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Circulares

 

 

Circular 37/2011

 

Domingo mundial de las misiones: “DOMUND”. 23 de octubre del 2011

A los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos:

Saludo afectuosamente a mis hermanos en la fe y deseo que Cristo Jesús, el enviado del Padre, los haga discípulos misioneros del Evangelio.

El servicio más precioso que la Iglesia puede hacer a la humanidad en nuestro tiempo es llevar a todos el anuncio del Evangelio con “el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos” (Novo millennio ineunte, 58). Esta necesidad urgente resuena cada año en la celebración de la Jornada Misionera Mundial, que este año la Iglesia celebra el domingo 23 de octubre. El tema de reflexión señalado por el Papa Benedicto xvi es el siguiente: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 12,21). El Santo Padre quiere que recordemos que la Iglesia es “por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo, según el plan de Dios Padre” (AG 2); esta es “la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Existe para evangelizar” (EN 14). Su acción, en adhesión a la palabra de Cristo y bajo la influencia de su gracia y de su caridad, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y a todos los pueblos para conducirlos a la fe en Cristo (cf. AG, 5).

            El incesante anuncio del Evangelio vivifica también a la Iglesia en su fervor, su espíritu apostólico y renueva sus métodos pastorales para que sean cada vez más apropiados a las nuevas situaciones: «La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola! La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en nuestro compromiso por la misión universal» (RM 2). (Benedicto xvi, Mensaje para el DOMUND 2011).

Exhorto a los párrocos y rectores de los templos a llevar a cabo esta Jornada Misionera en las parroquias y demás comunidades de la arquidiócesis, especialmente intensificando la oración por la difusión del Evangelio e invitando a los feligreses a ofrecer toda clase de buenas obras; además, organizarán una colecta especial, el domingo 23, motivando para que todos colaboren con su apoyo material al sostenimiento de las Obras Misionales. Lo que se recabe se enviará a la caja del arzobispado. Se les enviará el mensaje del Santo Padre con el material para apoyar las actividades de esta Jornada.

Quiera Dios, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, dar nuevo impulso a la tarea misionera, para que en todas partes resuene el Evangelio de la salvación.

Guadalajara, Jalisco, a 2 de septiembre del 2011

+ Juan Card. Sandoval Íñiguez

            Arzobispo de Guadalajara

            Mons. Juan Pablo Preciado Ramírez

Secretario                                                                                         

 

Circular 38/2011

 

Peregrinación de las reliquias del beato Juan Pablo ii

A la comunidad diocesana

            Los saludo fraternalmente, deseando que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión con el Espíritu Santo, los impulse en su vida cristiana.

            Todavía recordamos con emoción los cinco viajes que Su Santidad Juan Pablo ii realizó a nuestra patria trayendo luz y esperanza al pueblo cristiano que peregrina en esta tierra. Es conocido por todos el especial cariño manifestado por el Santo Padre a nuestra nación, que fue correspondido por el pueblo mexicano, particularmente en la escucha atenta a su palabra, en la participación devota y entusiasta en los eventos masivos que el Papa encabezó, participación que por cierto emocionó tanto al ahora beato que lo llevó a pronunciar aquella frase “Me voy, pero no me voy, pues aunque me voy, de corazón me quedo”. Por ello, hemos recibido con grande regocijo en nuestro país, la noticia de la peregrinación de las reliquias del beato Papa Juan Pablo ii. Peregrinación que recorrerá prácticamente toda nuestra patria y particularmente nuestra arquidiócesis.

            Es conveniente, a propósito de este acontecimiento eclesial, ofrecer una catequesis sobre la veneración de las reliquias a los fieles de nuestra iglesia diocesana, por ello, al respecto les recuerdo lo siguiente:

            La palabra reliquia proviene del latín reliquiae, que significa “residuo que queda de un todo” “parte del cuerpo de un santo”; la reliquia de los Santos son los restos del cuerpo o de una vestimenta de quien fuera un “santo”, es decir, alguien que vivió en serio el mensaje evangélico y gastó la vida de manera heroica, por el Señor.

