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Informe rectoral del Seminario de Guadalajara para el año lectivo 2013-2014

José Guadalupe Miranda Martínez

El 28 de enero del 2015, en el marco de la memoria litúrgica de santo Tomás de Aquino, el vicerrector de el plantel levítico tapatío rindió, ante el arzobispo de Guadalajara, cardenal José Francisco Robles Ortega, y el pleno de formadores y alumnos de la Institución, el siguiente informe de actividades

Introducción

Eminentísimo Señor Cardenal:

            Informar sobre el derrotero del Seminario de Guadalajara en el año lectivo 2013-2014 no es tarea fácil. La riqueza de recursos humanos, espirituales y culturales, así como la complejidad de los procesos formativos de esta institución, escapan a cualquier intento por aprisionarlo en un retrato que pretenda ser exacto y ajustado fielmente al original.

            Frente al Seminario de Guadalajara, el primer dato tangible que se impone e impresiona es el número de su matrícula: 1307 seminaristas, 570 mayores y 737 menores, sin incluir a los seminaristas en familia, que fluctúan entre 450 y 500.

            Como luego se verá, constantemente se busca que los estudiantes tengan gérmenes auténticos de vocación; que las vocaciones sean buscadas y promovidas con base en motivaciones sobrenaturales y exigencias pastorales concretas e insertas en un largo proceso de discernimiento, apegado a las directrices del magisterio de la Iglesia, a las disposiciones de los ordenamientos de la Organización de Seminarios Mexicanos (OSMEX) y, por supuesto, contando con la experiencia que este plantel ha ido adquiriendo a lo largo de los años.

            Empero, lo que recientemente nos recordaba al respecto el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium no deja de ser una grave advertencia: “No se puede llenar a los seminarios con cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas, búsquedas de forma de poder, glorias humanas o bienestar económico”.1

            En efecto, por más contundente y halagüeño que parezca, el número no deja de ser un simple indicador y un estímulo para buscar ante todo la calidad, e incluso una ocasión para intentar desentrañar lo que hay detrás de este fenómeno e incursionar en el área del noúmeno.

            Aquí, la primera realidad que se impone es la presencia del Dueño de la mies en medio de nuestras comunidades cristianas, que sigue llamando a trabajar en su viña y se vale, como se dice en lenguaje coloquial de la promoción vocacional, de las “mediaciones humanas”.

            Entre éstas ocupa un lugar preferente la familia cristiana, que aun en medio de los problemas, tentaciones y dificultades de la vida contemporánea, continúa ofreciendo con generosidad vocaciones abundantes al ministerio sacerdotal diocesano. Zarandeada por los cambios constantes y golpeada por problemas de toda clase, la familia cristiana se mantiene en pie, y desde su seno numerosos jóvenes y adolescentes escuchan el llamado, balbuciente en muchos casos, claro y contundente en otros, a seguir al Señor por este camino.

            Existen en nuestra Iglesia local, por fortuna, comunidades «donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás… donde se ora insistentemente por las vocaciones». Por supuesto que de estos ambientes surgen vocaciones genuinas, sobre todo cuando es patente el testimonio de sus pastores.

            Otra mediación que subsiste entre nosotros como una bendición es el testimonio de los santos mártires formados en este Seminario, cuya memoria viva y cuya sangre siguen siendo, parafraseando a Tertuliano, “semilla fecunda de abundantes vocaciones al ministerio sacerdotal”. Seríamos amnésicos e ingratos si pasáramos por alto la entrega de estos antecesores nuestros.

            Por cierto, este año celebramos el primer centenario del sacrificio de san David Galván, alumno y maestro distinguido de este Seminario de Guadalajara, y se inician los festejos por el centenario de la fundación del Seminario Auxiliar de Totatiche, obra de San Cristóbal Magallanes, quien se echó a cuestas esta fundación en un lugar tan distante de la metrópoli sin más recursos que la Providencia divina y en plena persecución religiosa, según puede verse en el siguiente párrafo, redactado por un enemigo suyo:

tenemos en Totatiche un pueblo rebelde a las instituciones del gobierno, donde las disposiciones de éste quedan relegadas al último término. El cuerpo edilicio siempre está formado por sátrapas que obedecen a ciegas a su jefe, el cura del lugar… por eso tenemos niñas ahí que ingresan a los conventos y jóvenes a diario en sus seminarios -una de esas fatídicas instituciones que hay en Totatiche sienta sus reales con desfachatez suprema- el asiento de la real casa, de la negra mansión de donde se esparce el dominio, está en Totatiche, ¡Allí reina el sultán!2

