Documentos Diocesanos

Boletín Eclesiástico

2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
2022
2023
2024

Volver Atrás

La enseñanza del náhuatl en el occidente novohispano:

de fray Pedro Serrano al bachiller Gerónimo Cortés y Zedeño

Álvaro J. Torres Nila[1]

 

La lengua franca en los pueblos de indios del obispado de Guadalajara

fue el náhuatl o lengua mexicana, y principalmente por ese motivo

su atención pastoral la tuvieron los franciscanos.

Al secularizarse las últimas parroquias de indios de esta Iglesia,

a fines del siglo xviii, se impuso la necesidad de abrir una cátedra de náhuatl

en el Seminario Conciliar de Guadalajara, que se sostuvo hasta 1907.

De ello se habla en la colaboración que sigue.[2]

 

Presentación

 

El objetivo de este trabajo es presentar de manera general la historia del náhuatl y su devenir en el occidente novohispano. En primer lugar, ofrezco un contexto histórico, donde se describe la diversidad lingüística de la región con la que se encontraron los hispanos en el siglo xvi. En segundo lugar, destaco la propuesta por parte de los religiosos franciscanos de evangelizar a las comunidades autóctonas a través de la extensión que tuvo esta lengua, que junto con la existencia de escribanos indígenas dio pie a la creación de documentación escrita en lengua náhuatl proveniente de los diferentes rincones de la diócesis de Guadalajara, así como la necesidad que desde el siglo xvi se impartiera una cátedra para enseñarla y en tal medida la producción de dos artes[3] o gramáticas para su enseñanza.

Por último, presento lo que pudieron enseñar los profesores de dicha cátedra, es decir, las diferencias entre las variantes dialectales con las que se enfrentarían los futuros clérigos de la diócesis al momento de la prédica con los pueblos de la región. Por tanto, ofrezco una reflexión de la gran empresa que era estudiar el náhuatl de la periferia occidental (N-PO)[4] durante la época colonial dentro de las instalaciones del Seminario Conciliar de Señor San José[5].

 

1.    La diversidad lingüística de occidente, siglo xvi

 

Hacia el siglo xvi, el occidente de México era una región habitada por gran número de grupos indígenas que además de tener costumbres, formas de gobierno y organización social propias, también hablaban lenguas distintas. Esto lo sabemos gracias a fuentes coloniales tempranas, las cuales, desde el mismo siglo xvi, una vez que se logró el control militar y administrativo de la población, comentaron sobre la diversidad lingüística que las comunidades manifestaban. Algunas fuentes, como la “Visitación”,[6] las Relaciones Geográficas del siglo xvi: Nueva Galicia,[7] el Tratado curioso y docto de las cosas de la Nueva España,[8] dan cuenta al menos de nombres de las lenguas de dicha diversidad. Sin embargo no existen registros de vocabularios o gramáticas de las cuales podamos conocer las lenguas habladas durante el primer contacto con los españoles.

Trabajos de Ignacio Dávila Garibi[9] y Leopoldo Valiñas[10] en el siglo xx y los de Rosa Yáñez para estas últimas décadas[11] han ayudado a la identificación geográfica de las posibles lenguas, como tecozquín, tecueje, cazcán, coca, y el náhuatl, que quedó registrado que también se hablaba en la región.

A través de los autores coloniales y contemporáneos mencionados observamos que al momento de la llegada de los europeos a esta región existía una fragmentación lingüística, pero que su reducción fue considerable durante los siguientes 130 años. De manera que para mediados del siglo xvii ya no se reporta ninguna diversidad en la región,[12] y por el contrario, el náhuatl va siendo cada vez más frecuente en las poblaciones, según la documentación escrita en esta lengua. Todo esto se logró por la política lingüística a favor del náhuatl, lengua que ya conocían los clérigos provenientes de la ciudad de México, familiarizados con esa lengua gracias a las artes y las distintas obras de evangelización existentes. Por tanto, en el obispado de Guadalajara, fundado en 1548 en Compostela y trasladado en 1560 a Guadalajara, hubo ciertas poblaciones indígenas que “parecieran haberse nahuatlizado”, otras que perdieron la lengua y adoptaron el castellano y otras que mantuvieron resistencia por un largo periodo.[13]

 

2.    La cátedra de la Lengua Mexicana.

 

En 1546, el primer obispo de Guadalajara, Pedro Gómez de Maraver, propone el castellano como lengua para la evangelización,[14] pero los franciscanos decidieron hacerla en náhuatl, con el argumento que los indígenas mostraban una mejor disposición a aprender el náhuatl que a apostar por el castellano. Sin embargo, en 1575 la Real Audiencia de Guadalajara puntualizó que los clérigos y frailes no dominaban la variante del náhuatl regional. El obispo fray Domingo de Alzola, op, en 1582 encontraba “grandísimo idiotismo” entre los clérigos de la zona occidente y que sus conocimientos de mexicano[15] no eran suficientes para la conversión de los indígenas[16]. Para 1582 se emitió una cédula de Felipe ii que ordenaba la creación de la cátedra de lengua mexicana, a fin de que los clérigos la aprendieran y pudieran usarla en su trabajo de evangelización. El agustino fray Pedro Serrano la ocupó en 1583 en Guadalajara, sin embargo, un año más tarde renunció a ella porque  

