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Semblanza de monseñor José Guadalupe Ramiro Valdés Sánchez
Tomás de Híjar Ornelas1
Durante la tarde del domingo 7 de febrero del año en curso 2016 se extinguió de forma repentina la importante vida del Ilmo. Mons. Cngo. José Guadalupe Ramiro Valdés Sánchez, párroco del Sagrario Metropolitano de Guadalajara. Un malestar agudo producido por un problema cardiovascular concluyó una intensa vida toda ella dedicada al servicio de Dios y de los demás en sesenta años de ministerio sacerdotal.
Datos de su vida
Oriundo de Totatiche, Jalisco, donde nació el 15 de septiembre del año jubilar guadalupano de 1931, fue bautizado poco después con tres nombres, el segundo de ellos relacionado con esta efeméride, aunque Ramiro fue el que más usó y por el que fue conocido. Hijo menor de seis hermanos, la impronta que dejó en la comarca san Cristóbal Magallanes Jara, y la que mantuvo su sucesor al frente de esa feligresía, el hoy siervo de Dios José Pilar Quezada Valdés, hidrataron al infante de una inclinación que al filo de la pubertad le indujo a matricularse en el Seminario Auxiliar de Nuestra Señora de Guadalupe, que este año cumple un siglo de meritoria existencia. Concluida la educación que en ese colegio se daba, en 1947 pasó a la capital de Jalisco, a cursar los estudios de filosofía y de teología en el Seminario Mayor, siendo huésped de dos sedes: la del añoso plantel de la calle de Jarauta y del recién fundado edificio en la colonia Jardines del Bosque. Lo ordenó presbítero el Arzobispo don José Garibi Rivera en el templo de Nuestra Señora de las Mercedes de Tapalpa, justo el día de esa memoria litúrgica mariana, 24 de septiembre de 1955, al lado de Francisco Hernández Castellanos de forma extemporánea a su Generación, por apenas haber alcanzado la edad canónica mínima para el presbiterado: los 24 años de edad cumplidos. Meses antes, ya diácono, se le destinó a servir como maestro en el Colegio Niños Héroes, de Ameca, ciudad donde nació quien a la sazón se desempeñaba como rector del Seminario Conciliar, el Pbro. José Salazar López, que nunca perdió el afecto y la cercanía con su patria chica.
Magisterio
Las primicias de la vida ministerial de don Ramiro fueron para San Julián, Jalisco, donde durante 11 años se desempeñó como director, a partir del 30 de octubre de 1955. Impelido por las circunstancias y teniendo la capacidad para hacerlo, entre 1963 y 66 asistió regularmente al Centro de Capacitación de Lagos de Moreno, donde alcanzó el Título de Maestro Normalista de Escuela Primaria. A la par que se desempeñaba de nuevo en Ameca como Director del Colegio Niños Héroes (tres y medio años) y luego, con la misma responsabilidad, de la Escuela “Francisco Gómez de Mendiola”, en la capital de Jalisco (dos años lectivos), entre 1967 y 72, obtuvo el grado de Maestro en Pedagogía por la Normal Superior Nueva Galicia.
Párroco
Motivos estrictamente personales, creemos, motivaron a don José Salazar López, siendo ya arzobispo de Guadalajara, a interrumpir la labor docente de don Ramiro para encomendarle la atención pastoral de la niña de sus ojos, la parroquia de Santiago Apóstol de Ameca, que atendió de 1971 a 1985, fecha en la que el arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo le encomendó la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en la Capital de Jalisco, circunstancia que le permitió, a partir de junio de 1986, colaborar estrechamente en la Comisión Diocesana de Causas de Canonización, que presidía hasta el momento de su deceso, actividad a la que dedicó también frutos escriturarios nada desdeñables, como el libro Tuyo es el Reino: Mártires mexicanos del siglo XX, que escribió junto con Mons. Guillermo María Havers. Por todos estos servicios, san Juan Pablo II le condecoró con el título de monseñor en 1998.
Vicario General
Desde su arribo a Guadalajara fue requerido en la Curia diocesana, desde 1986 como Defensor del Vínculo en el Tribunal Eclesiástico, y como canónigo del cabildo catedralicio en el año 2000, año en el que también recibió la parroquia del Sagrario Metropolitano, a su cargo hasta el momento de su muerte. El 21 de junio del año 2002 el arzobispo cardenal Juan Sandoval Íñiguez le nombró su Vicario General, oficio que desempeñó con lealtad inquebrantable y retuvo en la siguiente gestión episcopal, la del señor cardenal José Francisco Robles Ortega, hasta principios del año 2013.
Exequias
Rubricaron su sentido deceso la presencia en sus exequias de dos cardenales, un obispo, más de cien presbíteros y centenares de fieles, sobresaliendo quienes militan en el movimiento apostólico de la Divina Voluntad, del que el fallecido era asistente eclesiástico. Presidió la misa el señor arzobispo Robles y predicó el arzobispo emérito don Juan Sandoval Íñiguez, quien presentó al fallecido como modelo de vida sacerdotal.
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