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¡Axcan quema, tehuatl, nehuatl! Notas acerca de la vida de don Francisco Tenamaztle Álvaro J. Torres Nila[1]
Se publica aquí un documento que cambia de manera sustancial el perfil del caudillo indio Francisco Tenamaztle en la Corte de España, donde consta cuándo y en qué circunstancias murió: en Valladolid y bajo la protección del Rey Felipe ii.
Muchos de estos árboles eran mis amigos, criaturas que conocí en la nuez o en el grano; muchos tenían voces propias que se han perdido para siempre. Y ahora hay claro de tocones y zarzas donde antes había avenidas pobladas de cantos. J.R.R. Tolkien.
Cuando en el imaginario colectivo mexicano se habla de resistencia india a la aculturación occidental de inmediato se piensa en la caída de la gran Tenochtitlán pero nada más, como si a partir del 13 a agosto de 1521 la rendición de la sede del señorío de los mexicas las restantes culturas que habitaban el territorio de lo que es hoy la República mexicana hubieran quedado bajo el control hegemónico español, hasta que decidieron, en los albores del siglo XIX, sacudírselo. La realidad es distinta y mucho más compleja. Un caso paradigmático del proceso que ciertamente comenzó esa fecha es el acaecido no mucho después en los confines noroeste y norte de la Nueva España, en el reino de la Nueva Galicia, entre las culturas poco o nada sedentarias, genéricamente denominadas chichimecas, en contraste con sus congéneres que ya vivían en asentamientos fijos y urbanizados a la usanza española. De los pocos caudillos de ese movimiento del que tenemos datos puntuales y en torno al cual se han tejido interpretaciones diversas, la mayoría de ellas más alentadas por el fervor nacionalista que por los datos duros de la historia, es la del cacique de Nochistlán, Tenamaztle, Francisco Tenamaztle después de su bautismo. En tono épico la más de las veces y en las representaciones idealizadas que de él se han hecho en bronce y piedra para espacios públicos, se le recuerda al lado de otras grandes resistencias de los tiempos novohispanos, especialmente en los pueblos de frontera, más allá de los cuáles la jurisdicción novohispana se volvía vaga, opaca, nebulosa.
***
El arribo al macizo continental americano de la expedición capitaneada por Hernán Cortés a la desembocadura del río Grijalva el 14 de marzo de 1519 dio pie a la sistematización de un procedimiento que provocará transformaciones rotundas en el hábitat y la forma de convivencia de los grupos humanos que habitaban esta parte del mundo, que se vieron, por diversas circunstancias, orillados a “compartir su espacio con un pequeño pero agresivo grupo conquistador”.[2] Tal fue el caso del norte del territorio denominado a partir de 1531 Reino de la Nueva Galicia, frontera de resistencias constantes pero también de pueblos, presidios y “puntos de avanzada” que se mantuvieron en guardia y sostenidos por la Corona española valiéndose de diversas estrategias, de las cuales la más importante fue la fundación y sostenimiento de pueblos en dicha frontera. Todo ello fue el legado que dejó una experiencia demoledora y crucial para tales propósitos, capítulo que la historiografía recuerda como Guerra del Miztón o insurrección de los cazcanes, la cual tuvo lugar entre 1540 y 42. Entre sus líderes estuvo Francisco Tenamaztle, del cuya vida, a diferencia de las de otros caudillos, poseemos algunos datos, suficientes para relacionarlo con una postura decidida a favor de las culturas de Aridoamérica y su hábitat, que de la resistencia bélica pasó a incursionar también en la defensa intelectual de postulados ante las instituciones hegemónicas que terminaron imponiéndose. Dado que de él desconocíamos hasta hoy un dato tan preciso como la fecha y el lugar de su muerte, y algo de las circunstancias en las que ésta sobrevino, develar el documento donde ella consta amerita un estudio introductorio extenso, como el que aquí hacemos en tres tres partes: la participación del líder cazcán en la guerra del Miztón y la forma como se vinculó con los expedicionarios peninsulares y sus aliados tlaxcaltecas; su juicio en Valladolid, coadyuvado por fray Bartolomé de las Casas, y la reproducción y paleografía del documento que registra la circunstancia y fecha de la muerte de Francisco Tenamaztle, que se divulga por vez primera en las páginas de este Boletín Eclesiástico.