            Hasta hace 60 años, nuestro Seminario se renovaba cada año con la llegada espontánea de numerosos jóvenes motivados por sus familias, por las escuelas parroquiales y por los párrocos. El impulso dado a la Iglesia por el Concilio Vaticano ii nos hizo caer en la cuenta que “el deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comunidad cristiana”, para lo cual dispuso que la obra del fomento de las vocaciones se estableciera en cada diócesis. Las disposiciones conciliares,3 para fortuna nuestra, fueron las primeras en ponerse en práctica en la arquidiócesis de Guadalajara y dejaron sentir sus bondades, que en términos agrícolas podemos recrear en esta metáfora: se ha hecho la siembra, la cosecha y la trilla, y esto no es poca cosa: es el esfuerzo de muchos y, ante todo, la acción del buen sembrador que recorre solícito nuestras sementeras. Por eso la cantidad nos impresiona; ¡1,307 seminaristas, todos diocesanos!

            Pero esto no basta, es apenas una parte, el inicio del proceso. No olvidemos la advertencia del Papa Francisco ya señalada: “no se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones…”.4 Y aunque en nuestro caso conste que las motivaciones han sido las justas, es necesario entrar en la siguiente fase: si la mies es abundante y está dispuesta en la era del Señor, justo es que ahora se empuñe con destreza el bieldo y aprovechar el viento suave y fuerte para separar el grano de la paja, labor ardua y delicada que en nuestra Iglesia local el pueblo de Dios reclama hoy más que nunca.

 

El equipo formador

Eminentísimo Señor Cardenal: para realizar este exigente ministerio el Seminario cuenta con el equipo formador apropiado; lo digo con conocimiento de causa. Hay 51 sacerdotes dedicados a esta labor a tiempo completo. Algunos dirán: el clero completo de una de muchas diócesis del mundo. Habrá quienes piensen que se invierte demasiado personal en ello; sin embargo, nos parece que se trata de una de las mejores inversiones de la diócesis. Así lo aprendimos de la experiencia y del celo pastoral de nuestros mayores.

            Mantener y actualizar un equipo formador compacto es un reto permanente y estimulante cuando hemos sido bendecidos con tantos recursos humanos. Puedo afirmar que en más de una ocasión me ha edificado la generosidad y el desprendimiento de los convocados a colaborar con el Obispo en esta noble labor, que implica dejar las satisfacciones de la vida pastoral, las bondades administrativas y sociales en una comunidad parroquial bien situada, a cambio de enclaustrarse en el trabajo silencioso en el Seminario. Esto requiere de un talante que sabe valorar el significado sublime y trascendente del proceso vocacional de los seminaristas.

            Puedo afirmar que el equipo formador se empeña a diario en cumplir esta encomienda que se le ha confiado fomentando la comunicación, esforzándose por vivir en comunión y fraternidad, asumiendo esta tarea como una colaboración y, sobre todo, como un compromiso: un donarse constantemente a los demás, dejar los mejores jirones de su ministerio sacerdotal invertidos en generaciones de alumnos donde no siempre se aprecia esa entrega, es hacer realidad el lema del Bautista que desde el desierto y ante la cercanía del Maestro proclamó: “es necesario que yo desaparezca para que Él surja”.5

            Durante el  curso se incorporaron catorce nuevos formadores para relevar a otros tantos que, siempre en la viña del Señor, continúan su ministerio en otros frentes. A ellos la comunidad del Seminario expresa su agradecimiento y les recuerda que su trabajo no ha sido en vano; quizá más de alguno de ellos vuelve al plantel levítico todavía más enriquecido a formar pastores. Ése ha sido siempre el perfil ideal en nuestro seminario.

