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Los católicos y el nacimiento del movimiento obrero en Guadalajara (1900-1936)

 J. Jesús Gómez Fregoso, s.j.[1]

                                               

Como en el año 2018 se cumplen cien años de un capítulo azaroso e intenso para Guadalajara: la confrontación entre el gobierno y los católicos al tiempo que se intentaban aplicar los artículos anticlericales de la Constitución de 1917, se publica el texto que sigue, en el cual se describe cómo el vigoroso catolicismo social de los tres primeros lustros del siglo xx a partir de 1818 se fue transformando en resistencia activa católica.[2]

 

Nota necesaria:

 

La primera redacción de este trabajo se preparó hace años como borrador para la sección del movimiento obrero de la Historia de Jalisco que se editó en 1982, bajo los auspicios del Gobierno del Estado de Jalisco, presidido por don Flavio Romero de Velasco. Sin embargo, el día en que se presentó el libro en el Palacio de Gobierno, el autor, invitado a la ceremonia, se encontró con la sorpresa de que su trabajo no se había incluido.

Según lo convenido, las tres estudiantes que colaboraron en la investigación: Margarita Castro, Silvia Venegas, Adriana Villa, lo publicaron como tesis profesional bajo el título Inicios del movimiento sindical en Jalisco, que les granjeó el premio nacional en el iv Congreso de Derecho Laboral Manuel M. Diéguez 1981.            

            Más que un análisis de los orígenes del sindicalismo en Guadalajara y en Jalisco, ofrecemos pautas que ayudan a escribir esa historia. A la distancia de tantos años, tiene sin duda  el mérito de haber abierto una brecha que luego será recorrida por diversos investigadores.

El estudio que sigue abarca de los orígenes, a principios del siglo xx, a la fundación de la ctm en 1936. Se refiere al mundo laboral tapatío, pero incursiona también, en ocasiones, en los rumbos de las zonas mineras y de los trabajadores textileros de El Salto.

Las  fuentes primarias que sirvieron para su redacción se rescataron del Archivo Histórico de Jalisco en 1980 y 1981, cuando Carmen Castañeda emprendió la titánica tarea de clasificarlo. Los papeles estaban en bolsas enormes con el polvo acumulado por decenios.

Se trabajó con documentos que ahora no sabríamos cómo quedaron clasificados, por lo que sólo se cita la fecha del documento, que es la única referencia que se podía tener en aquellos años.

 

Capítulo i

Los orígenes (1900-1910)

 

Suele decirse que el obrero es la persona que trabaja en una fábrica; pero en el tema y en los años que investigamos habrá dificultad en delimitar el concepto de fábrica y probablemente en el lenguaje jalisciense la idea de fábrica se complica. Los archivos del Departamento de Trabajo no tienen claridad en conceptos como “fábricas”, “industria”, “patrón”, “empresario”, “trabajador”, “gremio”, “sindicato”. Así encontraremos, en especial durante los años veinte, el término industria aplicado a peluquerías. Es cierto que Marx llama “obrero” a todo asalariado que trabaja en una fábrica, donde se despersonaliza y vende su fuerza de trabajo. Este concepto no es de fácil aplicación al hablar de los cargadores de la estación del ferrocarril, de los filarmónicos que cobran por llevar serenata a las novias tapatías. Tampoco vemos con claridad cómo esa palabra se puede aplicar sin más a los miembros del sindicato de actores. Por otro lado, parece evidente que los trabajadores del campo, los labradores, no son obreros en sentido estricto marxista, y sin embargo pueden ser perfectamente proletarios, es decir que sólo pueden vender su fuerza de trabajo. Concretamente en el caso de Jalisco, una gran parte de los casos tramitados en el Departamento de Trabajo de 1920 a 1935 son quejas de campesinos, medieros o peones.

            También el término “sindicato” requeriría una discusión y delimitación de fondo. Encontraremos en Guadalajara, a partir de 1915, una serie de “sindicatos” muy originales: sindicato de inquilinos, de obreros “sin trabajo”, de agricultores pobres. En Jalisco, podemos decir que sindicato se emplea como sinónimo de gremio o simple agrupación.

            Otra dificultad inicial para escribir una historia del movimiento obrero en Jalisco o una historia laboral radica en el hecho indiscutible de que Jalisco fue un estado eminentemente agrario. No es sino hasta 1940 cuando Guadalajara, ciudad de artesanos y comerciantes, comienza a respirar aires contaminados de ciudad industrial; Jalisco, aunque continúa siendo agrícola, va empezando a ver en su seno un mundo estrictamente industrial.

            Este hecho de que Jalisco no haya sido un estado industrial, y por lo mismo tampoco estado obrero, provoca cierto desencanto a los estudiosos de la Historia Obrera. Jalisco no tendrá el movimiento sindical ni las luchas laborales que durante el siglo xx se pueden estudiar en el Distrito Federal y en los estados de Puebla y Veracruz. La historia laboral de Jalisco hasta el año de 1940 sería una historia de trabajadores del campo y de empleados en industrias familiares donde además del dueño de la “fabriquita” se emplean tres o cuatro trabajadores más.

            Se puede decir que, con excepción de varias fábricas de textiles del valle de Atemajac y de los minerales de Etzatlán y Ahualulco, Jalisco, como se ha reiterado, es un estado agrícola, y Guadalajara una ciudad de artesanos y comerciantes.

 

La industria tapatía al comenzar el siglo xx

No es fácil formarse una idea de la realidad industrial jalisciense al comenzar el siglo: se habla de que existían 205 fábricas de hilados y tejidos, 108 fábricas de jabón, 50 fábricas de azúcar y panocha, 50 fábricas (molinos) de harina, 20 de aceite, 112 de aguardiente, 39 industrias cigarreras.[3] Pero estos datos, aunque ciertos, requieren precisiones y aclaraciones para su intelección e interpretación.

            Ya indicamos más arriba la ambigüedad del término “fábrica”[4] y del término “industria”: así, el directorio del estado de Jalisco del año 1912 enumera entre las industrias la fotografía, el lavado de ropa, las tintorerías y otras actividades completamente artesanales, como platería, labrados de madera y trabajos en mármol.

            Dejamos a especialistas en historia industrial y económica la discusión del panorama real de la industria tapatía y jalisciense al comenzar el siglo xx. Bástenos decir que solo existían dos capítulos industriales de cierta importancia: el núcleo textil de Atemajac, La Experiencia y el Salto de Juanacatlán, además de la fábrica de papel de El Batán, y la precaria industria minera. El directorio del estado de Jalisco de 1912 se queja de que “las condiciones favorables de clima, abundancia de agua y comunicaciones fáciles del centro del estado de Jalisco han hecho desdeñar a los capitalistas de dicho estado los trabajos mineros, optando únicamente por los agrícolas, razón por la cual no está a la altura que le corresponde por su industria minera…”[5]

Prácticamente todas las fábricas y todas las industrias eran pequeñas células artesanales, o dicho de otro modo, negocitos familiares que requerían algunos ayudantes asalariados.

No tenemos un cuadro estadístico de cómo se empleaba la población tapatía y jalisciense al comenzar el siglo, pero es evidente que la agricultura ocupaba el primer lugar y muy por encima de cualquier otra actividad. Otro sector importante será formado por artesanos y empleados. En Guadalajara tendrán cierto peso los trabajadores de servicios públicos, en especial los tranviarios. Habrá que recalcar que los trabajadores no dedicados al campo ciertamente no estaban agremiados ni relacionados entre sí como para constituir una fuerza unificada importante.

 

Primeras agrupaciones

Ya en 1850 se fundó en Guadalajara una sociedad de artesanos, “quizá la primera del país, al menos de las que se tiene noticia”. En 1888 existía en Guadalajara la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos con el lema “Unión, Caridad y Trabajo” y más de 100 socios.[6]

Si se recuerdan las condiciones laborales en la República durante el régimen porfirista, vale decir que toda agrupación estrictamente sindical quedaba fuera de la ley y no existía otra posibilidad de ayuda para el trabajador como no fuera el mutualismo. Carecemos de estadísticas y registros completos para enumerar todas las mutualistas o mutualidades que surgieron. Más difícil resulta seguir su historia. Baste decir que al comenzar el siglo xx las únicas organizaciones o agrupaciones obreras, o lo que en alguna forma más se podría acercar a ellas, eran los gremios, en especial de artesanos. Estos gremios no parecen haber tenido otro objetivo que cultivar cierta amistad entre sus miembros, en ocasiones ofrecer algún tipo de ayuda mutua, y probablemente lo único fijo e importante era la fiesta de su santo patrono: los músicos festejaban a Santa Cecilia en el templo de San Juan de Dios, los zapateros a San Crispín, los albañiles a la Santa Cruz, los cocheros a San Cristóbal en el templo de Santa Mónica. En el campo se festejaba a San Isidro Labrador, pero en este caso no se puede hablar absolutamente de un gremio; como se dijo, la fiesta del santo era el único lazo de unión y, por lo tanto, se está muy lejos de lo que pudiera constituir un antecedente de organización laboral u obrera estrictamente dicha.

Guadalajara no parece haber tenido una vida distinta de la del resto del país durante todo el periodo porfirista. Tampoco parece haber vivido los extremos más miserables del régimen:[7] salvo los años de persecución religiosa, ha sido “ciudad leal”, sin extremismos aparentes, sin intransigencias declaradas, sin violencia confesada, sin marginación aceptada. La descripción del mundo porfirista mexicano puede aplicarse a Guadalajara, sin olvidar que no se trata del mundo industrial de entonces en el sur del Distrito Federal o en las regiones fabriles de los estados de Puebla y Veracruz.[8]

La posibilidad de tener sindicatos y agrupaciones obreras se vislumbró en Jalisco con la encíclica Rerum Novarum del Papa León xiii:[9] se comenzó a despertar una preocupación al menos teórica por el mundo del trabajador. Pero no es sino hasta el año de 1902 que se funda “la Asociación Guadalupana de Artesanos y Obreros Católicos… para ayudarse mutuamente en sus necesidades, fomentar en la clase obrera los hábitos del ahorro y combatir el detestable vicio de la embriaguez”.[10] En las parroquias de Guadalajara y del estado de Jalisco comienzan a aparecer los círculos de obreros, que en realidad eran asociaciones piadosas.

En octubre de 1904 se tomó la determinación a nivel nacional de establecer círculos de obreros católicos con la consigna de “que sea el párroco o el sacerdote que designo el Prelado respectivo quien se encargue de la dirección del círculo”.[11]

El año 1906 tiene lugar en Guadalajara un Congreso Eucarístico, “ahí se declararon muchos de los congresistas a favor de mejores condiciones de trabajo y de vida para el proletariado”.[12]

Durante estos años continúan sus labores varias mutualistas católicas y se multiplican en el estado los círculos de obreros y los gremios dirigidos por sacerdotes. Las actividades se enfocaban sobre todo

 

a una especie de educación de los trabajadores… los gremios de panaderos, de albañiles, de carpinteros, de zapateros, de sastres, de cargadores, de cargadores, de herreros, etc., fueron así experimentando y aprendiendo. Luego, al estallar el movimiento armado, cuando dichos sacerdotes o no dejaron o no pudieron o no quisieron ya atender a los grupos, éstos pasaron por sí mismos de la etapa del mutualismo a la del sindicalismo… De estos organismos salieron a la lucha muy activos y capaces elementos como… Isaac Castillón en el (sindicato) de los trabajadores del hierro, Luis C. Medina... en el de los sastres. Véase pues cómo la obra inicial de unos buenos sacerdotes católicos les mostró el camino elemental de la lucha social a los trabajadores.[13]

 

En 1909 se fundan los Operarios Guadalupanos en Guadalajara. En realidad no se trata de una agrupación obrera, sino de elementos católicos de la clase media y clase alta que se dedican a difundir los principios expuestos en las encíclicas de León xiii Rerum Novarum, sobre la cuestión social, e Immortale Dei, sobre la naturaleza del Estado. Las ideas sociales que más abundan son impulsar el mutualismo y el sindicalismo, lo mismo que las cajas de préstamos y ahorros. Todo se enfoca tanto a los obreros y artesanos de las ciudades como a los campesinos. La visión de la historia de México es muy particular: Iturbide ocupa un lugar muy destacado como “el forjador y creador de México”, la Virgen de Guadalupe constituye el símbolo de la mexicanidad, y todo lo guadalupano ocupa el primer lugar en espacio y en importancia en las publicaciones de los operarios guadalupanos. La lista inicial de sus fundadores[14] y las firmas de colaboradores de su órgano oficial, Restauración Social,[15] hacen pensar en la importancia que en futuro tendrán sus miembros: Miguel Palomar y Vizcarra, Anacleto González Flores, Miguel Gómez Loza, por solo citar tres nombres. Sus socios serán miembros activos del Partido Católico Nacional y posteriormente de la Liga Nacional Defensora de Libertad Religiosa, durante el periodo de Plutarco Elías Calles.

 

Agrupaciones laborales de 1900 al comienzo de la Revolución de 1910

No es mucho lo que se puede añadir al panorama general esbozado arriba, y nuestra investigación pocos datos arroja al respecto. Además de los gremios ya enunciados y cuya enumeración completa no poseemos, habrá que decir que, junto con la Asociación Guadalupana de Artesanos y Obreros Católicos,[16] estaban organizados los tejedores, los reboceros, los tipógrafos, los impresores y encuadernadores, los canteros y albañiles,[17] la mutualista de dependientes[18] y el incipiente “sindicato” de los trabajadores de la hidroeléctrica.[19]

Hablamos de agrupaciones laborales y evitamos expresamente el adjetivo de sindicales y aun obreras porque no es posible por ahora, con información tan escasa, especificar más: sólo existen referencias aisladas y fragmentarias y no es posible estudiar la historia de estas agrupaciones. Ni siquiera sabemos cómo funcionaban en realidad, cuál era su fuerza, qué logros obtuvieron, etc.

 

Conflictos laborales (1900 a 1910)

La escasa vida industrial de Jalisco y la poca libertad que concedía el régimen porfirista, sobre todo al obrero, explican que sean tan pocos los conflictos laborales que se registran en este periodo: sólo conocemos algunos problemas de la industria textil y otro de los trabajadores de la Hidroeléctrica de Chapala. En febrero de 1901, los trabajadores de La Experiencia se declararon en huelga “debido a las injustificadas exigencias”[20] de la empresa, que finalmente fue la que triunfó.

En 1906 el mundo laboral mexicano pareció despertar con vitalidad inusitada: las huelgas de Cananea, en el estado de Sonora,[21] y de Río Blanco, en Veracruz,[22] son manifestaciones obreras de una violencia nunca vista hasta entonces. Los problemas de Río Blanco influirían en Jalisco: en septiembre de 1906, los empresarios de las 93 fábricas textiles del país se adhieren al recién fundado Centro Industrial Mexicano de la región de Puebla y Tlaxcala y para el mes de noviembre imponen a sus trabajadores un reglamento que, entre otras cosas, prohíbe recibir en sus casas visitas de amigos y parientes y leer periódicos o libros no previamente censurados por la empresa. Ante la resistencia obrera a tal reglamento, expresada en la huelga que comenzó 4 de diciembre, Limantour propone a los empresarios que cierren todas las fábricas, con el consiguiente perjuicio a 25 000 obreros de todo el país. Finalmente, el lunes 7 de enero de 1907 el presidente Porfirio Díaz ordena que se abran todas las fábricas cerradas en los estados de Puebla, Veracruz, Jalisco, Querétaro y Tlaxcala y en el Distrito Federal y que todos los obreros vuelvan a trabajar en ellas.[23] Estos paros obviamente fueron para presionar a los obreros.  

En febrero y marzo de 1909 y en febrero de 1910 hubo huelgas en la fábrica de hilados de Juanacatlán,[24] pero se ignoran sus pormenores. En 1906, la Compañía Hidroeléctrica de Chapala despidió a varios de sus empleados,[25] pero, aquí también, desconocemos la historia del conflicto, aunque parece ser que el Gobierno cedió.[26]

Y para terminar estos párrafos sobre la “prehistoria” del movimiento obrero en Jalisco, hay que consignar dos hechos muy reveladores de la situación de aquellos días: en mayo de 1907 los cargadores de la estación del ferrocarril piden al gobierno que prohíba a los empleados de los hoteles recoger bultos de los vagones del tren. Los hoteles podían pagar el pasaje de sus empleados desde Las Juntas, cosa que no podían permitirse los cargadores, y de esta forma acaparaban el transporte de los bultos. El gobernador respondió negativamente.[27]

En octubre de ese mismo año los sastres dirigen un ocurso al gobernador para que el jefe político deje en libertad a tres de ellos, que habían sido encarcelados por “pedir pacíficamente” a sus patronos que les aumentaran el sueldo, y luego habían sido condenados a 30 días de prisión. No se sabe cómo se haya resuelto este asunto.[28]

Y ésta es toda la información de que disponemos acerca de conflictos laborales en Jalisco desde principios del siglo xx hasta el comienzo de la Revolución de 1910.

 

Capítulo ii (1911-1914)

 

La Revolución maderista y el gobierno de Victoriano Huerta

 

Nadie discute el hecho de que “la clase obrera mexicana, al estallar la revolución de 1910, se encontraba todavía en la fase de venir al mundo”,[29] y esto es todavía más cierto por lo que se refiere a Jalisco, “estado agricultor”.[30]

            El estudioso de la historia obrera y de la historia social y económica de Jalisco se sentirá decepcionado al constatar que ni buscando con lupa en archivos y bibliotecas y en los recuerdos de antiguos combatientes de la Revolución aparece por ninguna parte  la fuerza de los obreros tapatíos y jaliscienses decidiendo batallas y exigiendo reivindicaciones radicales y revolucionarias. La militancia obrera en Guadalajara simplemente será un reflejo y una consecuencia de una verdad incontrovertida: en el estado de Jalisco de 1910, la clase obrera estaba todavía por nacer.

            La minería y las fábricas textiles eran las industrias más importantes en el México de la pre-revolución, y la minería jalisciense era bastante insignificante comparada con la de Chihuahua, Guanajuato, Hidalgo o Zacatecas.[31] Por lo que se refiere a los textiles, mientras en Puebla había 8 142 obreros en 44 fábricas, en Jalisco sólo 1 538 obreros en cinco fábricas.[32]

            En el mundo de la política, si bien Guadalajara se consideró como gran centro reyista,[33] esto deberá entenderse que ocurría entre las clases altas, pues los trabajadores se adherían simplemente al antirreeleccionismo.[34] Así pues, no es fácil precisar hasta qué punto Guadalajara apoyaba la revolución. Dos jóvenes de entonces, observadores y socialmente inquietos, José G. Zuno y Roque Estrada, convienen en que Guadalajara ciertamente no era el mejor caldo de cultivo para una revolución:[35] Guadalajara tuvo su mayor auge durante la segunda mitad del siglo xix[36] y fue una ciudad poco perjudicada en tiempos del porfiriato.

            En esa ciudad de gente civilizada, refractaria al desorden, el mundo laboral continuará tranquilamente su vida pacífica mientras los norteños –los coahuilenses, chihuahuenses y sonorenses– aprenden el oficio de guerrilleros contra el régimen porfirista.

            En esos últimos meses de 1910 sólo tenemos noticias de algunas actividades de los católicos: los Operarios Guadalupanos de Guadalajara organizan en la ciudad de México la Segunda Semana Católico-Social del 17 al 22 de octubre,[37] y el 25 de diciembre se funda en Guadalajara el Círculo de Empleados Católicos, cuyo “objeto es nobilísimo: el fomento y sostenimiento de los intereses de toda clase de empleados bajo amparo de la Religión Católica y por medio de instituciones de previsión, cooperación y recreo… Ningún miembro del Círculo puede pertenecer a sociedades secretas o encontrarlas a la Religión Católica”.[38]

            Por esos días de finales de 1910 también funcionaba en Guadalajara la Liga Obrera, que pretendía “educar e instruir a los obreros... imbuirles ideas de civismo, de mutualismo, de unión y de progreso”.[39]

            La primera mitad del año de 1911, que vio la caída de Porfirio Díaz, fue un periodo normal para Jalisco, y por lo tanto para su mundo laboral. Es significativo que para los jaliscienses ancianos de mediados y fines del siglo xx hablar de la revolución signifique hablar de la Cristiada. Aun los meses del forcejeo entre villistas y carrancistas,  que afectaron la región del sur del Estado y muy especialmente la ciudad de Guadalajara, no significaron gran cosa para Jalisco. Durante la revolución maderista de 1910 y 1911 Jalisco continuó su vida tranquila y al parecer sin problemas.

            En el aspecto laboral hay que señalar que en 1911 llega a Guadalajara la Confederación de Tipógrafos.[40] Ya existía una Sociedad Mutualista de Tipógrafos, la Dionisio Rodríguez, fundada por los trabajadores de la casa Ancira con un capital de aproximadamente 3 000 pesos y unos 50 socios.[41] Cuando vino la Revolución se fundó el Sindicato de Impresores.[42]

            No tenemos un registro de las agrupaciones laborales que existían en Jalisco durante esos días; pero además de las ya mencionadas, habrá que decir que durante 1912 funcionaban la Unión de Obreros de Río Grande, en Juanacatlán,[43] así como la Unión de Obreros Mexicanos de Guadalajara y que sesionaban en el número 327 de la calle Independencia.[44] Ese mismo año aparece en escena uno de los jefes principales del movimiento obrero tapatío, Esteban Loera, quien el mes de diciembre funda la Unión de Conductores de Carruajes de Alquiler.[45]

            Se sabe también que en Tamazula existía la Unión de Obreros Gordiano Guzmán,[46] pero no tenemos mayores datos para conocer su tendencia, su funcionamiento y su militancia; ni siquiera sabemos si se trata estrictamente de una agrupación laboral o de un grupúsculo político.

            Finalmente, habrá que decir que 1912 se abre y se cierra con huelgas: en enero la de los obreros textiles y en diciembre la de los ferrocarrileros.

            No tenemos una tabla de salarios para estos años e ignoramos cuál era el costo de la vida. Tampoco sabemos las consecuencias que tuvo el movimiento armado de 1910 en términos de carestía para las clases humildes. Sí consta, como arriba se dijo, que la población obrera no sufrió durante este periodo las angustias que experimentaría en 1914 y en 1915.[47]

            En 1911 empieza en Jalisco una época de agitación política y de inestabilidad de los gobernadores que prácticamente sólo terminará en 1935 y que marca un cambio en la vida política de la Guadalajara, donde ahora pasarán muchas cosas, pero no sabemos cómo repercutirían en la vida de los trabajadores. En todo caso, se puede pensar que las condiciones de vida y de trabajo en el mundo obrero eran básicamente las mismas que durante la época porfiriana.[48] El hecho fue que los tapatíos comenzaron el año de 1912 con algo que no era usual: una huelga de toda el área obrera de Guadalajara y el pueblo de Atemajac, tradicionalmente muy tranquilo y pacífico, como todo barrio “verdaderamente católico”, ya que ahí el Padre Correa, según decir de El Correo de Jalisco,[49] era el que manejaba a los obreros católicos de La Experiencia y Atemajac.