1. Tenamaztle en el Miztón: la defensa a través de las armas
El ensanchamiento de las fronteras de la Corona española por el lado occidental de lo que los antropólogos denominaron luego Mesoamérica no se hizo con argumentos, sino con recursos violentos. Así fue desde que un pariente del extremeño de ese apellido, Francisco Cortés de San Buenaventura, realizara en 1524 las primeras incursiones por este lado. Así lo sostuvo Nuño de Guzmán, apoyándose en la presencia copiosa de indios aliados que le acompañaron con el propósito de asentarse en los territorios por los que se fuera avanzando y que fueran aptos para ello.[3] En términos generales, la primera década de la Nueva Galicia, a partir de 1530, será tensa por la “oposición nativa hacia los invasores”,[4] siendo los cazcanes –otro nombre genérico con el que se designó de forma arbitraria a las culturas semisedentarizadas de esta región– quienes más agravios pudieron acumular de parte de Pedro Alméndez Chirinos y quienes inducidos por él pretendieron en esa década dominar a los débiles con el recurso de la fuerza.[5] A despecho de lo que coligieron los primeros en abordar las circunstancias en las que se desarrolló la guerra del Miztón, distó ella de ser una mera revuelta y sofocarla algo simple. “Pacificarla” tampoco es una etiqueta afortunada para este caso, aunque mucho se ha empleado, como si de “volver a colonizar a la población indígena” se tratara, a casi 500 años de distancia.[6] Antes bien, una relectura de las crónicas y del material archivístico que ha llegado hasta nosotros, ya utilizado por estudios académicos de largo aliento, revelan que este lance sacudió todo el sistema novohispano, de modo que
no fue una rebelión aislada, de carácter local, que fácilmente pudiese ser combatida, sino un movimiento general que rápidamente se propagó por todas las tribus, amenazando con extenderse a las regiones del centro y sur de México.[7]
La causa eficiente de la rebelión fue, a finales de 1540, el tributo impuesto a los indios avecindados, aplicado desde la fugaz gestión de Nuño de Guzmán,[8] en contra del cual se indispusieron los caciques y caudillos de los pueblos que moraban en las serranías de Tepic y Zacatecas, que valiéndose de un discurso antihegemónico, denominado tlahtol,[9] lo perfilaron en términos liberadores, antiespañoles y anticristianos.[10] Ahora bien, a diferencia de lo sucedido al tiempo del sitio de Tenochtitlán, donde las alianzas entre expedicionarios peninsulares e indios tributarios del dominio mexica fue fundamental para la toma y caída de este enclave, la guerra del Miztón tuvo como denominador común la resistencia de las culturas no sedentarizadas ante el enemigo común que aspiraba a quitarles ese rango. El grito de guerra del tlahtol, recuerda Miguel León-Portilla, fue, en lengua náhuatl “Axcan quema, tehuatl, nehuatl”, es decir, “Ahora sí, tú o yo”.[11] Al calor de esa convocatoria surgen líderes entre los insurrectos cazcanes: Petácal, señor de Xalpa; Tenamaztle, señor de Nochistlán; Xiuhtecuhtli, señor de Xuchipila, y Tenquítatl, señor de un barrio cercano a Xuchipila,[12] que se alían para atacar y asesinar a los encomenderos de Tlaltenango, Xuchipila, Xalpa, Tepatitlán, y Apozol, donde a punto de morir estuvieron los misioneros franciscanos Antonio de Segovia y Martín de Jesús.[13] Fue tan desmesurada la insumisión que los lugartenientes de la soberanía española, Miguel de Ibarra y Cristóbal de Oñate, no tuvieron recursos para reprimirla, viéndose en la necesidad de apelar al auxilio del Virrey Antonio de Mendoza, que lo hizo extensivo al adelantado Pedro de Alvarado, gobernador de las Hibueras, que no obstante su edad ya madura iba en pos de las islas de la especiería por el Pacífico, cuando recibió el pedimento de auxilio. Al tiempo que se cruzaban estos comunicados, Miguel de Ibarra, en su calidad de encomendero de Nochistlán,[14] hizo lo posible por llegar a un arreglo con Tenamaztle, quien se recuerda que le dijo: “Señor, ¿a qué vienes? ¿Quieres que te maten éstos a ti y a esos soldados como lo hicieron los de Xuchipila [Miztón]?” En la versión del cronista fray Antonio Tello, el cazcán Francisco sí deseaba el armisticio, al que se opuso del todo el zacateco Diego, quien sin rodeos habría insultado a Ibarra en estos términos: “Sois unos perros bellacos, andad, idos, porque aquí os haremos pedazos”.