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Reseña del libro Vida. Mi historia a través de la historia, del papa Francisco y Fabio Marchese Ragona

Pbro. Joel de Anda García[1]

 

El autor de este texto nos ofrece un panorama

del reciente libro autobiográfico del papa Francisco,

comparte sus impresiones y nos invita a leer el libro.

 

 

En las semanas pasadas, supimos del lanzamiento de un libro referente a la vida del papa Francisco. Saliendo al público el 19 de marzo de 2024, solemnidad de San José, Fabio Marchese Ragona, escritor y periodista italiano, coescribe este texto junto al Santo Padre.

El libro Vida. Mi historia a través de la Historia, está dividido en 14 capítulos (el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el exterminio de los judíos, las bombas atómicas y el final de la guerra, la Guerra Fría y el macartismo, la llegada a la Luna, el golpe de estado de Videla en Argentina, la mano de Dios, la caída del Muro de Berlín, el nacimiento de la Unión Europea, los atentados terroristas del 11 de septiembre, la gran recesión económica, la renuncia del pontificado de Benedicto XVI, la pandemia de COVID-19 y una historia aún por escribir).

En cada capítulo, el periodista hace una exposición del asunto, redactada de modo ameno e interesante, luego el Papa continúa desde su experiencia de vida lo que le tocaría vivir o lo que nos quiere compartir sobre el tema de dicho capítulo; enseguida, el periodista interviene de nuevo, y el Papa prosigue consecutivamente. El estilo es alternado y ameno. Me parece agradable la lectura y la redacción del mismo.

Repasa su infancia en Argentina y la influencia de su abuela paterna, quien fue una figura fundamental en su desarrollo y formación[2]; también de cómo pasaban el día a día en casa de papá y mamá, y en la de los abuelos, mientras en el mundo estaba la Segunda Guerra mundial; de cómo escuchaba la bella música instrumental y/o de ópera con la cual creció amando. Del conflicto bélico mundial del momento, el Papa menciona que en casa se hablaba mucho de ello y cómo le marcaron esas pláticas de adultos que también escuchaba[3] para después fijar su postura y criterio con respecto a lo malo de las guerras. Además, menciona que había conocido el problema de la migración cuando veía a tantos italianos y polacos llegar a Argentina, en ese momento, y cuando lo sabe por sus propios abuelos paternos que llegarían al país sudamericano a finales de los años 20´s del pasado siglo.

El tema del exterminio de los judíos lo recuerda en retrospectiva cuando también se comentaba en casa con papá y mamá, de cómo tuvo contacto con ellos en su infancia y adolescencia, ya que algunos trabajaban en el mismo trabajo de su padre. Era una temática también de impacto, puesto que, en ese capítulo, el Papa recuerda su visita a Auschwitz en 2016[4]. En este capítulo, se profundiza en el antisemitismo, la discriminación y el racismo.

La temática de la Segunda Guerra Mundial concluye en el tercer capítulo donde menciona cómo se supo en casa del final de la misma. Aquí me remito al Papa:

 

Tenemos que aprender a construir en el mundo una cultura de paz, que no sea vista solo desde la óptica del rechazo a la violencia de las armas. Pensemos en cómo destruye la violencia de nuestros chismorreos; pensemos en la violencia psicológica con las personas frágiles e indefensas; pensemos en la violencia del abuso de poder, también en la Iglesia. ¿Queremos realmente la paz? ¡Pues comencemos a trabajar con nosotros mismos! El camino a seguir nos lo indica san Pablo cuando dice que la misericordia, la benevolencia y el perdón son las mejores medicinas que podemos usar para construir una cultura de paz.[5]

 

Ese capítulo nos sirve para reflexionar a propósito de lo inmoral del uso de las armas nucleares y de cómo hay varios conflictos en la actualidad (Ucrania, Siria, Gaza, Yemen, Birmania, Sudán…). En esos años, a los 12 de edad, aproximadamente, el Papa estudió en el internado con los salesianos y es allí donde sintió por primera vez la vocación al sacerdocio[6].

Se hace un repaso de la Guerra Fría y de la crisis económica posterior, de cómo la pena de muerte es inadmisible para la Iglesia y de cómo se debe orar para su abolición en el mundo. También habla el Papa argentino que hubo quien dijo que, como él habla mucho de los pobres, se le acusó de comunista o marxista, y de cómo un cardenal le dijo que una señora estaba convencida de que él era el antipapa[7]. Con respecto al tema de los pobres, nos dice en el libro que ellos son la bandera del Evangelio y que están en el corazón de Jesús[8]. Es en este capítulo donde cuenta como sintió la necesidad de confesarse cuando iba a la Fiesta del Estudiante mientras pasaba por la basílica de San José de Flores; fue una confesión que marcaría su vocación, pues sintió el estupor de haberse encontrado con Dios, aquello que también le movería a ser sacerdote. Luego menciona cómo tuvo que decírselo a sus padres y como pasaron algunos años en el seminario con pruebas y demás; sobre todo, una infección grave de la cual terminarían de extirparle el lóbulo superior del pulmón derecho, porque se habían formado tres quistes. Después de esa cuestión de salud, dejaría el seminario diocesano para irse con la comunidad jesuita (el 11 de marzo de 1958, entraría a la Compañía de Jesús). Fue “maestrillo”, como lo dice él, ya que enseñó Literatura y Psicología.

