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¡Una partícula de radio en Guadalajara! Laura Catalina Arreola OchoaRepasa este artículo el excepcional y no igualado rango del conocimiento científico alcanzado por dos presbíteros del clero de Guadalajara en los últimos años del siglo XIX y primeras décadas del XX. Uno de los grandes acontecimientos científicos del fines siglo XIX fue el descubrimiento, en 1898, de un nuevo elemento químico con un alto potencial de propiedades radiactivas, el radio. Fruto de las investigaciones de los científicos Pierre y Mary Curie, se dio a conocer ese mismo año por el matrimonio juntamente con otro elemento, el polonio, hallazgos que les merecerán en 1903 el Premio Nobel de Física, al lado del físico Henry Bequerel. El mismo año del hallazgo del radio arribó a la capital de Jalisco el presbítero y científico José María Arreola Mendoza, ya para entonces muy reconocido en México en el campo de la vulcanología y la meteorología. Desde su llegada se incorporó a la docencia en el Seminario Conciliar de Señor San José, como lo había hecho en los seminarios de Zapotlán el Grande y de Colima, y en otras instituciones religiosas y civiles de la época. Desde sus tiempos de seminarista en Zapotlán, Arreola creó un observatorio de meteorología y su propio boletín científico para dar a conocer sus predicciones climatológicas, a las que añadió sus observaciones en torno al volcán activo de Colima, boletín que fue materia de fecundo intercambio con diversos observatorios en el planeta, llevando el nombre de Zapotlán el Grande a un rango de reconocimiento en el ámbito de la observación meteorológica y vulcanológica internacional, no menos que una relación epistolar con diversos observatorios y científicos de entonces. En tal marco inició su relación epistolar con los científicos Pierre y Mary Curie: “José María Arreola fue uno de los primeros científicos en solicitar a Madame Curie una muestra de radio. Juan José Arreola escuchó contar a su tío José María que la misma madame Curie le envió una carta acompañando la preciosa muestra, convirtiéndose este hecho en uno de los acontecimientos más importantes de la vida de don José María. Esos datos podrían estar en los archivos de Madame Curie y su esposo Pierre en París, dándonos la clave para entender cómo fue posible que llegara una pequeña muestra del preciado mineral a Guadalajara, hecho que debió ocurrir en 1904”. A través de los recuerdos del escritor Juan José Arreola podemos seguirle la pista a un suceso del todo relevante para la actividad científica en México, infiriendo que fue este año de 1904 en el que don José María, gracias a sus relaciones internacionales, exploró nuevas y variadas facetas de su conocimiento científico y sostuvo el aludido contacto epistolar con diversas personalidades de ese ámbito, al grado de alcanzar de Pierre y Marie Curie, a petición suya, un espintariscopio conteniendo una pequeña partícula de radio.Como miembro del selecto núcleo de aventajados mexicanos que llegaron a formar en esos años una verdadera república de sabios platónica, el nexo de Arreola con los esposos Curie se explica por la presencia de Arreola en esos ámbitos. Desde muy joven participó en diversos foros científicos nacionales e internacionales, donde expuso sus investigaciones y hasta aparatos científicos de su invención, que le valieron algunos galardones y la cercanía con los grandes hombres de ciencia de la época. Es en ese mismo año de 1904, Arreola y su colega y amigo el presbítero Severo Díaz Galindo publicaron el resultado de sus investigaciones con la partícula de radio, con la que obtuvieron algunas impresiones fotográficas de cuerpos opacos, calificándolos como “fenómenos sin duda admirables en lo que últimamente conoce la ciencia”. Dichas imágenes que fueron obtenidos son las que aquí se presentan. Es importante rescatar que solo se tiene conocimiento de que a nuestro país llegaron dos Espintariscopios uno fue para el Ingeniero Luis G. de León, quien se desempeñaba como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria en la Ciudad de México, y fundador de la Sociedad Astronómica de México. Por lo que se deduce que el segundo Espintariscopio, llego a Guadalajara, en los primeros días del mes de abril de 1904, según consta en el recibo de entrega al prefecto del Seminario “Recibo del espintariscopio del Seminario de Guadalajara fechado en 1904”
Apenas nos llegó la fracción pequeñísima de radio que acabáis de ver, procedimos el P.
Arreola y yo, a obtener impresiones fotográficas de cuerpos opacos, fenómenos sin duda el
más admirable de los que últimamente conoce la ciencia. En el cuarto oscuro que sirve para
sus trabajos de fotografía a mi ilustrado compañero el P. Arreola, colocamos la tarde del
día 1º de abril próximo pasado una placa 4 x 5 cubierta con un tarjeta de bordes perforados
y en su centro opaco pusimos unas letras de alambre. Un poco arriba como á un decímetro
de la placa suspendimos la aguja del espintariscopio con su partícula radiante, de un puente
del alambre, dejando en la más completa oscuridad. El día siguiente á las 8 a.m. reveló el
P. Arreola revelo la placa y se obtuvo la huella é impresión perfectamente visible; aquella
insignificante radiación había atravesado una placa de cartón como de medio milímetro de
espesor. En constante comunicación con el ingeniero Luis G. León, los sabios Arreola y Díaz, comparten sus experimentos relacionados con la partícula de radio, con una de la cual el ingeniero ha obtenido una impresión de una cáustica de reflexión,en la que se observa la figura de una moneda nacional. Han llegado hasta nosotros dos impresiones fotográficas del observatorio del Seminario Conciliar de Guadalajara, incluidas en el artículo mencionado. La partícula recibida era tan pequeña que apenas alcanzaba a cubrir la punta del alfiler del espintariscopio. “Espintariscopio” Volver Atrás |