 

concurrían poco clérigos por atender sus curatos, siendo de poca utilidad práctica “porque se dice que leyéndose la lengua por arte y policía que la tienen los naturales de esta tierra, no es acomodada para su lenguaje ni la entienden bien por ser extraña y diferente de su modo llano de hablar; fuera de cada partido, sin distar uno de otro muchas lenguas, y aun a las veces en unos mismo pueblos, se hablan diferentes lenguas”. Fray Pedro Serrano continua diciendo que el que quiera aprender la lengua “requiere más uso, trato y comunicación con ellos y tiempo, que no reglas ni arte de hablar”.[17]

 

Para el siglo xvii, la documentación escrita por las comunidades indígenas enviada al obispado de Guadalajara es variada; encontramos testamentos, denuncias, cartas, peticiones, inventarios de cofradías, cartas de compraventa y elecciones de autoridades. El náhuatl es claramente una lingua franca.[18] El Cabildo Sede Vacante en 1643 la nombraba “la mejor lengua que hay en este Obispado”,[19] incluso en sitios donde la empresa evangelizadora tuvo difícil acceso debido a los diversos grupos indígenas que mantuvieron una resistencia tangible durante toda la época colonial, como fue el caso de los coras de la sierra del Nayar. En 1649, su líder Francisco Nayari escribe una carta en náhuatl dirigida al obispo Juan Ruiz Colmenero, en la que explica las diferencias con otros grupos de la sierra, enfatizando quiénes son sus “hijos”, que él y los suyos son cristianos, y sobre todo que fue bautizado por el capitán Miguel Caldera, antiguo negociador de paz de la Guerra Chichimeca. Lo importante de la carta de Nayari para nuestro caso es que él, nombrándose cora[20], escribe en náhuatl como segunda lengua, incluso se puede notar parte de la estructura gramatical del cora en su escrito cuando se dirige al obispo.[21] Así, hay otros ejemplos de poblaciones alrededor del Obispado de Guadalajara, sea el náhuatl primera o segunda lengua durante el siglo xvii.

El obispo Ruiz Colmenero veía la necesidad de que sus sacerdotes fueran diestros para predicar en náhuatl, y les ordena “que digan los indios juntos la doctrina en la lengua materna o mexicana, porque en ninguna manera habéis de pasarles que sólo la digan en latín”.[22] Posteriormente la Real Audiencia de Guadalajara restablece la cátedra de lengua mexicana en 1672; así, para 1674 asignaron al clérigo Francisco de Rivera para que se quedara con el empleo.[23] Durante su gobierno, el obispo Santiago de León Garabito ordena en 1678 “que todos los clérigos de menores órdenes, so pena de no ser ascendidos en la jerarquía eclesiástica, tenían el deber de concurrir diariamente de nueve a once de la mañana al templo de la Soledad a cursar dicha cátedra, así como también la de Moral que de cuatro a cinco de la tarde se impartía en el Colegio de la Compañía de Jesús”.[24]

Se tiene noticia que la cátedra se suspende en 1682, como lo informa la Audiencia al aclarar “que hacía tres años que Rivera no leía su cátedra, y que no obstante, percibía el sueldo”. En 1684 obtuvo el nombramiento de catedrático el bachiller Garci Martín López, sin embargo fue nombrado cura de Tequila en 1697 y posiblemente dejó la cátedra.[25] Se sabe que la cátedra de lengua mexicana se impartió en Guadalajara con los “Títulos de catedrático de la lengua mexicana” que datan a partir de 1682;[26] en los títulos se reproducían tres cédulas, e inmediatamente después

 

viene el nombramiento de catedrático tal cual. En éste, se indica quién ocupaba la cátedra con anterioridad, dónde se pusieron edictos para dar a conocer la vacante, quiénes concursaron, el procedimiento del concurso, si bien de manera muy general, quién resultó beneficiado. Respecto a cómo el ganador impartiría cátedra tal cual, la información es escueta: se trataba de leer y enseñar la lengua “ordinariamente una hora cada día de los que no fuesen de fiesta o feriados [...] de 10:00 a 11:00 de la mañana en el Colegio Real de el Señor San Joseph”. [27]

 

La toma de posesión como catedrático consistía en “leer y explicar” a los colegiales el “arte de la lengua mexicana”. En caso de no haber estudiantes, el catedrático estaba obligado a permanecer durante la hora señalada.[28]

También existen los nombramientos de sacerdotes que de 1671 a 1755 debían elegir a los integrantes de la terna, que debían ser aprobados en el dominio del náhuatl. Otros documentos localizados por Rosa Yáñez son tres certificaciones en lengua mexicana para clérigos en 1694[29] que demuestran la necesidad de aprender el idioma.

El náhuatl, para finales del siglo xvii, seguía siendo una lingua franca para comunicarse en todo el obispado de Guadalajara; lo usaban grupos de hablantes como primera y segunda lengua. Desde luego también quienes aspiraban al sacerdocio, que además de aprobar sus conocimientos teológicos, debían presentar examen del manejo de la lengua indígena, tanto los seculares como los regulares.[30] Los franciscanos siguieron con su política lingüística de evangelizar en esa lengua; asimismo, aunque de manera más obligada, los clérigos seculares estuvieron constantemente presionados para aprender el náhuatl, en especial los llegados de Europa.