El de la llegada del hombre a la Luna, 1969, fue el año en el que Jorge Mario Bergoglio fue ordenado sacerdote (13 de diciembre, 32 años de edad, cuatro días antes de su cumpleaños 33). En este capítulo, el Santo Padre hace una reflexión de cómo el ser humano ha hecho grandes descubrimientos y grandes avances en la ciencia, pero no siempre son usados correctamente. Habla del aborto y de cómo la vida es sagrada, un don de Dios[9].

Llega el golpe de estado de Videla y el joven sacerdote Bergoglio vivió unas aventuras interesantes y difíciles por las persecuciones e intromisiones del gobierno al clero argentino en general, y nos comenta situaciones que vivió con algunas amistades (Esther, fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo), y de cómo, siendo arzobispo de Buenos Aires, sería interrogado porque alguien lo acusaba de connivencia con la junta militar[10].

El capítulo de la mano de Dios, referente a Maradona y la polémica del gol a los ingleses, es divertido. Lo considero así porque es ameno y corta un poco la seriedad y el ritmo del libro, pero nos ayuda para saborear luego lo siguiente. Habla de cómo siguió los partidos del Mundial de 1986 mientras él estaba en Alemania estudiando; en cambio, los partidos de fútbol de Qatar 2022 no los siguió, porque él, desde hace 34 años que no ve televisión (lo cuenta en otro capítulo más adelante). Mientras estaba en el aquel país germano, conoció la advocación de María Desatanudos (María Knotenlöserin), que en la actualidad se ha hecho muy conocida entre la feligresía.

Siguiendo la historia del mundo en el siglo pasado, menciona la caída del muro de Berlín, en 1989, que dio mucho de qué hablar en todos lados, la desintegración de la URSS y el ascenso de Mijaíl Gorbachov, las reacciones de las personas alemanas de ambos lados del muro, los encuentros entre familias que vivían divididas, la influencia del papa Juan Pablo II al respecto, etc.[11]

El nacimiento de la Unión Europea. Este noveno capítulo tiene una parte interesante, y no me refiero al análisis que hace de la Unión Europea, sino de su situación crítica personal e interna, pues, en 1990, fue enviado a Córdoba “en destierro” (así lo menciona él) después de haber tenido cargos de alta responsabilidad.

 

En aquellos casi dos años pensé mucho en mi pasado, en mi periodo provincial, en las decisiones que tomé instintivamente y de forma personalista, en los errores que cometí por mi actitud autoritaria, hasta el punto de ser acusado de ultraconservador.[12]

 

Bergoglio casi no salía de la residencia en la que estaba, leyó los documentos de Juan Pablo II y algunas obras de Joseph Ratzinger; comenzó a escribir dos libros (Reflexiones en esperanza y Corrupción y pecado). El 13 de mayo de 1992, le dan la noticia de su nombramiento como obispo auxiliar de Buenos Aires. Al ordenarle obispo, le encomiendan el servicio de vicario episcopal en el barrio de su infancia, Flores, donde se acercaba a los necesitados y los pobres, y en 1997, el nuncio apostólico le hace el anuncio (excusen el juego de palabras) para dirigir la arquidiócesis de Buenos Aires. Fue un reto para él, y un regalo, ya que podía llevar el Evangelio a los poderosos como a los últimos[13].

El capítulo décimo trata del atentado a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001, donde el Papa analiza el asunto de la guerra de Occidente-Oriente como si fuera una Tercera Guerra Mundial, y dice que es una blasfemia utilizar el nombre de Dios para justificar masacres, asesinatos, atentados terroristas, persecuciones y demás[14]. También hace mención de la hermandad entre católicos y musulmanes (y de la firma del documento sobre la fraternidad humana, en 2019).

Luego está el capítulo de la gran recesión económica, consecuencia del atentado al World Trade Center. El Papa Francisco nos regala una reflexión sobre el modelo económico actual para hacer hincapié en los desahuciados y combatir la desigualdad, y de cómo superar la indiferencia hacia esas personas[15]. Pide que se ponga el mercado al servicio del desarrollo humano integral para luchar contra las desigualdades y la explotación (civilizarlo con una ética amiga del hombre). Cuenta, también, algunas experiencias que tuvo en el Santuario de Luján, con la advocación mariana de la Virgen María que es patrona de Argentina, ya que, en esas épocas de crisis económica en el mundo y, obvio, en su nación, muchos se refugiaron en la piedad popular mariana. Algo repasa de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe que se realizó en Aparecida, Brasil, en 2007.