[15] Inútiles fueron los esfuerzos de Pedro de Alvarado por reprimir la insurrección; perdió la salud en un accidente en una escaramuza en el corazón mismo de la refriega, el cañón de Juchipila, donde se le vino encima la cabalgadura de uno de sus subordinados y quedó tan maltrecho que poco después falleció, en Nochistlán, el 4 de julio de 1541.[16] Muy inquieto por ello, el Virrey Mendoza decidió tomar la situación en sus manos, de modo que el 22 de septiembre de 1541 salió de la ciudad de México a la zona del conflicto, seguido de un contingente copiosísimo de indios aliados. El día 28 de ese mes y año, Tenamaztle atacó la Guadalajara de Tlacotán, que por un tris se libró de ser aniquilada. Cristóbal de Oñate rompió el sitio orillando a los insurrectos a volver “a sus peñoles, pero lejos de apaciguarse, se mantuvieron amenazantes”.[17] Cuando el Virrey Mendoza llegó al peñol de Coyna (Tototlán), acompañado por los capitanes tlaxcaltecas de Huexotzinco y Chalco,[18] sí que pudo reprimir a los alzados y con ello encaminarse ya, sin mayores tropiezos, a Nochistlán. Enterado de ello, Tenamaztle consideró oportuno retomar la “gestión de paz” y entregarse a Ibarra. La entrevista tuvo lugar, no así el armisticio, que sólo le granjeó al caudillo indio la pérdida de la libertad en calidad de intermediario para negociar el apaciguamiento de la insurrección, sólo que al tiempo que el Virrey remite a Tenamaztle ante Miguel de Ibarra, los suyos lo rescatan,[19] acción de la que se vale Mendoza para producir un “requerimiento” con serias amenazas para los rebeldes, pues de no plegarse a él darían pie a sus opositores para declararles la guerra,[20] a lo que Tenamaztle habría respondido: “Yo también os requiero para que volváis a vuestra Castilla, pues nosotros estamos en nuestras tierras”. Miguel de Ibarra retomó el camino de la negociación con los jefes indios, de los que habría recibido esta respuesta: “debéis estar locos, pues por vuestra voluntad venís a que os matemos: nosotros por fuerza nos exponemos a la defensa de nuestras tierras, mas a vosotros ¿quién os ha llamado?”[21] En lance tan extremo, se ofreció como mediador fray Antonio de Segovia, y no obstante su ascendencia sobre los indios, éstos “acabaron por impacientarse y comenzaron a pelear”.[22] Derivó de ello que en el baluarte del Mixtón se llevara a cabo un asedio durante siete días, del 8 al 16 de diciembre de 1541. Finalmente, Mendoza encontró manera de subir el peñol y sofocar la insurrección, imponiendo a los vencidos las máximas penas, ya que “tuvo características de verdadera saña, pues muchos fueron ahorcados, lapidados, descuartizados o aperreados”.[23] Tenamaztle, conociendo de sobra tan accidentada geografía, consiguió evadir el cerco y junto con los suyos evitar el cautiverio. A decir de Miguel León-Portilla, “optó por retirarlos de la lucha para salvarlos de la muerte y esclavitud”.[24] El acontecimiento fue tan sonado en toda la Nueva España que incluso ha llegado hasta nosotros un mapa de 1550, atribuido al oidor de Guadalajara Hernán Martínez de la Marcha, donde se consignó por escrito, en la zona de la guerra chichimeca, el nombre de Tenamaztle. Hasta donde podemos inferirlo con estos datos, el caudillo Tenamaztle participó en la defensa de los intereses de su gente sirviéndose de la lucha y de la resistencia armada, pero también de la negociación y el pacto de paz. También nos queda claro que sin la enérgica presencia de don Antonio de Mendoza luego de la muerte de Pedro de Alvarado, la insurrección se habría propagado por doquiera.
