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Un acercamiento a la Antiqua et nova: nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana[1] Pbro. Francisco Muñoz Núñez[2]
La Santa Sede ha mostrado su interés en la promoción de una ética de la Inteligencia Artificial. La presente nota se acerca a los desafíos y oportunidades de las nuevas tecnologías.
1. Objetivo del documento (nn. 1-6)
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación han publicado recientemente un documento que aborda el fenómeno actual de la Inteligencia Artificial (IA) en relación con la inteligencia humana y con la dignidad de la persona. El documento (Nota) se llama Antiqua et Nova (AN) y comienza diciendo que la Iglesia ve con agrado los progresos de la ciencia y la tecnología, viéndolos como parte de la colaboración del ser humano con Dios en el perfeccionamiento de la creación. Sin embargo, esta Nota afronta las cuestiones antropológicas y éticas planteadas por la IA, ya que uno de los objetivos de este avance tecnológico es el imitar la inteligencia humana. La Nota advierte, que el uso de la IA puede poner en riesgo la verdad de la información y podría representar una amenaza a la seguridad de las personas. Por consiguiente, se tiene que considerar qué beneficio traería para el progreso humano y el bien común, y también que tanto se respetaría la dignidad humana y la promoción de un verdadero desarrollo integral de la persona.
2. ¿Qué es la inteligencia artificial? (nn. 7-12)
En la sociedad actual el término Inteligencia artificial se entiende como el campo científico de la informática que se centra en la creación de programas y mecanismos que pueden mostrar comportamientos considerados inteligentes, es decir, en la inteligencia artificial las máquinas piensan como seres humanos[3]. Pero antes de proseguir, debemos preguntarnos si a esta tecnología deberíamos llamarle inteligencia, ya que no podría utilizarse este término de la misma manera que nos referimos a la inteligencia humana. En lo que respecta al ser humano, la inteligencia es de hecho una facultad relativa a la persona en su conjunto, mientras que, en el contexto de la IA, se entiende sólo de manera funcional. La Nota afirma que la IA tiene capacidades sofisticadas para llevar a cabo tareas, pero no la de pensar. La IA no cuenta con la experiencia humana en toda su amplitud, que comprende las capacidades de abstracción, las emociones, la creatividad, el sentido estético, moral y religioso.
3. La inteligencia desde la filosofía y teología
3.1 Características de la inteligencia humana (nn. 13-25)
1. Racionalidad: Un elemento fundamental de la persona es su mente, una realidad que nos distingue del resto de los animales. El saber humano tiene la capacidad de abstracción que capta la naturaleza y el sentido de las cosas. En la tradición clásica, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino[4], la inteligencia tiene dos modos de obrar: a) como intelecto, se refiere a la intuición de la verdad que puede ser captada por la mente; b) como razón, que se refiere al razonamiento real, es decir, al proceso discursivo y analítico que conduce al juicio. Por lo tanto, el hombre al ser un animal racional, tiene las capacidades cognitiva, volitiva, y puede amar, elegir y desear. Y en la tradición cristiana, la persona humana siendo imagen de Dios[5], su racionalidad se integra para elevar, modelar y transformar tanto su voluntad como sus actos. 2. Encarnación: En el pensamiento cristiano, el ser humano es considerado al mismo tiempo, material y espiritual, es decir, un ser esencialmente encarnado. Sus facultades intelectuales son vistas desde una antropología integral que tiene sus raíces en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia. El ser humano participa de la luz de la inteligencia divina dentro de su constitución de alma-cuerpo. 3. Relacionalidad: La inteligencia humana no es una facultad aislada, sino que se ejercita en las relaciones interpersonales, y se manifiesta en el diálogo, en la colaboración y en la solidaridad. Estamos llamados a vivir en comunión con los otros. Esta orientación relacional de la persona humana se fundamenta en última instancia, en la donación eterna de sí mismo del Dios Uno y Trino[6], cuyo amor se revela tanto en la creación como en la redención. 4. Relación con la verdad: La inteligencia humana, como de don de Dios, y como capacidad propia de la persona, está hecha para captar la verdad de las cosas. Esta búsqueda de la verdad alcanza su máxima expresión en la profundización de las realidades que trascienden el mundo físico y creado. 5. Custodia del mundo: El ser humano, creado a imagen de Dios, está llamado a custodiar la creación (cf. Gn 2,15). Además, la inteligencia humana es un reflejo de la Inteligencia divina[7] que creó todas las cosas. Por consiguiente, el ser humano está llamado a desarrollar sus capacidades para cooperar con Dios en guiar la creación hacia el propósito que Él ha dispuesto.
