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Derrumbe del templo de La Soledad y construcción de La Rotonda de los Jaliscienses Ilustres

Fabián Acosta Rico[1]

Se da cuenta, en esta colaboración, de cómo vino por tierra uno de los espacios religiosos más emblemáticos de la vieja Guadalajara. Razones de Estado influyeron para eso[2]

 

Una de las primeras acciones emprendidas por Jesús González Gallo al iniciar su mandato, el 1º de marzo de 1947, fue la promulgación de una Ley para el Mejoramiento Urbano de Guadalajara, Tlaquepaque, Zapopan y Chapala. Dicha ley contemplaba, entre otras cosas, la creación de plazas, parques y jardines, así como la remodelación del primer cuadro de la ciudad. Entre los diversos proyectos uno llamó la atención. El arquitecto Ignacio Díaz Morales proyectaba “una cruz de plazas”, teniendo como eje central la Catedral de Guadalajara y plazas hacia cada uno de los puntos cardinales.

Sin grandes problemas, alguna que otra demora en la expropiación de predios particulares, el proyecto se desenvolvía sin obstáculos; sin embargo, uno surgiría muy pronto. Díaz Morales contemplaba que en el Jardín de Herrera y Cairo se construyera una rotonda, respetando el Santuario de La Soledad, edificado en 1658. El gobernador, por el contrario, pretendía derrumbar dicho templo, que dicho sea de paso llevaba más de 15 años sin funcionar y se encontraba en un estado de gran deterioro. El arquitecto Díaz Morales abandonó el proyecto, aduciendo su negativa a derribar una iglesia, aunque paradójicamente, por el mismo tiempo, el había encabezado las obras de demolición de lo único que quedaba en pie del antiguo convento de San Francisco de Guadalajara.

Ante la negativa de Díaz Morales, González Gallo comisionó al arquitecto Vicente Mendiola para que además de derribar el santuario y diseñara una cúpula en la que José Clemente Orozco realizaría un mural. A las protestas por la demolición, se unió la muerte del afamado muralista y la indisposición del arquitecto Mendiola. La obra volvía a retrasarse. Ante las negativas de diferentes ingenieros y arquitectos, que buscaban no quedar mal ante la opinión pública, el gobernador decidió que el Departamento de Construcciones del Gobierno del Estado se hiciera cargo. El responsable en ese entonces, el ingeniero Tomás Limón, se topó con otro contra. Por decreto presidencial, todas las iglesias y templos son propiedad de la federación, y era necesaria pedir una autorización del presidente, para las remodelaciones, con mayor razón, para las demoliciones.

Después del trámite, el presidente de la República Miguel Alemán, autorizó por medio de un decreto, con fecha de 19 de octubre de 1951, la utilización del predio. El ingeniero Miguel Aldana Mijares aceptó el proyecto, haciendo algunas pequeñas alteraciones al diseño del arquitecto Mendiola. Con premura y a marchas forzadas, trabajando días festivos y domingos, el ingeniero Aldana entregó la rotonda ya terminada el 31 de diciembre de 1952, a pocos meses que González Gallo entregara el cargo de gobernador. Agustín Yáñez como siguiente gobernador, realizaría la inversión final del jardín que rodea la rotonda.

En marzo de 1953 se decretó la Ley para Honrar la Memoria de los Jaliscienses Ilustres, sin embargo, fue hasta 1961 cuando se trasladaron los primeros restos mortales de un prócer, correspondiéndole al educador Manuel López Cotilla inaugurar los columbario.

Conviene saber que si bien muchas estatuas han ido llenado el jardín, muy pocas tienen correspondencia con los huesos áridos o las cenizas de los ahí representados, y que si la intención original de ese lugar fue el mejoramiento urbano, ahora se ha convertido en una plaza dedicada a darle homenaje a algunos de los jaliscienses destacados.



[1] Licenciado y maestro en filosofía, doctor en Ciencias Sociales por el CIESAS-Occidente, jefe del Departamento de Investigación del Archivo Histórico de Guadalajara, es autor de los libros Jalisco bitácora de un estado, El pensamiento político de José Vasconcelos, El pensamiento social de la Iglesia Católica sobre el poder político, entre otros

[2] La bibliografía básica de este trabajo es Cesar Gabriel Alfaro Anguiano (comp.) Los moradores de la Rotonda. Guadalajara, Jalisco, Ayuntamiento y Consejo Consultivo para las Artes y la Cultura de Guadalajara 1992.

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