2. Tenamaztle en Valladolid: la defensa a través de las ideas
Sofocada la guerra del Miztón, Tenamaztle se mantuvo oculto los siguientes nueve años pero sosteniendo, al lado del caudillo Chapoli, la insumisión;[25] las autoridades neogallegas, por su parte, no se confiaron luego del sofocamiento de los rebeldes en 1541, sino que mantuvieron en estado perpetuo de alerta sus fronteras del norte, y no sin razón, pues durante la segunda mitad del siglo XVI, de 1550 a 1590, se reactivará la resistencia por cuenta de los indios comarcanos, que será bautizada por los estudiosos del tema, en fechas cercanas a nosotros, como guerra chichimeca (1550-1590).[26] Al comenzar esta segunda fase de la refriega fue cuando Tenamaztle tomó una decisión extrema: entregarse voluntariamente a las autoridades. Tal hecho tuvo lugar en el convento franciscano de Juchipila en el año de 1550. Procedió de esa manera para esquivar la jurisdicción civil, acogiéndose al derecho de asilo eclesiástico, que respetaron los frailes, poniéndolo bajo la autoridad del Obispo compostelano Pedro Gómez de Maraver,[27] quien le propuso exponer su causa ante don Antonio de Mendoza, de cuyas huestes, en tal lance, había sido capellán castrense. Obispo y caudillo viajaron a la capital del virreinato, donde poco después falleció el mitrado y casi al tiempo Mendoza fue trasladado, con el mismo título de Virrey, al Perú,[28] reemplazándole don Luis de Velasco, quien consideró oportuno que la causa de Tenamaztle la resolviera la Corte en España, donde lo remitió “en calidad de prisionero y con fama de hombre peligroso”,[29] en 1553. Ahora bien, pocos meses antes de que esto pasara, comenzó a circular en Sevilla la primera edición de una obra que tendrá mucho peso en lo que vendría luego, la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas, en la que de forma llana y sucinta se exponen los agravios cometidos en contra de los indios por los expedicionarios peninsulares lo mismo en las Antillas que en la parte continental, en la que incluso hace una referencia a los acaecido “en aquel el reino de Jalisco”.[30] Esa disposición a su favor tuvo ante el Consejo de Indias nuestro caudillo, quien no sólo pudo ofrecer argumentos para su defensa sino también que ésta la representara el dominico Las Casas. Del proceso, que se desarrolló entre 1553 y 55, no tenemos copia aún, pero inferimos que en su calidad de reo vivió bajo vigilancia y privado de su libertad; sí, en cambio, sabemos que a partir del 1° de julio de 1555 se le abrió proceso en la Corte, que entonces tenía por sede Valladolid. Comienza aquí lo que hemos presentado como una segunda fase en la vida de Tenamaztle, al que fray Bartolomé de las Casas presentará como un representante legítimo de los pueblos sometidos, bajo múltiples agravios, a intereses ajenos y posteriores a sus derechos. El expediente de este proceso lo consultó, estudió y paleografiado Miguel León-Portilla (1995), quien explica cuánto en los argumentos de Tenamaxtle son los del propio fray Bartolomé y aun tomados de la Brevísima relación. Advierte que en las comparecencias de Tenamaztle se esquiva mencionar al actor principal de la derrota de los cazcanes en la guerra del Miztón, el Virrey Mendoza; también al Obispo Gómez Maraver, siempre receloso de Tenamaztle,[31] todo a cambio de poner en las “palabras” del señor de Nochistlán argumentos en contra de la encomienda.[32] De este documento vital nos queda la certeza de estar ante la fusión de dos personalidades con un propósito común, la del defensor de los indios en el Nuevo Mundo y las del cacique indio que ha sufrido los agravios en carne propia. La indagatoria ante el Consejo de Indias dilucidó si efectivamente Francisco Tenamaztle había sido señor de Nochistlán (en el cuadro 1 se puede observar las declaraciones de los deponentes en la causa), estrategia, creemos, de su abogado fray Bartolomé, para que una vez dictada la sentencia y siendo ésta favorable al reo, pudiera retornar a su lugar con sus derechos reconocidos,[33] y aun con la calidad de gestor o negociador de paz con los chichimecas de por allá.[34] El proceso fue lento y hasta sabemos que seguía activo el 3 de septiembre de 1556, cuando fray Juan de San Román pregunta al Consejo de Indias si Tenamaztle podría regresar a México.[35] El reciente descubrimiento de un documento del Archivo General de Indias nos permite ahora saber que don Francisco Tenamaztle murió en Valladolid, España, el 5 de octubre de 1556, y que los servicios médicos de su postrera enfermedad los atendió un médico de la Corte y los solventó el Rey Felipe ii; suponemos, entonces, que aún estaba pendiente la sentencia de su causa. Hasta hoy desconocíamos su suerte. Se suponía que en caso de haber retornado a la Nueva España se habría perdido su paradero o destino. No murió en su tierra, como era su deseo según una de sus declaraciones, por la que sabemos sus sentimientos: “padezco estando en tierra tan diferente, y extrema en frío y en calor de la mía donde nací y he sido criado”.[36] Pero tampoco estuvo en el desamparo ni en el anonimato. A simple vista se podría decir que él es derrotado, pero una reinterpretación de los hechos nos diría que triunfó por la razón, que en su actuar en la guerra del Miztón movió los cimientos de las autoridades novohispanas, y la consecuencia fue palpable, como ya se dijo, en las continuas resistencias indígenas a la largo del periodo colonial. Le fue negada la “gestión de paz” que personalmente hizo tanto con Ibarra como con Mendoza y Gómez de Maraver. Sin más, fue trasladado a España por el Virrey Velasco, quien así se deshacía de un posible y potencial líder indígena, pero estando en Valladolid, fray Bartolomé de las Casas coadyuva para que su resistencia siga en el ámbito de las ideas y vuelva a poner en jaque al mismo que lo mandó a España.
