sacerdocio, por su capacidad intelectual y dotes culturales enfocadas a las artes de la comunicación.

En el correr de la larga serie de sacerdotes que han tenido en sus manos el Boletín Eclesiástico se hace memoria hoy del licenciado Jesús Padilla Cuevas, cuyo deceso ocurrió en esta ciudad el 7 de febrero del año en curso de 2017, y quien tuvo en sus manos el manejo de esta publicación por espacio aproximado de cinco años.

Al hablar de Jesús Padilla se quiere hacer memoria, entre los aspectos que atañen a su calidad sacerdotal en el tiempo en que ejerció aquí el manejo de esta publicación, al donaire de su estilo, a la gracia que sabía poner en su prosa fácil y fresca, al desenfado y la facilidad en que envolvía conceptos de historia, de teología, de moral, de información diaria del acontecer público, en gustada lectura.

Si dentro de las páginas del Boletín Eclesiástico mantuvo Jesús Padilla el acento que corresponde al carácter de la publicación, tuvo excelencias literarias, de afinado lirismo poético, en publicaciones como la revista Apóstol, órgano del Seminario de Guadalajara, donde escribía bellas “Postales del camino”, con gozosas descripciones de lugares, ciudades, palacios e historias europeas que daban cuenta de los años en que estudió en el Colegio Pío Latino de Roma.

O está el caso en que la voz se le volvió ronca y el ceño endurecido, cuando en el semanario católico La Época colaboraba semanalmente con una columna a la que puso el nombre de “Fogonazos”, con interpelaciones candentes y filosos reclamos a la mentira, la inmundicia y los atropellos de malos gobernantes... no se había apagado el rescoldo que dejó en los ánimos la persecución religiosa, y aquel semanario, mantenido heroicamente sólo por seglares, guardaba las heridas que dejó la lucha, con inolvidables y estremecidos artículos que con el título de “Catilinarias” firmaba el licenciado Pedro Vázquez Cisneros.

Allí anduvo también Jesús Padilla Cuevas cuya presencia entre los directores del Boletín Eclesiástico se quiere recordar, con la pena de su fallecimiento y con la fe encendida de los creyentes que esperamos y pedimos el buen Dios le haya acogido ya en los brazos amorosos de su misericordia, en recompensa de todos sus afanes empeñados en hacer resplandecer la fe de los creyentes, según lo supo decir con las galas de sus escritos en esta “publicación clerical”.



1 Este Boletín agradece encarecidamente al autor de estas líneas la gentileza de haber redactado el texto que sigue.



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