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Sembrar en medio de la tormenta.

Cristóbal Magallanes y el Seminario Auxiliar El Silvestre1

 

Eduardo Camacho Mercado

 

Cumpliéndose los primeros cien años del Seminario Auxiliar de Nuestra Señora de Guadalupe de Totatiche, se analiza en esta colaboración el conflictivo marco que dio pie a una iniciativa de largo aliento y fecundos frutos, íntimamente relacionada con san Cristóbal Magallanes Jara

 

Breve biografía

 

Cristóbal Magallanes Jara nació en el rancho de la Sementera, en Totatiche, el 30 de julio de 1869. Se ordenó sacerdote el 17 de septiembre de 1899, a los 30 años de edad. Sólo tuvo dos destinos: capellán y subdirector de la Escuela de Artes del Espíritu Santo, en Guadalajara, y párroco de Totatiche. Los cargos de capellán y subdirector de la Escuela de Artes del Espíritu Santo los desempeñó desde el 27 de septiembre de 1899 hasta el 6 de julio de 1901. Enfermó y se le permitió pasar a su tierra natal a recuperarse. Ahí estuvo auxiliando como ministro al cura Ramos hasta el 5 de octubre de 1903, cuando se le llamó para que retomara su antiguo cargo en la capital arzobispal. El 4 de abril de 1906 regresó como ministro a Totatiche, y al mes siguiente, el 29 de mayo, lo nombraron cura coadjutor. Permaneció como cura de esa parroquia hasta su muerte en mayo de 1927.

Magallanes fue sin duda el protagonista de la Iglesia en la región durante los primeros treinta años del siglo xx. Además de su labor como párroco de Totatiche y de su obediencia y entusiasmo para impulsar el proyecto restaurador y católicosocial de los arzobispos Ortiz y Orozco y Jiménez, Magallanes se desempeñó como vicario foráneo y tuvo a su cargo una importante empresa: el Seminario Auxiliar. El nombramiento de vicario foráneo le permitió conocer los problemas y necesidades de la región e influir en la toma de decisiones de la Sagrada Mitra en diversos asuntos, como el cambio o rotación de sacerdotes. Con el Seminario Auxiliar, Magallanes dispuso de un mayor número de ministros al utilizar para la labor pastoral a los recién ordenados que llegaban como profesores, con lo que afianzó el control y la influencia de la Iglesia sobre la extensa parroquia.

 

Fundación y primeros años del Seminario

 

En abril de 1914, las tropas villistas tomaron Colotlán y clausuraron el Seminario Auxiliar de la diócesis de Zacatecas, que funcionaba desde 1905. En ese momento, ocho jóvenes totatichenses estudiaban allí. Meses después, en agosto, el gobierno constitucionalista de Jalisco clausuró el Seminario Conciliar de Guadalajara y los estudiantes se dispersaron por todos los rumbos de la arquidiócesis. Con el ánimo de no desatender su formación y de que no se perdieran las vocaciones, el gobierno eclesiástico de Guadalajara (circular de marzo de 1915) ordenó a los párrocos que atendieran a los seminaristas dispersos.2 Magallanes llamó entonces a los seminaristas del pueblo e improvisó un plantel. De hecho, desde el momento mismo del cierre del Seminario de Colotlán Magallanes se encargó de los jóvenes estudiantes. En un oficio de mayo de 1914 solicitaba que el diácono José S. Valdés celebrara su primera misa en Totatiche, por ser su tierra natal y porque el acto solemne sería “un medio de que Nuestro Señor se valga para alentar a ocho de los exalumnos de mi Escuela parroquial que, estudiando en el Seminario Auxiliar de Colotlán, clausurado últimamente por las circunstancias, han vuelto tristes y desconsolados a sus hogares; y quizá un medio para formar vocaciones eclesiásticas entre los alumnos de la mencionada escuela parroquial, a la cual perteneció también como alumno y auxiliar el Padre D. José”.3