Cuadro 1[37]
Imagen 1. Mapa de la Nueva Galicia, ca. 1550, atribuido al oidor Hernán Martínez de la Marcha. En la parte superior junto a cuatro indígenas apuntando sus flechas, hacia la izquerda se puede leer el nombre de Tenamaztle.
Imagen 2. La guerra del Miztón en el Códice Telleriano-Remensis. “Año de Diez casas y de 1541”.
Imagen 3. Portal de Archivos Españoles (PARES). AGI, Indiferente, 425, l. 23, f. 253v. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=259735&fromagenda=N
Paleografía de Pedro Franco
[Literal] Al margen: El dotor Peñaranda Pá q´e luyando le dé quatro ducados/ Al centro: Ochoa de Luyando, criado de su mag.+ De qualesquier mrs. de vr.o cargo, de cosas de Yndias, dad y pagad al doctor Peñaranda, médico, quatro duc.s, q.valen myll y qui.s mr.s por lo q. trabajó en visitar a don Fran.co tenamaztle, difunto, durante su enfermedad, q. fue desde veynte e cinco de septiembre pasado hasta cinco deste p.sente mes de Otubre, y tomad su Ca. de pago, con la qual, y con este libram.o, mandamos q. vos sean recevidos y pasados en quenta los dhos myll e qui.s mr.s Fecho en Vall.d, a XXXI de Otubre 1556 a.s Señalado de Sandoval. Viruega. Sarmiento. Villagómez. El Rey (Rúbrica)
[Con desataduras de las abreviaciones] Al margen: El doctor Peñaranda Para que Luyando le dé cuatro ducados. Al centro: Ochoa de Luyando, criado de Su Majestad. De cualesquier maravedís de vuestro cargo, de cosas de Indias, dad y pagad al doctor Peñaranda, médico, cuatro ducados, que valen mil quinientos maravedís por lo que trabajó en visitar a don Francisco Tenamaztle, difunto, durante su enfermedad, que fue desde veinticinco de septiembre pasado hasta cinco de este presente mes de octubre, y tomad su carta de pago, con la cual, y con este libramiento, mandamos que vos sean recibidos y pasados en cuenta los dichos mil y quinientos maravedís. Fecho en Valladolid, a xxxi de Octubre 1556 años. Señalado de Sandoval. Viruega. Sarmiento. Villagómez. El Rey (Rúbrica)
3. Conclusiones A raíz de lo publicado por León-Portilla en 1995, recientemente se ha ido conformando un grupo de investigación integrado por Jorge Regalado Santillán, Rubén Martín Martín y Rosa H. Yáñez Rosales para publicar nuevos datos acerca del líder cazcán. Esto me llevó a encontrarme fortuitamente con el documento que expresamente consigna la fecha de la muerte de Francisco Tenamaztle; si no hubiera sido por estos colegas, yo nunca hubiera dado él. Aunque en un principio creí haber sido el primero en dar la referencia, me encontré con un pequeño artículo de José María Murià en el periódico El Informador, con fecha del 25 de marzo de 2016, donde el autor agradece a Carlos Goméz Mata haber encontrado la fecha de la muerte de Francisco Tenamaztle en el Archivo General de Indias. Lo que nos faltaba, y de manera circunstancial y muy favorable para nuestro personaje, era tener una fuente digna de crédito para sustentar dicha afirmación,[38] de modo que hasta donde tengo conocimiento, este número del Boletín Eclesiástico será el primer medio donde se muestre el documento, acompañado por una paleografía realizada por el maestro Pedro Franco. Sirva este hallazgo para tener en lo de adelante la fecha memorial del falleciminto de Francisco Tenamaztle, pero, sobre todo, del legado de acciones emprendidas por miembros de grupos de indios de estas latitudes en la defensa de sus derechos y de su dignidad a los largo de la historia, como hace poco lo reiteró Rosa Yáñez Rosales en una reciente conferencia magistral en Colotlán, aprovechando con ello la difusión de este año 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas proclamado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. De este modo, quienes estamos interesados en la vida de Francisco Tenamaztle y en los grupos y lenguas indígenas de México deseamos