Es seguro que este contexto dio pie a la publicación en 1692 del Arte de la lengua mexicana según la acostumbran hablar los indios en todo el Obispado de Guadalaxara, parte del de Guadiana y del de Michoacan de fray Juan Guerra, “natural de Carmona en el arzobispado de Sevilla”. Este hermano seráfico “inició su vida en los conventos de la región en Aguacatlán, en 1671, y en años posteriores, estuvo en Magdalena y Tala, como guardián. De manera que cuando publica su Arte, ya cuenta con por lo menos veinte años de estar expuesto y probablemente hablando la lengua, al igual que con la experiencia de difundir el Evangelio entre la población indígena”.[31]  

Esa gramática fue vital para reconocer, casi doscientos años después de la conquista de México, la existencia particular del n-po. Guerra logró para el occidente lo que los primeros franciscanos realizaron en el valle de México durante el siglo xvi: redactar un arte para la evangelización de una zona determinada. Es por ello que los estudiosos lo consideran un eslabón que conecta los intentos de conocer el n-po en los primeros años de los españoles en el territorio novogalaico, y el bagaje fructífero de documentación en esta lengua existente en el siglo xvii, con las postrimerías de la colonia, cuando se reconoce un náhuatl “según la acostumbran hablar los indios en todo el Obispado de Guadalaxara”. Rosa Yáñez señala que “la obra de Guerra se muestra más como un eslabón entre la tradición de descripción del náhuatl, la iniciada sobre una variante del centro de México por otro franciscano, Andrés de Olmos, y la tradición, si podemos llamarle así, de descripción del náhuatl de la periferia occidental. Su obra representa los primeros pasos, un poco cortos, encaminados hacia el occidente de Mesoamérica”.[32] Guerra indica que ya existen Artes para aprender lengua mexicana, sin embargo,

 

no sirven para estas partes, porque la lengua mexicana que acostumbran hablar los naturales de ellas es muy diferente que a la mera mexicana, porque ya le añaden sílabas a los vocablos, ya se las quitan, y muchas veces son en el todo diferentes. Por cuya causa, obligado de la obediencia, determiné el destinarme a escribir este Arte conforme la hablan los indios en estas partes…[33]

 

            La obra de Guerra al parecer fue muy demandada en la época en que salió, porque se tienen registradas dos copias manuscritas en el siglo xviii, la primera por el copista Francisco de Loreto, fechada en febrero de 1758,[34] y la segunda por el copista Nicolás de Beltrán de San Juan, fechada en enero de 1759.[35] En el siglo xix Manuel Orozco y Berra comenta que no la conoció, al igual que Francisco Pimentel.

La cátedra de náhuatl se impartió en el occidente novohispano durante gran parte del siglo xviii, a pesar de las diversas circunstancias legislativas que pudieron haberla afectado, como la secularización de parroquias que decretó la Corona para 1749,[36] que se aplicó en el obispado en 1753.[37] Esta medida afectó en lo particular los ya mencionados “nombramientos de padres para obtener doctrinas y beneficios”, donde encontramos que a partir de 1752 hay una tendencia por sustituir a regulares por seculares y a su vez éstos “no presentan el requisito de haber sido examinados y aprobados en lengua mexicana”. De forma implícita se mostró la clara intención de castellanización de las parroquias del obispado.[38]

Por otra parte, el obispo Francisco Martínez de Tejeda en 1755 manda una carta a España donde alude al decreto de secularización diciendo “que a los indios se les instruya y enseñe la doctrina cristiana en el idioma castellano… en cumplimiento de mi obligación quedo formando edicto con inclusión del real orden… para que tengan de él noticia todos los Curas y le pongan en ejecución con toda la eficacia como yo la ejecutaré en todo lo que manda Vuestra Majestad…”[39] Sin embargo, en su relación ad limina de 1757, el obispo Tejeda comenta que en el Seminario Conciliar “hay profesor de lengua mexicana por cuenta del Real erario para la instrucción de los ministros destinados a parroquias de indios”.[40]

Los anuncios de la castellanización para los pueblos indígenas fueron notables para mediados de este siglo y reforzada en 1770 con el decreto de Carlos iii para “que se extingan” las lenguas indígenas de sus territorios de ultramar.[41] Sin embargo, cinco años antes, en 1765 aparece publicada el Arte, vocabulario y confesionario en el idioma mexicano como se usa en el Obispado de Guadalajara del bachiller Gerónimo Tomás de Aquino Cortés y Zedeño, quien fuera “un niño indio cacique” del pueblo de San Antonio de Padua de Tlajomulco, población al sur de Guadalajara. De manera que puedo atreverme a decir que Cortés y Zedeño tuvo como lengua materna el náhuatl, que la mantuvo y decidió publicar su obra en la imprenta de la ciudad de Puebla de los Ángeles, en el Colegio Real de San Ignacio, a pesar de la evidente política castellanizadora. Es notorio que el bachiller está a favor de la evangelización en lengua indígena, pues menciona que “por medio de esta obrita, pongo toda mi atención, en ayudarlos a ellos [los indígenas], ayudando inmediatamente a los Ministros, que se dedican a su instrucción”.[42] Incluso se tienen noticias del bachiller como traductor de testamentos de Tlajomulco en 1768. Su obra se convirtió en el último arte en publicarse durante la época colonial y es un claro ejemplo de quienes se quisieron comprometer a la evangelización en los diferentes pueblos y que debían aprender por lo menos el náhuatl[43].