            En enero de 1916 el Seminario Auxiliar (en ese entonces todavía Preceptoría) ya tenía once alumnos, y Magallanes solicitaba profesores.4 Por el momento se auxiliaba de los vicarios y de dos seminaristas adelantados de Zacatecas (uno más que inició el curso se fue a estudiar al Seminario de Castroville, Texas).5 Magallanes ofrecía al profesor que llegara 15 pesos, que pagaría de su propio bolsilo, más la asistencia en su casa. En ese momento el salario para un ministro era de 30 pesos. Como el obispo de Zacatecas había trasladado a sus seminaristas a Castroville, Magallanes temía que de un momento a otro sus profesores-alumnos fueran llamados,6 como de hecho sucedió en marzo de 1916.7

            Un acontecimiento de suma importancia para la vida de la institución fue la visita del arzobispo Orozco y Jiménez a Totatiche cuando regresó de su primer exilio, en noviembre de 1916. Se sorprendió por el trabajo que realizaba Magallanes en esa apartada parroquia y desde entonces lo apoyó en su proyecto. Para empezar, comisionó a su secretario, el recién ordenado sacerdote en Roma, José Garibi Rivera, que lo acompañaba, para que se encargara del Seminario como prefecto. Garibi desempeñó esa labor por once meses (de noviembre de 1916 a octubre de 1917, aunque en realidad no se incorporó hasta enero). Orozco y Jiménez coincidió en Totatiche con el obispo de Zacatecas, don Miguel de la Mora, quien se comprometió también a apoyar al Seminario y promoverlo entre los jóvenes de las parroquias limítrofes.8 El plantel, que hasta ese entonces funcionaba como Preceptoría, se oficializó con el nombre de Seminario Auxiliar de Santa María de Guadalupe, apodado El Silvestre.

            El Seminario se mantuvo con la donación de 50 pesos mensuales que enviaba el arzobispo de Guadalajara, con la pensión conciliar de las parroquias de la vicaría foránea, con las misas pro populo y de binación de Chimaltitán y San Martín, y con dos terceras partes de los fondos que generaban las asociaciones josefinas de las mencionadas parroquias y de Totatiche. Además de los tres sacerdotes que regularmente impartían clases, había en el Seminario profesores laicos como Vicente Villagrana y Ángel Pinedo, ambos exseminaristas. En enero de 1917 El Silvestre contaba con 22 alumnos; en 1919 se matricularon 41. El Silvestre pronto comenzó a enviar alumnos al Seminario Mayor de Guadalajara. Cristóbal Magallanes se encargaba de la manutención de algunos de ellos y buscaba personas en Guadalajara que apadrinaran a los alumnos más pobres. En 1926, por ejemplo, apoyó económicamente a ocho seminaristas.9

 

Cristóbal Magallanes, protector, mentor y formador de sacerdotes

 

Por Magallanes conocemos el carácter y la conducta de al menos medio centenar de sacerdotes que estuvieron bajo su responsabilidad, o en las parroquias de la vicaría foránea. Al estar cercano al Seminario Auxiliar, formó a muchos sacerdotes: tanto a los estudiantes del seminario como a los presbíteros recién ordenados y a los diáconos que impartían cursos a los seminaristas menores. Uno de estos jóvenes sacerdotes fue José Garibi Rivera, quien después sería arzobispo de Guadalajara y primer cardenal mexicano. El futuro cardenal no fue el único sacerdote destacado que estuvo durante los primeros años de su ministerio bajo la responsabilidad de Magallanes. Cuando Garibi partió a Guadalajara, lo sustituyó el padre José de Jesús Angulo, preconizado años después obispo de Tabasco (el 2 de junio de 1945). Lino Aguirre García, prefecto del Seminario Auxiliar de Totatiche de 1921 a 1923, fue obispo de Sinaloa entre 1944 y 1969. José Pilar Quezada Valdés, alumno del Seminario Auxiliar, ministro de la parroquia cuando Magallanes fue apresado y fusilado y encargado de sustituirlo como párroco, fue el primer obispo de Acapulco en 1959. Otros sacerdotes destacarían también, algunos no precisamente por su desempeño en el ministerio sacerdotal: José Reyes Vega fue uno de los pocos sacerdotes que tomaron las armas durante la rebelión cristera y se convirtieron en jefes guerrilleros. Este “extraño sacerdote de vocación forzada”, como lo definió Jean Meyer,10 dejó una mala impresión en el párroco de Totatiche en el breve tiempo que estuvo, todavía como diácono, dando clases en el Seminario Auxiliar. Tan mala imagen, que Magallanes estimaba “peligrosísima” la ordenación de Reyes Vega:

 

Ya di a V.S.I. un informe detallado acerca de la conducta de este Padre, en el oficio del 29 de mayo, en que le pedí su remoción por el mal ejemplo que estaba dando a los estudiantes. […] la queja que vino a dar un padre de familia, diciéndome que le hiciera favor de prohibirle ir a visitar su casa (las visitas se las prohibí desde su llegada a ésta) a donde iba hasta tres veces al día, y que alguna vez duró su visita tres horas; no habiendo en la casa más que una hija, la criada y los niños chicos de que se valía para entrar a la casa. Varias veces lo reprendí, sin obtener resultados de ninguna especie que fuese favorable. Por tal motivo yo estimo peligrosísima la ordenación sacerdotal de este Padre.11

 

Magallanes estaba muy al pendiente de los nuevos sacerdotes y asumía la responsabilidad de completar su formación. Así lo expresó para el caso del presbítero Andrés Pérez: “como está recién ordenado, procuro tener el mayor cuidado con él, a fin de que se acabe de formar”. A cuatro meses de que llegó J. Jesús Alba para residir en El Salitre, Magallanes lo calificó como un “sacerdote humilde, celoso y obediente, pero nuevo é inexperto todavía. Por sus buenas cualidades, y porque pregunta y consulta en casi todo lo que se le va ofreciendo, espero en Dios Nuestro Señor que continuará bien su Santo Ministerio. Con frecuencia viene a la cabecera o voy a visitarlo a fin de estar más pendiente de él”.12 Del padre Teodoro Sánchez, Magallanes pidió que no se lo quitaran pronto, pues abrigaba esperanzas de convertirlo en un buen sacerdote:

 

Ha sido obediente y laborioso; es de temperamento violento, aunque se nota que hace por dominarse y de hecho se ve que lo ha conseguido en parte, a juzgar por los fieles que parece que le tienen más confianza. Es inclinado a las comodidades y al dinero; y recientemente vino aquí, se le notaba alguna dificultad para hacer las confesiones que se ofrecían a las barrancas o a las más distantes; ahora todo lo contrario: las hace con gusto.[…] Estoy contento con él; y abrigo firmes esperanzas […] de que se acabará de acostumbrar a esta vida trabajosa, y será un Padre de provecho para la Iglesia; a reserva de continuar, con la debida prudencia trabajando por quitarle, poco a poco, el apego al dinero.13

 

Desde que el padre Julián Hernández de la Cueva llegó como capellán de Temastián, Magallanes tuvo siempre palabras de elogio para él:

 

aunque este sacerdote todavía no ajusta dos meses de haber arribado […] ya se le notan las buenas cualidades que lo adornan. En primer lugar es muy obediente y ha procedido de acuerdo conmigo, aun en las cosas más insignificantes. Es muy trabajador y muy estimado de los fieles. […] Los de Temastián están de plácemes.14

 

La satisfacción de contar con un sacerdote en el que podía confiar era aún mayor si se considera que años atrás Magallanes había tenido conflictos con los indígenas de Temastián por la organización de las fiestas en honor al Señor de los Rayos y el manejo de las limosnas. Además, el anterior capellán, Miguel M. García, dejó malas cuentas en la construcción del Santuario y una imagen desfavorable por su conducta.15

            El estilo en el que Magallanes se expresaba era llano, claro y directo, sin contemplaciones de ningún tipo cuando se trataba de reprobar el desempeño de los sacerdotes que estaban bajo su autoridad y vigilancia:

 

hoy he pedido al Ilmo. Señor Arzobispo se digne retirar de aquí al P. Quiñones, porque de nada sirve. […] He procurado, con el ejemplo y con indicaciones prudentes, “enseñarlo a hombre y trabajador”; pero creo que tiene la mollera muy dura. Para las confesiones de fuera no puede (lo que todos los sacerdotes andamos en un día, él lo andará en una semana), en el pueblo raras veces se sienta al confesionario y la gente no se le quiere acercar; todo lo hace a la carrera: lo que reza no se le oye y en lo que lee no se le entiende. Mientras que nosotros, los eccos. caminamos como vaqueros por sierra y barrancas, él apenas caminará una legua. En fin, creo que no puede ganar ni la mitad del sueldo. Se nota que es muy interesado y comodito y amante de la buena mesa […] El pmo. domingo, D. q., saldrá para ésa el Sr. Pbro. D. Ignacio Iñiguez […] y entretanto me quedo a cargo con la pesada cruz yo solo, porque el P. Quiñones no sirve ni para Cirineo.16

 

Algunos sacerdotes llegaron a Totatiche a solicitud expresa de Magallanes. Uno de ellos fue Maximino Jara Ávila. No era joven (había nacido en 1871), como prefería el señor cura que fueran sus ministros, pero lo conocía. Eran paisanos y primos segundos. El padre Jara llegó en 1908 a la vicaría del Salitre y murió de fiebre tifoidea el 20 de junio de 1916.17

Magallanes tenía especial aprecio por los jóvenes sacerdotes José S. Valdés y Lorenzo Placencia. Al primero lo conocía desde pequeño, como alumno y catequista en la escuela parroquial.18 Al segundo lo conoció en la Escuela de Artes del Espíritu Santo de Guadalajara, donde lo tomó como su protegido y estuvo al pendiente de su formación ulterior.19 Pidió expresamente que Totatiche fuera el primer destino de ambos.20 Placencia estuvo en Totatiche de 1917 a 1920. Magallanes lo consideraba “de muy buen espíritu, laborioso y abnegado; aunque por ser bastante nervioso y aprensivo, suele ver grandes en algunas ocasiones las cosas pequeñas; pero siendo como es obediente, lo sobrelleva perfectamente”.21 De José S. Valdés decía que era “muy obediente, nada hace en la parroquia y en el cumplimiento de su ministerio sin licencia mía, es abnegado y se presta de buena voluntad para atender las necesidades de los fieles a cualquiera hora del día y de la noche; es estudioso, y me presta muy buena ayuda en el pequeño Colegio, en donde vive con los estudiantes”.22 Sólo duró dos años en su ministerio. Murió de fiebre tifoidea el 11 de octubre de 1916.23

 

Educador a distancia

El 3 de abril de 1927 Cristóbal Magallanes escribió a uno de sus discípulos: “Mi vida, desde hace ya cuatro meses, ha sido andar por cerros y barrancas, huyendo de la persecución gratuita de nuestros enemigos y de los rebeldes, entre quienes se le ha puesto al Gobierno que andamos, nomás porque nos ha tocado vivir en la región de los alzados”.24  Esta grave circunstancia le impedía auxiliar como deseaba al joven minorista, que se encontraba en San Luis Potosí. Como su protector, le informó que pediría a una persona de Guadalajara que le enviara veinte pesos. Como su maestro, se dio el tiempo para instruirlo: “En las cartas siempre debe de ponerse el lugar y la fecha al principio y no al fin, como en los oficios o recados. Corrige este defecto de tus cartas”.25  Casi dos meses después, el 25 de mayo, Magallanes murió fusilado por el ejército federal en Colotlán.