3.2 Comparación entre la IA y la inteligencia humana (nn. 26-35)
Podemos acomodar de manera esquemática las características de la inteligencia humana en comparación con la inteligencia artificial. De esta manera se pueden observar las grandes diferencias que subsisten entre ambas inteligencias. Inteligencia artificial: · Obra solamente realizando tareas, alcanzando objetivos o tomando decisiones basadas sobre datos cuantitativos y sobre la lógica computacional. · La IA procesa y simula ciertas expresiones de la inteligencia, pero permanece confinada al ámbito de lo lógico-matemático. · La IA carece de capacidad de evolucionar en lo físico y lo psicológico, no tiene la infinidad de experiencias vividas que tiene una persona humana. · Al carecer de un cuerpo físico, y no experimentar el desarrollo del crecimiento de la inteligencia humana, su razonamiento es sólo computacional y su aprendizaje se da a partir de experiencias y conocimientos introducidos por seres humanos. · La IA puede simular algunos aspectos del razonamiento humano pero sus capacidades computacionales representan sólo una fracción de las posibilidades más amplias de la mente humana. No pueden reproducir el discernimiento moral, ni establecer relaciones auténticas.
Inteligencia humana: · La inteligencia humana tiene que ver con la totalidad del ser, en sus dimensiones espiritual, cognitiva, corporal y relacional. · Tiene que ver con la vida moral y espiritual de la persona. Por lo tanto, la inteligencia humana implica también la apertura de la persona a las cuestiones últimas de la vida y refleja una orientación hacia lo Verdadero, lo Bueno y Bello. · Tiene la capacidad de crecer en el conocimiento de los misterios de Dios a través de la profundización racional de las verdades reveladas (intellectus fidei)[8]. · Se desarrolla continuamente de forma orgánica en el transcurso del crecimiento físico y psicológico. · El crecimiento de la inteligencia humana es muy rico, porque está moldeado por experiencias corporales: estímulos sensoriales, respuestas emocionales, interacciones sociales, etc. · La inteligencia de una persona forma parte de una historia personal de formación intelectual y moral. · La inteligencia humana comprende y se implica activamente en la realidad en todos sus aspectos, y también es capaz de sorprendentes intuiciones. · La persona está abierta a tantas experiencias y tiene una capacidad infinitamente superior de captar la realidad.
Establecer una equivalencia entre la inteligencia humana y la IA conlleva el riesgo de caer en una visión funcionalista, donde las personas son evaluadas en función de las tareas que pueden realizar. Sin embargo, el valor de una persona no depende de la posesión de capacidades singulares, logros o éxitos individuales, sino de su dignidad intrínseca basada en haber sido creada a imagen de Dios.
4. La ética y el uso de la IA (nn. 36-48)
Un primer criterio para tomar en cuenta es que no todas las innovaciones tecnológicas representan en sí mismas un auténtico progreso. La Iglesia se opone especialmente a lo que atenta contra la santidad de la vida o la dignidad de la persona. Por lo tanto, el desarrollo tecnológico debe estar al servicio del individuo y contribuir para lograr más justicia, mayor fraternidad y un planteamiento más humano de los problemas sociales. Otro criterio que debe prevalecer es la importancia de la responsabilidad moral basada en la dignidad y la vocación de la persona[9]. En el ámbito de la IA la dimensión ética es primordial, ya que son las personas que están por encima de las máquinas. Sólo el ser humano (y no una máquina) es un agente moral, es decir, un sujeto moralmente responsable de ejercer su libertad. Sólo el ser humano está en relación con la verdad y el bien, guiado por la conciencia moral[10] que le llama a amar y practicar el bien y evitar el mal. Y también, sólo el ser humano es consciente de sí mismo, y puede escuchar y seguir la voz de su conciencia. Un punto muy importante a considerar es que la IA se orienta de manera positiva cuando respeta la dignidad humana y promueve el bienestar de los individuos y las comunidades. Tanto los fines como los medios utilizados en la IA deben evaluarse para garantizar el respeto a la dignidad humana y la promoción del bien común. La dignidad intrínseca de todo hombre y mujer debe ser el criterio clave para evaluar estas tecnologías emergentes. Por otra parte, debe existir el compromiso de garantizar que la IA defienda y promueva siempre el valor supremo de la dignidad de todo ser humano y la plenitud de su vocación[11]. Además, debe existir una responsabilidad moral sobre la programación que reciba la IA en todos sus procesos. Y, por último, los usuarios deben tener cuidado de no depender excesivamente de la IA para sus decisiones. La enseñanza moral y social de la Iglesia propone un uso de la IA que preserve la capacidad humana de acción.