Por otra parte, hay noticia que para 1750 los franciscanos de la Provincia de Santiago de Xalisco tenían “morada de cincuenta religiosos… en la enseñanza de la filosofía, teología escolástica y canónica y del idioma mexicano, que es el natural de los indios de éste y demás curatos que tiene a su cargo esta provincia. Para cuyo efecto mantiene siempre cinco lectores en el actual ejercicio y dos maestros de estudiantes”.[44]

 

3.    Un par de rasgos del náhuatl de la periferia occidental (n-po)

 

El náhuatl de la periferia occidental se puede encontrar en la documentación escrita que llega desde diferentes puntos de la Nueva Galicia y se comprueba con la comparación que se hace con las artes de 1692 y 1765, que particularmente son las únicas que advierten en sus respectivos títulos la forma en que el náhuatl se habla en la región,[45] las cuales usaron muy probablemente los sacerdotes que aprendían el náhuatl en la cátedra que se cursó en el Seminario Conciliar; pero hipotéticamente: ¿qué se enseñaba en esta cátedra? Quizás a comprender, aunque fuera un poco, las diferencias entre la variante occidental respecto de la central del valle de México.

Sin pretender convertir este trabajo en un análisis lingüístico, sólo mostraré dos rasgos morfológicos que considero notables[46] de los documentos del obispado de Guadalajara: el primero es el sufijo verbal que hace plural al sujeto –lo, y el segundo es el sufijo del pretérito imperfecto reduplicado –yaya, ambos rasgos registrados tanto por fray Juan Guerra (1692) como por Gerónimo Cortés y Zedeño (1765), quienes observaron estas diferencias con el náhuatl central.

 

A) Sufijo plural –lo. En las artes del náhuatl central no se señala este morfema, como por ejemplo, la obra de fray Andrés de Olmos de 1547, mientras que las de Guerra y Cortés y Zedeño sí lo hacen:

(1547) Central

Sing. Nitlapia, yo guardo, titlapia, tlapia.

Plur. Titlapiah, antlapiah, tlapiah.[47]

Como se puede observar, en el náhuatl central usan la oclusiva glotal representada con una h para pluralizar los verbos, en tanto Guerra y Cortés y Zedeño utilizan el sufijo –lo:

(1692) Occidental

Singular. Nitlazoltla. Yo amo. Titlazoltla. Tu amas. Quitlazoltla. Aquel ama.

Plural. Titlazoltlalo. Nosotros amamos. Anquitlazoltlalo. Vosotros amais. Quitlazltlalo. Aquellos aman.[48]

(1765) Occidental

Singular. Yo amo, Nitazocta. Tu amas, Titazocta. Aquel ama, Tazocta.

Plural. Nosotros amamos, Titazoctalo. Vosotros amais, Antazoctalo. Aquellos aman, Tazoctalo.[49]

Ejemplos:

1.- a) Juchipila[50] 1652[51]

…ticpialo ce arroba…

…ti-c-pia-h     ce        arroba…

2sg.suj-obj-tener/guardar-pl       una      arroba…

…tenemos posesión de una arroba…[52]

b) Ayahualuco[53] 1649

…amo ticnequilo quipoloz bacas…

…ahmo           ti-c-nequi-h     qui-polo-z        vacas…

…no    2sg.suj-obj-querer-pl          obj-perder-fut           vacas…

…no queremos que se pierdan las vacas…

B) El sufijo de pretérito imperfecto reduplicado –yaya. El arte de Olmos señala el morfema con el sufijo –ya, mientras que Guerra y Cortés y Zedeño lo usan reduplicado[54].

(1547) Central

Pretérito imperfecto.

Sing. Nitlapiaya, yo guardaua, titlapiaya, tlapiaya.

Plur. Titlapiayah, antlapiayah, tlapiayah.[55]

Olmos sigue respetando la oclusiva glotal para los verbos en plural pero también agrega el morfema del pretérito imperfecto -ya, en cambio Guerra y Cortés y Zedeño mantienen –lo para sus plurales y agregan la reduplicación –yaya, como veremos a continuación:

(1692) Occidental

Pretérito imperfecto.

Sing.   Nitlazoltlaiaia. Yo amaba. Titlazoltlaiaia. Tu amabas. Quitlazoltlaiaia. Aquel amaba.

Plur.    Titlazoltlaloaia. Nosotros amábamos. Anquitlazoltlaloaia. Uosotros amabais. Quitlazoltlaloaia. Aquellos amaban.[56]

(1765) Occidental

Pretérito imperfecto.

Sing. Yo amaba, Nitazocta iaia. Tu amabas, Titazocta iaia. Aquel amaba, Tazocta iaia.