¿Cómo es que un sacerdote acusado de ser el jefe de los cristeros de la región, que vivía escondido en “cerros y barrancas”, que confesaba y oficiaba secretamente en ranchos apartados, se ocupó de corregir la estructura de una carta recibida? Lo que este gesto revela, es la continuidad en tiempos difíciles de un acto habitual (lo cotidiano que persiste para conjurar la irrupción del desorden). Cristóbal Magallanes tenía comunicación epistolar constante con los jóvenes egresados del Seminario Auxiliar de Totatiche que estudiaban en el Mayor de Guadalajara y otros seminarios diocesanos, como los de Zacatecas y San Luis Potosí. Igual que en la carta antes citada, Magallanes acostumbraba señalar las incorrecciones que cometían los alumnos en las misivas, como faltas a las normas de redacción epistolar o errores ortográficos. Las cartas como ejercicio de escritura eran una estrategia formativa que usaba el párroco para fomentar la cultura escrita entre los seminaristas y otras personas cuya práctica profesional se relacionaba con el acto de escribir, como los profesores y profesoras de las escuelas parroquiales.

Las correcciones y recomendaciones que Cristóbal Magallanes hacía a sus alumnos y protegidos para que mejoraran la escritura epistolar no eran el tema principal de las conversaciones, sino que aparecían en un segundo o tercer término de importancia, en el “cajón de sastre” de la misiva. Pero es la recurrencia con la que aparecen estas recomendaciones lo que las hace relevantes y dignas de atención. Esta costumbre debe  entenderse como parte de su labor educativa y moralizadora, que buscaba continuar a la distancia.

            En las epístolas enviadas a Magallanes por sus alumnos también aparece la preocupación por la correcta escritura. El minorista Salvador Casas escribió a su párroco y protector el 19 de enero de 1925, para narrarle los sucesos acaecidos a los seminaristas de Totatiche que estudiaban en Guadalajara después de la clausura del Seminario un mes antes, el 22 de diciembre de 1924. Cumplido su propósito, agregó: “Le suplico, Sr. Cura, tenga a bien perdonarme que sea (palabras ilegibles) mis mal escritas y peor redactadas (palabra ilegible) pero lo he hecho porque quiero darle noticias exactas y detalladas de cosas y acontecimientos que, yo bien sé, ni le fastidian y sí le interesan”.26 Si bien las disculpas son fórmulas del género epistolar, si consideramos la afición correctora de Magallanes se comprenden mejor las súplicas de perdón del joven minorista. Esta insistencia, al final, rendía frutos por lo menos en algunos estudiantes. El 2 de diciembre de 1925, Magallanes contestó la misiva del seminarista Cruz Arellano y le informó: “a tu carta le hallé 11 faltas de ortografía. Fíjate mucho al escribir cualquier cosa para que te acostumbres a la propiedad”.27  Nueve meses después lo felicitó por haberse examinado con éxito en el Seminario y, menos importante pero que mereció su atención, por el progreso en el dominio de la escritura: “aunque tu carta tiene algunas pocas faltas de ortografía, no teniéndola aquí presente para indicártelas, basta que siempre que escribas lo hagas con mucho cuidado; ya te falta poco para que estés al corriente en esta materia tan importante. Me pareció tu carta muy correcta en su redacción y tu letra muy mejorada. ¡Muy bien!”28

 

El seminario y su influencia benéfica en las asociaciones de laicos piadosas y católico-sociales

 

No se puede entender el éxito del catolicismo social en Totatiche sin el Seminario Auxiliar El Silvestre.29 La presencia de formadores (sacerdotes recién ordenados y diáconos) y alumnos infundió una dinámica muy diferente de la que se estableció en otras parroquias. Si bien el párroco Magallanes afirmaba que los profesores no debían desatender su función principal y trataba que sólo se dedicaran a la enseñanza, la verdad es que los jóvenes sacerdotes colaboraron de diversas maneras en las actividades parroquiales: impartían catecismo, conferencias, y asesoraban y acompañaban a las asociaciones católicas que ya existían y las que se estaban formando. La parroquia de Totatiche llegó a contar con siete sacerdotes: el cura, dos ministros (en ocasiones tres), el vicario de El Salitre y dos profesores (uno de los dos ministros también daba clases). En momentos de crisis, el número de sacerdotes se redujo a tres.30 De cualquier forma, era un número superior al que había en las parroquias vecinas. Además, la sección masculina de las Congregaciones Marianas tuvo como socios fundadores a todos los alumnos del seminario, lo que le daba un impulso especial. En 1921 crearon el orfeón del Seminario y la Cruzada Eucarística para los niños. El culto divino –reportó Magallanes– “nada ha disminuido respecto de años anteriores; notándose más bien mayor esplendor en algunas solemnidades, especialmente con la ayuda del Orfeón que se ha ido formando en el Seminario”.31

La Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) de Totatiche también comenzó con varios seminaristas y antiguos seminaristas. Fundada el 3 de octubre de 1923, sería la asociación más activa en los últimos años. La presencia de seminaristas aseguraba una dirección bien formada para el apostolado seglar. Además de veladas literario-musicales, la ACJM apoyaba al resto de las asociaciones con su formación en sociología cristiana, asistiendo a sus reuniones ordinarias y a los círculos de estudios.32 Sin duda estos jóvenes eran el grupo mejor preparado de todos los católicos militantes de la región.

Los asistentes a la Semana Social Regional de 1924 aprobaron algunos acuerdos para la ACJM y las Damas Católicas. El cura Magallanes les recordó a éstas que en el Seminario Auxiliar de Totatiche tendrían “un amplio campo de acción”. Con esta intervención, el cura señaló de manera clara una de las principales funciones de las damas católicas: proteger y fomentar las vocaciones sacerdotales. En las conclusiones se acordó instar a las mujeres a que fundaran la Unión de Damas Católicas e implantaran la Liga Protectora del Seminario, la Liga para la Preservación de la Juventud y la Sección Catequística. Todas estas asociaciones se derivaban de la Unión de Damas Católicas, con lo que ésta reafirmaba su carácter moralizador y protector de la fe.33

Entonces, además de cumplir con el fin principal de educar futuros sacerdotes, el Seminario formó una militancia católica preparada para ejercer liderazgo social. Si no todos los alumnos continuaron la carrera del sacerdocio, sí establecieron un lazo de lealtad y agradecimiento con la Iglesia y con Cristóbal Magallanes, que se reflejó en un aumento de la influencia de la Iglesia, inclusive en el gobierno municipal.

            Cristóbal Magallanes demostró habilidad para organizar y delegar responsabilidades a los ministros y profesores del seminario, lo que redundó en una mejor organización de las asociaciones piadosas y sociales.34 El presbítero Miguel Alba presidía la conferencia moral de San Vicente de Paul (para señores) y los Círculos de Estudios Sociales y de Agricultores; el presbítero Severo Flores se encargaba del catecismo para niños, además de presidir las reuniones de la Asociación Nacional de Padres de Familia. Por último, el presbítero Teodoro Sánchez tenía a su cargo la Asociación de niños de San Estanislao de Kostka, mientras que el párroco se encargaba de la Conferencia de San Vicente de Paul para señoras, del catecismo de niñas, de las asociaciones de la Vela Perpetua, del Apostolado de la Oración y de Señor San José.35

Si a estas asociaciones agregamos las que pronto se formarían en Temastián con la llegada del presbítero Julián Hernández, y el impulso que tomarían en El Salitre con la erección parroquial, encontramos a la sociedad totatichense (por lo menos a buena parte de ésta) recreando su vida cotidiana alrededor del curato y los templos y capillas. Un botón de muestra: en junio de 1921 el cura escribió al arzobispo: “creo conveniente informar a V.S.I. que el día primero de enero del año en curso, antes de rendir la Protesta Civil, el nuevo Ayuntamiento, compuesto de católicos prácticos, se presentó ante mí para manifestarme que, en el ejercicio de su cargo, obrarían siempre como católicos, dejando a salvo las disposiciones de la Iglesia. Para retirarse impetraron mi bendición, que en seguida les di”.36

 

Conclusiones

 

Con el Seminario, el párroco Cristóbal Magallanes tuvo a su disposición un número inusual de sacerdotes a los que supo delegar responsabilidades. Esto generó una mayor atención y dirección de las asociaciones de laicos.