II. Promoción vocacional, SemFam

En nuestra Diócesis esta práctica es una experiencia bien consolidada, que cada día se enriquece gracias a la creatividad y el celo de los responsables. Como Centro de Promoción Vocacional del Seminario de Guadalajara, tiene ya 25 años de actividad, y junto con SemFam abastece el Seminario Menor de adolescentes y jóvenes que muestran gérmenes de vocación al sacerdocio.

            A tiempo completo trabajan dos sacerdotes, un diácono y dos seminaristas mayores de año de servicio. Además, los fines de semana se integran también los alumnos de primero de Teología y de tercero y segundo de Filosofía. Su trabajo es capilar, ya que en él se involucran no solamente los convocados, sino que intervienen también las familias, los colegios, los decanatos y por supuesto los párrocos.

            Las actividades clave de la Promoción Vocacional es la realización de los Preseminarios en sus distintas modalidades. A éstos asistieron un total de 807 niños, adolescentes y adultos. Entre otros, 274 pasaron a seminaristas en familia de preparatoria, 56 a la preparatoria del Seminario Diocesano, 33 a nivelación y 86 a la secundaria Anacleto González Flores.

            Semfam como forma de Promoción Vocacional surgió aquí, y actualmente está en plena expansión en todo el continente. El equipo lo forman cuatro sacerdotes, un diácono y cuatro seminaristas de año de servicio; atendieron con formación cristiana y acompañamiento en familia a 565 adolescentes, principalmente. De éstos, 56 ingresaron a la preparatoria del Seminario Diocesano, 13 se internaron en el Anacleto González Flores y 19 pasaron a Promoción Vocacional.

III. Seminarios Auxiliares  

·      Totatiche. Está por cumplir cien años de haber sido fundado por San Cristóbal Magallanes. Desde entonces, un porcentaje nada despreciable del clero de Guadalajara ha pasado por ese claustro. A raíz de las reformas conciliares, los alumnos acuden a la secundaria Cristóbal Magallanes, gestionada por las Madres Franciscanas del Refugio. En este curso estuvo atendida por dos sacerdotes, un diácono y tres seminaristas de año de servicio. Iniciaron 71 alumnos y terminaron 55; de éstos, 8 ingresaron al Seminario Menor de Guadalajara. Se manifestaron transparentes y generosos, con deseos de superarse; a muchos de ellos la dispersión y el ruido interior no les permitieron crecer como esperaban; además, el ambiente de la región no deja de estar enrarecido, lo que deja sentir su influencia en los más sensibles e indefensos.

·      La Barca. Gracias a las inquietudes del Señor Cardenal José Salazar López y a la colaboración de los sacerdotes de esa vicaría y otros padres, desde hace más de 25 años funciona en La Barca el Seminario. Primero sólo estaba la preparatoria, y desde hace unos años se cuenta también con la sección de secundaria. Este curso lo conformaron 18 alumnos de preparatoria, que frecuentan las escuelas del lugar, no siempre con el nivel académico deseado, y 23 alumnos de secundaria. Éstos son más afortunados, pues frecuentan su propia secundaria, con buen nivel académico, a la cual acuden 342 alumnos de las poblaciones vecinas, en su mayoría niños y adolescentes. En esta casa urgen la promoción vocacional y la cercanía y comunicación del Seminario con las parroquias y sacerdotes de la región.

·      Secundaria Anacleto González Flores. La comunidad de formadores estuvo integrada por doce miembros: 4 sacerdotes, 2 diáconos y 6 seminaristas mayores. Los alumnos fueron 158, prácticamente todos de la ciudad; de éstos, 68 pasaron al Seminario Menor. Dos particularidades tiene esta secundaria: su cercanía e intercambio con las autoridades educativas del estado y el acompañamiento de los padres de familia en la formación de sus hijos.

·      Cuquío. Gracias a la promoción vocacional intensa aumentó el número de alumnos a 42. Asisten a la secundaria del Seminario, abierta también para los jóvenes de las poblaciones vecinas. La casa carece de instalaciones apropiadas para vivienda de los seminaristas.