            No es de extrañar que los trabajadores se lanzaran a la huelga, pues mucho debían sufrir. Era necesario estirar los 37 centavos diarios que ganaban para poder comprar manta y un pantalón de mezclilla para ellos, y para la esposa, percal y un rebozo. Los 37 centavos no alcanzaban para comprar tortillas y las amas de casa debían comprar el maíz, cocerlo y luego hacer cola en uno de los 36 molinos de la ciudad.[50] Ahí entregaban el nixtamal a la recaudadora, en espera de que la cebadora lo fuera echando al molino propiamente dicho. La bolera amasaba el nixtamal ya molido y lo entregaba en forma de bola. Llegada la hora, se torteaba: las tortillas eran más sabrosas que las hechas a máquina… y más baratas, aunque fuera necesario comprar el carbón o la leña. Los domingos y días de fiesta, el obrero compraba calabaza tatemada o en tacha, cocida con panocha o con miel. Muchos morían por la deficiente alimentación: no era fácil para un obrero comprar a su niño enfermo leche de burra, que los arrieros anunciaban por la calle con gritos y con cencerros. A pesar de tantas carencias, no escaseaban los niños pobres que crecían fuertes, como los del barrio de Mezquitán: “los mezquitecos tienen fama de fuertes y certeros y malos: casi todos son hijos de albañiles,[51] reboceros, matanceros, carretoneros; avientan (piedras) y pegan de veras, sin contemplaciones, casi a matar”, como recuerda Agustín Yáñez.[52]

            El pan, tanto el francés o salado como el dulce, era más para la clase media y alta que para la clase obrera: prácticamente todas las 29 panaderías que existían en 1912 se localizaban en zonas de clase media y alta.[53] La única panadería situada cerca de una zona popular era la de Pedro Rodríguez, en Leandro Valle 368,[54] a media cuadra de las Nueve Esquinas, en “pleno barrio de Mexicaltzingo, muy lejos, por el rumbo opuesto (al Santuario), más allá, mucho más allá de la estación, por el rastro, donde viven los matanceros y los ferrocarrileros, en que hay diario muchas muertes y escándalos; este barrio de Mexicaltzingo en que uno vive como a media calle, y todo el día y toda la noche pitan y pasan trenes”.

            Las doce pastelerías se concentraban en los portales o en sus inmediaciones, con la notable excepción de la pastelería de Mariano Sánchez, en la calle de San Andrés (la actual Álvaro Obregón) número 322, y la de Enrique Oceguera de la Lora, en la misma calle de San Andrés, número 290: es decir, entre los barrios de la Medalla Milagrosa[55] y la Concepción. Muy difícilmente un obrero frecuentaba las pastelerías del centro, donde se reunían los rotos y las catrinas que “iban a dar vueltas al interior de los portales, para exhibir lo que se exhibía en aquel entonces, y después ir a comer pasteles o tomar el aperitivo preparado por Capella, en La Fama Italiana de don Pepe Rolleri”.[56] Los obreros de Atemajac se contentaban con lo que se vendía en el mercado al salir de misa: ciruelas de la barranca, pencas de nopal fresco, verdolagas, jícamas de Oblatos, hongos, flores de calabaza y camote del cerro, de preferencia de Río Blanco.

            Volviendo al tema de La Experiencia y Atemajac, al comenzar el año de 1912, exactamente el día 2 de enero,[57] una hora antes de cerrar, es decir a las 6 de la tarde, los 700 obreros de la fábrica de hilados y tejidos de La Experiencia se declararon en “huelga pacífica”, y al día siguiente los 300 obreros de la fábrica de Atemajac secundaron el movimiento, abandonando el trabajo a las 11 de la mañana “en perfecto orden”.[58] Se pedían mejores horarios y aumento de salario, que era de 37 centavos diarios.[59] Durante los días siguientes los huelguistas se entrevistaron con el gobernador y con el director del Partido Católico[60] (durante el régimen maderista Jalisco tuvo una legislatura con aplastante predominio de diputados del Partido Católico, y dado que  Madero respetó la legalidad electoral, esos diputados fueron electos legítimamente).

            La prensa de esas fechas afirmaba que “la mayoría de los huelguistas son miembros del Partido Católico o de la Sociedad de Obreros Católicos”.[61] El día 5, los obreros de Río Grande, en Juanacatlán, también se declaran en huelga y piden aumento de salarios.[62] Durante los siguientes días de negociaciones y forcejeos[63] se llega a pensar que las fábricas cerrarán antes que conceder las demandas obreras,[64] pero a fines del mes todo había vuelto a una normalidad aparente, porque los trabajadores obtuvieron una victoria, pues el 8 de febrero el gobernador Alberto Robles Gil establece como obligatoria la jornada de trabajo de diez horas y un aumento de salario del diez por ciento.[65]

            Esta conquista, aunque pequeña en sí, es importante no sólo por lo que significó para mejorar las condiciones laborales de entonces, sino porque marcó el principio de una serie de cambios en el mundo obrero, según reconoció José Guadalupe Zuno, anticlerical declarado:

 

En el Congreso local de Jalisco se percibió un movimiento avanzado social y político… auspiciado por diputados del Partido Católico como fueron los licenciados Everardo García y Miguel Palomar y Vizcarra.[66] Éste promovió y logró que se pusieran en vigor la famosa Ley del Patrimonio Familiar...[67] don Everardo presentó un proyecto sobre la reglamentación de las ocupaciones y profesionales y gremiales que no llegó a aprobarse, pero que tendía a garantizar los derechos de los trabajadores… El gobernador don José López Portillo y Rojas presentó una iniciativa para establecer el Campo Experimental y la Escuela Agrícola de Jalisco.[68]

 

            En relación con los avances laborales, la Junta de Vigilancia de la Penitenciaría del Estado propone que “del jornal ganado por los reclusos sentenciados se destinará un 40% a beneficio de la Penitenciaría… 25% destinado a la familia del preso… y el 10% restante a las necesidades inmediatas de los mismos presos”.[69]

            Sin duda la conquista más importante en el aspecto legal fue haber conseguido en 1913 que los sindicatos, llamados “uniones profesionales” por los católicos, gozaran de personalidad jurídica.[70] Otra conquista se logra cuando, ya a punto de entrar las fuerzas de Obregón a Guadalajara, el 26 de junio de 1914, el gobernador José M. Mier, quien dos semanas después moriría al huir de la ciudad, promulga la ley del descanso semanal obligatorio.[71]

            Poco se puede añadir a la historia laboral de éste periodo. Mencionemos la huelga de los ferrocarrileros que duró del 25 de diciembre de 1912 a fines de enero de 1913.[72] Ese mismo año, a fines de octubre, los empleados de la Compañía de Gas se declaran en huelgas, pidiendo aumento de salarios.[73]

            Antes de entrar a la historia laboral bajo el constitucionalismo, resulta oportuno subrayar algunas observaciones de conjunto sobre el régimen huertista y el mundo obrero: “el régimen huertista, ya fuera deliberando o accidentalmente, irónicamente contribuyó a ampliar la esfera de la reforma laboral”.[74] Según reconocieron los mismos constitucionalistas, bajo el régimen de Huerta el gobierno aceptó por primera vez en la historia de México la importancia del Departamento del Trabajo.[75] Los colaboradores “conservadores” de Huerta, paradójicamente, rompieron la tradición política porfirista y maderista de no intervenir en asuntos laborales, puesto que se mostraron dispuestos a reconocer los sindicatos.[76]

            Y por lo que respecta a Jalisco, ¿qué se podría concluir de estos primeros 13 años y medio del siglo xx?

            Se puede decir que, antes del triunfo del constitucionalismo y antes de la Constitución de 1917, Jalisco tuvo sus primeros intentos de organización laboral: creció el mutualismo y nació la organización de artesanos y obreros. No es tan claro hasta qué punto se puede hablar de sindicatos en este momento en que las organizaciones laborales están dominadas por los católicos, para quienes la palabra sindicato era sinónimo de socialismo y de anarquismo. En estos años, los católicos emplean la expresión asociación profesional, término que solamente en 1919 explicarán cuando digan “las asociaciones profesionales o sindicatos”.

            Durante estos primeros trece años del siglo los católicos logran algunas conquistas significativas, como la reglamentación de la jornada de trabajo y del salario mínimo.

            Por otra parte, las agrupaciones católicas mantienen la tradición de considerar al trabajador como menor de edad; ahora la incipiente clase obrera estará formada por menores de edad que requieren de la guía de la Iglesia. Durante el maderismo y el huertismo, cuando el obrero en Jalisco comienza a respirar, lo hace en una atmósfera de dependencia: es un menor sujeto a “la gente de razón”, es decir a la Iglesia. En otras palabras, los orígenes del movimiento obrero en Jalisco (1910-1914) estarán marcados por la dependencia de una fuerza extraobrera. Esta realidad continuará sin alteraciones en los decenios posteriores, con la sujeción y la dependencia de la clase obrera de la Casa del Obrero Mundial y el carrancismo, la manipulación por parte de la crom y del callismo, la mediatización y la explotación por la ctm y la croc durante los regímenes “revolucionarios”.

            El movimiento obrero mexicano nacerá con el pecado original de la dependencia del poder en turno, y esto no es de admirar: se trata simplemente de un atavismo endémico y agudo.

 

Capítulo iii (1914-1918)

 

Del Constitucionalismo a la Fundación de la crom.

 

El General Mier abandonó Guadalajara en la madrugada del 8 de julio (de 1914), saliendo rumbo a Puente Grande… Se llevó una fuerte cantidad de dinero de la que formaba parte importante lo que pocos días antes había robado al Banco de Jalisco. Este Mier hizo con torpeza su retirada, tanto que ese mismo día en la tarde fue cazado cerca de “El Castillo”, pequeña distancia de guerra y la vida propia y de otros muchos… Esa misma mañana aparecieron fijos en las esquinas unas hojas invitando a las fuerzas constitucionalistas… Esa mañana estuvo la ciudad cuidada por un grupo de vecinos encabezados por D. Ignacio Castellanos Tapia que fue quien recibió de Mier y a su vez entregó a Obregón.

Cosa de las 9 a.m. llegó el primer grupo de constitucionalistas con un jefe de apellido Trujillo… Cerca de las 10 llegó en automóvil Obregón, acompañado de uno de los cónsules; le repicaron al entrar, y le disgustó el sonido de las campanas…

Cerca del mediodía y parte de la tarde llegó el grueso de las tropas, ocupando los cuarteles del Carmen, Capuchinas, Colorado, de la Gendarmería del estado, de artillería, Colomitos, los mesones de Guadalupe, Progreso, San Rafael; la vecindad del Coloso… también los edificios del Liceo del Estado, Plaza de Toros del Progreso (ahí alojaron a los yaquis), Escuela Industrial de Señoritas, Seminario Mayor… Casa de Ejercicios de Analco, huerta del Colegio de las Damas, casas habitación de D. Jesús Larreátegui (esquina Palacio y López Cotillas), D. Miguel Ahumada (calle de los Placeres), Lic. Pérez Verdía (avenida Vallarta, casa de estilo entre egipcio y art noveau)… la casa de López Portillo la tomó para sí Obregón...

Al llegar Diéguez, se cogió para su uso la casa de doña Dolores Somellera viuda de Orendain, que está en los altos de donde provisionalmente instalaron los telégrafos federales desde los temblores.[77]

El 8 de julio fue importante para el movimiento obrero porque Guadalajara cayó en poder de los carrancistas; es decir, de los verdaderos triunfadores de la Revolución. Guadalajara fue ganada por el ganador de la Revolución: por Álvaro Obregón. Este hecho tendrá decisivas consecuencias en las relaciones de los obreros jaliscienses con la Casa del Obrero Mundial, luego con la CROM y posteriormente en todos los conflictos entre Obregón y Calles. Irónicamente, Jalisco, al que Álvaro Obregón el mismo 8 de julio[78] tildaría despectivamente de “gallinero de la República”, sería un bastión obregonista con José G. Zuno y Margarito Ramírez. Capítulo aparte merecería el estudio de si Diéguez, Zuno o Ramírez representaban el sentir de Jalisco o representaban para Jalisco la “ortodoxia” impuesta por la revolución sonorense.

            No hay mayores noticias de acontecimientos significativos en el mundo tapatío durante el resto de 1914:[79] fueron meses de terror en el estado, durante los cuales la población, sin mucho participar en la lucha, veía cómo se desbarataban entre sí los villistas y los carrancistas.[80] Los testimonios orales que hemos recogido –que son muchos–[81]y las escasas referencias consignadas en escritos hacen concluir con verosimilitud que Jalisco fue mucho más villista que carrancista. Más aún, durante la guerra cristera no será raro encontrar antiguos villistas combatiendo contra los federales, pero no se conoce ni un solo caso de excarrancistas cristeros.

            Para entender el alcance de la actividad constitucionalista en Jalisco, muy en especial la actuación de Diéguez y de la Casa del Obrero Mundial en 1914 y 1915, y después, aunque en forma diferente, la posición de Obregón y sus aliados, sería necesario un análisis completo del constitucionalismo tal como lo veían y sufrían,  sin entenderlo, los jaliscienses.

            Es obvio que al triunfar la revolución y al hacerse verdad oficial lo carrancista y obregonista[82] se pretende presentar a Jalisco como “revolucionario” y concretamente como constitucionalista. Rebasa los límites de este estudio el análisis completo del movimiento armado, pero podemos decir que Jalisco, al igual que todo el Bajío, prácticamente no participó, y en todo caso lo hizo en forma enormemente inferior a como lo hicieron las clases medias y populares de Coahuila y Sonora.

            ¿Qué podía ofrecer el constitucionalismo y consiguientemente la Casa del Obrero Mundial y los Batallones Rojos al obrero tapatío? Es claro que no se puede identificar el constitucionalismo con la Casa del Obrero Mundial; pero en Guadalajara al menos, la Casa del Obrero Mundial tiene su auge con el apoyo interesado de los fugaces gobernadores carrancistas Aguirre Berlanga y Manuel M. Diéguez.

            Si el Plan de San Luis carece de ideología social, mucho más carece el Plan de Guadalupe, modelo de oportunismo político: Carranza demostró hasta la saciedad que las masas trabajadoras sólo le interesaron para conseguir y conservar el poder y que las masas campesinas constituyeron sus peores enemigos: Villa y Zapata serán los enemigos a vencer una vez derrotado el huertismo.[83] Los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial de la ciudad de México no dejaron de manifestar su repulsión por los campesinos.[84] No es pues de extrañar que Jalisco, eminentemente agrícola, sufriera ese mismo desprecio.

Regresando a la narración, digamos que el 8 de julio de 1914 marcó para Jalisco el principio de una larga serie de combates entre villistas y carrancistas, sobre todo a lo largo de la vía del ferrocarril entre Guadalajara y Manzanillo: Sayula, Zapotlán, Atenquique, Tuxpan, Zapotiltic serán teatro de muchas páginas de la “bola” revolucionaria en el Occidente:

 

Voy a contarte, Aniceta,

lo que hizo el Fierro de Villa

en Tuxpan dejó el caballo

y en Zapotiltic la silla.[85]

 

Los pueblerinos y campesinos del sur de Jalisco aún recuerdan la tragedia de la cuesta de Sayula y la irrupción de norteños: sonorenses de Diéguez, chihuahuenses de Villa: “en Zapotlán traía en una mano en el dedo un anillo de oro que le había quitado a un rico. Y cuando movía la mano, con el sol parecía que sacaba llamita”.[86]

Estos forcejeos ocurrieron durante los meses de diciembre de 1914 y enero de 1915: era muy claro que Carranza necesitaba apoyo popular, es decir carne de cañón para la lucha. Así pues, el 20 de febrero de 1915 se firma el pacto entre el constitucionalismo y la Casa del Obrero Mundial en la ciudad de México.[87] Este pacto, con la creación de los batallones rojos, se hará sentir en Jalisco. Muy pronto aparecerá en Guadalajara la Casa del Obrero Mundial que junto, o mejor dicho en pugna, con los sindicatos y grupos católicos ya existentes, dominará el panorama obrero durante esos años. Más aún, la pugna entre católicos y la com se continuará luego entre católicos y la crom, hasta que Zuno, durante la guerra cristera, desarticule los grupos católicos.

Entre los fundadores de la com de Guadalajara, habrá que subrayar la actuación de cuatro personajes: Mariano González, Ascensión de la Cruz, Luis C. Medina y, con especial relevancia, Esteban Loera. Mariano González organizó a los albañiles y canteros. Ascensión de la Cruz, a los curtidores. Luis C. Medina, sastre de oficio, logró aglutinar a los pintores y decoradores, a los trabajadores de la telefónica, a los sastres, a los obreros de la hidroeléctrica y a los carpinteros. Por su parte, Esteban Loera  agrupó  y vertebró a los trabajadores de Artes Gráficas, a los cocheros y choferes, a los obreros de la fábrica de papel de El Batán, a los zapateros y panaderos y  a los obreros de las fábricas de Atemajac y La Experiencia, aunque en estas fábricas eran relativamente fuertes desde 1911 los católicos.

No es fácil reconstruir la historia de la Casa del Obrero Mundial en Guadalajara: los archivos[88] han desaparecido, y el único sobreviviente en en 1981 es  Luis C. Medina, quien, aunque lúcido de memoria, no puede precisar el dato.[89] John M. Hart[90] indica que se abrió durante los últimos meses de 1914, pero no precisa las fuentes en que se basa para esa afirmación. El cronista clásico del tema, Rosendo Salazar,[91] parece sugerir el año de 1915, dato que estaría más acorde con un memoria editada por la Confederación de Agrupaciones Libertarias de Jalisco en 1926.[92] Así pues, en 1915 se funda en Guadalajara la Casa del Obrero Mundial “en la casa de Ejercicios de Analco”[93] y, después de una serie de cambios, se establecerá en el expoliado templo de la Medalla Milagrosa, en la calle de Álvaro Obregón, donde todavía en 1981 persiste, aunque en terapia intensiva, o tal vez en fase terminal.

            Si bien es difícil precisar la actuación de la Casa, resultan bastante claras su significación y su importancia. En palabras de Manuel Hernández y Hernández, en la Casa del Obrero Mundial “todo era cultural y social, ahí no entraba la política”.[94] Sin embargo, como se irá viendo más adelante, es indiscutible que la com marca el nacimiento del sindicalismo en Jalisco. Es cierto que los diputados católicos maderistas habían logrado la existencia legal de los sindicatos –las “uniones profesionales” –, pero no tenemos pruebas de que la existencia legal se haya manifestado en militancia combativa. Al fin y al cabo, las uniones profesionales solo recurrían a la huelga como último recurso.

La com [95] funda los siguientes sindicatos: Unión de Panaderos Franceseros (sic),[96] Unión de Curtidores,[97] Unión de Mecánicos,[98] Sindicato de Pintores y Decoradores,[99] Unión de Albañiles y Similares,[100] Sindicato de Albañiles y Canteros,[101] Sindicato de Empleados de la Hidroeléctrica,[102] Unión de Cortadores y Sastres,[103] Sindicato de Sastres.[104] Se intentó formar el Sindicato de Empleados,[105] Sindicato de Zapateros[106] y la Sociedad Mutualista de Cantineros, Meseros y Cocineros.[107] Todo esto durante el año de 1915 y cuando el carrancismo claramente se había impuesto al villismo. Más aún, hay ocasiones en que se ataca a la com al grito de “viva Villa”.[108] Para 1916 la com funda la Unión de Cargadores de Guadalajara[109] y en 1917 la efímera Unión de Chauffeurs Jaliscienses.[110]

Como casi en todas las páginas de nuestra historia, se presenta aquí el problema de cómo historiar estos sindicatos: en estos y en otros años de nuestra búsqueda y nuestro análisis del mundo obrero, con frecuencia hallamos el dato de la fundación o del funcionamiento de un sindicato, pero no hemos encontrado mayores referencias para conocer su actividad y sus logros. De algunos –como el de Chauffeurs de 1917 o el de electricistas de 1929– nos consta que su vida fue muy corta; pero de la mayor parte sólo tenemos información muy fragmentaria.

¿Qué decir en conjunto de la actuación de la Casa del Obrero Mundial? En Guadalajara su acción parece haberse enfocado más que nada a un plano cultural como la organización de conferencias[111] sobre todo en el Teatro Degollado y en las calles de Don Juan Manuel. Como que de pronto se puso de moda lo obrero, o mejor dicho dejaron de ser negativos los términos de operario, trabajador, artesano. Fue la explosión desbordada de la sensación del poder, aunque, si hubieran sido más autocríticos y más inteligentes, habrían visto que se trataba de un espejismo: ciertamente estaban con el poder, pero no en el poder, porque el sistema los iría absorbiendo para utilizarlos interesadamente. Todavía no se utilizaba el neologismo mediatizar, pero la realidad era que los obreros se estaba echando a sí mismos la soga al cuello en su engañosa alianza con el gobierno.[112]

La Casa del Obrero Mundial marca en la vida obrera un nuevo estilo de escritura y de acción. Leyendo sus proclamas y sus crónicas, en especial las del Boletín Militar, órgano constitucionalista en Guadalajara y por lo mismo fiel aliado de la com, lo mismo de los mítines y de las conferencias, queda muy claro que “todo cuanto la fraseología más vulgar, la ignorancia ostentosa, la cursilería extrema y la declamación obsesiva pudieran lograr se advierte en las páginas conocidas de los creadores de la Casa del Obrero Mundial”.[113] Pero el nuevo estilo no se queda en lo declamatorio y en lo cursi: lo relevante es el descubrimiento práctico –que no teórico– de la huelga y el boicot como armas de la clase obrera contra los capitalistas. Ciertamente esto no significa que tales armas se hayan empleado continuamente: más aún, habrá que decir que sólo ocasionalmente y no con la intensidad que tal vez quieran hacer creer los cronistas de la COM en el Distrito Federal como Rosendo Salazar y Luis Araiza.[114] Sólo tenemos noticias de cuatro huelgas: de un grupo de zapateros, de los albañiles, de los cocheros, y la más relevante y representativa, la de los tranviarios. La primera, la de los zapateros, se originó cuando en agosto de 1915 los dueños de la fábrica La Zibelina despidieron a un menor de edad,[115] y el Sindicato de Zapateros de Guadalajara, apoyado por la com, lanzó una huelga que hizo ganar a los zapateros. El impacto fue tal que todavía en 1978 los viejos luchadores de la com tapatía la recordarían como el primer triunfo de la Casa.[116] Por lo que se refiere a los albañiles, durante el mes de diciembre de 1915 se mantienen en huelga y logran un aumento salarial, aunque no el reconocimiento de su agrupación.[117] Casi al mismo tiempo, la Unión de Conductores de Carruajes de Alquiler mantiene su huelga y logra aumentos salariales y el reconocimiento de su agrupación.[118] Por lo que se refiere a los tranviarios, la huelga empezó el 17 de diciembre de 1915,[119] cuando los conductores de tranvías, los “motoristas”, piden aumentos salariales y la expulsión de dos altos empleados “extranjeros perniciosos”.

Hablar de la Casa del Obrero Mundial es hablar de los “batallones rojos”, que, como se dijo, nacieron el 20 de enero de 1915 cuando el carrancismo, urgido de carne de cañón, firma un pacto con la Casa del Obrero Mundial.[120] Por este pacto la Revolución quedó comprometida a apoyar a los trabajadores (de la Casa), y ellos obligados a apoyar la Revolución:

 

Los obreros que toman las armas en el Ejército Constitucionalista y las obreras que presten servicios de atención o curación de heridos u otros semejantes llevarán una sola denominación, ya sea que estén organizados en compañías, batallones, regimientos, brigadas o divisiones. Todos tendrán la denominación de rojos.[121]

 

Lo anterior se refiere a los trabajadores del Distrito Federal y será definitivo para  el movimiento obrero organizado de todo el país, que padecerá en el futuro las consecuencias de esta alianza: a cambio del apoyo que el constitucionalismo preste a los trabajadores, éstos se convertirían en simples piezas del engranaje gubernamental.[122]

En todo caso se trataba de un movimiento no jalisciense. El constitucionalismo norteño pactó con los trabajadores capitalinos. Esta alianza serviría para combatir las fuerzas campesinas de Villa y Zapata. Se ha demostrado con claridad[123] que los obreros “rojos” sentían verdadera repugnancia por el zapatismo, formado por campesinos “reaccionarios y beatos”, y que en buen parte ésta fue la causa de que los batallones hayan dejado la capital del país –amagada por zapatistas y villistas– para concentrarse en Orizaba.