            La primera actividad de veneración de una reliquia cristiana fue la que tuvo lugar con relación al cuerpo de Cristo. En vez de dejarlo a merced de los romanos, como era costumbre, José de Arimatea valientemente pidió a Pilato el cuerpo de Jesús (cf. Mc. 15, 43 y Jn. 19, 38) para enterrarlo en un sepulcro de su propiedad (cf. Mt. 27, 60). Nicodemo donó una cantidad inusual de aromas y especies para perfumar los lienzos que cubrirían el cuerpo de Jesús (cf. Jn. 20, 39), y las mujeres compraron aromas para ir a embalsamarle. (cf. Mc. 16, 1 y Lc. 24, 1).

            Este acto de reverencia estaba fuera de lo que era costumbre para los restos de los difuntos. Mostraban un respeto especial hacia el cuerpo del más Santo de todos los hombres, pues era el cuerpo de Dios-Hombre.

            Al comienzo del cristianismo, se tienen noticias de veneración de reliquias. En el relato del martirio de san Policarpo, se dice lo siguiente, luego de comentar cómo fue su muerte: “Tomamos sus huesos, los cuales eran más valiosos que piedras preciosas y más finos que el oro refinado, y los colocamos en un sitio apropiado donde el Señor nos permitirá reunirnos como podamos, en alegría y gozo para celebrar el cumpleaños de su martirio” (Esmirneas, 156 AD).

            Y para aclarar cómo es la veneración a las reliquias de los santos, san Jerónimo explicita: “No les rendimos culto, no las adoramos, por temor a inclinarnos ante la creatura en vez de inclinarnos ante el Creador, pero sí veneramos las reliquias de los mártires, para mejor adorarlo a Él, de quien son ellos mártires” (Ad Riparium, PL 22, 907)

La veneración a las reliquias comenzó a darse muy fuertemente con el culto de los mártires, durante el período de las persecuciones, en las catacumbas que eran cementerios donde eran enterrados los cristianos. En ese lugar se sentían más protegidos para celebrar la Eucaristía y también allí guardaban, celosamente, para la veneración de los fieles las reliquias de aquellos que habían sido martirizados. Esta veneración de los restos se fue ampliando en la Iglesia a todos los que de una manera u otra se les consideró “santos”.

            La doctrina fundamental de la Iglesia a este respecto, ha sido expresada por el Concilio de Trento que dice: “También los cuerpos de los santos mártires y de los demás que vivían con Cristo, que fueron miembros vivos de Cristo y santuario del Espíritu Santo, que serán resucitados en algún momento para vida eterna y glorificados, deben ser venerados por los fieles… Se rechaza, por tanto, cuando algunos opinan que no se debe prestar reverencia a las reliquias de los santos y que no sirve para nada que sean veneradas por los fieles como otros recuerdos. Estas opiniones han sido condenadas por la Iglesia y la Iglesia las condena ahora de nuevo” (Denzinger 985; cfr. 998).

El culto de las reliquias es, como la Iglesia siempre subraya, un culto relativo, es decir, la veneración manifestada a las reliquias está en relación con la persona del mártir y de los santos que son venerables de por sí (Dz 302, 337, 985). La razón última del culto de las reliquias es siempre la “excelencia divina que resplandece en todos los santos”. La justificación del culto de las reliquias parte, pues, de una necesidad simplemente humana de respetar a la persona que ha dado muestras evidentes de santidad.

Las reliquias de S. S. Juan Pablo ii, que consisten en una ampolleta de vidrio que contiene la sangre del beato y algunas de sus vestiduras, acompañan a una figura de cera del mismo, estarán en la arquidiócesis de Guadalajara del 26 al 28 de octubre, visitarán la Iglesia Catedral, el Seminario, La Basílica de Zapopan, Santa Cecilia y el Santuario de los Mártires y otros lugares, a fin de que el mayor número de fieles en la diócesis puedan tener acceso a las mismas. Exhorto a los párrocos, capellanes y rectores de templos, así como a formadores del Seminario y superiores de congregaciones religiosas catequicen a sus comunidades y les inviten a venerar con devoción las mencionadas reliquias.

Que el ejemplo de entrega del beato Juan Pablo ii a la causa del Reino y su intercesión impulse a nuestras comunidades en la realización de la Misión Continental que se lleva a cabo en nuestra diócesis.

Guadalajara, Jalisco, a 2 de septiembre del 2011

+ Juan Card. Sandoval Iñiguez

            Arzobispo de Guadalajara

Mons. Juan Pablo Preciado Ramírez

            Secretario

 

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