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Desde mi sótano
Joaquín Cardoso, SJ, y otros Fechado el 25 de noviembre de 1926, el número 12 de esta publicación clandestina da cuenta de las acciones de brutal represión ejercidas por algunos incondicionales de Calles, como el general Eulogio Ortíz, apodado el Cruel Otra vez en la brecha Escurriendo agua y medio asfixiado todavía por el remojón que me di en las famosas inundaciones de marras, me he presentado de nuevo en mi sótano, donde he sido cariñosamente acogido por mis abnegados compañeros…Y aquí estoy de nuevo para servir a Dios y a ustedes. Silvio Pellico
Silencio: Habla Obregón -¡Hola! ¿Y con qué nos viene ahora el “Gran Títere”? -Con lo de siempre, viene a dar lecciones al orbe. Empinado en la cátedra que en tan mala hora asentó sobre su piramidal vanidad, y con un tono de suficiencia tan hueco como el abismo de su tontería, exclama, muñón en ristre; ¡Oh! Periodistas nacionales y extranjeros, directores de la opinión mundial, oíd: “La última fricción (que me río de la friega) entre el clero y el Gobierno…constituye uno de tantos errores de los que ha cometido el clero católico, oponiéndose sistemáticamente a la evolución social, error éste (si hombre, éste) que yo me permití señalar en carta que dirigí a los arzobispos… y obispos… (cuidado con la encíclica) con fecha del 26 de mayo de 1922. Esa carta…preveía (¡caracoles con la carta de larga vista!) la situación que ahora se ha producido y en ella se exponen con toda claridad cuáles fueron desde entonces mis puntos de vista (no es poca modestia la del vidente) para el día en que el clero incurriera en el error de enfrentarse franca y decididamente con el movimiento socialista (¿esperaban ustedes esta salida?) que está significando en los tiempos modernos el objetivo máximo de todas las masas proletarias de los campos y de las ciudades… (Aquí hay un montón de disparates pero se adivina lo que quiso decir el trapajoso parlante). -Que usted descanse, señor previsor, ojos de lince y ahora escuche; y para mayor propiedad en el ritornello cambiemos de tono, bajando un poquito de su Mi Mayor a mi Re Menor. Dime Álvaro, ¿qué te has figurado, que nos engañas? ¿Piensas de veras que nos la pegas? No seas cándido, ni necio, de una vez lo diré, no seas cínico. Tú hablas de reivindicaciones sociales de los proletarios del campo y de la ciudad. Tú te nos vendes como amigo y redentor de los humildes, Tú te nos presentas como el más genuino representante de la revolución proletaria… Pues yo te digo en nombre de esos proletarios a quienes insulta tu sola presencia: “Tú eres el mayor mentís de la Revolución”. Tu ayer, el tracalero propietario de un ranchillo miserable apellidado “La Chilla”, entrampado con cuatro hipotecas, que estabas a la quinta pregunta, tú ahora el primer latifundista de México, con tus cinco mil hectáreas de terreno regadío, el más feraz de todo el país; tú, el que hiciste bajar los salarios de los peones en toda la región por la dura ley que ha impuesto tu codicia al mundo de los proletarios que trabajan bajo tu férrea zurda, tú no tienes derecho de hablar de reivindicaciones sociales de los campesinos. Tú, el tahúr primer magistrado que despilfarrabas los tesoros públicos en descomunales apuestas con toreros y chulapas; tú, el pobrete cachirulado de marras que saliendo de jonuco ratonil, por arte de la revolución y de la presidencia te convertiste en el rey del garbanzo, del azúcar y de la harina en México, tú no tienes derecho de hablar de anhelos, de bienestar en las turbas menesterosas. Tú, el más insigne favorecido por el Banco único, por el Banco Agrícola y por otras combinaciones capitalistas de tus amigotes, no nos hables de socialismos que no entiendes. Cállate pues, y vete a…Cajéme. Nada te digo de los estupendos desatinos que ensartas en tu estulticia que se refuta a sí misma, toda vez que su sola lectura nos hace alternar las carcajadas más sonoras de risa incontenible con las imprecaciones más graves de profunda indignación, porque tienes la propiedad de ser a la vez cursi e impío, cómico y trágico. Lo que sí te repito para vergüenza tuya y de tus mugrosos colegas de Agua Prieta y de los cándidos que se creen de tales embaucadores, es esta frasecita popular: “Álvaro Obregón es el mentís de la Revolución”.