·      Ahualulco. En esta casa, temporalmente, se estableció el Instituto Líderes del Siglo. La frecuentan 21 seminaristas de secundaria que conforman esa comunidad. Por lo pronto, esta modalidad ha sido un alivio en lo económico y académico, aspectos en que enfrentan problemas las secundarias de los seminarios auxiliares.

Con el fin de sumar esfuerzos e intercambiar experiencias, los formadores de los Seminarios Auxiliares se reúnen al principio del curso en Santa Ana de Guadalupe; ese mismo objetivo tienen las reuniones mensuales de los formadores de todas las casas del Seminario Menor, presididas por un servidor, y el curso introductorio en el Seminario Mayor.

IV. El Seminario Menor, Sección Preparatoria y Nivelación

Éstas se consideran como las etapas claves en el proceso formativo. En efecto, allí llegan de todas las procedencias y, después de una opción vocacional seria y responsable, pasan al curso introductorio. Esta comunidad es la más numerosa: 420 alumnos entusiastas, transparentes, con rectitud de intención y deseos de superarse; algunos poco evangelizados, un buen número procedentes de familias cada vez más disfuncionales, demasiado influidos por los medios de comunicación, con temor al silencio interior y poca capacidad de concentración. Para enfrentar éstos y otros retos, 15 formadores a tiempo completo constituyeron un equipo formador eficiente y bien integrado, que pudo obtener los resultados esperados.
                        Con el júbilo y la organización principalmente de los exalumnos, se celebraron los 50 años de esa casa espaciosa y funcional, obra del Cardenal José Garibi Rivera. Después de medio siglo de intenso uso por jóvenes inquietos, la casa demanda una reparación general, igual que la casa del Seminario Mayor, todavía más antigua que ésta.

V. En Tapalpa, realizando el Curso Introductorio

estuvieron 92 alumnos; un grupo heterogéneo y con pocos líderes que supo responder a los objetivos señalados por la OT. Los formadores, a pesar de la lejanía, supieron mantener la comunicación con la casa central, acudiendo a los retiros y reuniones mensuales en el Seminario Mayor. También de aquí hubo presencia en Tapalpa, de manera especial el día de la Toma de Sotana.

                        Los alumnos mostraron su fervor en la Eucaristía, en la práctica de los Sacramentos y la Dirección Espiritual, aunque no faltaron quienes no dejaban de comunicarse aun durante la Santa Misa; algunos fueron presa de la inconstancia y buen número no supo usar con prudencia de las redes sociales; incluso ahí fueron más ‘transparentes’ que con su mismo padre espiritual.

                        El apostolado durante la Cuaresma lo realizaron en zonas rurales de la Diócesis y en fraccionamientos de la parroquia de Santa Cruz del Valle, donde se constató, una vez más, que este tipo de ambientes rebasan a los seminaristas en esta fase de su formación.

VI. Seminario Mayor

En esta casa del Seminario se respira un buen ambiente; la enfermedad número 14 mencionada por el Papa Francisco prácticamente ya quedó superada. El intercambio y la comunicación con el presbiterio van en aumento; el año de servicio de nuevo manifestó sus bondades. Con sus excepciones, todos los alumnos son bien recibidos en apostolado los fines de semana, en Cuaresma y durante el verano.

            En los primeros días de enero del año pasado tuvimos la visita del Excelentísimo Señor Obispo don Enrico dal Covolo, Rector Magnífico de la Pontificia Universidad Lateranense en Roma; todos los días presidió la Eucaristía y, a pesar de que era un encuentro que se realizaba espontáneamente, sin poses ni fingimientos, quedó impresionado por la asamblea multiétnica, muy numerosa y participativa. Luego se dio tiempo para encontrarse con los alumnos de tercero de Filosofía y los alumnos de Teología y con todos los maestros de ambas facultades, en total 62 convocados. Su impresión de estos encuentros fue positiva, tanto que ofrece la incorporación a la Teología puesto que ya se tiene la filiación, y la afiliación para la Filosofía. Expresó que es necesario enviar alumnos a la Universidad Lateranense y especializar maestros en universidades europeas. Aunque el Seminario de Guadalajara no tiene como prioridad la obtención de grados académicos, sí es consciente que tanto la afiliación como la incorporación, o la misma asociación, es un medio eficaz para otorgar la seriedad requerida a los estudios y elevar el nivel académico entre los alumnos, algo tan necesario si de verdad pretenden ser buenos pastores.

