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La capital de Jalisco en manos de los Constitucionalistas (4ª parte)

Daniel R. Loweree Gutiérrez1

Se reproduce una epístola suscrita en 1915 por un presbítero del clero de Guadalajara, maestro y bibliotecario del Seminario Conciliar, en las cuáles informa a título personal y con carácter estrictamente confidencial, a su prelado don Francisco Orozco y Jiménez, a la sazón autoexiliado en España debido al profundo anticlericalismo de los carrancistas, donde lo pone al tanto de algunas noticias e impresiones de lo ocurrido en Guadalajara

El Paso, enero 6 de 1915

Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo, Doctor y Maestro

Don Francisco Orozco y Jiménez

Barcelona

Ilustrísimo y Reverendísimo Señor:

                  En mi anterior que escribí al recibir la muy grata de Su Ilustrísima prometí procurarle informes de las personas de quienes los desea, y tengo el pesar de no haber conseguido aún ningunos. Creí fácil conseguir noticias del doctor Marrón Alonso, pero no he recibido contestación de don José Ascensión Reyes, a quien escribí a Galveston esperando alguna noticia.

                  Después de mes y medio sin comunicación con Guadalajara, he empezado a recibir noticias. Villa entró el 17 de diciembre y tres días antes se habían ido Diéguez y demás carrancistas (tengo alguna esperanza que con ellos se hayan ido Valencia y la Atala, pero no tengo noticias) y en esos tres días el comercio cuidó el orden, que dicen las cartas no hubo el menor desorden, “ni pleitos, ni borrachos, ni gritos”. Como decía antes, Diéguez se fue el 14 por la mañana y el 17 entró Villa, sin repiques. Que entró en automóvil, y su tropa en grupos por diversas calles directamente a los cuarteles. Villa, los días que estuvo en Guadalajara, vivió en el Pullman.

                  Respecto de las iglesias, las tres personas que me han escrito coinciden en parte de que se han abierto, pero discrepan en parte. La primera carta que recibí dice: “las iglesias están abiertas, pero no todas” (diciembre 22); la segunda, aunque anterior (diciembre 19): “lo primero que hizo fue mandar abrir las iglesias e inmediatamente se mandó suprimir todas las capillitas provisionales particulares y no se permitió al día siguiente decir misas más que en las iglesias; esto último por orden del señor Cano”. Y la tercera (diciembre 29): “al día siguiente se abrieron ya los pocos templos que no habían sido abiertos en los tres días de libertad, pues en la administración pasada se fueron abriendo poco a poco hasta diez, habiendo permanecido los demás cerrados por casi dos meses, en cuyo tiempo multitud de casas se convirtieron en oratorios y sufrieron buenos sustos algunas de ellas”.

                  Respecto a personas, la primera sólo dice que los padres están sufriendo mucha miseria, sin especificar. La segunda dice: “ya volvieron algunas de las personas católicas que tuvieron que salir, y me dicen que muchos sacerdotes de los errantes están aquí”; y la tercera: “por supuesto que desde luego empezaron a resultar muchos difuntos y muchos ausentes”. Y en otra parte: “el hermano de Chonita (mi maestro, el señor Alvarado) ya anda por aquí a nuestra vista”. Otras noticias de personas son las siguientes: un discípulo me escribe de Nochistlán y me dice que el P. don Agustín Ramírez está por aquellos rumbos y que se dice que lo pondrán al frente de un Seminario auxiliar en Yahualica, “que comprende únicamente los dos primeros años... pero él me dijo antier (es decir diciembre 9) que no sería así, a causa de sus enfermedades”. El P. Renaud, S.J., cuando pasó por ésta a visitar el noviciado de su provincia, que está ahora en una casa perteneciente a la Universidad de Santa Clara, en California, me refirió que sabía que un grupo de católicos había establecido un colegio, el Instituto Morelos, cubriendo las exterioridades de las inicuas disposiciones de Diéguez; esto en el local de los Maristas. En el de los Jesuitas está el liceo, y al inaugurar el curso vociferó la Atala. Que Manuel, el tercero del los hijos del licenciado Arreola, denunció al P. Blanchard, SJ, que se había quedado allí escondido en su casa, y esto causó la prisión del licenciado, aunque el mismo día salió. Me parece me dijo que el padre no fue preso, sino sólo tuvo que salir de allá; también me confirmó que sabía por buenas fuentes lo que publicó la Revista Católica, de que la empresa de tranvías daba 500 pesos semanarios a Diéguez por que no abriera las iglesias en Guadalajara, por lo mucho que le producían las líneas de San Pedro y Zapopan al ir los fieles a oír misa a esos lugares. También me refirió que le habían dicho que ya habían visto en la calle al licenciado Palomar, pero que él no lo creía y suponía era un equívoco.