5. Cuestiones específicas (nn. 49-107)
La Nota presenta algunas situaciones concretas donde la IA debe utilizarse adecuadamente, teniendo como fin la defensa de la dignidad humana y promoviendo el bien común.
5.1 La IA y la sociedad.
La IA debe ser utilizada para promover el desarrollo humano integral y el bien común. Si no se usa correctamente se dan los siguientes peligros: puede utilizarse para prolongar las situaciones de marginación y discriminación; crear nuevas formas de pobreza y se agrandan las desigualdades sociales. Además, esta el riesgo de que la IA pueda ser manipulada para ganancias personales o empresariales; para orientar la opinión pública hacia intereses particulares; para crear mecanismos de manipulación de las conciencias y para incidir negativamente en los procesos democráticos. Por otro lado, el documento hace eco de las palabras del Papa Francisco sobre el llamado “paradigma tecnocrático”: donde todos los problemas quieren resolverse sólo con medios tecnológicos y donde se privilegia más la eficacia que la fraternidad y la dignidad humana. La IA debe ponerse al servicio de un progreso más sano, más humano, más social e integral.
5.2 La IA y las relaciones humanas.
El ser humano por naturaleza es un ser social que busca relaciones que impliquen el intercambio recíproco y la búsqueda de la verdad. Uno de los peligros en este campo es que la IA podría obstaculizar una verdadera vivencia de la realidad y llevar a una insatisfacción en las relaciones interpersonales y a un dañino aislamiento. Además, este documento advierte sobre el peligro de la antropomorfización de la IA, ya que ésta se utiliza para generar todo tipo de resultados inmediatos y eficaces. Ahora bien, si esto es extrapolado al campo de las relaciones humanas provoca que distorsionemos nuestra interacción con los demás, y los veamos sólo de forma utilitarista. Aunque la IA puede simular respuestas empáticas, los sistemas artificiales no pueden reproducir la naturaleza personal y relacional de la empatía genuina.
5.3 IA, economía y trabajo
La IA debe ayudar al juicio humano y no sustituirlo, del mismo modo que nunca debe degradar la creatividad ni reducir a los trabajadores a meros engranajes de una máquina. Se debe respetar la esencia de lo que significa el trabajo para los hombres y el trato digno que merece cada trabajador.
5.4 IA y la sanidad
La profesión sanitaria tiene una dimensión intrínsecamente ética. Las relaciones entre pacientes y profesionales sanitarios son y deben ser auténticamente humanas y dignas. Si la IA quiere sustituir el trato directo con los pacientes se corre el riesgo de agravar la soledad que suele acompañar a la enfermedad. Es por eso, que las decisiones relativas al tratamiento de los pacientes y las responsabilidades hacia ellos deben permanecer siempre en manos de las personas y nunca delegarse a la IA.
5.5 IA y educación
Una verdadera educación debe contribuir a la formación integral de la personal en sus diversas dimensiones: en lo intelectual, cultural, espiritual, etc. Se debe formar a la persona para que sepa vivir en comunidad y en relaciones sanas con los demás. Educar no es llenar la cabeza de ideas, sino formar la mente y el corazón. Por eso, las relaciones entre maestros y alumnos son indispensables. La IA no puede replicar nunca esta interacción. Por consiguiente, un uso extensivo de la IA en la educación podría provocar una creciente dependencia de los estudiantes con respecto a la tecnología y una falta de criterio para discernir los datos que ofrecen los sistemas de IA.
5.6 IA, desinformación, deepfake[12] y abusos
La IA ofrece ventajas para facilitar la comprensión de cuestiones complejas y como guía hacia recursos válidos en la búsqueda de la verdad. Pero existe el riesgo de que la IA genere contenidos manipulados e informaciones falsas que pueden ser difíciles de distinguir entre lo engañoso y lo verdadero. Y también, está el peligro latente que se utilice para un uso intencionado de manipulación de la información. Un ejemplo de esto son las llamadas deepfakes, que son imágenes, videos o audios falsos de una persona que se modifican o generan por un algoritmo de IA. El peligro de esto es cuando se utilizan para atacar o perjudicar a alguien. Estos productos audiovisuales falsificados dañan gravemente las relaciones interpersonales en una sociedad. Las deepfake inducen a poner todo en duda, erosionan la confianza en lo que se ve y se oye, pueden polarizar políticamente y aumentar el descontento social. Por consiguiente, se debe excluir todo lo que alimente el odio y la intolerancia, todo lo que envilezca la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explote a los débiles e indefensos.