ver al líder cazcán en todas las luchas autóctonas que acontecen a nuestra región, tal como lo hicieron los grupos cazcanes, cocas, tecuexes, tepecanos, zacatecos, guachichiles, guamares, coras, wixáricas y tepehuanes en la época colonial, al igual que las rebeliones como las del indio Mariano y Manuel Lozada en Nayarit durante el siglo xix, pero sobre todo ver a Tenamaztle en las luchas nada fáciles por la autonomía de las tierras indígenas en nuestra actualidad, a través de las resistencias de grupos que buscan constantemente la defensa y el rescate de las tierras, como las autodefensas en Cherán, Nurió y Ostula en Michoacán. No olvidemos los asesinatos de los hermanos Miguel y Agustín Vázquez Torres (2017), comuneros wixáricas de San Sebastián Teponahuaxtlán, en el Norte de Jalisco, o el asesinato de nahuahablante Samir Flores, líder opositor de la termoeléctrica de la Huexca, en el municipio de Cuautla, Morelos. A todos ellos van dedicadas estas letras: al igual que Francisco Tenamaztle, dieron su último aliento por la defensa de sus tierras.
Archivo · Portal de Archivos Españoles. Archivo General de Indias. · http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=259735&fromagenda=N
Bibliografía · Casas, Bartolomé de las, Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Antioquia: Universidad de Antioquia, 2006. · León-Portilla, Miguel, La flecha en el blanco. Francisco Tenamaztle y Bartolomé de las Casas en lucha por los derechos de los indígenas 1541-1556. México: Diana / El Colegio de Jalisco, 1995. · Pérez Bustamante, Cyriaco, Los orígenes del gobierno virreinal en las indias españolas. Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España (1535-1550). Santiago de Chile: Tipografía del Eco Franciscano, 1928. · Pérez Verdía, Luis, Historia Particular del Estado de Jalisco, vol. i. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1988. · Powell, Philip W. La Guerra Chichimeca (1550-1600). México: Lecturas Mexicanas – Fondo de Cultura Económica, 1984. · Shadow, Robert D. “Conquista y gobierno español”, en José María Murià, Lecturas Históricas del Norte de Jalisco. Guadalajara: Gobierno del Estado de Jalisco, 1991. · Tello, Antonio, Libro segundo de la crónica miscelánea en que se trata de la conquista espiritual y temporal de la santa provincia de Xalisco. Guadalajara: Imprenta de la República Literaria, 1891. · Vos, Jan de, Vivir en frontera. La experiencia de los indios de Chiapas. México: ciesas, 1994. · Yáñez Rosales, Rosa H., Rostro, palabra y memoria indígenas. El Occidente de México: 1524-1816. México: CIESAS, 2001. - “Las relaciones de Tenamaztle y Pantécatl: autoría marginal en Xalisco, siglo xvi” en Roland Schmidt-Riese (ed.), Catequesis y derechos en la América colonial: fronteras borrosas. Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2010. - “Las fuentes y datos sobre una lucha autonómica temprana: la guerra del Miztón, 1540-1542”, en Rafael Sandoval (coord.), Pueblos Indígenas. Creación de autonomía y revolución. Guadalajara: Cátedra Jorge Alonso – ciesas / Universidad de Guadalajara, 2017. - “El legado de Tenamaztle: otras resistencias, otros lugares de lucha”. Conferencia magistral en el Centro Universitario del Norte (cu Norte) de la Universidad de Guadalajara, el día 26 de marzo de 2019, en el marco del Encuentro de Especialistas del Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas. [1] Licenciado en Historia por la Universidad de Guadalajara, asistente de investigación del Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos, se ha especializado en la búsqueda, paleografía y traducción de documentos históricos en náhuatl de la época novohispana en Jalisco y la región occidente, al lado de la doctora Rosa H. Yáñez Rosales. Es coautor de la obra El náhuatl del Obispado de Guadalajara a través de