No tenemos noticias de que Guadalajara haya aportado contingentes para los batallones rojos, tal vez sea esta la causa de que en el único hecho de armas en que los batallones (capitalinos por supuesto) participaron en Jalisco haya sido tan exaltado por la prensa obrera entonces: fue un combate en el sur del estado, en el río Tuxpan, en Tonalita, donde el 7 de septiembre de 1915, según el periódico Acción,

 

quince soldados del Tercero Rojo, agotados de parque e intimados a rendirse, rompieron las armas y se dejaron ir por un voladero. Allí están sus cadáveres. Hay que decir que no pasamos otros testimonios que permitan corroborar esta historia de por sí fantástica y muy difícil de creer. La valentía de los batallones rojos en El Ébano solo ha sido atestiguada por la prensa carrancista, y nadie niega que en los combates de Celaya los rojos tuvieron una actuación muy poco laudable: los obreros capitalinos, improvisados como soldados, nada tenían que hacer al lado de los veteranos de Obregón y frente a los villistas engolosinados con tantos triunfos. La hazaña de Tonalita, digna proeza comparada con las de los defensores de Numancia y Sagunto.[124]

 

Esta cita, mientras no se demuestre lo contrario, no es más que otra página de la historia oficial constitucionalista y de la oratoria de los intelectuales de la Casa del Obrero Mundial.

 Los batallones rojos fueron disueltos por Carranza el 13 de enero de 1916, una vez que el villismo estaba liquidado y sobre todo cuando los obreros comenzaron a dar muestras de exigir en serio el derecho de huelga.[125] La luna de miel entre la Casa del Obrero Mundial y el carrancismo había terminado. A partir de entonces habrá un receso en la euforia obrera que sólo renacerá, aunque con características diferentes, en los años veintes.

En mayo de 1917 encontramos indicios de cierta vitalidad entre los maestros y los empleados; los primeros harían funcionar la Mutualidad de Profesores”[126] y los segundos mantendrán vivo el Sindicato de Empleados de Comercio,[127] aunque exigiendo reivindicaciones muy tímidas. Por lo que se refiere a los ferrocarrileros,[128] su actividad sigue prácticamente las líneas indicadas desde el centro, y por lo mismo no tiene caso historiarlo en este análisis regional sobre el estado de Jalisco.

            Por su parte, los sindicatos católicos, relativamente fuertes durante el maderismo y silenciados durante la lucha entre Villa y Carranza (1914-1915), resurgen en 1916 con núcleos de choferes, filarmónicos, mecánicos, albañiles, pintores, canteros, zapateros, mozos de casas comerciales y tranviarios.[129]

            Se dan cosas interesantes en la legislación laboral en Jalisco durante estos años: el 2 de septiembre de 1914, el gobernador Manuel M. Diéguez legisló sobre el descanso obligatorio,[130] y el 7 de octubre Manuel Aguirre Berlanga “señala como jornal en el estado la cuota de cincuenta centavos diarios para aquellos lugares en que se suministren como remuneración complementaria al jornalero habitación, combustible, agua y pastos para todos los animales domésticos... En las minas, el salario será por lo menos un peso veinticinco centavos diarios… El total de las horas de trabajo no excederá de nueve al día”.[131]

            El hecho fundamental de este periodo es la Casa del Obrero Mundial, mimada de los dos gobernadores carrancistas, Aguirre Berlanga y Diéguez, que fueron los nuevos amos. Porque los obreros jaliscienses sólo cambiaron de patrón. Y si durante el maderismo y el huertismo los patrones eran los políticos del partido católico, ahora lo serían los caudillos constitucionalistas. Aunque el obrero, como la mayoría de los tapatíos, se inclinaba más por el villismo, tuvo la sabia intuición de adherirse a los ganadores. En otras palabras, los líderes obreros, aprendices en la escuela de la lucha política y social, fueron excelentes alumnos de sus maestros carrancistas, porque practicaron en forma notable la lección de Don Venustiano y Don Álvaro: el oportunismo (y la rapiña).

            Además de aprender la lección, los dirigentes obreros hicieron el descubrimiento del manjar de los dioses: el poder. Durante el siguiente decenio, Esteban Loera y otros líderes como Luis C. Medina, José O. Mata y Manuel Hernández y Hernández ocuparían puestos importantes –incluida la gubernatura, aunque interina– en el aparato del poder. Se iría entretejiendo y enmarañando el maridaje entre el mundo obrero y el mundo oficial: unos cuantos exobreros escalarían el poder pasando sobre la carne de cañón o las fichas de dominó del obrero anónimo, que continuarían como ínfimo engranaje del sistema.

 

Capítulo iv

 

De la crom a la caolj (1918-1924)

 

La fundación de la Confederación Regional Obrera Mexicana (crom) no es a primera vista significativa para el estado de Jalisco: la historia laboral tapatía no registra mayores movimientos ni cambios importantes por esos días. Todo se debe a la modesta participación industrial del estado en la vida del país y a la poca combatividad de los obreros en la política jalisciense. Pero es indudable que la aparición de la crom traerá un equilibrio de fuerzas desconocido hasta entonces en la estrategia de la lucha por el poder tanto en los estados como en la Federación.

            La Casa del Obrero Mundial (com) en su alianza con el carrancismo y, posteriormente, en la represión de don Venustiano contra la Casa misma, muestra cómo fracasó el primer intento oficial de manipular a los obreros y cómo el mundo laboral se inscribe en el interés del gobierno no como grupo humano digno de apoyo o de interés y promoción, sino como carne de cañón para aprovechar. En todo caso, en Jalisco la participación de la com en la vida estatal es prácticamente insignificante.[132]

            Para fines de abril de 1918, mientras Guadalajara se preparaba para festejar el Primero de Mayo como día del trabajo,[133] la com, junto con el Sindicato de Electricistas y la Unión de Trabajadores de Oficios Varios, preparaba a los delegados que los representarían en el Congreso Obrero Nacional de Saltillo. Julio Quintero, J. Jesús Carrillo y Mariano González regresarían a Guadalajara anunciando que acababa de nacer la Confederación Regional Obrera Mexicana.[134]

            Aunque no tenemos información completa, podemos afirmar que, con excepción de los sindicatos católicos, todas las agrupaciones laborales tapatías –en especial las que habían sido auspiciadas por la com – se adherirán a la naciente central obrera, y los años entre 1918 y 1924 serán prácticamente de enfrentamientos entre los católicos y la CROM por la hegemonía sindical.

 

Los sindicatos católicos

Se ha mencionado la hostilidad global del pueblo de Jalisco hacía los constitucionalistas y posteriormente hacia los sonorenses. La Constitución de 1917 no se puede decir que haya sido recibida con aplauso en Guadalajara, ciudad ordenada y tranquila. Los católicos, que se habían comenzado a organizar durante el maderismo, sintieron ahora la necesidad de cerrar filas[135] y, casi al mismo tiempo que en Saltillo se fundaba la crom, en Guadalajara los católicos sentaban las bases para organizar el Secretariado Social Popular,[136] sobre la base del Círculo Central de Estudios y a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.[137] En 1919, del 19 al 23 de abril, se verificó en Guadalajara el Primer Congreso Regional Obrero,[138] al que asistieron 27 agrupaciones de la ciudad y 39 foráneas.[139] Entre las conclusiones del Congreso destacan las siguientes:

 

·       Las sociedades de obreros deben ser francamente confesionales.

·       El Congreso recomienda perfeccionar las instituciones católico-obreras hasta llegar a la Unión Profesional o Sindicato.

·      En cuanto a la huelga… no debe acudirse a ella sino en el caso extremo de que hayan sido agotados todos los recursos de conciliación, arbitraje, etc… b) que haya probabilidades de éxito... d) los huelguistas en ningún caso pueden arrastrar al paro a sus compañeros de trabajo mediante la intimidación o la violencia.

·      Las asociaciones católico-obreras deben abstenerse de tomar participación en la política.[140]

 

            En ese mismo congreso se determina fundar la Confederación Obrera, que para agosto del mismo año contaba con 33 agrupaciones[141] y que semana a semana[142] el número iba aumentando no sólo en Guadalajara sino también en el resto del estado, sobre todo en la región de los Altos. La Confederación iba creciendo no sólo en cuanto al número de agrupaciones incluidas, sino también como organización y estructura: así, el 21 de noviembre, mientras el desdichado general Felipe Ángeles llegaba a la ciudad de Chihuahua y Manuel M. Diéguez se dirigía también allá,[143] desde Torreón, para asistir como buen carrancista al “juicio” ya prejuzgado del lugarteniente de Villa, en Guadalajara los católicos lanzaban a la venta con carácter obligatorio las acciones, de diez pesos cada una, para la Compañía Editora de la Confederación.[144]

            Para 1920 las mutualidades instauran el seguro de accidentes y el de maternidad.[145]En el mes de febrero la Confederación Católica Obrera cambia su nombre por el de Confederación Católica del Trabajo, para que “queden comprendidos los obreros de la industria, los empleados de comercio y los trabajadores agrícolas”.[146] Para esas fechas, como ocurre en La Barca,[147] no faltaban problemas entre los católicos y algunos presidentes municipales. A principios de mayo se funda el Secretariado Popular de la Confederación Católica del Trabajo, en cuya directiva aparecen nombres que después maravillaría ver juntos: Silvano Barba González, Jesús González Gallo, Efraín González Luna, Miguel Gómez Loza y Anacleto González Flores.[148]

            El año de 1921 se inauguró con la celebración del Curso Social Agrícola Zapopano del 12 al 16 de enero. Los temas centrales fueron la pequeña propiedad agrícola y la formación de mutualistas, cajas de ahorros y sindicatos agrícolas.[149]

            Además del periódico El Obrero, los católicos fundan en julio del mismo año 1921 la publicación denominada El Archivo Social, cuya finalidad sería facilitar materiales de estudios en temas sociales. Esta publicación se mantuvo hasta el año de 1925, por lo menos.[150] Los sindicatos siguieron aumentando en número; diecisiete solamente en Guadalajara y siete en Lagos de Moreno.[151] En el mes de octubre, la Confederación Católica del Trabajo, con sede en Guadalajara, celebra una convención con los obreros libres de México, Monterrey, Saltillo, Orizaba, Toluca y Puebla.[152]

            El año de 1922, el 26 de marzo, se registrará un incidente sangriento entre los católicos y el sindicato de inquilinos de Justo González, con saldo de varios muertos y numerosos heridos.[153] Era un mes antes de la celebración del Primer Congreso Nacional Obrero (Católico), que puede considerarse como decisivo para los sindicatos que se organizarían y animarían: se estaban preparando las fuerzas para el enfrentamiento de 1926. El Congreso fue todo un acontecimiento en la ciudad de Guadalajara y fue la culminación del primer congreso regional de 1919 y del curso agrícola zapopano de 1921: aglutinaría en una sola organización a los obreros, campesinos, artesanos y, se puede afirmar, a todos los católicos. La celebración del Congreso del 24 al 30 de abril de 1922 constituyó un paso decisivo:

 

El fin del Congreso es realizar la Confederación Nacional de todos los grupos de obreros que reconozcan como principio el respeto a la Religión, a la Patria, a la Familia y a la Propiedad, y que tengan como objetivo la reconstrucción de la sociedad sobre sus bases cristianas de justicia y caridad, principalmente para el mejoramiento de la clase trabajadora.[154]

           

            Asistieron 1 500 delegados de toda la República representando a 312 agrupaciones. Entre las conclusiones aprobadas sobresalen las siguientes:

 

Rechazamos el sindicato único obligatorio, pero estamos íntimamente persuadidos de la necesidad urgente de la asociación profesional (sindicato).

La lucha de clases es un hecho lamentable… Las clases sociales… deben entenderse y armonizarse para el bien común…

Las organizaciones económico-sociales de trabajadores, como tales, se abstendrán de toda actuación política.[155]

 

            Se fundó así la Confederación Nacional Católica del Trabajo.

            Durante los dos años siguientes, de 1923 a 1924,[156] los católicos intensificaron su labor de capacitación sindical, sobre todo a través de tres diferentes publicaciones: el periódico El Obrero, la serie quincenal de El Archivo Social y un libro fundamental para todos los obreros sindicalizados: El Sindicato Obrero y sus Instituciones Filiales.[157] Con esas tres publicaciones se dilucidan la ideología y las metas de la Unión de Sindicatos Obreros Católicos de Guadalajara, una organización muy completa y coherente, con bases intelectuales sólidas y respetables, inspirada en los sindicatos católicos franceses y belgas. Además del sindicato propiamente dicho, hay esfuerzos para estructurar cajas de ahorro, cooperativas de compra y producción. Pero… el gran pero de siempre: se recalca por activa y por pasiva “la sujeción absoluta a la jerarquía eclesiástica”.

 

Textiles: Atemajac y Juanacatlán

Las fábricas textiles jaliscienses, tanto la de Río Grande en Juanacatlán como las de Río Blanco, La Experiencia y Atemajac, serían teatro de conflictos entre obreros y empresarios y de luchas internas entre los propios obreros. En 1921, del 5 de junio al 22 de agosto hay una serie de quejas y enfrentamientos que culminará con una huelga que gana los trabajadores.[158] Además de la victoria obrera, interesa subrayar aquí la solidaridad que va apareciendo entre los trabajadores del ramo textil manifestada ahora por los telegramas que los sindicatos veracruzanos de Orizaba y Santa Rosa envían al gobernador de Jalisco apoyando la huelga. Este triunfo no parece haber sido de los católicos, sino de los “libertarios”.

En mayo de 1922 se registró otra huelga en protesta por la reducción de salarios,[159] pero los católicos negociaron con la empresa y se obtuvo un aumento del 65 por ciento.[160] En enero de 1923 la empresa desconoció el acuerdo y hubo huelgas de nuevo del 4 al 8 de enero y del 2 de marzo hasta el 28 de junio.[161] Además del aumento de salarios del 65 por ciento respecto de los salarios de 1912, existía fuerte disgusto contra algunos empleados extranjeros. Los católicos del Sindicato Independiente de Obregón de Río Grande[162] van discrepando cada día más del Sindicato Evolucionista Libertario (sic);[163] la gran diferencia estribaba en los medios empleados, porque los católicos consideraban la huelga como último recurso. Al irse caldeando los ánimos, el gobernador Zuno envía una escolta militar que requisa las armas entre la gente del pueblo y al mismo tiempo propone (junio 23) que el aumento sea de un 55 por ciento y 13 000 pesos para una cooperativa. Los libertarios insisten en que a los católicos se les tiene “cierta predilección en el trabajo y en el modo de tratarlos”. Finalmente, el 28 todos regresan al trabajo después de aceptar un aumento del 50 por ciento sobre los salarios de 1912 y 12 000 pesos para formar una cooperativa de consumo. Según la prensa de oposición, el conflicto se resuelve por la intervención de los católicos.[164]

            Durante el desarrollo de esta huelga aparece con bastante claridad la alianza empresa-católicos por una parte, y libertarios-gobernador Zuno por otra.[165] Esto se hará patente en las siguientes semanas. Según el periódico católico El Obrero, dirigido por Agustín Yáñez, el gobernador envía soldados que, junto con la policía local, tratan de apoyar a los libertarios cometiendo una serie de atropellos.[166]

El 11 de febrero de 1924 José Guadalupe Zuno tomó posesión de la gubernatura del estado y se iniciaba una jugada en grande –combinación de caballo, torre y alfil– en el complicado tablero del ajedrez político jalisciense y nacional. Se había liquidado la rebelión delahuertista. En el panorama local, Diéguez había sido fusilado; en el ámbito nacional, Villa no inquietaba y Plutarco Elías Calles se preparaba para asumir la presidencia:

 

Pancho Villa ya está muerto

Manuel Diéguez ya difunto

Don Plutarco bien despierto

y triunfaba Lupe Zuno.

 

            Zuno no perdió el tiempo, sino que actuó “llegando y haciendo lumbre”: se dispuso a controlar al mundo laboral en los dos campos fundamentales, es decir en los textiles y en la minería. En los textiles (Atemajac, La Experiencia y Río Grande) el campo estaba por los católicos; en la minería (La Mazata, Cinco Minas, Amparo) los “rojos” de la cgt campeaban por sus fueros. En el primer caso la victoria sería más clara y rápida; con los mineros, la lucha sería más difícil y compleja, y debería entrar una pieza de refuerzo: Margarito Ramírez.

            Al mes de la toma de posesión del nuevo gobernador, el 16 de marzo, los zunistas piden el reconocimiento del Sindicato Evolucionista Libertario de Obreros de Río Grande, y por supuesto la obtienen de inmediato.[167] Y, “por sí o por no”, menos de un mes después, el 17 de abril, Salvador Zuno Hernández toma posesión como jefe del Departamento del Trabajo[168] y al día siguiente los recién nacidos “evolucionistas libertarios” de Río Grande efectúan “un paro general… por motivo de haber entrado al trabajo algunos individuos… que tomaron participación en el movimiento revolucionario”.[169] Pero pronto las cosas vuelven a la normalidad. Durante esos meses los libertarios continuarán organizándose, y la maraña política complicándose y aclarándose a la vez: funcionaba ya el Partido Revolucionario de Jalisco y en septiembre Zuno trataría de dar jaque-mate al rey Morones: fundaría la Confederación de Agrupaciones Libertarias de Jalisco desafiando valientemente las pretensiones de la crom y de Plutarco Elías Calles: “Como Roba Oro Morones”, dirían los ingeniosos del café, chacoteando con las iniciales de la crom; y otros, con buen humor, dirían que CROM debería leerse al revés: Más Oro Roba Calles.

            El hecho es que, en septiembre, Zuno ya midió y preparó sus fuerzas, de suerte que para octubre los libertarios de Río Grande se lanzan al ataque con todo a su favor: jugadores, árbitros y abanderados. Para estas fechas –octubre–, Salvador Zuno Hernández dejó de encabezar el Departamento de Trabajo, pero era el representante legal de los libertarios de Río Grande.[170] La información no permite seguir paso a paso este conflicto, ni conocemos el desenlace definitivo; pero, dado el contexto global de la política estatal, creemos que el triunfo fue para los libertarios y que Zuno asestó un golpe definitivo a los católicos que antes habían denominado en es fábrica.[171]

            En otro centro textil, en la fábrica de La Experiencia, parece que la historia laboral fue mucho más tranquila durante estos años, muy probablemente porque los católicos estaban más organizados; no sería sino hasta 1927 cuando Zuno dominaría esta fábrica, donde significativamente quien lideraba el movimiento sindical no católico era una mujer: María Díaz. Para lograr ese dominio, la gente de Zuno también tuvo que enfrentarse a un grupo que pertenecía a la crom, con dirección en el estado de Luis. C. Medina.[172]

 

Minería

Regresando a la minería, por esas fechas comienzan a hacer ruido los trabajadores de las regiones de Etzatlán,[173] Ahualulco[174] y Hostotipaquillo.[175] En Ahualulco funcionaba desde 1918 una sociedad de obreros católicos[176] y poco después se fundaría, como respuesta, la Confederación Socialista de Obreros y Campesinos de Ahualulco[177] que, el 26 de enero de 1921, se transformaría en el Centro Libertario de Obreros y Campesinos de Ahualulco[178] y un mes después enviaría delegados al primer congreso comunista, de donde nacería la cgt.[179] Ya en 1922 los encontraremos luchando en la compañía minera de La Mazata, exigiendo mejoras laborales.[180] Esta lucha, con diversos altibajos, se prolongaría durante los dos años siguientes. Fue claro el apoyo de Zuno a los libertarios que en 1924 fundaron en Piedra Bola[181] el Sindicato de Mineros Libertarios de Ahualulco. Ese mismo año, cuando las relaciones Obregón-Calles, y consiguientemente Zuno-Calles, todavía eran buenas, se instala en Ahualulco un subcomité del Partido Laborista Mexicano.

            Por lo que se refiere al mineral de Cinco Minas, en Hostotipaquillo, ya en 1923 se organiza un Sindicato de Oficios Varios que, como en otros casos ya vistos en el estado, se queja con el gobernador de que la compañía minera protege a los obreros católicos.[182]

 

Otros sectores

La Compañía Hidroeléctrica Chapala fue otro foco de preocupación para Zuno por variadas razones. Ahí también, en el aspecto sindical, los católicos eran con quienes la empresa se entendía mejor y al parecer tenían mayoría sobre los libertarios. Sin embargo, la presión oficial fue creciendo y el 30 de diciembre de 1924 los libertarios lograron constituir el Sindicato de Empleados de la Hidroeléctrica,[183] que culminaría con la fundación de la Confederación de Sindicatos de la Hidroeléctrica el 4 de abril de 1925.[184] Los conflictos de Zuno con la Hidroeléctrica se complicaban por su aspecto transnacional: el capital estadounidense quería desplazar al francés; es decir, la Light and Power Company quería quedarse con la hidroeléctrica.[185]

             Los trabajadores del hierro constituyeron el otro gremio que, dentro del área metropolitana, tuvo más actividad y militancia en defender sus salarios y condiciones de trabajo, en solidaridad con diferentes sindicatos, y también hubo ahí enfrentamientos internos entre católicos, libertarios y cromistas.[186]

            La Sociedad Mutualista de Empleados de Restaurantes, Cantineros, Cocineros y Similares se lanzó a la huelga en abril de 1920, pidiendo aumentos salariales,[187] pero fracasó. Los dueños de hoteles y restaurantes contrataron nuevo personal.[188] No fue sino hasta octubre de 1924 cuando empleados y patrones llegaron a un acuerdo para fijar un salario mínimo[189] y legalizar su Alianza de Empleados de Hoteles, Restaurantes y Cantinas.[190]

 

Departamento del Trabajo

Será importante la creación del Departamento del Trabajo, el 21 de octubre de 1920;[191] posteriormente, como parte de éste, se creará la Junta Central de Conciliación y Arbitraje, cuyo antecedente eran las Juntas Municipales mineras, agrícolas o industriales.

            La efectividad y la parcialidad o imparcialidad del Departamento fue muy variable y por lo común, siguiendo la tradición porfirista (y posteriormente priísta), era un reflejo de la voluntad del gobernador en turno. Su funcionamiento, sobre todo en los municipios del estado, estaba precariamente condicionado al presupuesto de egresos del ayuntamiento: en la mayoría de las poblaciones el secretario municipal desempeñaría, sin sueldo extra, el oficio de presidente del departamento o junta.[192] Es decir, la junta resultaba en la práctica una obligación burocrática más, que sólo suponía llenar mensualmente un informe rutinario para avisar que “durante el mes no se registraron accidentes ni problemas de trabajo”. En los pocos casos en que los municipios informan sobre los problemas tramitados, lo más común es que el fallo sea a favor del patrón.[193] En Guadalajara, lo más frecuente era que se favoreciese al obrero.[194] Y habrá que precisar una vez más el término obrero: aunque no es posible dar una enumeración o estadística precisa, se puede afirmar con absoluta certeza que en la inmensa mayoría de los casos se trata de artesanos y sirvientas en Guadalajara, y en el resto del estado, de artesanos y sobre todo agricultores, es decir peones y medieros, de suerte que los expedientes archivados deberían más bien estudiarse en la historia agraria y no en la historia obrera.

            No hay estadísticas completas del movimiento del Departamento, sólo se sabe que durante 1923 se tramitaron 935 expedientes, de los cuales 689 fueron por retención de sueldo y 217 por separación injustificada del trabajo.[195]

 

La Ley del Trabajo en el estado

Hay que señalar como acción fundamental en el gobierno de José Guadalupe Zuno la promulgación de la Ley del Trabajo en el estado de Jalisco, que se adelantó en varios años a la legislación nacional.[196]

 

La Rebelión delahuertista y la fundación de los “libertarios”

Esta rebelión fue muy importante para Jalisco, no sólo porque en su territorio se libraron muchos combates decisivos, como los de Teocuitatlán y Ocotlán, y por la participación de jaliscienses como Manuel M. Diéguez, Enrique Estrada y Rafael Buelna (estos dos  jaliscienses de adopción), sino también porque descubre aspectos apasionantes como la decidida posición del gobernador Zuno a favor del gobierno federal.[197] Si bien el vencedor aparente de la rebelión y el beneficiario directo fue Plutarco Elías Calles, el triunfador será el manco de Celaya, a quien Zuno apoyaba. El hecho de que durante 1924 la CROM hostilizara a Zuno fue señal de que las relaciones Zuno-Morones, o más exactamente Zuno-Calles, estaban cada día más deterioradas.[198] Por otra parte, no deja de ser llamativo que el gobierno del estado y las agrupaciones obreras que le son leales traten de castigar a cualquier elemento que de alguna forma haya favorecido a los rebeldes delahuertistas.[199]

            En todo caso, la oposición de la crom al gobierno de Zuno fue siendo cada día más fuerte hasta culminar con la escisión entre los jefes obreros, algunos viejos amigos y compañeros de lucha desde los días de la Casa del Obreros Mundial, como Luis C. Medina y Esteban Loera. En junio del 24 la tensión hizo crisis y la Federación de Agrupaciones Obreras de Jalisco sufrió la pérdida de buena parte de sus miembros que, capitaneados por Esteban Loera y Manuel Hernández y Hernández, fundaron la Confederación de Agrupaciones Libertarias de Jalisco (caolj) el 7 de septiembre de 1924,[200] mientras que Luis C. Medina y Ascensión de la Cruz permanecieron fieles a la crom.[201]

            A partir, pues, de septiembre de 1924 la historia laboral jalisciense será muy interesante, porque vendrían años (1924-1929) de una incesante lucha entre el poder político estatal y el federal y, consiguientemente, entre una federación obrera local (caolj) y la central (crom). Esto obliga a una división cronológica y a tratar por separado este periodo: las gubernaturas de José G. Zuno y Margarito Ramírez durante la presidencia de Plutarco Elías Calles, periodo que en buena parte corresponde a la lucha cristera.