El duodécimo capítulo es crucial en su caminar personal. Este capítulo trata de la renuncia del Papa Benedicto XVI. “Me quedé paralizado unos segundos. Casi no podía creerme lo que me interlocutor me estaba diciendo por teléfono”[16]. Gerry O´Connell, un periodista amigo, le anunció de la renuncia del Papa en turno, y el cardenal de Buenos Aires voló al Vaticano tan pronto como fue convocado. El Papa nos transcribe el breve discurso que dijo en la Capilla Sixtina antes de su elección y que, tal vez, haya influido en los cardenales para que saliera electo. Vale la pena leerlo con detenimiento, son unos cuantos párrafos. “¡Aquel discurso fue mi condena! Fueron menos de tres minutos que cambiaron mi vida”[17]. El cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio es elegido como el ducentésimo sexagésimo sexto papa de la historia, Su Santidad Francisco. Recuerda en este capítulo a su familia, su caminar en el sacerdocio y episcopado, su relación con el Papa emérito, Benedicto XVI, su itinerario al día siguiente (la visita a la basílica de Santa María la Mayor, pagar la cuenta en la residencia de Via della Scrofa). Habla de que tiene aún proyectos y cosas por hacer, los viajes que ha hecho y que quiere hacer, las relaciones con los jefes de estado (y la invitación que le hizo Javier Milei, presidente actual de Argentina) y con los líderes de otras confesiones católicas o cristiana o de otras religiones, analiza los avances de la Iglesia, etc.

En el penúltimo capítulo se habla de la pandemia de COVID-19 y de la preocupación del Papa en esos meses. De cómo oró mucho por las víctimas del virus, por el personal sanitario y por los gobernantes; dio las gracias a los sacerdotes por su fervor apostólico y por su creatividad. “¡Cuánto me habría gustado visitar los hospitales para dar consuelo a aquellos enfermos que estaban solos! ¡Cuánto me habría gustado visitar las residencias y haber escuchado las historias de los ancianos que estaban viviendo aislados durante meses!”[18]. Analiza profundamente cómo estaba prevaleciendo en la humanidad un estilo de vida que destruye sin piedad, un antropocentrismo supremo que hace del hombre un dominador absoluto. Nos comenta con agrado cómo ve a los jóvenes comprometidos con la protección del medio ambiente y demás propuestas. Y nos invita a rezar más y de cómo la oración obra milagros, porque Cristo es la redención de la humanidad. “El momento más significativo fue cuando sostuve en mis manos el Santísimo Sacramento para la bendición Urbi et Orbi[19]. Me parece interesante cómo el Papa habla de las vacunas contra el virus y de las posturas que se formaban.

Cierra la obra el capítulo XIV, un capítulo conclusivo y de análisis retrospectivo. “Si hubiera hecho caso a todo lo que han dicho o escrito sobre mí, ¡no me habría quedado tiempo para hacer nada y habría necesitado la consulta de un psicólogo una vez por semana!”[20]. Es un capítulo interesante desde este punto de vista, pues se conoce más el pensamiento de Jorge Mario Bergoglio, Francisco, pues él nos dice que sigue persiguiendo un sueño, el que la Iglesia sea moderada, humilde y servicial, con los atributos de Dios; una Iglesia madre que abrace y acoja a todo el mundo (aquí hace puntualizaciones al respecto del documento Fiducia supplicans y de lo que el sínodo actual 2023-2024, está tratando y las polémicas al respecto). Y nos regala una promesa, una profesión de fe, que se hizo a sí mismo siendo joven, días antes de su ordenación sacerdotal. Nos dirige unas palabras sobre el conflicto Ucrania-Rusia y el de Oriente Medio, el tema de los abusos a menores de parte de clérigos.

Quiero cerrar este artículo invitando a los lectores (sacerdotes y personas en general) a leer el libro y a hacerse su propia opinión. Nada sustituye el estudio y la lectura personal. Dios les bendiga.



[1] Presbítero del clero de Guadalajara, ordenado en 2012, y que presta actualmente su servicio en la parroquia de la Santa Cruz.

[2] Cf. Papa Francisco – Marchese RAgona, F, Vida. Mi historia a través de la historia, Harper Collins, España, P. 17. En adelante Vida.

[3] Cf. Vida, 21-22.

[4] Cf. Vida, 34-35.

[5] Vida, 51.

[6] Cf. Vida, 59.

[7] Cf. Vida, 68.

[8] Íd.

[9] Cf. Vida, 91.

[10] Cf. Vida, 111.

[11] Cf. Vida, 131-146.

[12] Cf. Vida, 155.

[13] Cf. Vida, 165.

[14] Cf. Vida, 174.

[15] Cf. Vida, 189.

[16] Cf. Vida, 207.

[17] Cf. Vida, 216.

[18] Cf. Vida, 234.

[19] Cf. Vida, 242.

[20] Cf. Vida, 252.



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