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Juan Kaiser

Editor e impresor de papel moneda y tarjetas postales en Guadalajara

Ignacio de Jesús Sánchez Montes[1]

 

A partir de esta edición y lo que resta del año, la primera página del forro de este Boletín, reproducirá de una parte de las ‘Diez tomas postales de Guadalajara’ divulgadas hace poco menos de un siglo por uno de los pioneros de las impresiones gráficas en Jalisco. Abren estas notas un filón al conocimiento de Juan Kaiser, a quien ha de darse el lugar que le ganó su talento e industria. Suyas son también las viñetas de este Boletín de Mayo.

 

Según pasa el tiempo, aumenta el interés por el coleccionismo de tarjetas postales mexicanas de los dos primeros decenios del siglo XX, época de oro de estos impresos. A los conocedores no les resulta ajeno el nombre de Juan Kaiser, el mayor de dos hermanos editores, con establecimientos en San Luis Potosí y en Guadalajara. Sin embargo, aunque las postales antiguas tengan gran demanda cuando ocasionalmente se ofrecen a la venta,[2] sólo unos pocos especialistas en el campo de la numismática y de las fichas de hacienda antes, durante y después de la Revolución mexicana saben que Juan Kaiser, además de libros de caja y tarjetas postales, también imprimió algo del papel moneda usado por ese tiempo entre particulares.[3]

Mi conocimiento acerca de éste impresor se redondeó merced a la semblanza ‘Historia de la imprenta más antigua de San Luis Potosí’, del licenciado don Tomás Calvillo, presentada hace dos décadas en esa ciudad, toda ella documentada en el archivo de la sociedad Al Libro Mayor, de don Guillermo Kaiser Schlittler, nieto y heredero del hijo de Arnoldo Kaiser, el hermano de Juan. Un resumen de esa semblanza se publicó en la revista VetasCultura y Conocimiento Social,[4] donde no sólo revela los valiosos datos de sus pesquisas, sino que también reproduce muchas tarjetas postales de los Kaiser, con vistas de esa ciudad y hasta un cartel de propaganda.

En el año 2007 se presentó en una de las salas de exposiciones temporales del Museo Regional de San Luis Potosí la muestra “Postales de Arnoldo y Juan Kaiser”, y con tal motivo, don Guillermo Kaiser, entrevistado por un periódico local, dio a conocer otros datos relacionados sobre las actividades de los hermanos impresores.[5]

 

Datos biográficos

Juan Kaiser Schwab nació en Leusigen, Suiza en 1858, del matrimonio formado por Juan Kaiser y Elizabeth Schwab. En el año de 1881, con veintitrés de edad, se embarcó a América buscando fortuna, en un extraño derrotero que lo llevó de Chile a Bolivia y del Perú a Panamá. A principios de 1887 ya radicaba en la Ciudad de México, en calidad de empleado de la papelería La Helvetia, de su coterráneo Guillermo Kaiser y de su socio Luis Martín. El giro se especializaba en “papeles y sobres extranjeros, artículos para escritorio y colegios”.[6]

A fines de ese año de 1887, Juan Kaiser, asociándose con Arnoldo, su hermano menor –se llevaban dieciséis años-, adquirió en traspaso la librería de Antonia Reynoso, en San Luis Potosí, dando inicio al giro comercial que les daría tanta fama: Al libro Mayor, a cargo del primero hasta finales del siglo XIX.

 

En Guadalajara

No podía ser ajeno al interés del emprendedor Juan Kaiser la fuerte plaza de Guadalajara, y con la experiencia adquirida en el ramo, apenas cumplida la edad cuadragenaria se avecindó en esta capital, fundando Al Libro de Caja, en 1899, en las instalaciones donde antes estuvo la firma de Blume y Compañía, en el número 147 de la populosa calle de San Francisco,[7] esquina con la de López Cotilla,[8] equidistante del centro de la ciudad y de la zona hotelera comarcana a la estación del ferrocarril. Las jambas de la puerta principal de su negocio fueron decoradas por el reconocido pintor Félix Bernardelli con dos figuras femeninas al estilo art nouveau[9]. En el giro se atendió por igual las impresiones tipográficas, la encuadernación, los libros en blanco y los libros en general. Su domicilio particular lo estableció Kaiser en el número 52 de la calle de El Carmen, hoy avenida Juárez.[10]