En vista de que aquí no tiene uno en qué ocuparse, de que ya veo es molesto a la familia donde estoy tener un huésped tanto tiempo, que no puedo buscar otro alojamiento aquí sin lastimar a la familia, y que en las poblaciones donde mejor podría estar tienen mal clima (a lo menos para mis achaques) y que el tiempo de invierno no es a propósito para ensayar cambio de población y por otra parte no parece estar ya tan difícil la vuelta a Guadalajara, he pensado, de acuerdo con el ilustrísimo señor De la Mora, regresar. Sin embargo, en estos últimos días he tenido algunas noticias que no me agradan. Mi tía, que me había mandado noticias muy halagadoras de la situación, al recibir mi noticia de que pensaba regresar, me dice (diciembre 23) que espere un poco para ver cómo sigue aquello, y en la tarjeta que lo hace no da ninguna noticia. En la carta del 29 que acabo de recibir, me dicen: “como éstas son ramas del mismo tronco, las confiscaciones que se hicieron se han llevado adelante; pero así y todo, la gente se muestra más contenta, aunque temerosa de nuevos trastornos, pues circulan especies bastante alarmantes para la tranquilidad pública”. Las prisiones y (los) fusilamientos de federales y personas que habían tomado parte en la política del tiempo de Huerta siguen por todas partes. Los elementos de Carranza, que parecen los más clerófobos, temo vuelvan a dominar, pues desde el 4 circuló la noticia de que volvieron a apoderarse de Puebla y no han desmentido la noticia, y además Villa y su gente son todos muy malos. Además, en un periódico de México del día 1º dicen que suspenderán los trenes de Guadalajara temporalmente, por escasez de combustible. Por todo esto, voy a procurar esperar aquí todavía. Al irme ya procuraré enviarle abundantemente noticias por medio del Ilustrísimo señor De la Mora, quien tiene una clave y una larga lista de pseudónimos para escribir fácilmente, aunque sean cosas difíciles, que las fáciles las mandaré en forma que se las puedo enviar a Su Ilustrísima sin tener que traducir, y si algo tiene que decirme (y espero tener otra vez el gusto de recibir letras de Su Ilustrísima) por el mismo conducto del señor De la Mora.

Ahumada está aquí en El Paso y dice recibió aviso de que le habían devuelto su casa (la tenía la Atala).

Los periódicos dicen que Limantour ya está en combinación con los Madero para seguir con los monopolios en México, todos masones y ladrones.

Como la sociedad Extensión nos ha dado misas y el señor De la Mora me dice que puedo contar con ellos con seguridad, me ocupo en aprovechar mi permanencia en ésta y estudiar algo en alguna de las universidades católicas, pues creo me bastaría a pagar la colegiatura, pero todas están en lugares muy húmedos, v.g. Saint Louis, Washington, Chicago, Milwaukee, etcétera., y temo no tener salud para esa humedad: en octubre era buen tiempo para haber hecho un viaje de prueba. La parte alta y seca de E.U. no tiene centros docentes superiores, todos están en las costas, orillas de los grandes lagos o en las márgenes del Misisipí.

Sin otro asunto por hoy, quedo como siempre su atento seguro servidor que le pide su bendición.

Pbro. Daniel R. Lowere

P.D. Es desagradable la vida pagana de aquí, en los Estados Unidos vi que sólo el 35% de los habitantes de la nación tienen creencias (católicas y protestantes y que practican). Se empieza a trabajar porque se funde el primer diario católico en los E.U. y con lo de México empiezan algunos a dar la voz de alarma de que los católicos necesitan organizarse social y políticamente, pero creo que cuando lo consigan ya será tarde. Antes de diez años revienta esto, y no es sólo opinión mía, sino de varios que han venido observando el avance del socialismo en este país.

                  Acabo de leer el número de enero de la revisa que publica la sociedad Extensión, y si lo consigo lo enviaré a Su Ilustrísima, pues creo le interesaría. Da cuenta de sus trabajos en pro del clero mexicano en el último mes, y dice cosas que no han de agradar a muchos yankis, pero que son verdades.

                  Ya debe haber llegado Villa, que viene a una conferencia con el jefe de estado mayor yanki, general [Hugh] Scott, dicen que para arreglar las dificultades de que pasan las balas en el sitio de Naco, Sonora, que está en poder de carrancistas, y tratan de tomar los villistas, pero yo creo con ese motivo tratarán otras cosas: Villa parece ser el preferido por el gobierno yanki, pero también recibe ayuda Carranza, como dice bien el presidente de Extensión: “los mexicanos se matan con las balas que les damos”, o palabras parecidas.

                  Entre las malas noticias que afectan mi regreso, olvidé que en esta semana trataron de regresar más padres de Zacatecas y los volvieron de Juárez.

                  En la carta de mi tía dice: “la Visitación está ya en poder de la superiora”; creo se trata del convento de la Visitación, por vivir allí cerca, y no entenderse de otro modo, pero me sorprende.



1 Hijo de Santiago Loweree y de Rosa Gutiérrez, nació en Guadalajara en 1877. Presbítero de este clero (1903), fue bibliotecario, ecónomo y maestro en el Seminario Conciliar. Encontrándose en Chicago, en 1917, administró los últimos sacramentos la R. M. Francesca Saverio Cabrini (1850-1917), primera estadounidense en ser canonizada. En tiempos de persecución religiosa fue enviado a Roma, en cuya Universidad Gregoriana se doctoró en derecho canónico en 1927. Formó parte del Cabildo Eclesiástico, del que fue secretario y archivero de la Curia. Publicó algunos textos de carácter histórico. Murió el 9 de agosto de 1964.



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