El Seminario, como semillero de sacerdotes, surtió a la parroquia de un liderazgo joven (alumnos y profesores diáconos o recién ordenados) bien formado y comprometido con la Iglesia, que influyó en el resto de la sociedad, al grado de crear una red de intereses y solidaridades espirituales, políticas y económicas que confluían en el curato. Consensos que alcanzaron, por momentos, a las autoridades civiles locales.

            Este grupo de trabajo expandió su influencia a las parroquias vecinas a partir de 1919 y comenzó a vincularse con los católicos de todo México a través de la suscripción a las organizaciones nacionales de obreros, jóvenes y mujeres. El Seminario Auxiliar,   conformado por jóvenes, fortaleció la acción social juvenil en Totatiche, y la ACJM apoyó al resto de las asociaciones en su organización, en la formación de sus miembros en sociología cristiana y en su moralización.

 

Epílogo

 

En el informe de junio de 1921, el párroco de Totatiche solicitaba al arzobispo Orozco y Jiménez que no removiera a los sacerdotes que tenía bajo su cargo, “porque como está tan lejos de la capital y son tan difíciles las comunicaciones, son muy pocos los Sres. sacerdotes que tienen voluntad de estar por acá tan lejos de las comodidades que pueden disfrutar en otras partes; y […] éstos, si no están contentos del todo, por lo menos manifiestan buena voluntad para continuar obedeciendo”.37  Magallanes tenía esperanzas de que, con el tiempo, el Seminario Auxiliar fundado por él en 1915 diera sacerdotes “originarios de estas tierras, que tengan voluntad, por ser de acá, de ayudar a satisfacer las múltiples necesidades de la Iglesia en esta región”.38  Cien años después, podemos asegurar que la semilla que sembró en esos tiempos tormentosos ha dado y sigue dando muchos frutos.

 

Fuentes consultadas

Archivos

- Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (AHAG). Serie Gobierno. Sección Parroquias. Totatiche.

- Archivo Parroquial de Totatiche (APT).

 

Fuentes hemerográficas y documentos

- El Archivo Social (Guadalajara), 1924.

- El Rosario (Totatiche), 1919-1926.

- “Escritos del siervo de Dios Cristóbal Magallanes”, s.f., mecanuscrito.

- Positio Super Martyrio. Congregatio pro causis sanctorum p.n. 1407. Mexicana (Rei Publicae). Beatificationis seu declarationis martyri servorum Dei Christophori Magallanes et XXIV sociorum in odium fidei, uti fertur, interfectorum (+1915 – 1937), 3 vol., 1988.

 

Bibliografía

- Meyer, Jean, La cristiada, México, Siglo XXI, 2002.

- Sandoval Godoy, Luis, Magallanes y Caloca: nuestros Mártires, Guadalajara, edición del autor, 1992.

 

 



1 Este texto reproduce algunos párrafos contenidos en el libro Frente al hambre y al obús. Iglesia y feligresía en Totatiche y el cañón de Bolaños, 1876-1926 (Guadalajara, Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara / CULagos ediciones, 2014) y en el capítulo “Restauración Católica  y cultura escrita en una parroquia rural de la arquidiócesis de Guadalajara (Totatiche, 1906-1927)”, en David Carbajal (coord.), Catolicismo y sociedad, nueve miradas, siglos XVII-XXI, México, Miguel Ángel Porrúa / CULagos-U. de G., 2013.

2 Positio Super Martyrio. Congregatio pro causis sanctorum p.n. 1407. Mexicana (Rei Publicae). Beatificationis seu declarationis martyri servorum Dei Christophori Magallanes et xxiv sociorum in odium fidei, uti fertur, interfectorum (+1915 – 1937), t. 1, p. 127.

3 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes. “Carta al arzobispo de Guadalajara”. Totatiche, 11 de mayo de 1914. En la misma fecha envió una carta a Miguel Cano, Gobernador de la Mitra, para que influyera en la aprobación de su solicitud.

4 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes. “Carta al gobernador interino de la Sagrada Mitra, Miguel Cano”. Totatiche, 8 de enero de 1916.

5 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes. “Carta al gobernador interino de la Sagrada Mitra, Miguel Cano”. Totatiche, 14 de diciembre de 1915.

