Desafíos pastorales en México, ante la próxima visita de Su Santidad Benedicto xvi a México

+ Christophe Pierre

Conferencia impartida por el nuncio apostólico en México, el 13 de enero del 2012, en la Ciudad de México, invitado por el Instituto Mexicano de Doctrina Social

Me alegra encontrarme esta tarde con todos ustedes que, en espera de la próxima visita del Santo Padre Benedicto xvi a México, quieren disponer sus mentes, espíritus y corazones para acoger su persona, y en él y a travésde él, la palabra de vida que el Señor Jesús desea hacer llegar en estos tiempos a este amado pueblo.

Sin duda es esta una de las mejores maneras de prepararse como Iglesia a tan importante acontecimiento: a través de la información y de la formación para sí mismos y para los demás, siempre en y desde la verdad, y obviamente, también con la oración por el Papa y por esta Nación que afronta los embates del secularismo y de todos los fenómenos que caracterizan a esta nuestra cambiante nueva época.

I

Como pastor supremo de la Iglesia, el Papa Benedicto xvi pertenece a la actualidad social y religiosa; para los “amigos” y para los gratuitos “enemigos” es siempre noticia. Del amado beato Juan Pablo ii se decía que era un Papa grande y mediático. Y si bien Benedicto xvi tiene una personalidad muy distinta, también él, aunque de forma diversa, es un Papa que atrae la atención de creyentes y no creyentes.

Pero más allá de la innegable repercusión social de su figura, lo que a nosotros creyentes en Cristo nos interesa, es conocer su mensaje, su testimonio y su orientación de fe, bien conscientes, también, de que su persona, su  pensamiento  y  su  obra  son  un  referente  ético, intelectual  y espiritual aún para los hombres y mujeres que con sinceridad buscan aquella luz capaz de abrir horizontes de esperanza en un mundo y en una sociedad sumidos en una profunda crisis -más que financiera o económica- de índole antropológica y de valores espirituales y morales que son, en definitiva, los que dan sentido a la vida.

Como persona, el Papa Benedicto xvi es un hombre sencillo y cordial, sereno y optimista, inteligente, culto y trabajador, con gran capacidad de diálogo y –como él mismo lo ha dicho-, “con vocación teológica”; por ello, aún como Pastor universal sigue presente en el debate teológico. A manera de ejemplo recordamos una de sus más recientes obras teológicas: Jesús de Nazaret que, como él mismo aclara, “no es un acto magisterial sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor. Por eso, cualquiera es libre de contradecirme”.[1]

Su trabajo teológico, orientado por el principio de san Agustín, “creer para comprender y comprender para creer con mayor autenticidad y sentido”, manifiesta un admirable esfuerzo por compaginar el rigor científico con la dimensión existencial y pastoral, los conocimientos históricos con la aplicación a las situaciones actuales del hombre, la riqueza del contenido con la belleza de la forma; como “búsqueda permanente de inteligencia de la fe y una ayuda al pueblo de Dios para dar razón de la esperanza en el mundo de hoy”;[2] y para “despertar de nuevo la alegría por Dios, por la revelación divina, la alegría por la amistad con Dios; me parece que es la tarea más urgente de la Iglesia en nuestro tiempo”.[3]

Sus  libros,  artículos,  obras  en  colaboración,  conferencias,  etcétera,  se pueden contar por cientos, abarcando en ellos prácticamente todos los ámbitos de la teología d