            Como se ve, toda división o periodización de la historia es algo muy relativo y subjetivo que depende de infinidad de variables. La periodización de la historia laboral jalisciense que hemos venido haciendo tiene sus fundamentos históricos.

 

Capítulo v

 

Regionalismo contra Centralismo 1924-1927

 

Como en otros periodos, también se podría historiar cada sector de la producción y de los servicios públicos, lo que implicaría analizar la militancia de cada federación sindical o cada grupo de sindicatos. Las fuentes documentales, aunque fragmentarias, son suficientes para ello; pero importa más analizar la historia laboral de estos años como parte de todo el proceso jalisciense por autoafirmarse frente al aparato federal. La Guerra Cristera, la confrontación entre la crom y las federaciones jaliscienses, así como los desplantes de José G. Zuno y Ramírez frente a Plutarco Elías Calles son facetas del gran choque de Jalisco con el centro.

            Por supuesto que no hay que simplificar, y, por mencionar un ejemplo, el forcejeo de Zuno y Ramírez contra Calles será, por su parte, un aspecto de la lucha personal por el poder entre Obregón y Calles. La historia del movimiento obrero, como toda historia, es muy complicada, y posee como todo lo auténticamente humano su dosis de incertidumbre y de misterio.

            Zuno y Ramírez son piezas importantes en el juego de poder, pero probablemente sin darse cuenta ellos mismos fueron quienes, terminada la fase armada de la Revolución, comienzan a preparar el terreno para atraer inversiones a Jalisco. Y no hay que olvidar que, hablando de trasnacionales, en Guadalajara comenzará a perder en esas fechas su preponderancia el capital francés para ir cayendo cada día más bajo la hegemonía estadounidense.

            El rompimiento Zuno-Calles no pudo ser más claro y espectacular. Se manifestó el día primero de diciembre de 1924, cuando minutos antes de partir a la ceremonia en que Obregón entregaría el poder a Calles, Zuno se hizo de palabras con Calles en el mismísimo Palacio Nacional y en presencia de Obregón: Zuno nunca entonó el secular “el Rey ha muerto, viva el Rey”. Zuno dijo: “el Rey no ha muerto, viva el Rey”.[202] Para manifestarlo, se abstuvo de estar presente en el momento en que Calles recibió la banda tricolor de presidente constitucional, y rápidamente regresó a Guadalajara y organizó una manifestación monstruo en honor de Obregón, quien el 10 de diciembre llegó a Jalisco, “la más bien lograda provincia de México”, y que al decir de otro anticallista, José Vasconcelos, aunque no tan fiel obregonista como Zuno, “ahí en Jalisco la raza es más pura… las mujeres de ojos negros, cintura flexible y tez fina y clara llena de suavidad”.[203] Y Vasconcelos continúa describiendo esa Guadalajara que tiene

 

del país… los mejores charros y las buenas naranjas… Guadalajara… la reina. Su cielo de un azul pálido, despejado… En los portales... las aguas frescas de fresa y de almendra. Y en la plaza principal los naranjos recuerdan, cada vez que se cubren de azahares, que es andaluza la raza que la creó.[204]

 

            En esa plaza de los naranjos “frente al Palacio de Gobierno, se le ofreció una audición de conjuntos corales” (a Obregón),[205] y el 15 por la noche Zuno concedió al héroe de Celaya uno de los máximos honores que un mexicano puede conceder: hacerlo su compadre.[206] En una elegante casa particular, en Vallarta y Prado, el arzobispo de Guadalajara, don Francisco Orozco y Jiménez, bautizó a la recién nacida Ester Zuno, y su padrino fue Álvaro Obregón. Todo esto ocurría al mismo tiempo que Morones se quejaba ante el nuevo monarca de que Zuno hostilizaba a la crom.[207]

 

Textiles: La Experiencia y Río Grande

Debido a que, como se dijo, los trabajadores de la industria textil, junto con los mineros, constituían los núcleos laborales más importantes del Estado de Jalisco, eran las presas más codiciadas por las incipientes centrales obreras, es decirlos los católicos, la crom, la cgt y, a partir de septiembre de 1924, la caolj. Ya se vio cómo en el periodo anterior Zuno decidió arrebatar a los católicos el control de los sindicatos de Río Grande en Juanacatlán y que, a raíz de los sangrientos sucesos de julio de 1923, el gobierno del estado impone ahí su dominio, a pesar de que los católicos hayan afirmado que ganaron el conflicto. O, si se quiere, fueron ellos, los católicos, los que lograron que sus demandas laborales fuesen aceptadas, pero ya no tendrían el control del sindicato.

            En este periodo (1924-1928) el gobierno de Jalisco logrará dominar el otro gran sindicato textil de la fábrica de La Experiencia.

            Es significativo que los 24 expedientes del Departamento del Trabajo entre 1925 y 1927 que se refieren a Río Grande y La Experiencia[208] se refieran a problemas con los católicos, por lo común al choque del sindicato católico con la crom. Es cierto que en julio de 1926 los “libertarios” ganaron una huelga en Río Grande,[209] pero no aparece consignada en la documentación del Departamento del Trabajo.

            Esos días de julio serán inolvidables para los trabajadores jaliscienses tanto de la zona metropolitana de Guadalajara como del resto del estado, porque la noticia de que el día 31 de ese mes se suspendería el culto religioso constituyó una tragedia para la gran mayoría de los jaliscienses. Los habitantes de los barrios obreros de Mezquitán, Mexicaltzingo y Analco, al igual que los de clase media de la Capilla de Jesús, el Santuario y el Pilar, se dieron prisa en bautizar a los niños recién nacidos, y la inmensa mayoría de las parejas de novios decidieron adelantar su boda antes del día último del mes. Tal vez sea por esta razón que la huelga de Juanacatlán de esos días sólo nos haya llegado a través de un periódico capitalino (El Machete): en Guadalajara era una noticia sin importancia al lado de la gravísima de la suspensión del culto.

            Los problemas laborales de Atemajac y Juanacatlán (entre católicos y crom) abarcan precisamente el periodo comprendido entre septiembre de 1926 –poco después de la suspensión– y abril de 1927, fecha en que el líder de los católicos, Anacleto González Flores, fue asesinado por el gobierno en Guadalajara.

            Es muy claro que la lucha religiosa que en el campo fue la guerra cristera, en las fábricas también se manifestó en forma de enfrentamientos violentos. Significativamente, en Río Grande, en La Experiencia y en Río Blanco, el gobierno –incluida la Secretaría de Gobernación-[210] y la CROM se quejaban de que los católicos se permitan “insultar al Señor Presidente de la República”[211] (algo al parecer sacrílego). Hay que subrayar también que en esos enfrentamientos las mujeres mostraron una combatividad nunca vista.[212]

            Para fines de 1927, y con todos los recursos posibles de combate, es decir hasta con el ejército, el triunfo fue para el gobierno y la CROM. Entre los textileros no aparecen sino por excepción los libertarios de Esteban Loera. En cambio, David Alfaro Siqueiros aparece en todas partes y logra que los mineros de Cinco Minas se unan a los textileros[213] para apoyar sus demandas.

            En resumidas cuentas, para fines de 1927 no sólo en el sector textil, sino en todos, han desaparecido totalmente los sindicatos católicos que tan florecientes parecían en 1923. Sólo quedarían ahora dos fuerzas en el campo de los textiles: la crom callista y la oposición representada por la Confederación Obrera de Jalisco. En otras palabras,   Calles contra Zuno.[214] El triunfo sería para la confederación jalisciense. En el caso de Atemajac y La Experiencia esta confederación, aprovechando la participación femenina, comisionó a María Díaz,[215] experimentada líder, para facilitar el cambio de filiación.

 

El conflicto minero de 1925 a 1927 en Etzatlán, Ahualulco y Hostotipaquillo

En la escasa producción jalisciense de jefes para el movimiento armado de 1910 y 1913, los mineros son la excepción. A finales de 1914 y principios de 1915, Guadalajara y  Jalisco se despertarían cada mañana con la pregunta obligada: ¿quién manda ahora, Villa o Carranza? ¿Julián Medina o Diéguez? Dice uno de los viejos que recuerdan su infancia en 1915, cuando no había tortillas, ni pan, ni carne, ni nada para comer:

 

a mi papá un señor que venía a caballo, lleno de carrilleras, le regaló un tamaño tambache de elotes: creo que los traían de San Andrés, o de Oblatos, ahí por las Trojes. Nunca supe si el señor era de los de Medina o de Diéguez: todo nos daba igual, y lo único que queríamos era algo de comer.[216]

 

Guadalajara, pues, estaba a merced de dos mineros jaliscienses: Manuel M. Diéguez, líder de Cananea, Sonora, y Julián Medina, de Hostotipaquillo. La región al occidente de Guadalajara, es decir Tequila, Tala, Etzatlán, Ahualulco, Hostotipaquillo, era muy próspera, con la industria del “vino tequila”, el azúcar y el alcohol de caña, y sobre todo la extracción de metales. Por lo que se refiere a Etzatlán:

 

Petronilo Camacho comenzó a desarrollar las vetas… le caminó como 100 varas, le dio un troce y encontró caudales. Por todo el arroyo había muchas haciendas de beneficio. Había un chacuaco grande ahí por la Gigantera: ahí beneficiaba sus metales la compañía.

En 1900 vendieron la mina a una compañía americana que metió la corriente eléctrica. Mi padre era un empleado del negocio. Trabajó en Las Jiménez, donde había más de 60 motores. Trabajó en eso de las minas por más de 40 años. Allá por los años después de la Revolución hubo el sindicato rojo, de un señor Zuno, y el blanco de un señor Morones de México… pero la compañía contrató con los rojos, que fueron los que dominaron aquí en el Amparo… Nomás que vino Don Margarito Ramírez, un gobernador que estuvo en Jalisco, y también eso solucionó la cosa, pero el partido blanco nunca progresó. A los rojos aquí los dirigía Filiberto Ruvalcaba. La Compañía se entendía con el rojo… No había sindicato católico, aunque era la época de la guerra por Cristo Rey…

La Amparo tenía incumbencia en Piedra Bola… Antiguamente se trabajaba doce horas… La compañía tenía sus tiendas muy bien abastecidas… Margarito Ramírez ayudó mucho a los rojos: a los blancos les daba bajada… Estaban unidos los rojos con los agraristas…[217]

           

            Esos años de “después de la Revolución”, es decir la década de 1920, son muy interesantes para la historia obrera de Jalisco por los conflictos mineros. Había no pocas quejas por las condiciones de trabajo y porque se pagaba con vales para la tienda de raya.[218]

A principios de 1925 abundaban las quejas contra las compañías mineras,[219] no obstante que desde el 18 de febrero el presidente municipal de Hostotipaquillo había promulgado el acuerdo sobre salario mínimo en ese municipio.[220] Diez días después se organiza la Sociedad Cooperativa de Auxilios de Trabajadores de la Compañía Minera La Piedra Bola.[221]

            Los problemas no sólo se registran en Cinco Minas y en Piedra Bola, sino también en La Mazata[222] y en la Amparo Mining Company,[223] con el agravante de que los conflictos se fueron relacionando con el movimiento agrarista. En abril de 1926 el Congreso de las Ligas de Comunidades Agrarias del Estado de Jalisco había decidido mostrar su adhesión a la Liga Internacional pro luchadores perseguidos y a Liga Antiimperialista de las Américas,[224] con el consiguiente disgusto de los empresario mineros, alarmados ya con la presencia de activistas de la cgt en la región minera de Jalisco, como Amado de la Cueva.[225]

            En el mes de abril estalla la huelga en Cinco Minas como protesta por las condiciones de las casas de los trabajadores.[226] La huelga se prolongó durante abril y mayo, y los mineros ganaron la partida, aunque al precio de la sangre de José F. Díaz, militante de CGT asesinado el 23 de mayo.[227] El triunfo obtenido no sólo fue importante por las ventajas conseguidas, sino sobre todo porque animó mucho a los obreros y los decidió a organizarse: de julio a octubre aparecerán seis nuevos sindicatos.[228] Es indiscutible la fuerza que fueron adquiriendo los mineros, que el 27 de agosto presentaron a la empresa una serie de peticiones sobre salarios e indemnizaciones.[229] A fines de octubre los mineros estaban eufóricos por sus triunfos y porque en el mundo obrero “la unidad está en marcha”.[230]

           

Y… llegamos a 1927

Los hilos de las historias personales se habían ido cruzando y enmarañando en forma por demás caprichosa. Si se compara el equipo de Álvaro Obregón en enero de 1927 con el del 8 de julio de 1914, cuando tomó la ciudad de Guadalajara, se observan grandes cambios. En 1914 Obregón tenía un brillante cuerpo de oficiales en su sorprendente División del Noroeste, casi tan fulgurante en sus victorias como la de Francisco Villa. Al entrar a Guadalajara, el caudillo sonorense estaba rodeado de jóvenes inquietos como Rafael Buelna, David Alfaro Siqueiros y el experimentado luchador obrero Manuel M. Diéguez. Poco después, en Guadalajara, se le uniría en la lucha política el bohemio José G. Zuno. Para enero del 27, Diéguez y Buelna ya habían caído bajo las balas de Obregón. Zuno, en su afán defensor de la sombra del caudillo, estaba a punto de ser derribado de la gubernatura por Calles.

            En febrero de 1927 Obregón cultivaba garbanzo en Sonora (como en otros tiempos Santa Anna en Manga de Clavo y Porfirio Díaz en Tuxtepec) y contemplaba el tablero político del país: paradójicamente, Jalisco, por el que había mostrado su desdén, era un importantísimo bastión obregonista, pero, como se dijo, estaba a punto de caer bajo la autoridad de Calles que, frente al caudillo, se iba perfilando como el “jefe máximo”. Uno de sus más sonados triunfos  fue destituir a  Zuno. Sólo que cuando en el mes de abril, se cubrió la vacante dejada por Zuno, Calles nada ganó porque la ocupó otro obregonista, Margarito Ramírez.[231] A él le tocaría vivir el siguiente paso del conflicto minero que se está historiando.

            Al comenzar el mes de febrero de 1927, a las organizaciones obreras ya existentes en la zona minera de Jalisco se sumó la Unión Feminista de Piedra Bola.[232] La Federación de Sindicatos Mineros de Jalisco (adherida a la Confederación Obrera de Jalisco) presiona al gobernador del estado y al jefe del Departamento del Trabajo exigiendo una serie de reivindicaciones contra la Amparo Mining Company, que regentaban los minerales de la Nueva Compañía Minera de la Mazata S.A., Mineral de la Emboscada, Mineral de la Piedra Bola y la Hacienda de Beneficio de las Jiménez.[233] La federación exigía, entre otras cosas, que la compañía devolviese el empleo a un grupo de trabajadores separados de él por sus actividades sindicales y la “terminante prohibición de portación de armas dentro del trabajo a los empleados y abstención absoluta por parte de las guardias blancas de mezclarse en asuntos propios de la policía”. Al mes siguiente, la compañía empleó elementos no sindicalizados e incondicionales de la empresa,[234] es decir de la Alianza de mineros y también de la Alianza Mazata y Jiménez y Amparo.[235]

            El 5 de mayo el sindicato obrero (adherido a la coj) de las Jiménez se queja de la “llamada Alianza Mazata, Jiménez y Amparo”, protegida por la empresa, arremete contra los trabajadores de los sindicatos independientes y pide que el Departamento de Trabajo de Guadalajara “haga sentir su fuerza sobre la llamada Alianza”.[236]

            A principios de junio de 1927, los trabajadores de la región de Etzatlán protestaron contra una resolución de la Junta de Salario Mínimo, porque en la práctica reducía el salario de los mineros de un peso y setenta y cinco centavos diarios a un peso con veinticinco centavos.[237] Jalisco padecía una de sus temporadas más complicadas: Margarito Ramírez acababa de asumir la gubernatura en sustitución de Daniel Benítez, a quien la prensa obrerista y de izquierda no dejaba de atacar.[238] Los levantamientos cristeros en los Altos complicaban la vida también, por más que la prensa oficialista se empeñara diariamente en anunciar derrotas de los rebeldes. El desempleo en la ciudad y en el campo fueron siendo habituales. En resumidas cuentas, el nuevo gobernador tenía que navegar en un mar muy agitado, lleno de escollos y tiburones.

            Para este momento, los sindicatos católicos habían sido aplastados y no pocos de sus jefes y muchísimos de sus miembros andaban entre los cristeros. Por otra parte, en especial en la zona minera, los obreros buscaban unificarse con los campesinos: a mediados de junio en Hostotipaquillo se reunió el Congreso Obrero y Campesino.[239] Habría que profundizar aquí en las relaciones entre obreros rojos y campesinos agraristas, que serán básicamente quienes constituyan un bloque de presión y de lucha contra el frente cristero, formado a su vez por gente de la ciudad (no exclusivamente obreros) y campesinos unificados en su oposición al régimen nacido del constitucionalismo. Entre los “acuerdos importantes relacionados con la lucha emprendida contra la reacción” del congreso de Hostotipaquillo habrá que subrayar la relevancia que se da a la mujeres en esta lucha y la preocupación por organizar “a los niños de 5 a 15 años en secciones de pioneros rojos”. Era  necesario combatir a “los profesores reaccionarios, las escuelas católicas clandestinas, denunciar al comité del Bloque Obrero y Campesino y al C. Presidente Municipal las violaciones al artículo 130 de la Constitución”.[240] Esta última conclusión contrasta con lo que se había dicho en la primera convención de Sindicatos Mineros de Jalisco, cuando se había dedicado una resolución a buscar la colaboración con los católicos: “no lucha de credos, lucha de clases; es decir: los trabajadores, sin distinción de creencias religiosas, deben unirse en un solo esfuerzo para defenderse de la explotación de los ricos”.[241] Ese afán de colaboración era cosa del pasado: en este junio de 1927 lo cierto es que la lucha armada en el estado continuaba, a pesar de que se invitaba a los tapatíos a “saborear diariamente los más sabrosos platillos nacionales” en el restaurante de la Chata Hilaria,[242] y de que los cines Imperio y Zelayarán anunciaban a los tapatíos la película Caballeros por fuerza.[243] 

            Para mediados de junio la huelga minera parecía inminente mientras no se lograra

 

que la compañía dé trabajo de nuevo a varios miembros del Sindicato… que fueron separados de la misma empresa, y a quienes se separó injustificadamente de sus labores; y que sea cesado el médico de la empresa, que es enemigo acérrimo de la clase trabajadora.[244]

 

            En este conflicto es de notar que la Confederación Obrera de Jalisco va tomando un carácter de verdadera federación, en cuanto que los diversos sindicatos van solidarizándose en apoyo de los mineros: “quien rompe la unidad sindical es un traidor a su clase”, se había dicho en la asamblea general de la coj seis meses atrás.[245] No sólo la coj apoyaba: también los mineros michoacanos de Tlalpujahua[246] acudían al llamado que los huelguistas habían lanzado “a todos los obreros y campesinos organizados de Jalisco y de la República en general”.[247] El 17 de agosto la huelga estalló.[248] Los dirigentes obreros se entrevistaron con el gobernador Ramírez, quien a su vez viajó a la zona de conflicto[249] y luego a la capital del país, para conferenciar con Calles.[250] Durante la segunda mitad del mes de septiembre los buenos oficios de Ramírez lograron solucionar el conflicto.[251]

Fue un triunfo para los mineros y para Jalisco: para los mineros, por las conquistas laborales que logran, y para Jalisco porque se establece la personalidad jurídica de los sindicatos rojos de la COJ sobre los blancos de la crom, manejados desde el centro del país por Morones.[252] Sin embargo, en honor de Ramírez[253] habrá que subrayar que, aunque los rojos quedaron con el campo a su favor, no se desconoce a los blancos: es decir, se trata de una posición no autoritaria ni totalitaria, pero falta por analizar qué tan libre y espontánea era la afiliación de los rojos.[254]

 

Conclusión

Este periodo (1924-1927) marca la desaparición de los sindicatos católicos, aniquilados por Zuno, y el triunfo de la facción obregonista (Zuno-Ramírez) sobre la crom callista; es decir que, por lo menos en el mundo obrero, el regionalismo “revolucionario” jalisciense se impone al centralismo del presidente Elías Calles.

 

Capítulo vi (1927-1936)

 

caolj-coj

 

De lo que se ha visto se puede deducir claramente que, al formar parte del mundo laboral, la caolj actuaba de acuerdo con la política del estado de Jalisco, o mejor dicho, de los políticos de Jalisco, ya que representaba la fuerza en que Zuno se apoyaba para impulsar su política descentralizada, cuya prueba más palpable fue que Esteban Loera ocupó el puesto de gobernador, aun cuando fuera interino; asimismo, se ha visto que los diferentes puestos públicos fueron otorgados a los principales dirigentes de esa confederación.

             Era de esperarse que, dada la forma en que había nacido la caolj al rompimiento con la crom, y de la mano con el gobierno zunista, se diera lugar a una serie de situaciones turbias en las que el gobierno intervenía indirectamente para obligar a los trabajadores organizados a que se afiliaran a la nueva central y se opusieran a la Federación de Agrupaciones Obreras de Jalisco de la crom. Esto sucedió en el caso específico de la Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora de Chapala, cuando  la empresa, de acuerdo con el gobernador Zuno, despidió a 400 trabajadores que luego solicitaron su ingreso a la crom. Zuno hizo ver el problema como una necesidad de la empresa, puesto que ordenó una intervención fiscal por adeudos al estado, tratando de quedar con ello impune y protegiendo además a la empresa.[255] Asimismo, entre sus justificaciones Zuno argumentaba que esos trabajadores habían apoyado la rebelión delahuertista como miembros de la Federación Diocesana del Trabajo.[256] Con esto, por supuesto, se logra que tal agrupación desista de su afiliación a la crom para formar parte de la Federación de Sindicatos de la Hidroeléctrica, miembro de la caolj.[257] Esta federación de Sindicatos de la Hidroeléctrica comprendió tres sindicatos: el de Talleres Electricidad y Vías, el de Tranviarios y el de Empleados. El nacimiento de esta agrupación coincide con el cambio de razón social de la empresa, que pasó a ser la Compañía Eléctrica Chapala. Uno de los motivos por el cual cambió de nombre fue posiblemente el traspaso de capital francés a estadounidense.[258]

             Haber forzado la situación de los trabajadores para que se afiliaran a la central gobiernista y los problemas e inquietudes de éstos, dadas las pasiones e intereses políticos de los dirigentes, trajo como consecuencia que en repetidas ocasiones se despertaran conflictos que de hecho existían, sólo que latentes. En este momento se puede notar claramente la falsedad de ciertos líderes que medran de la inexperiencia de la gran masa de trabajadores.[259]

            Al mismo tiempo, se observa que dentro de esas masas de trabajadores de un mismo gremio se empieza a dar poco a poco la inquietud de formar parte de los diferentes partidos políticos, probablemente impulsados por algunas de las cabezas de dichos partidos que encontraban el campo abierto al tener unidos a un gran número de trabajadores y además con ciertas inconformidades.[260]

            Al recopilar la información de las diferentes fuentes consultadas, se ve que, durante el año de 1924, cuando se funda la caolj, tiene lugar una gran actividad sindical, se presentan diversos  problemas y conflictos y también surge una gran cantidad de agrupaciones sindicales que se fueron afiliando a la nueva central; sin embargo, curiosamente, en los años de 1925 y 1926 no encontramos que en el Departamento de Trabajo ni en la Junta Central de Conciliación y Arbitraje se ventilaran casos laborales que tuvieran alguna trascendencia para la historia obrera. Consideramos que durante estos años lo importante es  precisamente  la conformación del mundo laboral, ya que el interés en ese momento era la creación de nuevos sindicatos y su registro, afiliados por supuesto a la caolj. Resulta obvio que estas organizaciones eran las únicas reconocidas por la Junta Central de Conciliación y Arbitraje. Ese afán de constituir nuevas organizaciones sindicales probablemente se debió a que, según los líderes, el sindicalismo se encontraba en la fase de sumar gran número de miembros para ir ganando terreno en el área política y seguir sirviendo de apoyo al zunismo.