6 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes. “Carta al gobernador interino de la Sagrada Mitra, Miguel Cano”. Totatiche, 5 de febrero de 1916.

7 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes. “Carta al gobernador interino de la Sagrada Mitra, Miguel Cano”. Totatiche, 9 de marzo de 1916.

8 APT. Libro de Gobierno 5. f. 116v - 118v. “Acta de la Santa Visita practicada por el Ilmo. y Rmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara, Dr. y Maestro D. Francisco Orozco y Jiménez a la Parroquia de Totatiche. Año de 1916”.

9 Positio, 1988, t. 3, p. 29.

10 Jean Meyer, La cristiada, México, Siglo xxi, 2002, t. 1, p. 48.

11 AHAG-PT-2-12. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 30 de junio de 1922.

12 AHAG-PT-3-11. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 23 de junio de 1921. AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 6 de enero de 1917.

13 AHAG-PT-3-5. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 5 de junio de 1919.

14 AHAG-PT-3-12. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 30 de junio de 1922.

15 Ibid.

16 AHAG-PT-3-2. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta personal al canónigo doctor Manuel Azpeitia Palomar”. Totatiche, 2 de abril de 1913. Las palabras en cursivas están subrayadas en el original.

17 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Aviso de la muerte del Pbro. Maximino Jara”.

18 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al arzobispo de Guadalajara”. Totatiche, 11 de mayo de 1914.

19 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al Pbro. Miguel Cano”. Totatiche, 14 de Octubre de 1914.

20 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al Pbro. Miguel Cano”. Totatiche, 24 de febrero de 1914.

21 AHAG-PT-3-8. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 12 de enero de 1920.

22 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre sacerdotes”. Totatiche, 26 de mayo de 1916.

23 AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe de los últimos 8 meses de 1916”. Totatiche, 12 de enero de 1917.

24 Carta del Pbro. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche, al minorista Albino Enríquez. “El Retiro”, Totatiche, 3 de abril de 1927, en “Escritos del siervo de Dios Cristóbal Magallanes”, mecanuscrito, s.f.

25 Idem.

26 Citado en: Magallanes y Caloca: nuestros Mártires, de Luis Sandoval Godoy, Guadalajara, edición del autor, 1992, p. 64.

27 Carta del Pbro. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche, al seminarista J. Cruz Arellano. Totatiche, 2 de diciembre de 1925, en Escritos, p. 380.

28 Carta del Pbro. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche, al seminarista J. Cruz Arellano. Totatiche, 10 de septiembre de 1926, en Escritos, p. 381.

29 Su nombre oficial era Seminario Auxiliar de Santa María de Guadalupe, pero a Cristóbal Magallanes le gustaba nombrarlo El Silvestre por la rusticidad con la que subsistía.

30 AHAG-PT-3-8. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al arzobispo de Guadalajara”. Totatiche, 29 de noviembre de 1920.

31 AHAG-PT-3-11. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe”. Totatiche, 23 de junio de 1921.

32 “ACJM”, El Rosario (Totatiche) 6 de enero de 1924.

33 Carlos Blanco, “La primera Semana Social de Totatiche”, en El Archivo Social (Guadalajara), noviembre de 1924. Reproducido en El Totatichense (Guadalajara), septiembre de 1971, p. 13.

34 En su informe sobre las asociaciones piadosas de septiembre de 1919, Magallanes escribió: “Para mejor ayudarme en la administración de la parroquia y en la atención de las mismas asociaciones, los Sres. Sacerdotes presiden algunas”. AHAG-PT-3-5. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe cuatrimestral”. Totatiche, 2 de septiembre de 1919.

35 AHAG-PT-3-5. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe cuatrimestral”. Totatiche, 2 de septiembre de 1919.

36 AHAG-PT-3-11. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe cuatrimestral”. Totatiche, 23 de junio de 1921.

37 AHAG. Sección Gobierno. Serie Parroquias. Totatiche. Caja 3. Exp. 11. Presbítero Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre la conducta de los sacerdotes a su cargo”. Totatiche, 23 de junio de 1921.

38 Ibid.



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