¡Mentira! ¡Mentira! ¡Mentira! Tal parece ser el lema del desgobierno mexicano. No hay modo de que diga la verdad en ninguna cosa. ¿Se trata de las notas de nuestros primos los yankees, que ya se van poniendo pesados?… ¡ca… no señor!, -dicen nuestros gobernantes- ¿Sí o no hay tales notas? O si nos las mandan es para decirnos ¡requiebros de amor! ¡Nunca han sido mejores nuestras relaciones internacionales! ¿Se trata de la paz de la República, que se va pareciendo a una cena de negros?... ¡no lo crean ustedes!, nos afirman muy orondos que todo el país está en una paz, que ríanse ustedes de la octaviana. ¿Se trata del boicot de los católicos, que ya nos hace llegar el agua hasta el pescuezo?... ¿El boicot?, exclaman, ¿Hay cosa más ridícula que eso? ¡Ahí está nuestro héroe de Celaya, que con toda su experiencia, afirma que el boicot será la salvación financiera del país! ¿Se trata de la industria, la agricultura o el comercio nacional, ya por los suelos…? ¡La situación de todo eso es de lo más halagadora! ¿Se trata de la campaña de los yankees…? Hace como dos meses nos dijeron que ya se los estaban comiendo en pipián, que los indios, por el contrario, ya no tenían qué comer (probablemente son más resistentes que aquel alcalde inglés que resistió tanto al hambre); que en cada encuentro que tuvieron con las tropas federales, les hicieron dos mil o tres mil muertos; que han recibido una barbaridad de aeroplanos de los Ángeles, California; que se han rendido pueblos en masa; que el general Mori no es de los rebeldes; que el jefe de la campaña es tantito Manzo, tantito Obregón, tantito Manzo y Obregón; etcétera, etcétera… y ahora resulta que ni la campaña ha comenzado, ni se han podido conseguir los aeroplanos de los Ángeles, ni nada de nada. ¿Se trata del problema religioso…? Pero, ¿quién ha dicho a ustedes que hay problema religioso en México? ¡Si es que estamos jugando al toro! Y así por el estilo, ni una palabra de verdad. ¿Qué se pretende con esto? ¿Desatinarnos? ¿Darnos atole con el dedo como vulgarmente se dice? Pues el chasco se lo llevan ellos. Porque una o dos veces podrán habernos engañado, pero ¡tantas, ya…! La pena del mentiroso es no creerle la verdad, y eso les sucederá indefectiblemente, el día en que nos digan una verdad, que les convenga que creamos…les diremos: ¡A otro perro con ese hueso, porque lo que es nosotros!… y les enseñaremos el colmillo. Y yo pregunto, ¿qué se puede esperar de una nación en que el pueblo no tiene confianza en su Gobierno ni el negro de una uña? ¿Y qué clase de Gobierno es el que para gobernar a un pueblo cree que es necesario estarle engañando a cada palabra? Allá en mis mocedades, cuando yo estudié un poco de filosofía, aprendí que la mentira no es solo anticristiana, sino también contra el derecho natural. Y si un Gobierno, cuya misión es encaminar a un pueblo por el sendero del progreso en todos los órdenes, le da el ejemplo de faltar de manera tan baja al derecho natural, ¿cómo va a exigir a ese pueblo que respete no ya ese derecho sino el Derecho Positivo, las leyes civiles, la autoridad humana? Ahora, los señores de “criterio filosófico”, ¡Se gastan una filosofía muy particular y despampanante! Quieren que se respete a las leyes y a la autoridad, y comienzan por no respetar ellos ni las leyes de Dios, ni las leyes naturales, ni autoridad alguna. A no ser que digan con su “criterio filosófico”, novísimo, que la mentira ha pasado a la categoría de derecho natural, y que todo lo demás es invención de curas… ¡Todo podría ser!... Porque ya estamos acostumbrándonos a oír tales disparates filosóficos…, que no sería extraño oír tales afirmaciones. Ellos podrán decir lo que quieran, pero la verdad será siempre verdad, y la mentira será siempre un oprobio para quien la gasta, aunque sea más político que el mismo Maquiavelo, mi compatriota adoptivo. Sigan, sigan por ese camino de desprestigio y de ignominia. No necesitamos nosotros acusarlos. Ellos mismos se ponen de picota.
Aviso al señor ministro Casauranc En un colegio particular de esta capital (no de curas ni de religiosas) acaba de darse un tiro una jovencita hija de un general nicaragüense. ¡No cabe duda que nuestros niños y niñas adelantan que es una barbaridad! Con tanto cine y tanto periódico que narran con lujo de tales los suicidios (que entre paréntesis es un crimen y una cobardía sin nombre, dígolo ¡por si acaso!) la fiebre contagiosa del mal ha llegado hasta los niños. Y en estas circunstancias tan lamentables, es cuando el ministro de Instrucción Pública, arranca de los muros de los colegios la dulce imagen de Cristo crucificado, divinización del dolor, ejemplo y dechado de la resignación y la paciencia, consuelo para todo el que sufre, sea niño o sea viejo. Si el niño suicida es el más doloroso de los horrores de nuestra época dañada por la “peste del laicismo”, el ministro de educación, que suprimiendo en aras de las sectas masónicas el divino recuerdo de Cristo crucificado arrebata a la niñez el más sublime ejemplo del dolor santamente llevado, y el refugio más consolador en todas las amarguras, es un monstruo infame más criminal que muchos de los que están purgando infamias en las prisiones. Y desde ahora, para el día en que, Dios no lo quiera, alguno de nuestros niños mexicanos, cometa alguno de esos crímenes que los infaman para siempre, acusamos formalmente y se le pedirá cuenta, al infame enemigo del Redentor Divino de la humanidad, al politicastro Casauranc.