las obras de los autores fray Juan Guerra (1692) y el bachiller Gerónimo Cortés y Zedeño (1765) y coautor de ¿Náhuatl y coca en contacto? Documentos coloniales del sur del Obispado de Guadalajara. Tiene en prensa “Agustín de la Rosa: La enseñanza del náhuatl en el Seminario de Guadalajara durante la segunda mitad del siglo xix” y “El náhuatl del obispado de Guadalajara: un panorama de la lengua en época colonial”. Es miembro del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara. Este Boletín le agradece su disposición inmediata para dar a conocer por este medio tan relevante noticia. [2] Jan de Vos estudia las resistencias de los grupos mayas en el sureste mexicano (s. xvi-xix) y la fuerte frontera que representaban para el sistema español. Vivir en frontera. La experiencia de los indios de Chiapas. México: ciesas, 1994, p. 26. [3] Yáñez Rosales, Rosa H., Rostro, palabra y memoria indígenas. El Occidente de México: 1524-1816. México: ciesas, 2001, pp. 53-62. [4] Shadow, Robert D., “Conquista y gobierno español”, en José María Murià, Lecturas Históricas del Norte de Jalisco. Guadalajara: Gobierno del Estado de Jalisco, 1991, p. 45. [5] Ibid., pp. 58-59. [6] Yáñez Rosales, Rosa H. “Las fuentes y datos sobre una lucha autonómica temprana: la guerra del Miztón, 1540-1542”, en Rafael Sandoval (coord.), Pueblos Indígenas. Creación de autonomía y revolución. Guadalajara: Cátedra Jorge Alonso-ciesas / Universidad de Guadalajara, 2017, p. 78 [7] Pérez Bustamante, Cyriaco, Los orígenes del gobierno virreinal en las indias españolas. Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España (1535-1550). Santiago de Chile: Tipografía del Eco Franciscano, 1928, p. 74. [8] León-Portilla, Miguel, La flecha en el blanco. Francisco Tenamaztle y Bartolomé de las Casas en lucha por los derechos de los indígenas 1541-1556. México: Diana / El Colegio de Jalisco, 1995, p. 49. [9] Del náhuatl tlahtolli, que significa “palabra”. [10] Yáñez Rosales, op. cit., 2017, p.85; León-Portilla, op. cit., p. 54; aunque Tello menciona que la insurrección se con inició la elevación de un calabazo, en la que interpretaron “unas viejas hechiceras” la idea de expulsar a los españoles de sus tierras. Antonio Tello, Libro segundo de la crónica miscelánea en que se trata de la conquista espiritual y temporal de la santa provincia de Xalisco. Guadalajara: Imprenta de la República Literaria, 1891, pp. 357-358, p. 340. [11] León-Portilla, op. cit., p. 23. [12] Yáñez, op. cit., 2001, p. 73; op. cit., 2017, p. 79. [13] Yáñez, 2001, op. cit., p. 73; Pérez Bustamante, op. cit., p. 77. [14] León-Portilla, op. cit., p. 25. [15] Hay una confusión en la crónica de Tello, porque adjudica el nombre de Tenamaztle a don Diego, op. cit., pp. 357-358. [16] León-Portilla, op. cit., pp. 70-77; Luis Pérez Verdía, Historia Particular del Estado de Jalisco, vol. i. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1988, pp. 155-160. [17] León-Portilla, op. cit., p. 80. [18] Perez Verdía, op. cit., p. 164. [19] León-Portilla, op. cit., p. 84. [20] Yáñez, op. cit., 2001, p. 74. [21] Pérez Verdía, op. cit., p. 166. [22] Ibid., p.174. [23] Yáñez, op. cit., 2001, p. 81. [24] León-Portilla, op. cit., p, 95. [25] Ibid., p. 96. [26] Philip W. Powell comenta: “En el límite sudoccidental de los Chichimecas, el conflicto entre los indios y lo españoles nunca había cesado por completo después de la guerra del Mixtón. Desde las sierras de Acaponeta hasta las de Guanajuato, aún subsitía cierta hostilidad e inquietud general que pronto se concretaría en la lucha en grande escala que comenzó en 1550, pese a las medidas del virrey [Velasco] destinadas a obtener la cooperación de las ciudades y los funcionarios de allí y de los territorios cercanos para impedir que las cenizas del Mixtón volvieran a encenderse”. La Guerra