16 martes
Blanco
FERIA DE PASCUA
MR p. 358 [363] / Lecc. I p. 888
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 19, 5; 12, 10
Alaben a nuestro Dios todos cuantos lo temen, pequeños y
grandes, porque ha llegado ya la salvación, el poder y el reinado
de su Cristo. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que abres la entrada del reino celestial a los
que han renacido por el agua y el Espíritu Santo, aumenta sobre
tus siervos la gracia que les diste, para que, purificados de todo
pecado, no les falte ningún bien de los que, en tu bondad, les
tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Señor Jesús, recibe mi espíritu.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 7, 51–8, 1a
En aquellos días, habló Esteban ante el sanedrín, diciendo:
“Hombres de cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos.
Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales
a sus padres. ¿A qué profeta no persiguieron sus padres? Ellos
mataron a los que anunciaban la venida del justo, al que ahora
ustedes han traicionado y dado muerte. Recibieron la ley por
medio de los ángeles y no la han observado”.
Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron
y rechinaban los dientes de rabia contra él. Pero Esteban, lleno
del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús,
que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: “Estoy viendo los
cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”.
Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza,
se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo
sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos
testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado
Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: “Señor
Jesús, recibe mi espíritu”. Después se puso de rodillas y dijo
con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”.
Diciendo esto, se durmió en el Señor. Y Saulo estuvo de acuerdo
en que mataran a Esteban. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 30, 3cd-4. 6ab.7b.8a. 17.21ab
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya.
Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, la muralla que me
salve. Tú, que eres mi fortaleza y mi defensa, por tu nombre,
dirígeme y guíame. R.
En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me
librarás. En ti, Señor, deposito mi confianza y tu misericordia
me llenará de alegría. R.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu
misericordia; cuídame, Señor, y escóndeme junto a ti, lejos de
las intrigas de los hombres. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 35
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan de la vida, dice el Señor; el que viene a mí ya
no tendrá hambre. R. Aleluya.
EVANGELIO
[No fue Moisés, sino mi Padre, quien les da el verdadero pan del cielo.]
Del santo Evangelio según san Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: “¿Qué señal
vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte?
¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”.
Jesús les respondió: “Yo les aseguro: No fue Moisés quien
les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan
del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da
la vida al mundo”.
Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”.
Jesús les contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a
mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed”.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Jesús acaba de aclarar a sus oyentes:
«La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien
Él ha enviado». De ahí surge espontanea la pregunta:
«¿Qué señal vas a realizar tú, para que la veamos y
podamos creerte?». Es entonces cuando se introduce
un tema básico: el del «maná» que –en momentos
críticos, durante la travesía del desierto– avaló a
Moisés como profeta enviado por Dios. Jesús instruye
a la gente acerca de la verdadera naturaleza del «pan
del cielo», el único capaz de satisfacer, en definitiva, el
hambre y la sed de quien aspira a llega a la fe.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta,
y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también
disfrutar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Rom 6, 81
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos
con él. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que
te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y
concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.