Plur.    Noſotros amabamos, Titazoctalo iaia. Voſotros amabais, Antazoctalo iaia. Aquellos amaban. Tazoctalo iaia.[57]

Ejemplos:

1.- a) San Juan Ocotic[58] 1649

…oniguilhuiyaya alhuasil mayayor…

…o-ni-qu-ilhui-ya       alguacil mayor…

perf-1sg.suj-obj-decir-ipfv         alguacil mayor…

…le decía al alguacil mayor…

b) Cajititlán[59] 1644

…yquac ocmopiayaya carneros…

…ihcuac         o-mo-pia-ya    carneros…

…cuando        perf-refl-tener/guardar-ipfv           carneros…

…cuando se guardaban los carneros…

 

A manera de conclusión

 

Es claro ver cómo las políticas lingüísticas novohispanas fueron cambiando a lo largo del siglo xviii en los dominios españoles de ultramar, lo que afectó de manera directa la enseñanza del náhuatl en el occidente. La variante que presentaron tanto fray Juan Guerra como Gerónimo Cortés y Zedeño es claramente de la periferia occidental; se puede apreciar desde el nombre de sus obras, que marcan una “advertencia”, así como en su contenido. Como ya se mencionó, el arte de 1692 pareciera que fue muy demandada, más aún con los copistas que se dedicaron a hacer réplicas de la obra; por lo tanto, no es sorpresa que Cortés y Zedeño se atreviera a sacar una publicación más sobre el náhuatl de la región. De hecho, la cátedra de lengua mexicana siguió vigente en el Seminario Conciliar hasta 1791, fecha en que se expide la cédula de fundación de la Real Universidad de Guadalajara, la cual pretendía que dicha cátedra se trasladara del Seminario a la nueva institución. Sin embargo esto nunca ocurrió porque no fue incluida en “la lista inicial de cátedras y catedráticos”.[60]

La idea de castellanizar a todos los pueblos permeó hasta el México independiente. En Guadalajara hubo un lapso considerable en que la cátedra de lengua mexicana se cerró: desde la apertura de su Universidad hasta que el padre Agustín de la Rosa la retoma en el Seminario de Guadalajara a partir del año escolar de 1869-70; duraría sin interrupción hasta el ciclo de 1894-95 para luego retomarse en 1899-1900, y nunca más volverse a impartir en el Seminario de Guadalajara cuando el catedrático muere en 1907.[61] La cátedra de mexicano no regresó a la institución donde se impartía en la época virreinal debido a que el recinto fue incautado en 1867 para convertirlo en el Liceo de Varones. Las políticas lingüísticas dieciochescas fueron encaminadas a “extinguir” las lenguas indígenas para que los súbditos de ultramar optaran por el castellano, pero no lograron su cometido, pues todavía en los albores del México independiente gran parte de las comunidades indígenas mantuvieron sus lenguas; sin embargo, las políticas decimonónicas fueron más punitivas y con el paso del siglo la pérdida de esas lenguas fue más notable por su muy particular corte liberal, pues afectaron su enseñanza y a quienes pretendieron conservarlas. De esta manera, la tradición de la enseñanza del náhuatl en Guadalajara tiene una raíz colonial que se vio apagarse definitivamente en el Seminario Conciliaren en los albores del siglo xx, a causa de la constante castellanización de estas tierras.

 

Abreviaturas

1          Primera persona

2          Segunda persona

fut       Futuro

ipfv      Imperfecto

obj       Objeto

pl         Plural

perf     Perfecto

refl     Reflexivo

sg        Singular

suj       Sujeto

 



[1] Licenciado en Historia por la Universidad de Guadalajara, asistente de investigación del Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos, se ha especializado en la búsqueda, paleografía y traducción de documentos históricos en náhuatl de la época novohispana en Jalisco y la región occidente, al lado de la doctora Rosa H. Yáñez Rosales. Es coautor de la obra El náhuatl del Obispado de Guadalajara a través de las obras de los autores fray Juan Guerra (1692) y el bachiller Gerónimo Cortés y Zedeño (1765) y coautor de ¿Náhuatl y coca en contacto? Documentos coloniales del sur del Obispado de Guadalajara. Tiene en prensa “Agustín de la Rosa: La enseñanza del náhuatl en el Seminario de Guadalajara durante la segunda mitad del siglo xix” y “El náhuatl del obispado de Guadalajara: un panorama de la lengua en época colonial”. Es miembro del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara. Este Boletín le agradece su disposición inmediata para dar a conocer por este medio tan relevante noticia.

[2] Un primer borrador de este ensayo se presentó, bajo el título de El náhuatl del Obispado de Guadalajara: un panorama de la lengua en época colonial”, como ponencia el 2 de agosto de 2018 en el Museo Regional de Guadalajara. Sin embargo, el texto se repensó y profundizó a partir del curso “Historia de la ciencia, la educación y la cultura en el occidente de México” de la Maestría en Historia de México de la Universidad de Guadalajara durante el semestre 2020B, impartido por el doctor Federico de la Torre, quien amablemente retroalimentó el tema. También quiero agradecer los comentarios de la doctora Rosa H. Yáñez Rosales que dieron directrices más claras acerca de la historia del náhuatl en el occidente de México.