Chichimeca (1550-1600). México: Lecturas Mexicanas, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 24. [27] El 13 de julio de 1548 se creó la Diócesis compostelana, que así se llamó por haberle dado por sede la primera capital del reino, Compostela. Empero, el obispo siempre residió en Guadalajara, que sólo se convertirá en ciudad episcopal en 1560 debido a la oposición plena del Obispo de Michoacán, don Vasco de Quiroga. [28] Rosa Yáñez dio una conferencia magistral bajo el título “El legado de Tenamaztle: otras resistencias, otros lugares de lucha” en el Centro Universitario del Norte (cuNorte) de la Universidad de Guadalajara, el día 26 de marzo de 2019, en el marco del Encuentro de Especialistas del Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas. Aquí cita nuevos datos del líder cazcán. [29] León-Portilla, op. cit., p. 121. [30] Las Casas escribe lo siguiente: “Dícese dél que ochocientos pueblos destruyó y abrasó en aquel reino de Jalisco [Nuño de Guzmán], por lo cual fue causa que de desesperados (viéndose todos los demás tan cruelmente perecer) se alzasen y fuesen a los montes y matasen muy justa y dig_namente algunos españoles. Y después, con las injusticias y agravios de otros modernos tiranos que por allí pasaron para destruir otras pro_vincias, que ellos llaman descubrir, se juntaron muchos indios haciéndose fuertes en ciertos pe_ñones, en los cuales agora de nuevo han hecho en ellos tan grandes crueldades que cuasi han acabado de despoblar y asolar toda aquella gran tierra, matando infinitas gentes”. Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Antioquia: Universidad de Antioquia, 2006, pp. 86-87. [31] Rosa Yáñez comenta: “Gómez de Maraver es un personaje clave en lo que se refiere a la investigación y acusación de indígenas que se rebelan contra la imposición del cristianismo. Acompañó a Mendoza en su expedición punitiva en la Guerra del Miztón. Una vez sofocado el movimiento, el entonces bachiller promovió la esclavización de los indígenas vencidos. Luego, de 1544 a 1546, se desempeñó como deán de la catedral de Oaxaca. A él correspondió presentar el interrogatorio en contra del cacique, gobernadores y principales del pueblo de Yanhuitlán, en la Mixteca, quienes fueron acusados de reincidencia en ritos idolátricos. “Las relaciones de Tenamaztle y Pantécatl: autoría marginal en Xalisco, siglo xvi”, en Roland Schmidt-Riese (ed.). Catequesis y derechos en la América colonial: fronteras borrosas. Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2010, p. 256. [32] Yáñez, op. cit., 2010, pp. 254-257. [33] Tenamaztle dice: “a mi propia tierra y señorío que heredé de mis padres, de cual he sido despojado y privado”, León-Portilla, op. cit., p. 143. Después de saber que los interrogatorios fueron realizados al virrey Velasco, al oidor Góméz de Santillán de la Audiencia de México y a los respectivos testigos de Tenamaztle, fray Juan de la Puerta, fray Melchor de Medina y al soldado Antonio Botiller, además de aquellos que llamó el Consejo de Indias, fray José de Angulo y fray Juan de San Román, Tenamaztle pide “a Vuestra Alteza humildemente suplico me haga justicia mandándome a restituir a mi tierra y patria natural y a mi mujer e hijos con darme licencia que yo pueda volver libremente”, p. 176. [34] Ibid., p. 145. [35] Ibid., p. 171. [36] Ibid., p. 145. [37] Estas declaraciones pueden leerse en el expediente “Informaciones: Francisco Tenamaztle”, en el Archivo General de Indias. Audiencia de México, 205. También se pueden encontrar en León-Portilla, 1995. [38] Indiscutible resulta ahora reconocer a don Carlos Gómez Mata, cronista colegiado de Lagos de Moreno, como el primero en tener acceso a documentos inéditos de la comparecencia de Francisco Tenamaztle ante el rey de España y también a la fecha precisa de su deceso. |