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CIRCULARES

CIRCULAR 40/2014

Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, del 18 al 25 de enero del 2015

A toda la comunidad diocesana:
Reciban un fraternal saludo con motivo del tiempo de Adviento en la espera y preparación a la Navidad que une nuestros corazones en el deseo de la Paz.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se llevará a cabo del 18 al 25 de enero de 2015 y lleva por lema: “Jesús le dice: Dame de beber (Jn 4, 7ss)”.
En el texto de evangelio de san Juan, capítulo 4, encontramos a Jesucristo como un forastero que llega cansado y sediento. Necesita ayuda y pide agua. La mujer está en su territorio; el pozo pertenece a su pueblo, a su tradición. Es dueña del cántaro y es la que tiene acceso al agua. Pero ella también tiene sed. Se encuentran y ese encuentro ofrece a los dos una oportunidad inesperada. Jesucristo no deja de ser judío por haber bebido el agua que le ofrece la mujer samaritana. La samaritana sigue siendo ella misma al abrazar el camino del Señor Jesús.
Cuando reconocemos que tenemos necesidades recíprocas, tiene lugar la complementariedad en nuestras vidas de un modo más enriquecedor. “Dame de beber” nos empuja a reconocer que las personas, las comunidades, las culturas, las religiones y los distintos grupos étnicos se necesitan unos a otros (cfr. Mensaje para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2015).
Pido a los párrocos, rectores de templos, capellanes de casas religiosas y formadores del Seminario, que promuevan esta Semana de Oración en todas sus actividades pastorales, siguiendo el programa y los materiales para esta jornada. Que Jesucristo, Rey de paz, nos ayude a ser promotores de unidad, reconociendo los dones que el Dios nuestro Padre otorga a todos creyentes en Cristo, y nos impulse al encuentro en la fraternidad.

Guadalajara, Jalisco, a 8 de diciembre del 2014, Solemnidad de la Inmaculada Concepción

+ José Francisco Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara

Javier Magdaleno Cueva, Pbro.
Secretario Canciller


CIRCULAR 41/2014

Bicentenario del nacimiento del segundo arzobispo de Guadalajara, don Pedro Loza y Pardavé