[3] Nombre que se le daba a las gramáticas de lengua que se hicieron en la época virreinal.

[4] Uno de los trabajos recientes que abordan las características del n-po ha sido el de Rosa H. Yáñez Rosales. Ypan altepet monotza san Antonio de Padua Tlaxomulco: En el pueblo que se llama San Antonio de Padua, Tlajomulco. Textos en lengua náhuatl, siglos xvii y xviii. Guadalajara: Instituto de Cultura, Recreación y Deporte de Tlajomulco/ Prometeo Editores, 2013. También está la investigación de Ricardo Medina García Nahuatl-Language Petitions and Letters from Western New Spain, 1580-1694 (Los Ángeles: University of California. Tesis doctoral para obtener el título de doctor de filosofía en historia, 2016).

[5] Actualmente el Museo Regional de Guadalajara.

[6] “Visitación que se hizo en la conquista donde fue por capitán Francisco Cortés”, en Nuño de de Guzmán contra Hernán Cortés, sobre los descubrimientos y conquistas de Jalisco y Tepic, 1531, Boletín del Archivo General de la Nación, tomo xviii, núm. 4, octubre-diciembre, 1937.

[7] René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi. Nueva Galicia. México: unam, 1988.

[8] Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las cosas de la Nueva España. México: unam, 1976.

[9] J. Ignacio Dávila Garibi, “Recopilación de datos acerca del idioma coca y de su posible influencia en el lenguaje folclórico de Jalisco”, en Investigaciones Lingüísticas, t. iii, 1935 pp. 248-302.

[10] Leopoldo Valiñas Coalla, El náhuatl de la periferia occidental y la costa del Pacífico. Tesis de licenciatura. México: enah, 1981; “Transiciones lingüísticas mayores en Occidente”, en Ricardo Ávila Palafox (coord.). Transiciones mayores en el Occidente de México. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1994, pp. 165-199, 185-187.

[11] Rosa H. Yáñez Rosales, Guerra espiritual y resistencia indígena. El discurso de evangelización en el Obispado de Guadalajara, 1541-1765. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2002; “La evangelización en náhuatl en la época colonial: documentos de la Audiencia de Guadalajara”, en Tlalocan. Revista de fuentes para el conocimiento de las culturas indígenas de México. México: unam, 2008, pp. 145-162.

[12]Según Dávila Garibi, el Obispo Juan Ruiz Colmenero, en su visita pastoral en los años de 1648-1649, manifestaba que “su principal preocupación fue, a lo que parece, el problema lingüístico, pues tanto en los legajos a que me refiero como en su correspondencia con los párrocos se ocupa reiteradamente de los idiomas nativos”; en Apuntes para la Historia de la Iglesia en Guadalajara. México: Editorial Cultura, t. ii, p. 413. Sin embargo, el legajo de tal visita se encuentra perdido.

[13] Yáñez Rosales, op. cit., 2002, p. 35.

[14] Ibíd., p. 65.

[15] En la época colonial al náhuatl se le llamaba “mexicano”.

[16] No se sabe con exactitud qué tan diestros en una lengua indígena eran los clérigos en época, aunque debieron existir casos donde lograron un buen dominio oral para sus actividades religiosas como confesar o predicar, incluso mantener una conversación. Pero las quejas de los obispos al indicar la ignorancia por parte de sus clérigos revelan que eran escasos quienes lograban una “competencia comunicativa”, situación que posteriormente se utilizó para la secularización de las parroquias y con ello su clara intención de castellanizar a los pueblos. En tanto, “se sabe que el obispo [Francisco] Gómez de Mendiola, quien fue oidor de la Audiencia de Guadalajara en la segunda mitad del siglo xvi, hablaba náhuatl, y Alonso de la Mota y Escobar, quien fue obispo a principios del xvii, hablaba náhuatl y otomí. Hasta antes de la divulgación del texto “Desfaciendo beneficios vacos”, de Santiago de Vera, relación de beneficios curados del Obispado de Guadalajara de 1601,  que ha dado a conocer José Manuel Gutiérrez Alvizo, y divulgada recientemente por este Boletín (septiembre del 2020, pp. 636ss), no se tenían datos relacionados con los miembros del clero secular que tuvieran conocimiento de las lenguas indígenas (eso delibera Yáñez Rosales en op. cit., 2002, p. 69).

[17] Yáñez Rosales, ibíd., p. 68.

[18] Karen Dakin explica el concepto del náhuatl como lingua franca en Guatemala al analizar documentos de la región en “El náhuatl de las memorias: Los rasgos de una lingua franca indígena” en Nuestro pesar, nuestra aflicción, tunetuliniliz, tucucuca. Memorias en lengua náhuatl enviadas a Felipe ii por indígenas del valle de Guatemala hacía 1572. Introducción: Cristopher Lutz. Paleografía y traducción: Karen Dakin. México: unam- Centro de Investigaciones regionales de Mesoamérica, 1996, pp. 167-189. Rosa Yáñez comenta que los conquistadores que estaban en occidente y partieron hacia lo que actualmente es Culiacán “no tuvieron demasiado problema en comunicarse por medio de sus intérpretes nahuatlatos… Con seguridad, se hacía uso del náhuatl como lingua franca” en Rostro, palabra y memoria indígenas. El Occidente de México: 1524-1816. México: ciesas, Col. Historia de los pueblos indígenas de México, 2001, p. 49.