5.7 IA, privacidad y control
La privacidad es un punto muy importante en la vida de las personas. Hay algunos tipos de datos que pueden referirse a aspectos públicos de la vida de una persona, pero otros pueden llegar a tocar su intimidad, y tal vez hasta su conciencia. Por lo tanto, la privacidad desempeña un papel fundamental a la hora de proteger los límites de la vida interior de las personas y garantizar su libertad para relacionarse, expresarse y tomar decisiones sin estar indebidamente controladas.
5.8 IA y la protección de la casa común
La IA ayuda a la creación de modelos para la previsión de eventos climáticos extremos, y para diversas cuestiones de agricultura y de la población en general. Sin embargo, todos los datos que utiliza esta tecnología y otras, están almacenados en una nube (cloud). Para conservar esta cantidad inmensa de datos se requiere de un gasto excesivo de energía que a su vez provoca una contaminación al medio ambiente.
5.9 IA y la guerra.
La paz es obra de la justicia y de la caridad, y no puede alcanzarse sólo mediante la fuerza o la mera ausencia de guerra. Las capacidades analíticas de la IA podrían utilizarse para ayudar a las naciones a buscar la paz y garantizar la seguridad; pero el uso bélico de la IA puede ser muy problemático. Por ejemplo, los sistemas de armas autónomas carecen de la capacidad humana de juicio moral y de decisión ética.
5.10 IA y la relación de la humanidad con Dios.
A medida que la sociedad se aleja del vinculo con lo trascendente, con Dios, algunos sienten la tentación de recurrir a la IA en busca de sentido o de plenitud, deseos que sólo pueden encontrar su verdadera satisfacción en la comunión con Dios. Se debe tener cuidado de no caer en una especie de idolatría hacia la IA. Ésta es simplemente una obra humana y no puede el hombre esclavizarse a sus propias obras. Al contario, el hombre está llamado a una verdadera trascendencia desde una auténtica formación del corazón.
6. Reflexión final (nn. 108-117)
El ser humano en esta época de progreso tecnológico debe recordar que cuanto más se acrecienta su poder, más grande es su responsabilidad. Asimismo, el uso de la IA se debe valorar críticamente, y se debe garantizar que su uso sea adecuado para el bien de todos. Se debe tener en cuenta que sólo el hombre puede ser moralmente responsable, y no se puede delegar esta responsabilidad a una máquina. La IA debe sólo utilizarse como una herramienta complementaria de la inteligencia humana y no sustituir su riqueza. El documento nos invita a cultivar la sabiduría del corazón, para saber abordar los profundos interrogantes y desafíos éticos que plantea la IA. Esta sabiduría puede iluminar y guiar un uso de dicha tecnología centrado en el ser humano, para que se promueva el bien común, se avance en la búsqueda de la verdad y se apoye el desarrollo integral. Todo esto para conducir a la humanidad a su fin último: la felicidad personal y la comunión plena con Dios.
6.1 Cuestiones pastorales
En nuestras comunidades parroquiales, como parte de la misión evangelizadora de la Iglesia, los pastores deben, en primer lugar, formar las conciencias de los fieles a través de la Palabra, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, dándole el primer lugar al valor infinito de la persona humana, como imagen de Dios, y, por consiguiente, sería ideal repasar los principios de la Antropología teológica para saber cómo responder a los interrogantes más profundos de esta sociedad que sigue buscando respuestas convincentes. Con la debida preparación en estos temas actuales de la IA, el pastor debe guiar los hermanos en el uso correcto y moderado de las tecnologías de la información. Un principio fundamental será el respeto de la dignidad humana y buscar en todo el desarrollo integral de la persona. Aparte, es necesario convencer a los fieles que la IA es una herramienta de apoyo que debemos utilizar con prudencia y con un buen criterio. Nos puede facilitar la vida o nos puede enajenar y envilecer. De igual manera, es bueno advertir que la IA se utilice con el cuidado necesario para no comprometer nuestra vida privada con el uso indebido de nuestros datos personales. Y, también es importante tener todo el cuidado de utilizar la IA para un fin bueno y honesto, desechando todo lo que pueda ser inmoral y contrario a la dignidad de la persona.