             Aquí no puede dejarse de pensar que, dada la situación social que se estaba presentando, los trabajadores por sí solos empezaron a sentir la ventaja de formar parte del mundo laboral organizado y la necesidad de afiliarse a la caolj quedando registrados y reconocidos por la Junta de Conciliación, pues era la única forma en que  podían sentirse protegidos de los intereses patronales.

            Otra prueba más de que la caolj y el gobierno trataban de afiliar a todas las organizaciones fue la clausura del edificio donde estaba la sede de la Federación de Agrupaciones Obreras de Jalisco, que fue ordenada por el gobernador Zuno. Según los cromistas, se trató de un acto violento de los guardias y gendarmes municipales, que además de apoderarse de los archivo encarcelaron a numerosos trabajadores, principalmente artistas.[261] Según Zuno, él no tenía ninguna

 

animadversión para los integrantes de la CROM de Guadalajara; pero si éstos, haciendo alarde de su absoluta falta de respeto para la sociedad y las autoridades, cometen actos que caigan bajo la sanción de las disposiciones policíacas, se verá en el caso de aplicarles severos castigos, sentándose así el precedente de que todos deben guardar un respeto efectivo a sus mandatarios y a la sociedad en que viven.[262]

 

            Además, Zuno argumentaba que la clausura se dio “por no pagar la renta de un año”. Aunque los líderes de la faoj-crom dirigieron un oficio a la crom en México para que interviniera ante las autoridades nacionales para la solución del problema, éste se resuelve, curiosamente, gracias a la intervención del cónsul estadounidense en Guadalajara, según se dijo porque era de esa nacionalidad el dueño del edificio Mosler, donde estaban también los despachos de buen número de profesionales a quienes se estaba perjudicando sin razón.[263]

 

Fundación y desarrollo de la coj

En el año de 1926, cuando Siqueiros ya empezaba a dirigir a los mineros y más tarde a los textileros en contra de los sindicatos “blancos” de la crom, y por supuesto de los católicos, se dio la alianza con las agrupaciones obreras y políticas que manejaba Zuno a través de Esteban Loera y Justo González. Sin embargo, no fue sino a principios del año de 1927 cuando esa alianza se formalizó. En enero tuvo lugar una convención que llamaron “Pro-Unificación”, para integrar en una sola organización a los diferentes gremios del estado. Dicha integración incluyó a la caolj de Esteban Loera, la Liga de Resistencia de Justo González, la Confederación de Agrupaciones Mineras y los sindicatos textileros de Siqueiros y Reyes Pérez.[264]

            En la primera sesión dela convención, que duró varios días, las delegaciones participantes firmaron un pacto en el que básicamente se comprometían a mantener la “unidad sindical”.[265] Además, acuerdan con las delegaciones de “organizaciones autónomas” que se firme un “pacto de solidaridad” para estrechar “definitivamente” los lazos de unión obrera en Jalisco. Con ello quedaron incluidas en el Comité Pro-Unificación las delegaciones ferrocarrileras, de la General de Trabajadores (cgt) y demás organizaciones no incluidas en el pacto antes mencionado que habían asistido a la convención.[266]

            En una sesión posterior se procedió a la conformación de la mesa directiva, en la que surgieron diferencias entre los  participantes; sin embargo se unificó el criterio después de “hablar largamente los señores Zuno, Loera y Alfaro Siqueiros, a fin de orientar debidamente a los concurrentes”, justamente dos de los líderes que anticipadamente habían renunciado a la postulación para secretarios generales, al igual que Justo González y Manuel Hernández y Hernández.[267]

            Una vez que se definió la mesa directiva, en la siguiente sesión se llegó a la constitución formal de la nueva central, a la que se decidió llamar Confederación Obrera de Jalisco, al mismo tiempo que se adoptaron una serie de acuerdos entre los que sobresalen el de que la central lucharía “contra la Reacción Clerical y el Imperialismo Yanqui”.[268]

            La formación de esta nueva central obedece, una vez más, a los intereses políticos del exgobernador Zuno, especialmente porque coincide en esta fecha con la campaña reeleccionista de Obregón, y se conoce ya de antemano la postura de Zuno a favor de Obregón, aprovechando el problema que presentaba con la rebelión cristera. Sin embargo, Zuno solicitó a la Convención que “se le permitiera” retirarse de “la lucha activa mientras que mi presencia en ella pueda dar lugar a que se ataque de personalista la obra de redención del proletariado jalisciense que ustedes vienen solidificando con tanto entusiasmo”.[269]

            La fuerza que adquiere el movimiento obrero en ese momento no tardaría en dejarse ver, ya que sólo poco más de dos meses después, los políticos jaliscienses apoyados por la COJ logran que se destituya al gobernador Daniel R. Benítez, que el mismo Calles había impuesto “por elección constitucional”[270] y que había llegado con la clara consigna de tratar de desmembrar la organización obrera.[271]

            Y nuevamente ocupa el lugar de Benítez un jalisciense obregonista, Margarito Ramírez, quien toma posesión el 23 de abril de 1927 y enseguida apoya a la coj.

            Y la historia se repite, sólo que esta vez dura muy poco la vida estable de la confederación, ya que en noviembre del mismo año de su fundación empieza a tener conflictos internos, en los que se desconoce al comité nombrado apenas en febrero y que de acuerdo a lo establecido debía funcionar hasta abril del siguiente año, para hacer el cambio a principios de mayo. En el conflicto logran destituir en forma violenta al comité legalmente establecido, pero sólo una de las organizaciones, la de choferes, trata de ampararse contra políticos y mangoneadores que afectan los intereses de la unión.[272] El departamento del Trabajo invitó a una convención ante las dificultades surgidas en el seno de la coj.[273] Se ignora cómo termina este conflicto, pues curiosamente no encontramos ningún documento que ayude a esclarecer los hechos.

            Simultáneamente a dicho problema se llevó a cabo la conmemoración del décimo aniversario de la revolución rusa, organizada por la coj a iniciativa de la “juventud comunista” de Guadalajara; Siqueiros intervino en el programa de la celebración.[274]

            Del año de 1928 se dispone de muy pocos documentos de la coj, y no son representativos como para poder determinar cómo fue su actividad ese año, aunque  puede asegurarse que seguía con problemas internos, ya que actúan como representantes obreros ante la Junta Central de Conciliación y Arbitraje Roberto Reyes Pérez y David Alfaro Siqueiros, mientras la coj distribuía volantes contra ellos acusándolos de cromistas y zunistas y de intentar adueñarse de la coj.[275]

En 1929 continuaron los problemas entre los comités que dirigían la coj, aunque aquí es posible aclarar que se da el divorcio entre parte de los miembros de la coj y los “comunistas” de Siqueiros, pues en enero se acusa al secretario general de la coj, Alfonso González, de “comunista”, aunque sigue en su puesto por “compromisos ya contraídos con prominentes miembros del pnr”.[276] Pero en febrero renuncia al cargo ante la confederación por las acusaciones que hacen los panaderos,[277] y después de esto no se puede precisar cómo quedó integrado el comité directivo, porque aparecen diferentes nombres aun en las mismas fechas, y además en las hojas membretadas en que mandan sus oficios al Departamento del Trabajo hay muchas variaciones y hasta están tachados los nombres con máquina o simplemente quedan en blanco algunas de las secretarías que conforman el comité.[278]

            Además de estos papeles, recurrimos a la historia oral y sólo contamos con la versión que afirma que fue directamente el propio Margarito Ramírez quien convocó a que se llevara a cabo una V Convención Obrera; que cuando ésta tuvo lugar, intervinieron decididamente Siqueiros y Reyes Pérez, que además contaban con el apoyo de los mineros, los trabajadores textiles y gran número de agrupaciones que según se afirma eran ficticias, entre las que estaban las de los Pescadores de Ocotlán, Aguadores, Aguapulqueros, Arrieros, etc., que fueron acarreados para lograr una mayoría a favor, claro, de Siqueiros y su gente. En esa reunión se dio la protesta esperada, básicamente lanzada por Heliodoro Hernández, y como no fue aceptada, éste, con la gente de su grupúsculo, se retiró de la sesión; sin embargo ésta continuó y se llegó a nombrar un comité encabezado por Gregorio Contreras, que pertenecía al Partido Comunista.[279]

            Como se deducirá, aquí empiezan una serie de dificultades, desde la expulsión violenta de los disidentes del local que ocupaba la confederación, llevada a cabo por “los de Cinco Minas”, hasta las trabas en los asuntos que se ventilaban en la Junta Central de Conciliación y Arbitraje.[280]

Tal parece que fue el mismo Margarito quien favoreció, después de serias y sangrientas dificultades con la Federación de Transporte, que tuviese lugar de nuevo la unificación entre las otras corrientes, y se llegó a formar un comité en el que se combinaban ambas partes, pero predominando los comunistas. Esto realmente debió durar muy poco, pues aunque no se conoce la fecha exacta de esos acontecimientos, sí se puede asegurar que para agosto se convocó a una sesión extraordinaria para preparar una v Convención Obrera.[281] También se sabe que en el mes de julio Margarito Ramírez se “vio en la necesidad” de sacar del estado a Siqueiros, Reyes Pérez y Gregorio Contreras, lo cual coincidió con la salida a los pocos días de Margarito del gobierno del estado (el 7 de agosto).[282]

            Esa “nueva V Convención Obrera” se desarrolló en  diciembre y  fue de mucha importancia por los acuerdos que en ella se tomaron; aunque no se cuenta con toda la información al respecto, se sabe que se decidió establecer nuevos estatutos, suprimir las federaciones por cada gremio y la “abolición del liderismo (sic), dados los pésimos resultados, como experiencia por los comunistas”.[283] De esta convención salió un comité en el que fueron secretario general Manuel Hernández y Hernández, secretario del exterior Heliodoro Hernández Loza, de Educación José G. Mata y del Trabajo Esteban Loera.[284]

Es oportuno recalcar aquí la importancia de estos hechos, ya que primero ocurre la repentina salida de Zuno al principio de 1927, año en que el sindicalismo católico ya había perdido su fuerza y en el que además se nota la lucha entre las pequeñas secciones en que se fue dividiendo la coj para conseguir el poder que en cierta forma había dejado Zuno. Luego, en 1928, el escaso activismo del movimiento obrero y la muerte de Obregón propiciaron en cierta medida la centralización, con la clara participación de Lombardo Toledano. Se formó el Sindicato Nacional de Electricistas Particulares y Similares y se controlaron el Movimiento Federal de Conciliación y Arbitraje[285] y la lucha por el poder de los líderes locales. Las pugnas continuaron el año siguiente, cuando se definiría por completo la corriente contra la izquierda, que aprovecharon las tradicionales cabezas de la coj para consolidarse nuevamente. Muestra de ello es que los siguientes comités de la Confederación fueron integrándose con las mismas personas, que se intercambiaban las secretarías.[286] Sin embargo, ya a finales de 1930 encontramos que en muchos de los oficios que mandan a la Junta Central de Conciliación y Arbitraje diferentes sindicatos afiliados a la coj hay quejas de los líderes que “se han convertido en auditores, pretendiendo hacer triunfar su causa…, tratando perversamente de comprometer a las organizaciones obreras”.[287]

         Acerca de lo ocurrido en los años de 1931 a 1936, previos a la fundación de la ctm, el material del Archivo Histórico es muy escaso. En estas últimas líneas se  enuncian algunos hechos que ojalá más tarde se puedan documentar apropiadamente; aquí simplemente se mencionan.

            En 1931 la coj no intervino tan activamente en la defensa de los trabajadores ante la Junta Central de Conciliación y Arbitraje, sino que se valió de apoderados[288] que se entendían en forma particular con el afectado en su trabajo, y casualmente uno de esos litigantes es precisamente el conocido y ahora ya flamante abogado José G. Zuno, que vuelve a aparecer después de algunos años de estudio en la Universidad que él refundó. Algunos de los líderes de pronto ya no figuran ni como cabezas ni como simples participantes dentro de la coj, especialmente nos referimos a Esteban Loera a quien incluso lo mandan matar. Algunos otros vuelven a adquirir la popularidad y respeto que como ya antes mencionamos habían perdido.

            Así se continúa, sin grandes cambios ni sobresaltos en cuanto a personas, y en lo que se refiere a problemas y conflictos resulta interesante mencionar que definitivamente siguió la fusión de las fuerzas centralistas y las regionales, lo que llegó a la cúspide con la constitución de la Confederación de Trabajadores de México en febrero de 1936 y la Federación de Trabajadores de Jalisco en septiembre del mismo año.

            Confiamos en que estos años, así como la fundación de la ctm, encuentren pronto un historiador que nos ilustre en algo tan importante para la historia de Jalisco.



[1] Presbítero de la Compañía de Jesús, doctor en historia por la Universidad Sorbona de París y catedrático de muchas décadas en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad de Guadalajara y del iteso. Ha sido galardonado con el premio Ciudad de Guadalajara.

[2] Este Boletín agradece  al r. p. Gómez Fregoso su buena disposición para que viera la luz el estudio que sigue.

[3] Mario Aldana Rendón, Desarrollo económico de Jalisco, 1821-1940, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1978, pp. 179-214; Francisco Trentini, El florecimiento de México, México, Bouligny Schmidt Sucs., 1906, ii, pp. 98-110; Luis Nicolau d’Olwer et al., Historia moderna de México, el porfiriato, la vida  económica, México, Hermes, 1965, vol. viii, t. I, pp. 311-482.

[4] Esta ambigüedad existe no sólo por lo que se refiere a 1900, sino que se extiende a los años posteriores. Sobre todo de 1919 a 1930, la documentación del Archivo Histórico de Jalisco, en el ramo Trabajo y Previsión Social, no deja ninguna duda al respecto, tanto en los informes y reportes sobre Guadalajara, como de las poblaciones del resto del estado.

[5] Directorio del estado de Jalisco, 1912 pp. 52-53. En 1970 todavía se habla de “Guadalajara, ciudad industrializada”. Jean Meyer, “Perspectiva de análisis sociohistórico de la influencia de Guadalajara sobre su región”, en Jean Piel et al., Regiones y ciudades en América Latina, México, SepSetentas (n. iii), 1973, p. 164. Ahí mismo se habla de cómo en Guadalajara en 1970 existen “industrias muy pequeñas y disimuladas”, loc. cit., nota 10. Y si esta observación es válida para 1970, en plena época industrial tapatía, mucho más válida sería para la Guadalajara de 1900. Véase también el capítulo “Las últimas fases del crecimiento antes de la Revolución”, en Hélène Rivière d’Arc, Guadalajara y su región, México, SepSetentas, 1973, pp. 45-65.

[6] Gastón García Cantú, El socialismo en México, siglo xix, México, Era, 1969, pp. 37-38, 93.

[7] José Villagordoa, Guía y álbum de Guadalajara para los viajeros, Guadalajara, Tipografía de José M. Iguíniz, 1888, p. 84.

[8] La historia social y económica no acepta que se hable de “clase obrera” en la República mexicana durante el siglo xix, y menos en Jalisco. Creemos que el término de clase, hablando de 1900, no debe entenderse en sentido sociológico estricto, y mucho menos se podría hablar de “conciencia de clase”. Roque Estrada, comentando la gira política de Francisco I. Madero en Guadalajara en 1909, dice: “en cuanto al antirreeleccionismo tapatío, pude observar que germinaba en la clase obrera”, Roque Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero, Guadalajara, Talleres de la Imprenta Americana, 1912 p. 106. Añade: “la clase obrera (tapatía) revela bastante inteligencia y no es raro encontrar en muchos de sus miembros alguna ilustración. En general, lo que se llama pueblo es despierto, ladino y perspicaz”.

[9] Hemerografía sobre condiciones de trabajo en México durante el siglo xix: véanse Historia Obrera, cehsmo, segunda época, vol. 4, núm. 13, julio de 1978, pp. 29-48, y segunda época, vol. 3, núm. 10  octubre de 1977, y núm. 11, enero de 1978.

[10] Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, t. II, núm. 7, abril 22 de 1903, p. 104.

[11] Segundo Congreso Católico de México y Primero Mariano, celebrado en Morelia del 4 al 12 de Octubre de 1904, Morelia, Talleres Tipográficos de Agustín Martínez Mier, 1905, p. 289. Aparece muy clara la posición eclesiástica sobre el control de la vida social de sus miembros “la Obra nacional de los Congresos Católicos mexicanos… dependerá absoluta e incondicionalmente de los Prelados de la nación… Se regirá por los estatutos que formen los Ilmos. Prelados mexicanos” (p. 286). La mayor insistencia del congreso, además de la piedad, parece ser combatir la embriaguez (ibíd., pp. 290-292).

[12] José G. Zuno, Historia de la Revolución en el estado de Jalisco, México, Bibliotecas del Instituto Nacional de Estudios Histórico de la Revolución Mexicana, 1964, p. 29.

[13] Ibíd., p. 30.

[14] El registro original está en el Archivo de la Compañía de Jesús, Guadalajara. Carpeta núm. 26. Está por estudiarse la relación entre los Operarios Guadalupanos y el Partido Católico, la Unión Popular, la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa y el sinarquismo. Los Operarios y posteriormente, en 1921, los miembros de la Confederación Católica del Trabajo tendrán su principal actividad en la región de los Altos y en el sur de Jalisco: precisamente los mayores focos de la resistencia cristera. Vid. James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México en el siglo xx, México, Instituto de Investigaciones Económicas, 1969, p. 427; Restauración Social (cfr. nota siguiente), año II, núm. 1, enero 15 de 1910, pp. 1-7.

[15] Restauración Social. Boletín de la Semana Católico Social y Órgano de los Operarios Guadalupanos, Registrado el 15 de enero de 1910 en Guadalajara, Jalisco. Impresa en los talleres de El Regional. Se publicó mensualmente con un tiraje de 500 ejemplares. El último número que conocemos es el de mayo de 1914.

[16] Véase arriba la nota 10.

[17] La Sociedad de Tejedores dirigida por Justo González aparece consignada por José G. Zuno, op. cit. p. 57. Por lo que se refiere a los reboceros, el periódico Juan Panadero (t. xx, núm. 3556, 8 de septiembre de 1901, p. 1) dice: “El gremio de los reboceros es uno de los más grandes entre nosotros… ha dado los primeros pasos para constituirse en Sociedad Mutualista”. El profesor Ramón García Ruiz (entrevista con Margarita Castro del 14 de diciembre de 1979) señalaba a Justo González como líder del Sindicato de Reboceros y aventuraba que dicho sindicato fue probablemente el primero que existió en la ciudad. No sabemos si tal sindicato de reboceros sea lo mismo que la Sociedad de Tejedores de que habla José G. Zuno. Por lo que respecta a los obreros tipográficos, Manuel Hernández y Hernández (entrevista con Ma. Isabel Souza del 9 de octubre de 1978) decía que habían fundado la sociedad mutualista Dionisio Rodríguez en la casa Ancira “antes de la Revolución”, sin precisar más, y añadía: “cuando vino la Revolución se fundó el Sindicato de Impresores”. Sin embargo, el mismo Manuel Hernández y Hernández, en la misma entrevista, dice que Anacleto González Flores fundó en la ACJM la Unión de Impresores y Encuadernadores. Por su parte, John M. Hart afirma que la Confederación de Tipógrafos llegó a Guadalajara en 1911 (John M. Hart, Anarchism and Mexican Working Class, 1860-1931, Austin, University of Texas Press, 1978, p. 108). No sabemos si los tipógrafos son los mismos que los designados como impresores y encuadernadores. Zuno (loc. cit. p. 57) habla de la Unión de Canteros y Albañiles, dirigida por Mariano González.

[18] “Entre las (sociedades) de ayuda mutua funcionaba la recién organizada Sociedad Mutualista de Dependientes, que en 1906 presidió don Ismael Vaca, con Vicente G. Castellanos como vicepresidente, Abelardo Rico, Tesorero, Enrique Gómez, Subtesorero; Francisco Cortés, Secretario y Daniel Miche, Pro-secretario, y los vocales J. Trinidad Agredano, Teodoro Campos Kunhardt y José L. Suárez. Años después cambió su nombre por el de Sociedad Mutualista de Empleados de Comercio. Enrique Francisco Camarena, Narraciones Tapatías, Primera Parte, t. 1, Guadalajara, s.e., s.f., p. 41.

[19] Camarena (ibíd., p. 170) menciona que los trabajadores de la Hidroeléctrica se sindicalizaron, pero sin precisar fecha.

[20] Juan Panadero, 17 de febrero de 1901.

[21] Héctor Aguilar Camín, La frontera nómada. Sonora y la Revolución mexicana, Siglo xxi, 1977, pp. 110-124. Luis Araiza, op. cit. Ciro F.S. Cardoso et al., De la dictadura porfirista a los tiempos libertarios (núm. 3 de La clase obrera en la Historia de México), México, Siglo xxi, 1980, pp. 109-139. León Díaz Cárdenas, Cananea, México, cehsmo, 1976. Manuel González Ramírez, La Huelga de Cananea, México, fce, 1956.

[22] Luis Araiza, Historia del Movimiento Obrero Mexicano, México, Ediciones de la Casa del Obrero Mundial, 1975, vol. ii; cehsmo, Historia Obrera, vol. 2, núm. 6, septiembre de 1975: en este mismo número (pp. 38-40), véanse bibliografía y hemerografía más completa sobre el conflicto de Río Blanco. Moisés González Navarro, “Las huelgas textiles en el porfiriato”, Historia mexicana, vol. vi, núm. 2, octubre-diciembre de 1956 (22), pp. 201-216, y “La huelga de Río Blanco”, en Historia Mexicana, vol. vi, núm. 4, abril-junio de 1957 (24), pp. 510-533. Ramón Prida, Los sucesos de Río Blanco en 1907, México, Citlaltépetl, 1970. Ciro F.S. Cardoso, op. cit , pp. 139-185.

[23] Luis Araiza, op. cit., p. 108. Jacinto Huitrón, Orígenes e historia del movimiento obrero en México, México, Editores Mexicanos Unidos, 1976, p. 114. Heriberto Peña Santiago, Río Blanco, México, cehmo, 1975. El laudo de Porfirio Díaz de enero de 1907 puede sin embargo considerarse como el primer antecedente de los reglamentos interiores de trabajo (en 1907 se denominaba “Reglamento de Taller”). Véase Pedro Javier Ruiz Velasco, “Análisis crítico del Reglamento Interior de Trabajo”, en Segundo Concurso sobre Derecho Laboral Manuel M. Diéguez, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1980, pp. 47-51.

[24] El Globo, febrero 22, 1910.

[25] José G. Zuno, op. cit., pp. 29-30.

[26] El Estado de Jalisco, octubre 13 de 1905.