Su flamante papeleria proveyó “los libros en blanco en que las principales empresas mineras, ferrocarrileras, petroleras y comercios en general llevaban sus cuentas”,[11] y mantuvo el productivo negocio de editar tarjetas postales, por ese tiempo tan solicitadas por los viajeros y los coleccionistas nacionales y extranjeros. Así se anunciaba en 1910: “Al libro de caja”, Juan Kaiser. Esquina San Francisco y López Cotilla. Libretas para taquigrafía, cuadernos para colegiales, estuches para matemáticas, esferas celestes y terrestres, papeles, telas, colores, pinceles, paletas y modelos para pintura, pizarrones, pizarras, pizarrines, plumas, tintas, etc., etc. Telas para pizarrones, diccionarios en francés, inglés, alemán y español.”[12]

Juan Kaiser murió en 1916 y fue sepultado en el panteón de Mezquitán de Guadalajara. Le sucedió su hijo Javier, quien con el tiempo cedió la papelería a sus empleados, “que después la dividieron y él se fue a vivir a Suiza”, la tierra de sus ancestros.[13]

 

El arte de las vistas postales

El registro de la primera postal ilustrada en México se remonta al año de 1896 y nadie hasta ahora discute que los hermanos Kaiser introdujeron este género gráfico en San Luis Potosí y probablemente también en Guadalajara.

Muy pronto, el coleccionismo filatélico se asoció al de las tarjetas postales. En 1905 ve la luz el boletín de la Sociedad Filatélica Jalisciense, fundada por don Alfonso Arceo[14]. México, como país miembro de la Unión Postal Universal, adoptó entre 1906 y 1907, el acuerdo de dividir la parte posterior de las postales en dos mitades, una para el mensaje y otra para la dirección. Las postales que reservan el reverso para el domicilio del remitente son, por lo tanto, anteriores a esos años, lo que permite distinguir las postales más viejas de las más recientes.

La tarjeta postal más antigua de Kaiser con tomas de Jalisco lleva el pie de imprenta de Al Libro Mayor San Luis Potosí y Guadalajara[15] y presenta tres vistas de Chapala; se suscribió en San Luis Potosí y fue remitida al Perú el 26 de abril de 1901. El fotógrafo puede ser José María Lupercio, y en una de ella se muestra la diligencia que todos los días salía del Hotel Arzapalo[16] a la estación del tren de Atequiza.

 

Papel moneda para canjearse en las tiendas de raya de las haciendas

Entre los clientes de Juan Kaiser en Guadalajara figuraron los dueños y administradores de muchas haciendas agrícolas y ganaderas del estado de Jalisco y su región, quienes además le mandaron hacer fichas para utilizarlas en el pago de salarios. La escasés de moneda fraccionaria durante la época revolucionaria favoreció este tipo de pedidos, aunque las haciendas del Occidente de México tenían a su servicio un reducido número de peones si se les compara con las haciendas henequeneras o cafetaletas del sureste de la república, que ocupaban a miles de trabajadores. Un caso paradigmático del pago mediante fichas fueron las minas:

 

Durante la revolución mexicana, muy pocas compañías mineras se mantuvieron en actividad una de ellas fue la Amparo Mining Co. Esta situación provocó una gran escasez de moneda fraccionaria, muchas haciendas o importantes negociaciones agrícolas a fin de expedir sus pagos, entregaban a los trabajadores fichas para determinados departamentos de la propia negociación. Así, la Amparo Mining Co., en el mes de enero de 1916, ordenó la impresión de 1500 fichas a la imprenta de Juan Kaiser en Guadalajara que servirían para pagar a los trabajadores su ración de carne, con valores de 10, 15 y 25 centavos. En abril del mismo año, la compañía ordenó a la misma imprenta la hechura de 5,250 fichas, para las raciones de granos por valores de a uno y dos kilos. Estas ediciones se hicieron en papel "pressboard" café, grueso, variado el tamaño y configuración de la ficha según su valor.[17]

 

 

En su muy documentado libro ‘Las Monedas Jaliscienses durante la época revolucionaria’, Ricardo Delgado[18] hace una detallada relación del papel moneda impreso en la negociación de Juan Kaiser. Cada trabajo suyo llevaba un monograma ilustrado o las letras J.K.G. Las dos primeras corresponden a las iniciales de su nombre y la G, según Ricardo Delgado, significa Guadalajara, yo pienso que está en lo cierto. Además, en cada ficha se consignaba el número de orden (modelo), lo que me permitió fechar las fichas de la hacienda de San Simón, Michoacán.[19] Por ejemplo, el modelo 4502, de la Hacienda de San Juan de los Arcos, se imprimió en noviembre de 1913 el modelo 5095, de Leopoldo Ochoa, en octubre de 1914; el modelo 5290, de la hacienda de Huáscato, en 1915, y el modelo 5359, de la compañía minera de San Rafael y anexas, en mayo de 1916, cuando la tipografía de Juan Kaiser formaba ya parte de su sucesión testamentaria.