[19] Fray Juan Guerra. Arte de la lengua mexicana según la acostumbran hablar los indios en todo el Obispado de Guadalaxara, parte del de Guadiana y del de Michoacan. Guadalajara: Segunda edición, Imprenta Ancira y Hno. A. Ochoa, prólogo de Alberto Santoscoy, 1900, p. vii.

[20] ahag. Documentos en náhuatl. En la carta encontramos que dice nehuatl nicora, es decir, “yo soy cora”. Cfr. Álvaro J. Torres Nila. “Francisco Nayari hace una petición al Obispo don Juan Ruiz Colmenero (1649). Análisis y traducción de una carta escrita en náhuatl por un hablante de cora”, en Tlalocan. Revista de fuentes para el conocimiento de las culturas indígenas de México. Volumen xxv. México: Universidad Nacional Autónoma de México – Instituto de Investigaciones Filológicas, 2020, pp. 343-385.

[21] Rosa Yáñez Rosales. “Nahuatl L2 texts from Northern Nueva Galicia. Indigenous Language Contact in the Seventeenth Century” en Dakin, K. et al (eds.). Languaje Contact and Change in Mesoamerica and Beyond. Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins, 2017, pp. 237-261.

[22] Santoscoy. Op. Cit., p. vii.

[23] Ibíd. p. viii.

[24] Dávila Garibi, Op. Cit., t. ii, p. 646. El templo de la Soledad se ubicó en la manzana que actualmente ocupa la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres en Guadalajara.

[25] Santoscoy, op. cit., p. viii.

[26] Yáñez Rosales, op. cit., 2008, p. 148.

[27] Ibíd., p. 149.

[28] Id.

[29] Ibíd., p. 150.

[30] Armando González Escoto, Historia breve de la Iglesia de Guadalajara. Guadalajara: univa, 1998, p. 102.

[31] Rosa Yáñez, “Arte y descripción del náhuatl del Obispado de Guadalajara: las obras de fray Juan Guerra (1692) y el bachiller Gerónimo Thomas Cortés y Zedeño (1765)”, en Ricardo Medina García et al., El náhuatl del Obispado de Guadalajara a través de las obras de los autores fray Juan Guerra (1692) y el bachiller Gerónimo Cortés y Zedeño (1765). Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2016, p. 92.

[32] Ibíd., p. 112. Es decir, con Guerra se observa, de manera implícita, el primer trabajo de la dialectología del náhuatl.

[33] Guerra, op. cit., p. 7.

[34] Esta copia fue usada por Santoscoy para hacer la edición de 1900.

[35] Ambas copias están resguardadas en el Fondo Franciscano de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, pero no está la edición de 1692. Rosa Yáñez, op. cit., 2002, p. 157; op. cit., 2008, p. 160. La biblioteca en línea de la John Carter Brown University, en su “Indigenous Collection” parece presentar un ejemplar impreso de 1692, aunque su edición no está completa, al igual que la presentada en cd-rom por Ascensión Hernández de León-Portilla en Obras clásicas sobre la lengua náhuatl, Colección Clásicos Tavera, Serie ix, vol. 8. Fuentes Lingüísticas Indígenas. Madrid: Fundación Histórica Tavera. Recientemente encontré una edición completa a través de la biblioteca en línea de la Universidad de La Laguna de Tenerife, España.

[36] Rosa Yáñez, op. cit., 2002, p. 43.

[37] González Escoto, op. cit., p. 130.

[38] Yáñez, op. cit., 2008, p. 152.

[39] Dávila Garibi, op. cit., t. iii, v.2, 1963, p. 793.

[40] Ibíd., p. 814. En la misma relación, el obispo Tejeda comenta que “tiene asimismo esta ciudad un Colegio Seminario bajo la advocación del Patriarca San José, erigido según las normas del Concilio Tridentino. Hace poco se trasladó a un edificio cercano a Catedral y de magnífica estructura”. Recordemos que el recinto del Seminario Conciliar de Señor San José lo mandó construir el obispo Felipe Galindo Chávez en 1696, mismo año de las solicitudes para crear dicho establecimiento anexo al santuario de Nuestra Señora de la Soledad, esto es, frente a la puerta norte de la Catedral. Las clases se inauguraron en 1699 en las instalaciones que costeó el presbítero Pedro de Arcarazo, insuficientes ya para 1740, fecha en la que a impulsos del obispo Juan Leandro Gómez de Parada se edificó un nuevo recinto, en la manzana contigua al oriente, que pudo usarse a partir de 1758 y ha llegado hasta nosotros ahora como Museo Regional de Guadalajara. Véase Dávila Garibi, op. cit., t. iii, v. 1, p. 596. Angélica Peregrina, La educación superior en el occidente de México, Zapopan: Universidad de Guadalajara – El Colegio de Jalisco, 1993, p. 16.

[41] Yáñez, op. cit., 2002, p. 61.