[27] Archivo Histórico de Jalisco, Ramo Trabajo y Previsión Social (en adelante ahjt), oficio 2391, con fecha inicial del 6 de mayo de 1907, pero incompleto. Nota Importante: el ramo Trabajo y Previsión Social del Archivo Histórico de Jalisco estaba sin clasificar cuando se realizó la presente investigación, y por esa razón a lo largo del trabajo sólo se menciona la fecha del documento: obviamente no es posible especificar más.

[28] ahjt: expediente 2515 de la Secretaría de Gobierno, octubre 11 de 1907.

[29] Barry Carr, El movimiento Obrero y la Política en México, 1910-1912, t. I, México, Secretaría de Educación Pública (SepSetentas, núm. 256) 1976, p. 44.

[30] Roque Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero, Guadalajara, s.e., s.f., p. 148.

[31] Varios, Estadísticas económicas del porfiriato; fuerza de trabajo y actividad económica por sectores, México, El Colegio de México, 1964, p. 47.

[32] Ibíd. p. 108.

[33] José López Portillo y Rojas, Elevación y caída de Porfirio Díaz, México, Librería Española, s.f. (ca. 1921), pp. 406-449.

[34] Roque Estrada, op. cit., pp. 106-107; José G. Zuno, Historia de la Revolución mexicana en el estado de Jalisco, México, Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1964, p. 22; ver también Irene Robledo: entrevista (pho/6/9), Centro Regional de Occidente (de Guadalajara) del inah, p. 27.

[35] “En las clases bajas de la sociedad tapatía el analfabetismo no alcanza la triste relación que en el resto de la República; la clase obrera revela bastante inteligencia y no es raro encontrar en muchos de sus miembros alguna ilustración. “Como gobernante (el Coronel Ahumada), puede decirse que fue de los menos malos de la administración porfiriana, y fue Jalisco uno de los estados menos oprimidos… A decir verdad, en el pueblo no existía una verdadera oposición, ese odio característico de las masas cuando se oponen a sus gobernantes. “En el terreno económico, en Jalisco la riqueza no llega al terrible monopolio que se observa en algunos otros Estados, pues los grandes capitales fluctúa entre uno y dos millones de pesos. Quizá una de las causas de lo anterior radica en donde la minería constituye la principal fuente de riqueza, ésta alcanza un grado enorme de desequilibrio” (pp. 147-148). Roque Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero, Guadalajara, s.e. 1912. “En algunas ocasiones se han hecho cargos a Jalisco por no haber aportado en número, es decir, en cantidad, los mismos contingentes armados que otros estados, al iniciarse el movimiento, el 20 de noviembre de 1910. Hemos sostenido que aquí, salvo en pocos lugares no había las grandes causas que se presentaron en Sonora, con la huelga de Cananea, en Veracruz con la de Río Blanco, y en otros Estados, como en Yucatán, con una situación general que ameritaba una explosiva respuesta popular. En Jalisco, ni en el campo ni en las escasas actividades industriales, nunca hubo mayores problemas, puesto que jamás llegaron a formarse tormentas sociales o políticas”(Cf. Cándido Galván, et al, Jalisco en la conciencia nacional, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 1987, Vol. 2, p. 638.

[36] Hélène Rivière d’Arc, Guadalajara y su Región, México, Secretaría de Educación Pública (SepSetentas, núm. 106), pp. 57-58. Mientras que en el siglo xix Puebla creció un 36%, Guadalajara lo hizo en un 23%. Ibid, p. 50 y ss.

[37] Restauración Social, Boletín de la Semana Católica-social y Órgano de los Operarios Guadalupanos, Guadalajara, año ii, p. ii, noviembre de 1910, pp. 343-346.

[38] Restauración Social, año iii, núm. 13, enero 15 de 1911, p. 49 núm. 14, febrero 15 de 1911, p. 107. “La Balanza de Comprobación” (es decir el estado de cuentas) del Círculo puede verse en Restauración Social, año iii, núm. 15, marzo 15 de 1911, pp. 162-163; y en la  p. 164 la lista de socios activos. No deja de ser interesante el aspecto piadoso que aparece en el lema del círculo: “Ora et labora”. Véase también la misma revista, año III, núm. 16, abril 15 de 1911, pp. 255-256.

[39] El Globo, noviembre 15 de 1910.

[40] John M. Hart, Anarchism and the Mexican Working Class, 1860-1913, Austin, University of Texas Press, 1978, p. 108.

[41] Datos proporcionados por Manuel Hernández y Hernández.

[42] Ibíd. Nuestra información sobre este sindicato de impresores es incompleta; uno de sus pioneros, Manuel Hernández y Hernández, en entrevista, afirmaba que Anacleto González Flores había fundado en la ACJM (Acción Católica de la Juventud Mexicana) la Unión de Impresores y Encuadernadores, pero sin precisar la fecha. Por otra parte, sabemos que en 1920 se funda la Unión de Artes Gráficas y Anexas, donde figura como consultor el citado Manuel Hernández y Hernández: véase la Memoria 1886, 1º de mayo de 1925 (se citará en adelante como Memoria), p. 2, publicada por Confederación de Agrupaciones Obreras Libertarias de Jalisco, s.e., s.f. (ca. 1926) y amablemente facilitada por la viuda y la hija de Esteban Loera.

[43] “Lo que quieren huelguistas de Juanacatlán”. En lo que se refiere a las peticiones que hacen los obreros de la fábrica de Río Grande, Juanacatlán: los siguientes aumentos: 25% Depto. de preparación, Banco, Cochinilla y Batientes. 35 centavos diarios.- Depto. de Calderas por cada 100 unidades. 50 centavos cada 100.- Estrechadotes. 15 centavos cada 100.- Pabiladores Pabilo fino. 25 centavos cada 100.- Pabiladores Pabilo gordo. Etc. El Colegio de Jalisco, I-8-1912. “En el curso del año de 1912 quedó organizada la Unión de Obreros Río Grande y se eligió una mesa directiva en la que figuraron Santos Pérez, Bernardo Nuño, Ireneo A. López, José Flores Lozano, etc., con el objeto de exigir el cumplimiento de las promesas del Plan de San Luis –que fue la piedra del toque del maderismo- en el sentido de que se hicieran efectivas, plasmado en medidas concretas que beneficiaran a los obreros, tales como la implantación de la jornada de diez horas (+), pues desde la fundación de la fábrica el horario de labores figuraba con la inhumana y agotante cifra de catorce, así como la elaboración de un reglamento que deslindará sus obligaciones y derechos, habiendo sido necesario que estallara una huelga que duró siete semanas, la primera en toda la historia , (++) para fin de que la empresa accediera a tan justas peticiones. En esa ocasión figuró en ese movimiento de manera prominente la entonces joven Eulalia Flores, hoy viuda de Salgado Orozco… Las asambleas se verificaban en las nopaleras que había fuera de la muralla, donde hoy está la Colonia, en virtud de que los sindicatos estaban fuera de la ley y las huelgas eran consideradas como delitos contra la industria. Este movimiento terminó con un triunfo” (Testimonio del señor Daniel Muñoz, trascripción de ficha en el Centro Regional de Occidente-inah) (+) El plan de San Luis para nada habla de condiciones laborales. (++) Ya había habido otras huelgas en Juanacatlán en 1909 y 1910 (febrero).

[44] El Correo de Jalisco, enero 3 de 1912.

[45] “Fue en el mes de diciembre de 1912, cuando esta agrupación empezó a trabajar… en el número 539 de la calle Hidalgo… La iniciativa nació del compañero Esteban Loera… formándose la Unión de Cocheros. Su primer presidente fue el compañero José Carreón… Tenía un año de vida esta corporación cuando tuvo lugar la primera huelga… Esteban Loera no logró firmar un pacto con el Sindicato de Conductores de Carruajes de la Ciudad de México… porque esta unión era mutualista”. Memoria, pp. 15-16.

[46] El Correo de Jalisco, enero 4 de 1912.

[47] Datos comunicados por el señor J. Refugio Fregoso.

[48] Sobre las condiciones de la vida obrera durante la época porfirista, véase Moisés González Navarro, Historia moderna de México, El porfiriato, La vida social, México, Hermes, 1970, pp. 280-359. Para una descripción de las condiciones de trabajo (artesanal, fabril y sobre todo agrícola) véase en el apéndice número 1.

[49] El Correo de Jalisco, enero 4 de 1912.

[50] Directorio del estado de Jalisco, s.s. 1912 p. 84. Los 37 centavos parecen ser ya muy antiguos como salario y es la cantidad que en 1904 pedía como gran avance Trinidad Sánchez Santos: véase Moisés González Navarro, op. cit.,  pp. 267-268.

[51] Un albañil ganaba $0.37 y su ayudante $0.25: véase Restauración Social, año iii, núm.15, marzo de 1911, p. 130.

[52] Agustín Yánez, Flor de juegos antiguos, Guadalajara, Banco Industrial de Jalisco, 1958, p. 85.

[53] El Directorio del estado de Jalisco de 1912 indica que casi todas las panaderías estaban situadas no muy lejos de los portales. Las únicas un tanto periféricas eran la de Enedina Michel, en Juan Álvarez 599, es decir en la esquina con González Ortega, a dos cuadras del Santuario, la panadería de Vicente Vieira, que se localizaba en la calle de San Diego (la actual Garibaldi), casi esquina con la cerrada de Jesús María ( ahora Mariano Bárcena), es decir cerca de San Diego y canteada hacia el barrio del Refugio. La otra “periférica” era la de Leandro Valle 368.

[54] La actual numeración  de la calle de Leandro Valle no corresponde a la antigua. La de 1912 es la indicada en el texto.

[55] En el templo que da su nombre al barrio de la Inmaculada se instalaría posteriormente la Casa del Obrero Mundial.

[56] Enrique Francisco Camarena, op. cit., Primera parte, t. I, p. 16.

[57] El Regional, enero 4 de 1912; El Correo de Jalisco, enero de 1912.

[58] Ibíd.

[59] Los obreros “dicen que desde el día 1º del mes se les obligó a entrar a sus labores a las 7 de la mañana, ya desayunados, para salir a la una a comer, y quieren volver a entrar a las 6 de la mañana y salir a almorzar a las 8, cosa a que estaban acostumbrados y que se les facilitaba mejor para alimentarse. Los jornaleros se quejan de ser muy escaso el salario que perciben, pues solamente se les pagan 37 centavos diarios, y los tejedores se encuentran inconformes porque se les obliga a hacer piezas de manta de 60 metros en lugar de 27, que son las acostumbradas en la mayoría de las fábricas”. El Regional, enero 4 de 1912.

[60] El Regional, enero 5 y 6 de 1912.

[61] Ibíd.

[62] El Regional, enero 6 de 1912. Los trabajadores de la fábrica de Río Grande en Juanacatlán pedían los siguientes aumentos: 25% el departamento de preparación, Banco, Cochinilla y Batientes. Los estrechadores pedían 50 centavos por cada 100 piezas. Los pabiladores de pabilo fino 15 centavos por cada 100 unidades. Los pabiladores de pabilo gordo, 25 centavos por cada 100 unidades.

[63] El Correo de Jalisco, enero 7 de 1912.

[64] El Correo de Jalisco, enero 19 de 1912.

[65] La jornada de trabajo en todas las fábricas no excederá de diez horas de trabajo efectivo. 2) Los obreros que trabajan por jornal recibirán el mismo salario que antes recibían cuando trabajaban por número de horas. 3) Los obreros que trabajan por jornal, diez horas o menos horas, recibirán en los sucesivo, un aumento de diez por ciento en su salario. 4) Todos los obreros que trabajen por destajo, sea cual fuera el número de horas, recibirán un aumento de diez por ciento, sobre los precios que actualmente seles pagan por la manufactura que elaboran”. El Estado de Jalisco, lxvii, núm. 1, 14 de febrero de 1912, p. 4.

[66] El periódico decía “J. Palomar”.

[67] El Estado de Jalisco, lxix, núm. 11, octubre 28 de 1912, pp. 171-174. Restauración Social, año V, núm. 37, enero de 1913, pp. 34-41. Véase la iniciativa de esa ley en la misma revista, año iv, núm. 32, agosto 15 de 1912, pp. 376-380. James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México en el siglo xx, México, Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas, 1969, p. 430: entrevista con Miguel Palomar y Vizcarra sobre la diputación católica jalisciense durante estos años.

[68] José G. Zuno, op. cit., p. 62 (las notas que aparecen en el texto las intercalamos nosotros).

[69] El Estado de Jalisco, lxix, núm. 36, diciembre 25 de 1912 , pp. 862-863.

[70] Véase el Decreto núm. 1611, por el cual se promulga la Ley sobre Uniones Profesionales, en El Estado de Jalisco, tomo lxxii, núm. 17, julio 3 de 1913, pp. 255-258.

[71] La iniciativa de esta ley la presentó el diputado Nicolás Leaño en marzo de 1913. Se enviaron encuestas a los municipios sobre esa iniciativa. Varios ayuntamientos se opusieron, por considerar que el domingo era el día en que los rancheros acudían a los pueblos para hacer sus compras; pero la oposición más “interesante” es la del ayuntamiento de Chapala: “No es de aprobarse… la ley.. porque es fomentar la holganza. Queremos restringir las libertades o las costumbres de los pueblos, por medio de las leyes, legislatura y al gobierno en dificultades… Nuestro pueblo se proporciona bastantes días de descanso durante semanas enteras, muchas veces descanso que dedica a la inmoralidad, y generalmente a la embriaguez. Lejos de establecer el descanso dominical, deberían suprimirse muchos días festivos… Es propio sólo de naciones incultas fomentar la pereza”. Llevó un año la discusión por parte de los ayuntamientos, y el 13 de marzo de 1914 la cuarta comisión de Gobernación, presidida por Miguel Palomar y Vizcarra, emitió el dictamen favorable. Véase el folleto Iniciativa del C. Diputado Ing. Nicolás Leaño sobre el descanso dominical, publicado por la xxiv Legislatura del Estado Libre y Soberano de Jalisco, Guadalajara, Tipografía de El Regional, 1914. Vid. ahí mismo el texto de la ley, y en El Estado de Jalisco, lxxviii, núm. 25, julio 2 de 1914, pp. 281-285. Con anterioridad, el 29 de mayo del año 1913, el Gobernador José López Portillo y Rojas había expedido el Decreto núm. 1587, por el cual “los funcionarios y empleados del Poder Judicial tendrán anualmente quince días de vacaciones con goce de sueldo”. Véase El Estado de Jalisco, tomo lxxxi, núm. 15, mayo 2 de 1913, pp. 201-202.

[72] El Correo de Jalisco, diciembre 26 de 1912. Todavía el 15 de enero de 1913 (según El Correo de Jalisco de esa fecha), “los obreros de la Casa Redonda de esta ciudad siguen en huelga”.

[73] El Correo de Jalisco, 20 de octubre de 1913.

[74] Ramón Eduardo Ruiz, La Revolución mexicana y el movimiento obrero, 1911-1923, México, Era, 1978, p. 62.

[75] Ibid. p. 63.

[76] Id.

[77] Carta del Canónigo Daniel R. Lowere al Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez, en los Archivos de la Compañía de Jesús de Guadalajara (en adelante ASJ). Sobre la toma de Guadalajara por las tropas de Álvaro Obregón, véanse Juan Alberto Amaya, Venustiano Carranza, México, s.e. 1947, pp. 104-111; Miguel A. Sánchez Lamego, Historia Militar de la Revolución Constitucionalista, Tercera Parte, México, Biblioteca del Instituto de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1960, pp. 259-292; Juan Barragán, Historia del Ejército y de la Revolución constitucionalista, México, Stylo, 1946, t. I, pp. 564-568; Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña, México, Librería de la Vda. de Ch. Bouret, 1917, pp. 202-224; J. Ángel Moreno Ochoa, Semblanzas revolucionarias, compendio del movimiento de liberación en Jalisco, Guadalajara, s.e. 1965, pp. 37-47.

[78] Enrique Francisco Camarena, op. cit., Primera parte, t. I, p. 106; Moreno Ochoa, op.cit., p. 44.

[79] Más adelante se hablará del decreto de Manuel M. Diéguez sobre el descanso obligatorio (septiembre 2): es prácticamente el único acontecimiento interesante para la historia obrera durante el resto de 1914.

[80] No es abundante la bibliografía sobre la Revolución constitucionalista en el estado de Jalisco: a las obras arriba mencionadas a propósito de la toma de Guadalajara habrá que añadir la clásica historia de la Revolución en Jalisco de José G. Zuno, repetidas veces citada y que debe ampliarse y completarse. También se puede ver Amado Aguirre, Mis memorias de campaña. Estampa de la Revolución mexicana, México, s.e., 1953.

[81] Señora Francisca Veloz Lira, señor Guadalupe González, señor Francisco Ruiz, por sólo citar a los principales.

[82] Véanse J.G. Zuno, op. cit., y testimonio oral de Margarito Ramírez.

[83] Robert E. Quirk, The Mexican Revolution, 1914-1915, Nueva York, The Norton Library, 1960.

[84] Jean Meyer, “Los obreros en la Revolución mexicana: los batallones rojos”, en Historia Mexicana, México, El Colegio de México, vol. xxi, núm. 1 (número 81), julio-septiembre de 1971, pp. 15-16.

[85] Sobre las acciones de Tuxpan y Zapotiltic, mencionadas en estos versos anónimos de la región, véanse Álvaro Obregón, op.cit., pp. 99-100; J.J. Arreola, La Feria.

[86] Testimonio del señor Manuel B. Gómez Bonales.

[87] Rosendo Salazar, Las pugnas de la gleba, México, Comisión Editorial del pri, 1972, pp. 78-82. Ver también (sobre la Casa del Obrero Mundial) Luis Araiza, Historia del Movimiento Obrero Mexicano, México, Ediciones de La Casa del Obrero Mundial, 1975, 4 tomos. Barry Carr, “The Casa del Obrero Mundial, Constitutionalim and the Pact of February 1915”, en Elsa Cecilia Frost et. al., El trabajo y los trabajadores en la historia de México, México, El Colegio de México y University of Arizona Press, 1979, pp. 603-632; Barry Carr, El movimiento obrero y la política en México, 1910-1929, México, SepSetentas (núm. 256-257), 1976; t. I, pp. 69-106; Marjorie Ruth Clark, La organización obrera en México, México, Era, 1979, pp. 27-44; Ramón Eduardo Ruiz, La Revolución mexicana y el movimiento obrero, 1911-1923, México, Era, 1976, pp. 72-86; Harvey A. Levenstein, “La AFL y la Casa del Obrero Mundial”, en Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano (cehsmo), Historia Obrera, vol. I, núm. 2, septiembre de 1974, pp. 55-58. Para hemerografía y bibliografía sobre la com, ver cehsmo, Historia obrera, segunda época, vol. 3, núm. 9, julio de 1977, pp. 45-62. Para la com de Guadalajara, ver entrevistas de Luis C. Medina/Ma. Isabel Souza, septiembre 22-octubre 8 de 1978, Centro Regional de Occidente del inah (cro-inah) de Guadalajara; Manuel Hernández y Hernández/Ma. Isabel Souza, 9 de octubre de 1978, cro-inah. Además, entrevistas Manuel Hernández y Hernández/Margarita Castro y Silvia Venegas, y finalmente José G. Mata/ Margarita Castro y J. Jesús Gómez Fregoso.

[88] A pesar del entusiasmo y la buena voluntad del profesor José G. Mata, actual director (en 1980) de la com de Guadalajara, y de las no menos amables diligencias de Luis C. Medina, resultó imposible localizar los archivos de la com tapatía. Utilizamos las entrevistas señaladas en la nota precedente y periódicos, en especial el Boletín Militar, El Pueblo y El Demócrata, además de la ya mencionada Memoria publicada por la caolj.

[89] Luis C. Medina habla de 1912, pero creemos que confunde la fundación de la COM de Guadalajara, con la de la ciudad de México.

[90] John M. Hart, Anarchism and the Mexican Working Class 1860-1931, Austin, University of Texas Press, 1978, p. 127.

[91] Rosendo Salazar, op. cit.,  p. 175.

[92] Memoria, p. 2. Según esta fuente, los fundadores de la com en Guadalajara fueron Esteban Loera, Rafael Quintero, Salvador García, Jesús González, Julio Quintero, Ignacio Navarro, J. Jesús Rodríguez, Miguel O. Hernández, José Carrillo Esparza, Ascensión de la Cruz, Luis C. Medina, Mariano González, Francisco Castillo, José Tapia, Jesús Torres, José Carrillo, Benigno Palencia, José Juárez Nuño, Eduardo Verdía, Liberato Campos, José Velázquez, Lázaro Pérez, Francisco Ocaranza Jr., Eusebio Becerra, Emilio López, Sebastián Morán, José Nilo, Conrado Romo, María Solís.

[93] Datos proporcionados por Luis C. Medina.

[94] Entrevista citada: Manuel Hernández y Hernández  / Ma. Isabel Souza.

 

[95] No queremos hacer una traducción o una provincialización de la historia nacional, o más exactamente de la historia capitalina. Es decir, no queremos transcribir la historia de la com de la ciudad de México: preferimos historiar la com de Guadalajara con los pocos elementos que hemos podido recoger.

[96] Memoria, p. 55.

[97] Ibíd., p. 52.

[98] Boletín Militar, xii-18-1915.

[99] Ibíd.,  xii-30-1915.

[100] Memoria, p. 1, y Boletín Militar, xi-14-1915; xii-19-1915.

[101] 25 Boletín Militar, xii-19-1915.

[102] Ibíd., viii-15-1915 y xii-18-1915.

[103] Ibid. I-1-1916.

[104] Ibid. vii-1-1915; I-1-1916; I-4-1916. Ver también El Pueblo, iii- 30-1917 y Acción xiii -18-1915.

[105] Ibid. vii -1-1915; I-1-1916; I-4-1916. Ver también El Pueblo, iii- 30-1917 y Acción xiii-18-1915.

[106] Ibíd., viii-26-1915 y El Informador ix-20-1917.

[107] Boletín Militar, viii-27-1915.

[108] Ibíd., xxii -18-1915.

[109] Memoria, p.13.

[110] Ibíd., p. 29.

[111] Véanse los siguientes periódicos: para 1915: Acción, VI-24, viii-16 y 18. Boletín Militar, viii-1, 19 y 26; vii.15; El Demócrata,xi-28; para 1916, véase el Boletín Militar I-1, 4, 6 y 8. Para 1917, véase El Occidental vi-13, vii-15, y El Informador, ix-29.

[112] “Indestructible, la alianza gobierno-obreros”, dice el titular a ocho columnas de El Occidental (II-25-1981) comentando el 94 Consejo Nacional de la ctm, celebrado en Guadalajara durante la última semana de febrero de 1981.

[113] Gastón García Cantú, El socialismo en México, México, Era, 1969, p. 131.

[114] Rosendo Salazar, op. cit.; Luis Araiza, op. cit.

[115] Boletín Militar, viii-26-1915.

[116] Entrevista Luis C. Medina/Ma. Isabel Souza (cro-inah).

[117] Memoria, p. 17.

[118] Ibíd., p. 16.

[119] Para esta huelga, véanse el Boletín Militar y El Demócrata: del 8 de diciembre de 1915 al 26 de enero de 1916. También proporcionó algunos datos el Canónigo José Toral Moreno: entrevista que no permitió grabar concedida a J. Jesús Gómez Fregoso, el ix-5 1980.

[120] Rosendo Salazar, op. cit.,  pp. 78-82.

[121] Para bibliografía sobre los batallones, véase la señalada arriba para la com., en especial Jean Meyer, “Los Obreros en la Revolución mexicana: los batallones rojos”, en Historia Mexicana, México, El Colegio de México, vol.  xxi, núm. 1, julio-septiembre de 1971, pp.1-37.

[122] La prensa obrerista ha exaltado la pericia militar y el heroísmo de los batallones. Creemos más bien que “tuvieron una función meramente auxiliar y simbólica”: Barry Carr, op. cit., t. i, p. 90. Álvaro Obregón (op. cit., pp. 470-483) en la batalla de Celaya sólo consigna tres oficiales heridos del tercer batallón rojo, además de un muerto y un herido de tropa.

[123] Jean Meyer, op. cit., pp. 15-16.