            Un indicador claro en esta área es el incremento de asistencia a la biblioteca; subió a 7 790 usuarios, 2 080 más que el año lectivo anterior. Para facilitar el uso de la biblioteca se sigue trabajando en la catalogación y clasificación de libros. Para septiembre próximo se espera ofrecer 4 000 títulos en la red electrónica, número muy pequeño si se compara con todo el acervo de la biblioteca, que asciende a los 100 000 ejemplares, pero también muy grande si se tiene en cuenta que hay alumnos que sólo la víspera del examen sudan y estrujan sus apuntes personales y hasta se dan casos extremos de estudiantes que sólo con la lectura de un acordeón elaborado por un compañero generoso se presentan a exámenes.

            También hay que lamentar que en Filosofía muchos reprueban por negligentes o carentes de método de estudio; así mismo, no faltan maestros que atienden poco a la convocatoria a reuniones periódicas de actualización o tienen ausencias y llegadas tarde a clases.

Economía: La generosidad del Pueblo de Dios para con el Seminario es manifiesta; constatamos que la Providencia divina, a través de nuestros bienhechores, se hace patente mes con mes, día con día. El 30 % de los alumnos cuentan con un bienhechor, y los demás pagan sus pensiones con regularidad, aunque no faltan los morosos. Debido a esto, la economía está en franca recuperación y se hacen esfuerzos para su saneamiento. Así mismo, se están realizando constantemente obras de mantenimiento que urgía emprender desde hace tiempo, como las casas así lo pregonan.

            Eminentísimo Señor Cardenal, como Iglesia particular y como familia del Seminario hemos de estar agradecidos con el Dueño de la mies por enviar tantos operarios a sus campos, la mayoría de las veces buenos operarios. Concretamente en este curso recibieron el presbiterado 50 diáconos, 49 ministros fueron ordenados diáconos, 88 fueron instituidos ministros y 32 fueron admitidos como candidatos a las Órdenes Sagradas. Debo decir que a estas alturas del proceso formativo pareciera que la capacidad de discernimiento del Equipo Formador se muestra insuficiente, más cuando en casos extremos se han de tomar decisiones graves por quienes no se deciden, o cuando se han de tomar determinaciones tajantes por quienes durante su permanencia en el Seminario se han dejado aquejar de la esquizofrenia existencial. Esta labor es difícil, pero necesaria, aunque por fortuna cada vez se va requiriendo menos.

            Me tomo la libertad de concluir esta descripción sintética de la vida de nuestro Seminario en el curso 2013-2014 con parte de la oración a San José elevada hace 24 años, en estas mismas circunstancias, por el entonces Rector, hoy buen vecino nuestro y Arzobispo emérito de León:

¡Patriarca San José, Padre fecundo de este tu Seminario!, yo te bendigo por tu custodia providente y perseverante; por los alumnos a quienes has conseguido fidelidad y disponibilidad; por los Padres formadores  a quienes otorgaste sabiduría y constancia en el servicio diario, por ser signo paterno en esta comunidad, presencia y prolongación de tu patrocinio. Te doy gracias porque nunca ha faltado en nuestra mesa el pan austero de los pobres, conseguido frecuentemente por el óbolo de la viuda: por toda esa enorme multitud de bienhechores anónimos o conocidos; por ellos te bendigo y para ellos pido gracia y bendiciones. Cuida el ministerio de nuestro Arzobispo, para que siga siendo guía seguro y conductor sabio de nuestro caminar; que lo fortalezcas para que, a ejemplo tuyo, prosiga su labor de guardián solícito de estos Cristo en formación en el Nazaret del Seminario; que él y todos nosotros copiemos el estilo de tu Hijo Jesús, y crezcamos hasta llegar a la madurez del hombre perfecto en la caridad. Amén

Guadalajara, Jalisco, a 28 de enero de 2015

 

 



1 EG n. 107.

2 Cf. Archivo parroquial de Totatiche, Libro de Gobierno 6, fol. 28.

3 OT No. 2.

4 EG n. 107.

5 Jn 3, 30.



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