Curiosamente, en este tipo fabricó también fichas para otros negocios como el Depósito de Carbón y Leña con el monograma S.M.F. (Salvador Martínez Frías). La gran mayoría son del estado de Jalisco. En ‘Mexican Paper Money’ pueden verse muchas de sus fichas, ya que no todas están catalogadas. La gran mayoría son muy difíciles de conseguir y alcanzan elevados precios en el mercado por su rareza, de 100 a 200 dólares en buena condición, por los motivos ya aludidos.[20]

 

Fin de Al Libro de Caja

El establecimiento tapatío de Kaiser sobrevivió un cuarto de siglo a su creador, consolidándose, al comenzar la década de los años veinte, como un gran almacén de papelería y artículos de escritorio, imprenta, encuadernación y rayados, con especialidad en impresiones finas y libros sobre modelo, fábrica de libros en blanco y sellos de goma, pero también de artículos de fantasía para regalos, perfumería fina, petacas y artículos de piel, devocionarios finos, rosarios y estampas, artículos para ingenieros y, por supuesto, tarjetas postales y vistas de la ciudad.[21]

Todavía en el año de 1940 la vitrina del establecimiento lucía el monograma de la Casa que aparece en algunas fichas y postales.[22] Ese año cerró sus puertas y poco después el inmueble fue adquirido por el Banco de Comercio, que lo demolió para los fines que a la fecha conserva. Corrió la suerte de muchísimos edificios antiguos de esta ciudad, que hoy sólo viven en el recuerdo del registro fotográfico, documentos históricos y testimonio de la barbarie consumada en la capital de Jalisco por sus propios moradores en complicidad con las autoridades municipales.

La historia de los hermanos Kaiser aún depara muchas sorpresas en el ramo de las artes gráficas, según se localicen y cataloguen sus incursiones editoriales, como el libro El último capítulo, del poeta Manuel José Othón estrenada en el teatro de La Paz en San Luis Potosí en 1905, el cual fue publicado en el Taller de Imprenta y Encuadernación de J. Kaiser en 1906, de dicha ciudad, o el exquisito “Álbum de la coronación de Nuestra Señora de Zapopan”, editado en Guadalajara en el año de 1921.[23]

Tarea pendiente será reunir las ediciones, postales y fichas de estos hermanos impresores dispersas aquí y allá, no pocas en poder de los coleccionistas; darlas a conocer abrirá nuevas rutas de estudio.[24] Para empezar, el Museo de la Ciudad de Guadalajara u otro organismo con vocación parecida podría organizar una muestra de las postales editadas por los Kaiser en esta ciudad, emulando lo que se hizo en San Luis Potosí gracias al acervo donado por el nieto de Arnoldo al Colegio de San Luis.

La sociedad ‘Al Libro Mayor’, de los hermanos Kaiser en San Luis Potosí, aun lo administran los herederos de Arnoldo, miembros de la cuarte generación de la familia Kaiser.

 



[1] Investigación cedida a este Boletín por su autor, pintor e historiógrafo, hermano del señor presbítero y doctor don José Sánchez Montes, del clero de Guadalajara.

[2] Prueba de ello son las cotizaciones que se dan a estas piezas en las subastas en la Casa Ebay

[3] A diferencia de las tarjetas postales, en el campo del coleccionismo, las fichas son raras y difíciles de obtener, y mucho más las piezas editadas en la prensas de Juan Kaiser en Guadalajara.

[4] Cf. Los 100 y más años de Al Libro Mayor, abril de 1999, n 1, año 1, publicación del Colegio de San Luis.

[5] Periódico Exprés, edición del 24.09.2007

[6] Así lo cita Tomás Calvillo en su monografía del tema. En la nomenclatura antigua calle del Puente del Espíritu Santo n 7, hoy corresponde a la calle de Isabel la Católica, entre las de 16 de Septiembre y Venustiano Carranza.

[7] Hoy avenida 16 de Septiembre después de la ampliación de la antigua rúa y brutal demolición de su acera poniente.

[8] En el “Directorio de profesionistas y principales hombres de negocios de la República Mexicana” de 1912 se registra el establecimiento en el ramo de las librerías: “librería, papelería, imprenta, rayados, fábrica de sellos de goma y libros en blanco. Ap. 195.” De la Casa Matríz, dice: Kaiser y Hno., Juan. Grandes almacenes de Librería y Papelería. Imprenta y litografía de primer orden. Fábrica de Libros en Blanco. Ap. 24).

[9] Los bocetos en acuarela de estas obras se conservan y hace poco fueron expuestos en el Museo Nacional de San Carlos de la Ciudad de México. Cf. Laura González Matute en Félix Bernardelli (1862-1908).  Un artista moderno en el Museo Nacional de San Carlos, en revista digital ‘Diversa’

[10] Directorio del Estado de Jalisco, 1904-1905, p 182.