[124] Sobre los “héroes de Tonilita”, véanse Luis Araiza, op. cit., t. iii, pp. 96-100; Rosendo Salazar, Las pugnas de la gleba, México, Comisión Nacional Editorial (del pri), 1972, t. I, pp. 110-114; J. Ángel Moreno Ochoa, Semblanzas revolucionarias, op. cit., pp. 125-128; Marjorie R. Clark, op. cit. p. 34.

[125] Sobre la disolución de la com de México, véase Luis Araiza, op. cit., t. iii, pp. 175-177. El Boletín Militar del 23 de enero de 1916 (de Guadalajara) transcribe el telegrama de Carranza a Aguirre Berlanga: “Tengo conocimiento que la Casa del Obrero Mundial ha enviado delegaciones a diversos estados de la República con objeto de hacer propaganda, y siendo inconveniente la forma en que están procediendo dichas delegaciones, sírvase Ud. ordenar a las autoridades de su dependencia impidan tales trabajos recogiendo a éstas (sic) en caso de que su labor tienda a trastornar el orden público”. Tomado de Luis Araiza, op. cit., t. iii, pp. 127-128.

[126] El Occidental, v-11, 26 y vi-7 de 1917.

[127] El Pueblo, v-4, 7 y 11-1917.

[128] Sobre los ferrocarrileros de Guadalajara, véase Boletín Militar, I-1-1916; iii-1 al 20-1916; v-20-1916; El Pueblo, iii-5 al 20 de 1917; v-18-1917; El Informador, xi-8-1917.

[129] Breves datos de la Historia de la Sociedad Mutualista Obrera, manuscrito en el asj, y entrevista José Toral Moreno/Jesús Gómez Fregoso.

[130] El Estado de Jalisco, t. lxxix, núm. 7 (12 de septiembre de 1914) pp. 49-53; véase también en la misma publicación t. lxxix, núm. 10 (19 de septiembre de 1914), p. 75.

[131]El Estado de Jalisco, t. lxxxv, núm. 25 (1º de mayo de 1918), p. 265.

[132] Si aquí hemos dedicado algunas páginas a la COM ha sido sobre todo para contrastar la COM jalisciense con la capitalina, puesto que los cronistas e historiadores capitalinos le dan a su organización una relevancia extraordinaria que nosotros creemos no tuvo en Jalisco. En todo caso, creemos que tal importancia en el DF se debe más que nada a que fue el primer intento de organización laboral intergremial.

[133] Bohemia, año i, t. i, núm. 11, 1º de mayo de 1918, p. 9; El Occidental, v-2-1918.

[134] Historia Obrera, México, cehsmo, segunda época, vol. 14, octubre de 1979, p. 29 (todo este número está dedicado a la fundación de la crom). Ver también Luis Araiza, op. cit., t. iv, pp. 30-31.

[135] Sobre los sindicatos católicos jaliscienses de este periodo, véase Jean Meyer, La Cristiada, t. 2: El conflicto entre la Iglesia y el Estado. 1926-1929, México, Siglo xxi, 1976, pp. 212-231.

[136] Véase el anteproyecto y el proyecto sobre la fundación del Secretariado Social Popular, manuscritos a lápiz del año 1918, en asj. “El Secretariado Social Popular se propone promover en toda su amplitud y formas, las normas de la Acción Católica Social… No tiene funciones directivas ni autoridad, pues sólo se propone ser un instrumento de consulta para las personas y obras sociales que deseen su cooperación”. Ahí mismo (ASJ) véanse los Estatutos de la Mutualidad de Obreras Católicas, manuscrito.

[137] Véase Antonio Rius Facius, De don Porfirio a Plutarco, historia de la acjm, México, Jus, 1958.

[138] Véase Librado Tovar, Crónica y trabajos principales del Primer Congreso Católico-Regional-Obrero, Guadalajara, Tipografía C. M. Sainz, 1920.

[139] Para la lista de agrupaciones,  véase el apéndice 2.

[140] Librado Tovar, op. cit., pp. 64-76. Las conclusiones aprobadas son 57. Además de las señaladas en el texto, anotamos las siguientes: “En todos los círculos (de estudio) deberán ser materia de estudio preferentemente la religión y la sociología... En todas las agrupaciones obreras se fundarán cooperativas de consumo. Trabájese… por la fundación de talleres comunales como preparación de cooperativas de producción... (El Congreso) reconoce… que la justicia exige que el salario del obrero sea bastante para llenar las necesidades ordinarias y generales de una familia normal... Recomienda… la organización de los obreros en agrupaciones sindicales para la defensa de los derechos de la profesión”.

[141] Para la lista completa, ver apéndice 3; véase también El Obrero. vi-7, 14 y 28-1919. Para el mes de septiembre ya habían aparecido además el centro de obreros Fray Margil de Jesús de Etzatlán, el Centro de Obreros de Atoyac, la Liga Campesina Jesús García de San José de los Guajes: El Obrero ix -27-1919. En Río Grande, además del sindicato, existe la cooperativa García Moreno: El Obrero, vi-7-1920.

[142] En Zapotlán el Grande, las cooperativas La Popular y La Unión se funden en una sola: la Unión Popular: El Obrero, vii -5-1919. En Encarnación de Díaz se organizan los gremios de zapateros y curtidores: El Obrero, vii-7-1919. En Zacoalco se funda una mutualidad: El Obrero, x-4-1919. En Apango aparece el Sindicato de Señores y Señoritas Obreras. En San Diego de Alejandría se fundan un Centro Obrero, una mutualista y una cooperativa; en Guadalajara, en San Miguel de Mezquitán, aparece una mutualidad; en el Santuario, un Círculo de Estudios Obreros, y el ya antiguo gremio de Filarmónicos de Santa Cecilia funda una mutualista, además del Gremio de Zapateros David Galván del Centro León xiii. Durante esos dos meses se fundan también mutualistas y cooperativas en Chapala y Juanacatlán, y sociedades de obreros de Tlajomulco, Santa María del Valle, Jesús María, La Barca y San Juan de los Lagos: véase El Obrero de agosto a noviembre de 1919.

[143] Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana (Sexta etapa 1918-1920), México, Jus, 1961, p. 166.

[144] El Obrero, xi-22-1919.

[145] Ibíd., ii-7-1920, iii-19-1920. Véase también Breves datos de la historia de la Sociedad Mutualista Obrera León xiii, copia manuscrita amablemente facilitada por el Canónigo José Toral Moreno.

[146] El Obrero, ii-14-1920. Aparecen otros centros católicos como el Sindicato de Chauffeurs, el de Sastres, y la Sociedad Mutualista de Empleados de Comercio en Guadalajara, el Sindicato de Alfareros de San Pedro Tlaquepaque el de Puerto de las Peñas; véanse El Obrero 1-31 y iii-19-1920; El Informador, iii-28-1920. El vi-21-1920 se funda el Sindicato de Mecánicos: véase Restauración, xi-25-1923. En enero de 1920 el periódico El Obrero denuncia la existencia de tiendas de raya en Jalisco.

[147] El Obrero, iii-27-1920.

[148] La sección del grupo de Estudios de la acjm se constituye en Secretariado Popular de la Confederación Católica del Trabajo. Conflictos del trabajo y puntos jurídicos: Pedro Vázquez Cisneros, Ignacio Padilla R., Luis Chávez Hayhoe, Carlos Guízar, Silvano Barba González, Jesús González Gallo. Estadística: Efraín González Luna, Miguel Gómez Loza, José Ramírez Flores Bermúdez, José Ma. Hernández. Censo Obrero y Bolsa de Trabajo: Arturo Chávez Hayhoe, Guadalupe Cardona, Ignacio Oliva. Sindicatos Obreros: Carlos Blanco, Luis Oliva, Primitivo Gorgón, Salvador Montero, Justo Ávila Baeza, Roberto Beltrán y Puga. Mutualidades: Anacleto González Flores, Lorenzo Reynoso, Juan J. Regalado, José Martín del Campo. Véase El Obrero, v-5-1920.

[149] Véase Comité Diocesano de Acción Católica Social, Curso Social Agrícola Zapopano, desarrollado en Guadalajara, con ocasión de la pontificia coronación de la imagen de Ntra. Sra. de Zapopan, en enero de 1921, bajo los auspicios del 5º Arzobispo de Guadalajara, 1921. Están registrados 162 “semaneros”, entre ellos Juan Presa (quien durante los futuros 15 años sería dinámico líder de los albañiles), Miguel Gómez Loza (futuro gobernador cristero), Agustín Yáñez, Anacleto González Flores, Jesús González Gallo, Luis B. Beltrán y Mendoza (futuro compañero de infortunio de Anacleto González Flores), Ildefonso Loza Márquez (futuro jefe cristero). Si fuera posible estudiar las listas de los sindicatos agrícolas de la región de los Altos y del sur de Jalisco, seguramente se hallarían muchos de los nombres de quienes seis años después serían cristeros.

[150] “Será ésta una publicación quincenal en la cual se irán dando orientaciones y documentos prácticos…” Como se fue publicando en forma de fichas y papeletas para estudio, sin fechas, en adelante sólo se citará como El Archivo social y solamente con el año de publicación (deducido de la colección encuadernada por años).

[151] La Unión de Sindicatos Obreros Católicos de Guadalajara afirma: “en el Centro General de la usoc (Molina 274) se formaron los Sindicatos de Empleados de Tráfico, de la Cía. Hidroeléctrica, de trabajadores de Vidrio, de Herreros, Mecánicos, de Chauffeurs y de Cargadores; también se establecieron allí los sindicatos de Artes Gráficas, de Carpinteros y de Sastres, que actualmente debido a las intrigas de los líderes “rojos”, están algo desorganizados. En el Centro León xiii, se formaron los sindicatos de Filarmónicos, Pintores, Zapateros, Albañiles y Canteros. En el centro de la Parroquia de Jesús se fundó el Sindicato de Comerciantes en Pequeño, y en el de Cabañas el de Tejedores, además del sindicato de Empleados de Comercio. En Lagos de Moreno, los siguientes: “Alfonso Orozco” de curtidores en pequeño, “ Miguel Leandro Guerra” de constructores (albañiles, carpinteros, herreros, etc.), el León xiii, de sastres, de sombrereros, reboceros y tejedores en general, el “Juan Manuel Cabello” de la fábrica Hilados y Tejidos La Victoria, el Felipe N. Pérez o Liga de Campesinos Católicos y el “San Isidro Labrador”, de hortelanos. Véase El Archivo Social, 1921.

[152] Se trataba de los obreros libres de la Cervecería Cuauhtémoc y fábricas El Porvenir y La Leona, de Monterrey; fábricas La Libertad, La Esmeralda y La Hibernia, de Saltillo; Ferrocarril Urbano de Orizaba, Obreros libres del Distrito Federal: fábricas La Carolina, Tabacalera Mexicana, La Aurora y La Perfeccionada; obreros libres de la ciudad de Puebla, fábricas de La María y la La Industria Nacional, de Toluca, obreros libres de las Fábricas de Hilados de Puebla. Véase El Archivo Social, 1921.

[153] Sobre este enfrentamiento véase la versión de Justo González en Memoria, pp. 33-35. La versión católica en Heriberto Navarrete, Por Dios y por la Patria, México, Jus, 1973, pp. 32-35. Otras versiones: Enrique Francisco Camarena, op. cit., 1ª parte, t. I, pp. 163-169; J. Ángel Moreno Ochoa, Semblanzas Revolucionarias, op. cit., pp. 39-45; Jorge Durand Arp Nisen, “Sindicatos de inquilinos en Jalisco”, en Boletín del Archivo Histórico de Jalisco, Guadalajara, vol. V, núm. 3, 1981, pp. 8-12.

[154] “Estuvieron representadas en el Congreso 128 corporaciones del estado de Jalisco, 57 de Michoacán, 35 de Colima, 28 de Guanajuato, 13 de México, 12 de Puebla, 10 de Veracruz, 8 de Coahuila, 7 de Aguascalientes, 5 de Querétaro, 5 de Zacatecas, 2 de Oaxaca y 2 de Durango: en total 312 agrupaciones, sin contar algunas sociedades meramente piadosas pero formadas por obreros deseosos de organizarse profesionalmente para confederarse”. Comité Central de la Confederación Nacional Católica del Trabajo, Primer Informe Semestral, Guadalajara, s.e., p. 7. En ahjt durante este año de 1922 se registra la fundación del Sindicato Católico de Chauffeurs y Mecánicos (perteneciente a la osoc) el 29 de marzo: ahjt-iii-29-1922, y de nuevo se registra su fundación en julio: ahjt-vii-22-1922. En septiembre se informa que en Bellavista, municipio de Santa Ana Acatlán, 120 de los 625 obreros del ingenio pertenecen al sindicato católico. Los restantes no parecen haber estado sindicalizados: ahjt-xi-1928.

[155] Primer Congreso…, pp. 49-64. En otras conclusiones aprobadas se reitera la “sumisión a la autoridad de la Iglesia”. “La huelga en algunos casos puede ser necesaria”. “El sabotaje y demás procedimientos revolucionarios son injustificables”. “Afirmamos la necesidad de que se pongan los medios prácticos para hacer números de pequeños propietarios, dentro de los límites de la justicia, así en las ciudades como en los campos”. En las condiciones de carácter general se afirma: “el Congreso se propone la organización sindical de los trabajadores… (para) conseguir su defensa y mejoramiento”. “Los trabajadores deben precaverse de la indigencia en los casos de paro, cesantía o invalidez como mutualidad, caja de ahorro, etc.”. Sobre el Congreso, ver también M. R. Clark, op. cit., p. 78; Rosendo Salazar, op. cit., t. I, pp. 360-363.

[156] Durante este periodo se nota especial actividad de los sindicatos católicos en El Salto (ahjt-vi-1923), Jesús María (ahjt-x-1923), Teocaltiche (entrevista del Dr. Pedro Sánchez Flores/J. Jesús Gómez Fregoso) y sobre todo en Lagos de Moreno, donde se da el extremo de que los libertarios apoyen a los católicos (AHJT-VII-1923). Durante 1923 se intensifican las jornadas y semanas sociales, entre las que hay que destacar la de Zapotlán el Grande del 30 de diciembre de 1922 al 2 de enero de 1923, El Archivo Social, año II, febrero 1º de 1929, núm. 39; del 18 al 21 de septiembre, en Encarnación de Díaz, se reunieron todos los sindicatos obreros y agrícolas de la región, El Archivo Social, octubre de 1923.

[157] José Toral Moreno, El Sindicato Obrero y sus instituciones filiales, Guadalajara, Unión de Sindicatos Obreros Católicos de Guadalajara, 1923 (2 tomos).

[158] ahjt; 7/921- jua/928; 1/921-JUA/107. Ver también Dawn Keremitsis, “Documentos referentes a los trabajadores de la industria textil en Jalisco después de la Revolución de 1910”, en Boletín del Archivo Histórico de Jalisco, Guadalajara, vol. V, núm. 1, enero-abril de 1981. (Nota: En el momento de escribir estas líneas no se hacía aún el formato de este número, por lo que ignoramos la paginación definitiva de este artículo que amablemente nos facilitó la Dra. Carmen Castañeda). La documentación más completa sobre esta huelga en ahjj-t--3-921/ jua/299.

[159] ahjt-v-13-1922.

[160] Comité Central de la c.n.c.t., Primer Informe Semestral, mayo-octubre, 1922, Guadalajara, s.e., 1922, p. 10.

[161] El ahjt proporciona abundante información sobre este conflicto, lo mismo El Obrero. Sabemos que para marzo de 1923 trabajan en Río Grande 715 varones y 386 mujeres, además de 47 varones menores y 79 mujeres menores. El salario promedio era de $2.00 para los adultos y $0.87 para los menores. La violencia entre los católicos y los libertarios produjo enfrentamientos armados y el 26 de julio (del mismo año 1923) el obrero católico Salvador Vizcarra resultaría herido de muerte.

[162] En marzo 22 de 1922 los católicos habían pedido al gobernador el registro de su sindicato y se les había respondido que en virtud del artículo 130 constitucional no era posible, ya que el artículo 15 de los estatutos del sindicato estipulaba la existencia de “un eclesiástico conciliario en asuntos morales y religioso-sociales” (ahjt-iii-22-1922). Ahí mismo, en el artículo 11-A, se observa que el socio adquiere la obligación de respetar la religión católica, la patria, la familia, la propiedad privada y las autoridades públicas constituidas”. Ya en 1919 se habla de este sindicato (católico) como de un grupo muy activo con frecuentes enfrentamientos con los “rojos” (El Obrero, vii-6-1919). Además del sindicato propiamente dicho, tenían una cooperativa (ibíd.) y una mutualidad patrocinada por la misma fábrica (El Obrero, VI-28-1919).

[163] El Sindicato Evolucionista Libertario de Obreros de Río Grande existía desde el 27 de abril de 1921 (ahjt-vi-1921); curiosamente se había registrado en el Departamento del Trabajo el 19 de marzo del mismo año (ahjt-iii-24-1921) y no sabemos por qué razón en marzo de 1924 se volverá a solicitar el reconocimiento al mismo Departamento del Trabajo (ahjt-t-iii-16 y 17-1924).

[164] El Obrero, vii-1 y 8-1923. Según el mismo periódico (xii--2-1923), se había logrado en Juanacatlán bastante unión entre católicos y rojos, a pesar de las antiguas fechorías de éstos. Durante la huelga (junio) aparece una nota muy interesante sobre la ingerencia episcopal en asuntos obreros: el Arzobispo de Guadalajara prohíbe a los obreros católicos pertenecer a la Gran Unión Latinoamericana “por tener prácticas censurables y contrarias a la Iglesia”. El Obrero, vi-17-1923.

[165] Esta preferencia por los católicos no era nueva, como tampoco la hostilidad de la empresa hacia los “evolucionistas libertarios”: El Obrero, vii-28-1920.

[166] El Gato, VI-3-1923. El Obrero, V-6; vii -8; vii -29 y viii-19-1923.

[167] ahjt-iii-16 y 17-1924.

[168] ahjt-iv-7-1924.

[169] ahjt-vi-9-1924.

[170] ahjt-x-25-1924.

[171] Son múltiples los expedientes del ahjt referentes a esta huelga: véanse los meses de marzo, abril y octubre. Ver también El Sol durante todo el mes de octubre. Esta huelga sólo fue posible estudiarla en estas fuentes (ahjt y El Sol), por lo que su desarrollo y conclusiones deben revisarse y afinarse.

[173] ahj-t-1-921-et/82, ahj-t-921-et/286 y 300

[174] ahj-t-920-ahm/252. ahj-t-1-921-ahm/79, 1021, ahj-t-2-921-ahm/289, 292-293, 294, ahj/t-3-921-ahm/39, ahj-t-7-921-ahm/44, ahj-t-9-921-ahm/303, ahj-t2-921-gua/296.

[175] ahj/t-7-921-ho/295.

[176] Cuadro Sinóptico de la Organización Católico-Social en el Arzobispado de Guadalajara, manuscrito a lápiz en ASJ. Circular núm. 4 del Comité Organizador de la Confederación Obrera (católica). El Obrero, vi-14-1919.

[177] ahjt-1-13-1921.

[178] ahjt-1-26-1921.

[179] Ignacio López será el delegado al primer congreso comunista por parte de la Unión de Obreros y Campesinos de Ahualulco; era miembro del grupo de propaganda libertaria de Guadalajara. L. Araiza, op. cit. IV, p. 58.

[180] Exigen justicia contra el dueño Maximino Ayala, quien entre otros atropellos, sólo paga $0.80 en efectivo y $1.00 en vale para la tienda de raya. ahjt-1922.

[181] ahjt-1924. ahj-t-2-924-ahm/119.

[182] ahjt-1924. ahj-t-2-1924. ahj-t-1-921-ho/109, ahj-t-7-921-ho/288, mag/297, gua/42 y 43. Véase también El Estado de Jalisco, xcviii, núm. 32 (x-28-1924) pp. 413-414 y 452.

[183] Memoria, p. 21.

[184] Memoria, p. 63. Esta confederación tomará luego el nombre de “Sindicato de Talleres, Electricidad y Vías de la Hidroeléctrica” con un contingente de 560 trabajadores. Memoria, pp. 63-64.

[185] Jean Meyer, Historia de la Revolución mexicana, Estado y sociedad con Calles, México, El Colegio de México, 1977, p. 153 Véase también El Sol, IX-2 y 9-1924. La Hidroeléctrica siempre parece haber tenido problemas con los libertarios y muy buenas relaciones con los sindicatos católicos: véanse El Obrero, viii -19-1923 (carta al Presidente de la República) y José Toral Moreno: entrevista con Jesús Gómez Fregoso. Ver también ahj-t-7-921- gua /62 y El Obrero viii-19-1923.

[186] ahj-t-3-920-gua/4; 7-920-gua/4, 5, 13; 2-921- gua /23; 7-921- gua /18 y 105. Entrevista citada Toral Moreno/Gómez Fregoso. Entrevista Jesús Ocampo/Margarita Castro y Adriana Villa.

[187] El Informador, iv-30-1920.

[188] Ídem.

[189] El Sol, X-1, 8 y 15-1924. Para asuntos de los trabajadores de hoteles y restaurantes véanse Boletín Militar, XI-25-1915; El Informador, mayo 2 de 1920; ahj-t-921-gua/106.; ahj-vi-1924.

[190] ahj-1924

[191] El gobernador Manuel Aguirre Berlanga el 28 de diciembre de 1915 había expedido el decreto 96 por el cual establecía las Juntas Municipales Mineras, Agrícolas e Industriales, que pueden considerarse como antecedente directo del Departamento del Trabajo y de la Junta Central de Conciliación y Arbitraje. Véase El Estado de Jalisco, lxxxi, núm. 43 (enero 1º de 1916), pp. 943-947. La creación del Departamento del Trabajo se debe al gobernador Francisco Labastida Izquierdo, en su decreto del 21 de octubre de 1920: véase El Estado de Jalisco, lxxxix, núm. 34 (octubre 23 de 1920), pp. 491-492. El 13 de agosto de 1923, en el capítulo XIX (artículos 268 a 281) de la Ley del Trabajo del estado de Jalisco se crea el Departamento del Trabajo y Previsión Social: véase El Estado de Jalisco, xcv, núm. 22, 21 de agosto de 1923, 299-301. Finalmente, el 29 de febrero de 1936 se reglamentan las funciones de dicho Departamento.

[192] Tal es concretamente el caso de Ayo el Chico. ahj-1924.

[193] Eso ocurre en las haciendas de Guadalupe, La Purísima y Santiago, en el municipio de Tecalitlán. AHJT-III-1924. La instalación de las Juntas en el estado no se llevó a cabo sino hasta 1924: Autlán, Tamazula, Ahualulco, Tuxpan, Ayo el Chico; durante febrero en Tototlán; durante marzo, en Zapotiltic, Chiquilistlán, Tequila, Atemajac de Brizuela, Atotonilco el Alto, Tapalpa, Tonalá, Encarnación, Ameca, Villa de Corona, Jamay, Yahualica, Tecolotlán, San Diego de Alejandría, San Gabriel, La Manzanilla.

[194] Así, para 1921, en Guadalajara, durante el mes de octubre se tramitaron 48 casos, de los cuales 26 se resolvieron a favor del obrero, 3 en contra, 5 diversos y 14 continúan en tramitación; durante diciembre se resolvieron 26 a favor y 10 en contra; en agosto 19 a favor y 7 en contra.

[195] AHJ-1-1924.

[196] Desde el 17 de abril de 1923 el gobernador envía a los diputados el proyecto de ley, que se discute el 14 de mayo y se promulga el 31 de julio. Véase Archivo del Congreso del Estado de Jalisco, año 1923, sección Gobernación, expediente 99. Ahí mismo, sección cuarta, expediente 1753 y 2233. Comentario de oposición en El Obrero, v-27-1923. El texto de la ley en El Estado de Jalisco, xcv, núm. 22. (agosto 21), 1923.