[1] El documento aparece en la página oficial de la Santa Sede: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_ddf_doc_20250128_antiqua-et-nova_sp.html [2] Del clero de Guadalajara, ordenado en 2014, cuenta con una licenciatura en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana. Presta su ministerio en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Portezuelo, municipio de La Barca. [3] Cf. Porcelli, A.M., «La Inteligencia Artificial y la Robótica: sus dilemas sociales, éticos y jurídicos», 56. De igual manera, la UNESCO presenta una definición interesante: los sistemas de IA son tecnologías de procesamiento de la información que integran modelos y algoritmos que producen una capacidad para aprender y realizar tareas cognitivas, dando lugar a resultados como la predicción y la adopción de decisiones en entornos materiales y virtuales [...] están diseñados para funcionar con diferentes grados de autonomía. Por ejemplo, el aprendizaje y el razonamiento automáticos. Cf. Unesco, Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial, 10. [4] «El entendimiento es una potencia del alma y no su misma esencia. Sólo en Dios entender es lo mismo que ser. Por eso, sólo en Dios el entendimiento es su esencia. En las demás criaturas intelectuales, el entendimiento es una potencia del que entiende». Tomás de Aquino, STh I, q.79, a.1. Esto nos hace concluir que sólo el hombre, creado por Dios, tiene la capacidad de entender y de razonar. Una máquina, como la IA, no posee realmente esta capacidad entender. [5] Santo Tomás ve tres modos de ser imagen de Dios. En primer lugar, en la capacidad natural que tiene el hombre para entender y amar a Dios; en segundo lugar, cuando el hombre conoce y ama a Dios en acto o como hábito, aunque imperfectamente; y esto es la imagen por la asimilación de la gracia. Y, en tercer lugar, cuando el hombre conoce y ama a Dios perfectamente; así se alcanza la imagen según la semejanza de la gloria. Cf. Tomás de Aquino, STh I, q.93, a.4 [6] El cristianismo cree que el fundamento de toda la realidad es un Dios Uno y Trino, trascendente, personal, creador y bueno. Por eso, el hombre es considerado persona, distinto de los demás seres del universo, con capacidad de obrar y crear, siempre destinado a ser interlocutor de Dios, sin confundirse con Él. La fe en la Trinidad refuerza este concepto personal del hombre y esa convicción sobre la bondad y sentido de las realidades de su espíritu: verdad, libertad y amor. Cf. Lorda, J.L., Antropología teológica, 172. [7] «Tiene razón el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material». GS 15. Por otra parte, Aristóteles ya reconocía que hay algo en el hombre: el nous, que es divino y no procede del semen, sino que viene de afuera, porque no tiene nada en común con la actividad corpórea. Por eso, al definirlo como animal racional, se debe entender que está describiendo al hombre como ‘aquel que tiene nous’. Cf. Viladrich, P.J., Antropología del amor, 116. [8] Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque descubre al hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo. Aunque la verdad revelada supere nuestro modo de hablar y nuestros conceptos sean imperfectos frente a su insondable grandeza, sin embargo, invita a nuestra razón, don de Dios otorgado para captar la verdad, a entrar en su luz, capacitándola así para comprender en cierta medida lo que ha creído. Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Donum Veritatis, 6. Esto no lo tiene la IA, ni lo tendrá. Una máquina nunca tendrá fe, entendida como don de Dios, virtud teologal dada al hombre de manera gratuita. [9] La responsabilidad moral no puede ser vivida a solas, tanto en la reflexión antropológica como en la visión aportada por la fe, la libertad-responsabilidad de la persona se entiende como vinculada a otras personas y al mismo Dios. La responsabilidad moral es una relación horizontal y vertical. Cf. Flecha, J.R., Moral fundamental, 184. [10] «La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios [...] Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad». Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 16 [11] Ningún ser humano, ni comunidad humana debería sufrir daños o sometimiento, ya sean de carácter físico, económico, social, político, cultural o mental, durante ninguna etapa del ciclo de vida de los sistemas de IA. Los sistemas de IA deberían mejorar la calidad de vida de los seres humanos, [...] para que no se produzca ninguna violación o abuso de los derechos humanos y las libertades fundamentales ni de la dignidad de las personas. Cf. Unesco, Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial, 18. [12] La aparición del término deepfake, como combinación de “deep” (profundo) y “fake” (falso), se define como el uso de técnicas de aprendizaje profundo para fabricar contenidos mediáticos engañosos. Las manipulaciones van más allá de la sustitución facial, pues abarcan todo el físico, incluidas partes específicas del cuerpo asociadas a un individuo concreto. Asimismo, la tecnología deepfake trasciende los medios visuales para permitir manipulaciones de audio, especialmente en contextos de video. Esta tecnología puede alterar auténticamente un diálogo hablado y generar contenidos en los que aparezcan personas pronunciando declaraciones que en realidad nunca hicieron. Cf. Ramos-Zaga, F., «Deepfake: Análisis de sus implicancias tecnológicas y jurídicas en la era de la inteligencia artificial», 365-366. |