[11] Cf. Calvillo, op. Cit.

[12] Cf. Juventud, revista mensual, Guadalajara, 1910, año 1, número dos, inserto entre las páginas 44 y 45.

[13] Cf. Ramiro Villaseñor, Las calles históricas de Guadalajara, t II, p 369.

[14] En el año de 1906 vieron la luz siete ejemplares de esta publicación.

[15] Los otros dos pie de imprenta serán Juan Kaiser Guadalajara y, finalmente, Al libro de caja Guadalajara.

[16] Situado a la vera del lago, fue propiedad de Ignacio Arzapalo y se inauguró en 1898.

[17] Cf. René de León Meza, La ‘Amparo Mining Company’, una empresa minera en tierras jaliscienses, tomado el 17.04.2009 de: morgan.iia.unam.mx/usr/Industrial2/BOL6/DE%20LEON.HTML

[18] Reconozco aquí al licenciado Eduardo García Ramírez, acucioso coleccionista y estudioso de las fichas michoacanas, el haberme facilitado esta obra.

[19] Las fichas de cartón de 50 y 100 centavos de San Simón son del modelo 5441, por lo que se fabricaron muy probablemente a fines de 1916 o 1917, cuando ya había muerto Juan Kaiser, motivo por el cual no aparecen sus iniciales en las fichas, aunque en algunas anteriores, como las de La Hacienda de Buenavista (Modelo 4623) en Ixtahuacán de Los Membrillos, de 1914 no aparecen las iniciales. Las fichas en cartón “pressboard” de San Simón se usaron aproximadamente hasta 1920, según informó Antonia Coronado. La hacienda de San Simón, Michoacán, pertenecía a Tomás Sánchez de Sahuayo Michoacán quién se mudó a Guadalajara con su familia en 1913 para ponerse a salvo de los revolucionarios y bandidos que asolaban su pueblo. Sus hijos José María, Esteban y Benjamín eran los que administraban sus negocios, por ese motivo aparece el nombre de Jose María en las fichas. En otras muchas de este tipo se prescinde también de las iniciales, como en las de la hacienda de San Clemente (válida hasta el 1º de octubre de 1916- p.197) pero no hay duda que salieron de su imprenta ya que conservan todas las características de las primeras (cartón prensado, color, dimensiones, tipos de letras y tinta de seguridad).

[20] Claudio Verrey, coautor de ‘Mexican Papers Money’ y de los libros sobre las fichas de Sonora y San Luis Potosí, prepara un suculento libro sobre el papel moneda Jalisciense que seguramente también incluirá las fichas metálicas. Tuvo la suerte de conseguir el remanente del Al Libro de Caja con un muestrario de las fichas. También incluirá los billetes emitidos por las tipografías de José María Yguíniz y Loreto y Ancira.

[21] Así se anuncia en el desplegado inserto al Album de la coronoración… que se cita líneas adelante.

[22] Al igual que en algunas de las fichas que emitió, aparece su monograma en un tipo de postales fotográficas (algunas coloreadas), lo que podría hacernos suponer que él fue el autor de ésas tomas, si bien muchos editores ponían su firma sobre imágenes de fotógrafos a los que no daban el crédito que les correspondía. Cabe aclarar que no coinciden las letras de dicha marca con el apellido materno que da su descendiente Guillermo Kaiser Schwab. O está equivocado o la G podría haberla adoptado en memoria de su protector Guillermo Kaiser, o, como apunté, por Guadalajara.

[23] La edición es un modelo en su género y sería deseable que pronto se divulgara en edición facsimilar, consta de 108 páginas, de 23.5 por 31 centímetros, a dos tintas, en fino papel couché y muy decorosas ilustraciones.

[24] Ejemplo de ello es unapostal suscrita por el el reconocido historiador y bibliófilo tapatío don Ignacio Dávila Garibi, quién el 16 de octubre de 1906 (cuando contaba con 18 años de edad) envió la postal nº 146 de Al Libro de Caja a una señorita de Montevideo, Uruguay. Se trata de una toma de la catedral, que por cierto guarda gran semejanza con otra publicada por Álvarez y Fernández (la nº 70 de su colección). En esa época se reservaba el reverso exclusivamente para la dirección y el franqueo, por lo que nuestro novel coleccionista al igual que la mayoría de sus contemporáneos se vio obligado a invadir parte de la imagen, para poder poner su mensaje completo: “Señorita:/ he visto su aviso de/canje en el “Jalisco Filatélico”/ Deseo cambiar con Ud./ vistas y tipos nacionales de mi país./ Afmo. At. Y SS./ Igº Dávila Garibi”.

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