[42] En el prólogo de Gerónimo Cortés y Zedeño, Arte Vocabulario y confessionario en el idioma mexicano, como se usa en el Obispado de Guadalajara. Puebla: Colegio Real de San Ignacio, 1765.

[43] Álvaro J. Torres Nila, “Noticias breves sobre la vida del bachiller Gerónimo Thomas de Aquino Cortés y Zedeño, 1724-1786”, en Ricardo Medina García et al., El náhuatl del obispado de Guadalajara a través de las obras de los autores fray Juan Guerra (1692) y el bachiller Gerónimo Cortés y Zedeño (1765). Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2016, p. 17.

[44] González Escoto, op. cit., p. 134.

[45] Es complicado aseverar que el n-po era uniforme en todo el obispado, pues hay muchos factores que pueden afectar a una lengua indígena, desde las poblaciones que la hablaban como primera lengua (L1) o como segunda lengua (L2). Tampoco se puede asumir que el documento escrito en náhuatl de determinada comunidad era la forma en que hablaban la lengua; ciertamente llega un punto en que el escribano muestra un poco su lado más informal, sobre todo en los documentos de siglo xvii. Existen análisis más profundos al respecto, donde se puede clasificar el náhuatl cotidiano, de escribanía y de doctrina. Véase Brigída von Mentz, “Cambio social y cambio lingüístico, el “náhuatl cotidiano”, el de “doctrina”, y el de “escribanía” en Cuauhnáhuac entre 1540 y 1671” en Dakin, Karen et al., (ed.), Visiones del encuentro de dos mundos en América; lengua, cultura, traducción y transculturación. México: unam, 2009, pp. 111-145.

[46] Quien quiera adentrarse de forma más detallada a los rasgos del náhuatl del obispado y la audiencia de Guadalajara puede consultar el trabajo de Rosa Yáñez y Roland Schmidt-Riese donde explican tanto la dialectalización del náhuatl occidental como los demás rasgos encontrados en los documentos escritos en siglo xvii. “Procesos de nivelación en la historia del náhuatl. Consideraciones apoyadas en documentos del antiguo Obispado y de la Audiencia de Guadalajara”, en Rosa H. Yáñez et al. (coord.), Lenguas en contacto, procesos de nivelación y lugares de escritura. Variación y contexto de uso. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2017, pp. 169-199.

[47] Modo indicativo en fray Andrés de Olmos. Arte de la lengua mexicana. México: unam, [1547] 2002, p. 60.

[48] Modo indicativo en Guerra, op. cit., p. 18.

[49] Modo indicativo en Cortés y Zedeño, op. cit., p. 14.

[50] Actualmente Juchipila, Zacatecas.

[51] Todos los documentos que cito están catalogados en una caja del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (ahag) que lleva por título “Documentos en náhuatl”.

[52] La primera línea es la paleografía del documento, la segunda es como podría ser en el náhuatl central junto con la segmentación de morfemas, la tercera es la glosa y la cuarta es mi propia traducción al español. Para entender la línea que contiene la glosa, es necesario apoyarse en el apartado de las abreviaturas que se localiza al final del trabajo.

[53] Actualmente Ahualulco de Mercado, Jalisco.

[54] Esta reduplicación del pretérito imperfecto no es exclusiva de occidente, Una Canger también lo registra en el náhuatl de Guerrero. “Los dialectos del náhuatl de Guerrero” en Primer coloquio de Arqueología y Etnohistoria del Estado de Guerrero, Chilpancingo: inah – Gobierno del Estado de Guerrero, 1986, p. 283. Recientemente este tema ha sido trabajado por Rosa H. Yáñez Rosales y Álvaro J. Torres Nila, “Dos rasgos poco conocidos del náhuatl de la periferia occidental (n-po): el sufijo –yaya de verbos en imperfecto y el sufijo –zquiyaya del irreal o hipotético en textos coloniales”, en Rosa H. Yáñez Rosales (coord.), Lenguas yutoaztecas: historia, estructuras y contacto lingüístico. Homenaje a Karen Dakin. Guadalajara: Universidad de Guadalajara – cucsh, 2020, pp. 193-224.

[55] Olmos, op. cit., p. 60.

[56] Guerra, op. cit., p. 18.

[57] Cortés y Zedeño, op. cit., pp., 14-15.

[58] Actualmente es una población del municipio de Cuquío, Jalisco.

[59] Actualmente es una población del municipio de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.

[60] Yáñez, op. cit., 2002, p, 70.

[61] Véase Álvaro J. Torres Nila, “Agustín de la Rosa: la enseñanza del náhuatl en el Seminario de Guadalajara durante la segunda mitad del siglo xix”, en Rosa H. Yáñez Rosales (coord.), Lenguas yutoaztecas: historia, estructuras y contacto lingüístico. Homenaje a Karen Dakin. Guadalajara: Universidad de Guadalajara – cucsh, 2020, pp. 413-454.





Aviso de privacidad | Condiciones Generales
Tels. 33 3614-5504, 33 3055-8000 Fax: 33 3658-2300
© 2024 Arquidiócesis de Guadalajara / Todos los derechos reservados.
Alfredo R. Plascencia 995, Chapultepec Country, C.P. 44620 Guadalajara, Jalisco