Lo que la prensa calla La católica ciudad de San Juan de los Lagos se ha cubierto de luto. El domingo primero de noviembre, día señalado por su Santidad para festejar la fiesta de la realeza de Cristo, la ciudad referida fue teatro de sangrientos sucesos, desvirtuados por las tendenciosas informaciones oficiales. Se ha cambiado de un ataque a las fuerzas federales, hecho por algunos fanáticos, al Viva de Cristo Rey. Se ha dicho que los federales fueron víctimas de una emboscada de los católicos. Pero se ha faltado totalmente a la verdad…Hasta las oficinas del Sótano ha llegado un informe fidedigno de los acontecimientos de San Juan de los Lagos. Y es este: El día de la fiesta de Cristo Rey llegaron a San Juan numerosas peregrinaciones de rancheros de los alrededores, que pacíficamente iban al Santuario de la Virgen a celebrar el día de la realeza de Cristo, llevando en sus sombreros anchos una cinta con la inscripción: Viva Cristo Rey. Casi al mismo tiempo llegaba a San Juan un teniente del ejército, al mando de quince hombres, con el objeto de recoger de las oficinas de los telégrafos cierta suma de dinero destinada al pago de las tropas. El teniente iba borracho, y, al contemplar el magnífico espectáculo de fe que ofrecían las peregrinaciones, montó en cólera y empezó a insultar soezmente a los peregrinos, arrancándoles de los sombreros la cinta con la inscripción señalada. Como es natural, la conducta del teniente sublevó a los católicos, y cuando aquél quiso golpear brutalmente a un pobre muchacho de quince años, que sostenía con firmeza sus derechos, los bravos rancheros atacaron a su provocador y a sus hombres, dieron muerte al ebrio e hirieron de gravedad a un soldado. Al tener conocimiento de lo que sucedía en San Juan, las autoridades militares de San Miguel destacaron a un mayor y a cincuenta hombres de tropa, “para restablecer el orden”. Vean nuestros lectores cómo restablecieron el orden las fuerzas del Gobierno. Llegaron a San Juan los soldados al galope de sus caballos, disparando sus armas. Al entrar a la población acribillaron a tiros a un pacífico vecino que se dirigía a su casa. Después se entregaron a saquear los establecimientos comerciales, rompiendo a culatazos las puertas de las tiendas e incendiando las mercaderías que no eran de su agrado. Por último, como si todas estas atrocidades no fueran bastantes a castigar a los supuestos desmanes de los católicos, que sólo habían hecho uso del legítimo derecho de defensa, se pusieron de acuerdo con el ex alcalde de la población, un individuo de pésimos antecedentes, llamado el Cacarizo, quien para satisfacer ruines venganzas personales, denunció como responsables de los acontecimientos a un honrado comerciante y a tres de los principales vecinos del lugar. El comerciante y los tres vecinos fueron arrastrados por la soldadesca a la plaza de San Juan y allí, sin formación de causa, sin averiguación previa de ninguna especie, se les dio muerte, se les despojó de sus vestidos y alhajas, y sus cadáveres fueron atrozmente mutilados. El mayor que iba al mando de las tropas luce ahora en sus manos los anillos de las víctimas inocentes. El comerciante asesinado de manera tan villana, deja en la orfandad a dos pequeñitos, uno de dos años y otro de tres meses. Los habitantes de San Juan de los Lagos han huido a los cerros, temerosos de las venganzas del Cacarizo y el comercio ha cerrado sus puertas. ¿Qué se puede esperar de un ejército que tiene mayores y soldados como éstos? De todos los destacados para sembrar el pánico entre los católicos, mediante la ejecución de atrocidades sin nombre, distínguese particularmente el general Ortiz, don Eulogio, antiguo jefe de las armas en la ciudad de Zacatecas y actualmente señor de horca y cuchillo en la desventurada capital de Aguascalientes. Don Eulogio ha extremado sus procedimientos persecutorios hasta lo increíble. Empezó por encarcelar a todos los católicos prominentes de su ciudad; imponer multas a su antojo; propinar palizas a varios sacerdotes y a muchos jóvenes de la ACJM; expulsar del territorio del Estado a innumerables personas; y en fin, tiranizar en forma inconcebible a los moradores de Aguascalientes. Ni siquiera el gobernador del Estado logró escapar de la furia de don Eulogio. Un buen día, la Legislatura, movida por el famoso general, desconoció al señor Reyes Barrientos y nombró en su lugar a un colega de diputación, quien entre las hazañas que han dado lustre y gloria a su nombre, cuenta varios asesinatos y muchas pilladas. Don Eulogio hizo un viaje a esta ciudad. Relató al presidente sus magníficas empresas y volvió a su ínsula envalentonado (el presidente sin duda, lo felicitó) dispuesto a conquistar nuevos lauros. ¡Y el general se ha cubierto de gloria! Apoyado por las bayonetas de sus soldados ha hecho alarde de singular valentía: ¡Don Eulogio es muy hombre! La ha emprendido contra las mujeres, prohibiéndoles, en nombre de la libertad que nos conquistaron los revolucionarios, ¡que se vistan de negro!
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