[197] Sobre la rebelión delahuertista (en especial referida a Jalisco), véanse Juan Alberto Amaya, Los Gobiernos de Obregón, Calles y regímenes peleles derivados del callismo, México, s.e., 1947, pp. 33-80; Enrique Francisco Camarena, op. cit., primera parte, t. I, pp. 176-180; Roberto Cruz en la Revolución mexicana, México, Diana, 1976, pp. 85-92; Adolfo de la Huerta, Memorias, México, Guzmán, 1957, pp. 243-292; John M.F. Dulles, Ayer en México, Fondo de Cultura Económica, 1977, pp. 173-240; J. Ángel Moreno Ochoa, Semblanzas revolucionarias. Diez años de agitación política en Jalisco, Guadalajara, s.e. 1965 pp. 145-153; Alberto J. Pani, Mi contribución al nuevo régimen, 1910-1933, México, Cultura, 1936, pp. 305-315; Emilio Portes Gil, Autobiografía de la Revolución mexicana, México, Instituto Mexicano de Cultura, 1964, pp. 369-377; Margarito Ramírez, Memorias (inéditas) mecanuscrito, por cortesía del Licenciado Juan Peña Razo; José G. Valadés, Historia general de la Revolución mexicana, Cuernavaca, 1967, t. VII, pp. 277-336; José Vasconcelos, El desastre, México, Botas, 1938, pp. 257-336; J.G. Zuno, Reminiscencias de una vida, Guadalajara, Biblioteca de Autores Jaliscienses Modernos, 1956, pp. 139-144 y 157-160.

[198] J. Ángel Moreno Ochoa, op. cit. p. 134.

[199] AHJT-IV-1924.

[200] J. Ángel Moreno Ochoa, op. cit., pp. 134-137; Memoria, pp. 43 y ss.; El Sol, IX-9 y 12-1924.

[201] Este punto de la fundación de la caolj, las relaciones entre crom y COJ, y entre crom y libertarios es muy confuso. Repetidas entrevistas con sobrevivientes de esas luchas, concretamente Luis C. Medina, José G. Mata y Manuel Hernández y Hernández, no han arrojado mayor luz sobre el tema. En ocasiones hasta confunden más: dan impresión de no poder o no querer aclarar las preguntas en el fondo, porque se trataba de una lucha por el poder entre los “grandes”: los obreros no veían por qué pelearse en algo que a ellos ni les iba ni les venía. No se entiende por qué los viejos líderes de esos días no pueden aclarar preguntas evidentes para un historiador.

[202] José G. Zuno, Reminiscencias…, pp. 149-153.

[203] Descripción de la Guadalajara de estos años en José Vasconcelos, El Desastre, México, Botas, 1938, pp. 278-284.

[204] Ídem.

[205] El Demócrata (México), XII-10-1924.

[206] El Demócrata (México): “El General Obregón y su esposa aceptaron la invitación de José G. Zuno y su esposa Carmen Arce de Zuno para el bautismo de la recién nacida hija”.

[207] El Demócrata (México).

[208] Los expedientes siguientes del Departamento del Trabajo se refieren a problemas con los textileros católicos: ahjt-iv-18-1926 (La Experiencia, en adelante EX) ahjt-ix-13-1926 (ex Y Río Grande, en adelante r. c.), ahjt-ix-13-1926 (ex. Rg), ahjt-8-1926 (ex y Río Blanco, en adelante RB), ahjt-x-41926 (ex y rg), ahjt-x-11-1926 (ex), ahjt-xii-17-1926 (ex), ahjt-i-17-1927, i-20-1927 (ex), ahjt-vii-1927, expediente 112 (ex), ahjt-ii-23-1927, ahjt-iii-15-1927 (rg), ahjt-vi-2-1927 (rb); ahjt-vii-1927 (ex). Otros documentos sobre textileros: El Sol, x-6-1924 (r. b.), ahj-t-7-925-zap/141-i-20-1925 (r.b.), ahjt-i-22-1925 (r.c.). ahj-t-2-925-zap/142-i-21-1925 (ex.), ahj-t-1-925-cua/185-ii-3-1925 (rb.), ahjt-vii-10-1925 (r.b.), ahjt-xi-8-1926 (r.c.), ahj-xii-20-1926-(ex), ahjt-i-13-1927 (ex.). ahjt-ii-1927. ahjt-ii-7-1927 (ex), ahjt-ii-1927 (ex), ahjt-vi-20-1929. ahjt-v-11-1929. ahjt-vii-7-1929. Véase también El Sol, vii-2, 8, 30; viii-4, 9-1927.

[209] El Machete (México), vii-8-1926.

[210] Carta de la Secretaría de Gobernación al Gobernador de Jalisco (X-4-1926) en ahjt-x--4-1926. Esta misma carta la reproduce el Secretario General de Gobierno de Jalisco al Jefe del Departamento del Trabajo de Guadalajara, ahjt-x-11-1926.

[211] Véase el documento en el apéndice 4.

[212] ahjt-x-8-1926, ahjt-ix-13-1926, ahjt-ii-23-1927.

[213] ahjt-ix-1926.

[214] En febrero de 1927, según el inspector del Departamento del Trabajo, en la fábrica de La Experiencia, los obreros afiliados a la crom suman “a lo más cincuenta individuos” de 700 (ahjt-ii--7-1927). Probablemente la mayoría de los 650 restantes pertenecían al sindicato católico. Esto se puede apuntar por la historia que hemos venido analizando sobre esta fábrica. Para el conflicto textil del mes de febrero, véase El Sol, II-5, 8, 19, 26, -1927.

[215] Entrevista Heliodoro Hernández Loza/ J.J. Gómez Fregoso, Margarita Castro,  junio 26 de 1979.

[216] Testimonio de la señora Francisca Fregoso de Gómez.

[217] Ignacio Romero (“Criollo de Etzatlán”) /Margarita Castro, marzo de 1980.

[218] ahjt-1923-1924.

[219] AHJ-T-2-925- ahm/219-IV-28-1925.

[220] El Sindicato de Oficios Varios de Cinco Minas al Departamento de Trabajo de Guadalajara: ajh-t-9-925-ho/128-ii-1925 y ahj-t-8-925-ho/190-iii-2-1925. Este sindicato será muy combativo durante los meses siguientes, sin duda que en buena parte por la presencia de David Alfaro Siqueiros, quien había llegado a Guadalajara para participar en las luchas sindicales, pero los líderes no se lo permiten; sin embargo, le sugieren que se traslade a las minas donde “se encontraban sin cabeza”. Entrevista Manuel Hernández y Hernández / Silvia Venegas y Margarita Castro, septiembre de 1979. En septiembre de 1926 Siqueiros escribe al gobernador de Jalisco como representante del sindicato pidiendo la destitución del profesor de la escuela del mineral: carta de D. Alfaro Siqueiros del IX-7-1926 en ASJ. Durante el mismo mes este sindicato apoya a los obreros textiles de La Experiencia y Río Blanco contra la empresa: AHJT-IX-1926 (la demanda está firmada por David Alfaro Siqueiros). También por esos días el ubicuo Siqueiros aparece como representante obrero de los textileros de Juanacatlán demandando a la Compañía Industrial Manufacturera: AHJT-VIII-10-1926. En octubre de 1927 Siqueiros no sólo capitanea a los mineros de Cinco Minas, sino que defiende a los empleados de El Nuevo París de Guadalajara: AHJT-X-26-1927. En febrero del mismo año aparece como Secretario de Prensa del Comité Central de la CAOLJ: AHJT-II-8-1927. También Siqueiros representa a los trabajadores contra la hacienda de Quesería: AHJT-I-1927. Véase asimismo David Alfaro Siqueiros, Me llamaban el Coronelazo (memorias), México, Biografías Gandesa, 1977, pp. 8, 214, 228, 242, 248, 249, 260, 280, 370.

[221] AHJT-IV-16-1925.

[222] AHJ-T-7-925-GUA/215-IV-17-1925.

[223] AHJ-T-925-AHM/120-V-1925.

[224] El Machete (México), IV-8-1926.

[225] Ibíd.: Amado de la Cueva murió el IV-1-1926.

[226] El Machete, V-1-1926, describe dramáticamente el panorama humano de Cinco Minas. Véase también AHJT-VIII-1926 (expediente B-283 del Departamento del Trabajo). La combatividad de los mineros contagió a otros: en marzo se constituye el Sindicato de Vecinos de Hostotipaquillo, AHJT-III-1926 (expediente 756, legajo 3).

[227] El Machete, VI-3-1926. Véase también el apéndice 5.

[228] En el mes de julio se constituyen en Cinco Minas el Centro Cultural de Mujeres Libertarias: AHJT-VII-1926 (expediente 336, legajo 7) y el Sindicato de Oficios Varios de El Favor: AHJT-VII-1929; además de pedir el reconocimiento de su sindicato, se solicitan garantías “por encontramos hasta en la gerencia una guardia federal del 51 batallón de infantería, con orden, según fuentes fidedignas de hacer fuego en contra del primer rojo que se aproxime a dicho lugar”. El 12 de agosto, en Ahualulco, se forma el Sindicato de Mineros Libertarios: AHJT-VIII-12-1926. Para esas fechas ya existía el Sindicato de Obreros y Campesinos de La Victoria, que el 21 de septiembre escribe al jefe del Departamento de Trabajo: “le ponemos en su conocimiento que aquí estamos batallando mucho porque se nos amenaza por parte de la Compañía Minera de estos lugares que si no disolvemos el Sindicato en término de 10 horas que él verá en la forma que nos van a fusilar a tres o cuatro… Antes no se nos pagaba con moneda de curso legal sino que con tarjetas o check hasta por un mes para su pago, por lo que se veía obligado el comercio a expedir fichas para que se proporcionara el cambio”: AHJT-IX-21-1926. El 28 de agosto se constituye el Sindicato de Oficios Barios (sic) de Marquetas: AHJT-VIII-28 y IX-11 de 1926. Finalmente, el 27 de octubre, en Hostotipaquillo, se tramita el reconocimiento del Sindicato de Obreros y Campesinos de La Victoria: AHJT-X-1926.

[229] Para los puntos del pliego petitorio, véase El Machete del IX-16-1926. Ver también AHJT-X-29 y 30-1926.

[230] El Machete, X-28-1926.

[231] Mario Aldana Rendón, Margarito Ramírez, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1981.

[232] Oficio núm. 1. Unión Feminista de Piedra Bola. Ahualulco, Jalisco. Al Ciudadano Jefe del Departamento del Trabajo, C. Ignacio Campos, Salud: Nos es grato hacer de su conocimiento por el presente oficio a ese honorable Departamento del Trabajo, que nos hemos constituido en organizadas, únicamente para la prosperidad de nuestra sagrada doctrina social; que por el sentimiento de lo oprimido de nuestros compañeros, nos hemos constituido en organización para ayudar á defender su causa de justicia; que ésta unión Feminista, esperamos llevar a cabo, para que se sienta la presión y el peso de la clase proletaria organizada que, hará valer los derechos y la ley constitucional y la ley del Trabajo vigente en el Estado, á lo que cueste del sacrificio del proletariado y proletariada. / Lo que ponemos en el conocimiento de ese honorable Dep. para los fines á que halla lugar. / Manifestándonos vuestras por la dictadura proletaria. Reiteramos su respeto. / Unidas por la justicia. / Piedra Bola 6 de Febrero de 1927. Sria. Gral. Lucila Quirarte. Sria del Int. Micaela Becerra. / Lo adjuntamos una de las cartas de la fundación de la arriba mencionada / En ahjt-ii-6-1927 (no se conserva el acta “arriba mencionada”).

[233] La Federación de Sindicatos Mineros de Jalisco, representada por David Alfaro Siqueiros, al Jefe del Departamento del Trabajo: ahjt-ii-17-1927. El pliego petitorio puede verse en El Sol, II-19-1927. Los sindicatos de la Amparo Mining Company, es decir de los minerales de La Mazata, Amparo, Las Jiménez y Piedra Bola, reciben su reconocimiento durante el mes de enero: véase El Sol I-20-1927, el mismo día que se inaugura la convención obrera que busca unificar a todos los sindicatos: ibid.

[234] Las mujeres del Sindicato de Obreras de la Hacienda de Beneficio de Las Jiménez: ahjt-iii--1927. Existía además el Sindicato de Obreros de Las Jiménez: AHJT-V-5-1927, y el Centro Revolucionario de Mujeres de Las Jiménez: ahjt-v-17-1927.

[235] ahjt-v-5-1927. El asunto de las tiendas de raya era otra fuente de problemas para los mineros, como lo atestiguan los de La Nueva Espada: ahjt-iii-22-1927.

[236] ahjt-v-5-1927, El Sol V-6-1927.

[237] El Sol, vi-7-1927: la Junta de Salarios establecía $1.25 para los de salarios y 0.70 para los trabajadores del campo. La lista completa de salarios puede verse en documento del AHJT-VI-4-1927: peones en el interior de las minas $1.50; en el exterior, 1.25. Peones en los pueblos, 1. Peones en las haciendas, cuando vivan en casas propiedad  de la misma finca y que se les dan facilidades para tomar agua y leña para uso doméstico, ya sea de ellos o de sus familiares, 0.70. Peones en panaderías, 1.25. Peones en Zapaterías, 1.25. Peones en carpinterías 1.50. Peones en herrerías 1.25. Peones en cualquier otro (sic) industria o trabajo  1. Sirvientes en casas comerciales 1.

[238] Véase, Ki-ki-ri-kí de abril a agosto de 1927, en especial IV-24-1927.

[239] El Sol, vi -15-1927.

[240] Ibíd. (hemos cambiado la puntuación del párrafo).

[241] Véase en apéndices: “Resoluciones aprobadas en la primera convención de sindicatos mineros de Jalisco sobre el programa sindical que deberá sustentar la Federación”, en asj. No se olvide que el Congreso Obrero Campesino de Hostotipaquillo tacha de reaccionaria a la coj.

[242] El Sol, vi-16-1927.

[243] El Sol, vi -15-1927.

[244] El Sol, vi -16-1927.

[245] El Sol, I-27-1927.

[246] El Sol, viii-15-1927.

[247] Este llamado del 13 de agosto de la Federación Minera se puede ver en El Sol, viii -16-1927. También los ferrocarrileros, que por esos días estaban en huelga, recibieron apoyo intergremial: El Sol, ix-21-1927.

[248] El Sol, viii-18-1927.

[249] El Sol, viii-24 y 27-1927.

[250] El Sol, ix-3, 4 y 8-1927.

[251] El Sol, ix-19-1927.

[252] El Sol, ix-8 y 21-1927.

[253] Los rojos organizaron una manifestación en apoyo a Margarito Ramírez: El Sol, IX-26 y 27 de 1927.

[254] Nuestra fuente de información para esta huelga ha sido el diario tapatío El Sol. Con tal visión unilateral tenemos que matizar nuestras conclusiones. En su edición citada del 21 de septiembre se afirma que “La Secretaría de Industria y Comercio en oficio número 12883 declaró (subrayado por nosotros) que cuentan los sindicatos rojos con una dominante mayoría en las minas del Estado”. ¿La declaración en qué se funda?

[255] El Demócrata (México), diciembre 12 y 22 de 1924. Véase Jean Meyer, Historia de la Revolución mexicana, t. ii. Ver también ahjt-iii-1924.

[256] El Demócrata (México), diciembre 17 de 1924.

[257] Véanse Memoria; ahjt-xii-25 y v-19-1926.

[258] ahjt-xi-1926.

[259] ahjt-v-1926; Ki-ki-ri-kí, abril 10 de 1927, ahjt-x-22-1927.

[260] Id.

[261] El Demócrata (México), x-20-1925: “los guardias y gendarmes municipales de Guadalajara, después de varios intentos, lograron penetrar a viva fuerza al edificio de la Federación de Agrupaciones (faoj) de la crom, apoderándose de los archivos y clausurando. Las señoras Amparo Bravo Juárez y Felipa Bravo, secretarias del Centro Feminista de Ocotlán, piden al Comité Central de la crom que aprovechando su influencia ante el gobierno del centro intercedan para lograr la liberación inmediata de numerosos trabajadores que fueron encarcelados, principalmente los artistas y demás elementos que prestan sus servicios en centros de espectáculos de Guadalajara”.

[262] El Demócrata (México), octubre 23 de 1925.

[263] J. G. Zuno, Reminiscencias de una vida, t. ii, p. 146: “también dice el cónsul que trataste con él lo relativo al lanzamiento de los partidarios de Morones que ocupaban un departamento en el edificio Mosler… y lo logré, tenían casi un año sin pagar atenidos a las influencias del cerdo (Morones)… Los treinta laboristas salieron como ratas por cordel.” “Pues el puerquito dice que traicionaste a los obreros.” “…Tan obreros como él… ninguno sabía de talleres o fábricas, sino de peluquerías, sastrerías y oficinas de quinta categoría. Y repito que el traidor fue él. Que se lo pregunten a cuantos han estado en sus cercanías. El señor don Celestino Gasca vino a Jalisco a investigar las intrigas de Morones. Él sabrá decir lo que opinó en El Universal, Morones ocupa 2 o 3 columnas diariamente con sus culebrones, desde a principios de julio”.

[264] El Sol, I-27-1927.

[265] Ibíd. Facto: Puntos fundamentales: 1. La Comisión Pro-Unificación que ha venido funcionando con anterioridad a la convención y dentro de ella será la encargada de trabajar por la unificación total de todas y cada una de las uniones del mismo Gremio que existan dentro de la nueva Central Sindical. Para este objeto presentarán, en el menor tiempo posible, dictámenes parciales ante el Consejo Central de la nueva Central mencionada, quien resolverá en definitiva. Todos los Sindicatos o Uniones unificados declaran por anticipado que se someterán al fallo del Comité Pro-Unificación, ratificado por el Consejo Central. 2. La Nueva Central Sindical hace suyo el acuerdo de la segunda Convención de la Confederación de Agrupaciones Obreras Libertarias de Jalisco referente a la Organización Sindical a base de Federaciones de un mismo ramo industrial o de una misma empresa. 3. Para ser miembro del Secretariado de la nueva Central Sindical se requiere ser militante activo de su respectiva organización gremial: no ser funcionario público ni ocupar lugar prominente en las mesas directivas de los partidos políticos-electorales-militantes. 4. Los compañeros D. A. Siqueiros, Manuel Hernández y Hernández, Esteban Loera y Justo González renuncian por anticipado y con carácter irrevocable a toda postulación que se haga en su favor para ocupar la Secretaría General. 5. Las delegaciones que firman el pacto de representación de sus respectivas organizaciones protestan formalmente que en lo futuro no permitirán por ningún motivo o pretexto que se rompa la Unidad Sindical dividiendo, seccionando o separando a las Organizaciones Unificadas. Declaran a la vez que a partir de la fecha del pacto, aquel que el alguna forma rompa o trate de romper la Unidad Sindical del cuerpo Central en general o de alguna de las Organizaciones adheridas a ella en lo particular, será señalado como enemigo de la Clase Obrera y combatido por los medios a que haya lugar. Con tal objeto la Convención adopta el siguiente lema: “quien rompe la unidad sindical es un traidor a su clase”.

[266] Ídem.

[267] El Sol, ii-3-1927.- Srio. Gral.- Margarito Figueroa; de Relaciones.- Miguel O. Hernández; de Acuerdos.- Jesús de la Torre.- de Inspección J. Jesús Rodríguez; de Trabajo.- Rubén Díaz Flores; de Industria.- Ángel V. Ledesma; de Hacienda.- Ramón Barba; de Agricultura.- Cosme Sedano; de Prensa.- D.A. Siqueiros.- de Instrucción.-Prof. Alberto Terán; de Propaganda.-Ruperto García; de Estadística.- Esteban C. Villanueva; del Ramo Textil.- Godofredo Martínez, y de Minería.- Manuel Uribe.

[268] El Sol, ii-5-1927.- Medidas prácticas que propone la Comisión para combatir la reacción clerical y imperialismo yanqui que la sostiene: i. Institución de una Comisión Permanente de Lucha contra la Reacción Clerical y el Imperialismo Yanqui, anexa al Secretariado de la Confederación. Esta Comisión estará compuesta de cinco miembros y serán electos en asambleas de la Convención. ii. Cada Sindicato o Unión dependiente de la Confederación nombrará una Comisión similar que deberá estar en constante relación con la Comisión exacta anexa al Secretariado. iii. Acrecentamiento de grupos juveniles obreros que tengan por objeto la divulgación de nuestros conceptos contrarios a la Reacción Clerical y al Imperialismo Yanqui. iv. Las comisiones nombradas deberán organizar una enérgica campaña anti-religiosa y anti-imperialista, por medio de mítines, conferencias, folletos, prensa, teatro obrero, etc. Esta campaña deberá someterse ideológicamente a los conceptos de la primera parte de este dictamen. v. Las comisiones deberán igualmente luchar por la desaparición total de las escuelas clandestinas de carácter religioso y en general por la desaparición de las escuelas de esa índole. vi. Las comisiones deberán trabajar por el desarrollo de las escuelas laicas, interesando en esta campaña a los maestros y procurando influencias para que su mentalidad evolucione hacia los conceptos que deberá tener la futura enseñanza proletaria. vii. Las comisiones por último deberán trabajar por la formación de un frente único para combatir las influencias contrarias antes citadas. viii. La Confederación Obrera de Jalisco indica a las comisiones mencionadas la necesidad de estudiar un plan de acción práctico contra las actividades del imperialismo norteamericano en México. ix. La Confederación Obrera de Jalisco envía desde luego un telegrama al Sr. Presidente de la República redactado en la siguiente forma: contra la reacción clerical y el imperialismo yanqui que pretenden destruir las leyes revolucionarias de nuestro país, estamos por entero con su gobierno. Igual declaración debe enviarse al C. Gobernador del Edo. x. La Confederación Obrera de Jalisco envía igualmente su más fraternal adhesión a la Liga Anti-Imperialista de las Américas y la felicita por su enérgica acción en defensa de los pueblos débiles de las América Latina. La Confederación Obrera de Jalisco respalda la acción de la Confederación de Transportes y Comunicaciones por considerar que su lucha es contra el imperialismo Yanqui.

[269] El Sol. ii -19-1927. “En virtud de haberse logrado de manera tan efectiva la unificación de las Agrupaciones de Obreros Jaliscienses, he decidido solicitar de esa H. Convención se me permita retirarme de la lucha activa mientras que mi presencia en ella pueda dar lugar a que se ataque de personalista la obra de redención del proletariado jalisciense que ustedes vienen solidificando con tanto entusiasmo. Declaro que me retiro satisfecho de haber contribuido con todo empeño a la unificación, y que me siento sin las responsabilidades que la división pudiera haber ocasionado contra mi voluntad. Siempre estaré listo al llamado que se me haga en defensa de la Idea Social. Guadalajara, 6-II-1927.- José G. Zuno.”

[270] Entrevista Heliodoro Hernández/Margarita Castro, Silvia Venegas, julio de 1979.

[271] Manifiesto del Departamento del Trabajo, mayo de 1927. Original en nuestro archivo, carpeta núm. 43; véase también Ki-ki-ri-kí, abril 24 de 1927.

[272] ahjt-ace-xi-7-1927.

[273] ahjt-xi-26-1927.

[274] Redención, xi-9-1927.

[275] ahjt-xiii-31-1928. Transcrito en apéndices.

[276] ahjt-i-16-1929.

[277] ahjt-ii-3-1929.

[278] ahjt-1929.

[279] Entrevista con una persona que vivió esa experiencia pero nos pidió que no se revele su identidad / Margarita Castro. 1979.

[280] Ibíd. ahjt-1929: aparecen documentos de la COJ con diferentes domicilios y comités, aun en las mismas fechas.

[281] Las Noticias, agosto 21 de 1929.

[282] Véase nota 26.

[283] Las Noticias, xiii-6-1929.

[284] ahjt-xii-28-1929.

[285] Alonso Antonio, El movimiento ferrocarrilero mexicano, 1958/1959, Era, (colección Problemas de México); James Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, Vicente Lombardo Toledano, op. cit.

[286] ahjt-xii-30, ix-31.

[287] ahjt-xii-13-1928, xii-8, 9, 15-1930, xi-15-1931.

[288] ahjt-xi, xii,-1º-1931, i-22-1932.



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