A toda la comunidad diocesana:
Les envío un saludo en Jesucristo, Buen Pastor.
Nos pide el Espíritu Santo, por medio del apóstol Pablo: “En todo den gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de ustedes“(I Tes 5,18). En atención a ello, cercano a cumplirse doscientos años del nacimiento del segundo arzobispo de Guadalajara, don Pedro Loza y Pardavé, varón de grandes méritos para la Iglesia y para la sociedad, benemérito de la educación y reconstructor de la Iglesia en lo material y en lo espiritual, he dispuesto que en la fecha efeméride, el próximo 18 de enero del 2015, se eleven oraciones de gratitud en las comunidades de esta Iglesia particular, de forma señalada en la ceremonia que yo mismo presidiré con tal motivo en nuestra Catedral Basílica de la Asunción de María, a las 12 horas de ese día.
Así mismo, he encomendado al señor cura don José Abel Castillo Castillo, responsable de los festejos por el aniversario 150 del nacimiento de la Provincia Eclesiástica de Guadalajara, que junto con su Comité se organicen diversas actividades en torno de esa fecha, especialmente una Asamblea de Escuelas Parroquiales, una Jornada Académica, algunos actos de reconocimiento público y una “Exposición gráfica itinerante“, que en las próximas semanas dé a conocer a los fieles algunos datos relevantes de tan insigne arzobispo.
El señor arzobispo don Pedro Loza y Pardavé nació en la Ciudad de México el 18 de enero de 1815. A la edad de 13 años ingresó en el Seminario Conciliar de esa capital. Ya clérigo, pero antes de la ordenación presbiteral, aceptó acompañar, en 1837, a quien fuera su maestro y protector, don Lázaro de la Garza y Ballesteros, obispo electo de Sonora, con sede en la ciudad de Culiacán, donde fue ordenado presbítero el 19 de marzo de 1838. Recibió el nombramiento de Secretario Canciller de la curia y maestro del Seminario Conciliar, y en 1846, Rector. Trasladado su protector al arzobispado de México, él mismo lo presentó al Papa como su sucesor; don Pedro Loza, sólo por obediencia, aceptó tal encomienda el 22 de agosto de 1852. En su gestión afrontó las graves dificultades de un territorio episcopal enorme, escaso de clero y poco evangelizado, soportando además la persecución religiosa que lo llevó al destierro en tres ocasiones.
Electo segundo arzobispo de Guadalajara el 22 de junio de 1868, arribó a su nueva sede el 27 de diciembre de ese año. Poco después salió del país para tomar parte en las sesiones del Concilio Ecuménico Vaticano I, residiendo en Roma hasta la brusca interrupción de esta asamblea en 1870.
A su regreso visitó todas las parroquias de su extensa iglesia en cuatro giras, gracias a las cuales tuvo una visión sumaria y de conjunto de los enormes retos, responsabilidad que asumió de forma cabal: reconstruir en lo material y en lo humano una iglesia devastada por la guerra, la persecución religiosa y la animosidad de las leyes anticlericales de ese tiempo.
Siempre en comunión con el Papa y sus hermanos en el episcopado, procuró estar cerca de su disperso presbiterio mediante cartas pastorales, edictos y decretos de mucho contenido doctrinal. Para remediar el analfabetismo y educar en la fe a los niños, en 1874 dispuso la creación de las escuelas parroquiales, particularmente en zonas rurales, con una atención especial para las comunidades de indígenas. Tan sólo en la ciudad episcopal se erigieron dieciocho escuelas.
Como reconstructor material, durante su gobierno se edificaron más de cien templos, entre los que resaltan el Santuario de San José de Gracia y los fundamentos del templo Expiatorio; de sus bienes personales costeó el edificio del Seminario Conciliar, donde había estado el convento de Santa Mónica. Ya en las postrimerías de su longeva vida, convocó y presidió, el Primer Concilio Provincial de Guadalajara de 1897. Murió el 15 de noviembre de 1898, a la edad de 83 años, cumpliendo 60 de presbítero y 46 como obispo.
Como promotor social, el señor arzobispo don Pedro Loza y Pardavé alentó la pacificación de su grey, restauró y centuplicó las asociaciones piadosas de fieles laicos; sostuvo una relación respetuosa con las autoridades civiles, quienes honraron su memoria imponiéndole su nombre a una de las calles céntricas e importantes de la ciudad de Guadalajara. Agradecidos con Dios por el servicio pastoral de tan insigne arzobispo, pidámosle que avive en nosotros el deseo de evangelizar y promover la reconciliación, el bienestar y la paz social que tanto necesita nuestra patria.

Guadalajara, Jalisco, a 16 de diciembre del 2014

+ José Francisco Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara

Javier Magdaleno Cueva Pbro.
Secretario Canciller


CIRCULAR 42/2014

Jubileo por el primer centenario del martirio de san David Galván Bermúdez

A toda la comunidad diocesana:
Que la paz de Jesucristo nuestro Dios y Señor colme de esperanza su vida y su servicio en la Iglesia.
El apóstol san Pedro interroga a nuestro Señor Jesucristo acerca de la remuneración que pueden aspirar a recibir de su parte, quienes lo han dejado todo para seguirlo: “Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna “ (Mc.10, 29-30).
Esta promesa se cumplió cabalmente en la vida y el martirio de un joven presbítero del clero de Guadalajara y oriundo de esta capital, san David Galván Bermúdez, de quien próximamente, el día 30 de enero del 2015, se cumplirá el primer centenario de la ofrenda de su vida. Discurriendo este aniversario en el marco del Año Jubilar, por el 150 del nacimiento de la Provincia Eclesiástica de Guadalajara, he dispuesto que un Comité especial, encabezado por monseñor J. Guadalupe Ramiro Valdés Sánchez, Secretario Ejecutivo de la Comisión Diocesana de Causas de Canonización, con el párroco de Nuestra Señora del Rosario de Guadalajara, monseñor Ramiro Vázquez Sáinz, y el encargado para los Festejos del Año Jubilar, el señor cura licenciado José Abel Castillo Castillo, el Vicerrector del Seminario Conciliar, el presbítero licenciado J. Guadalupe Miranda Martínezy el párroco de Amatitán, el señor cura Felipe de Jesús García Velázquez, organicen y den a conocer oportunamente, algunas actividades que involucren a toda la arquidiócesis, en las vicarías episcopales, los decanatos y parroquias de la zona metropolitana, que tengan como eje central la visita al lugar de su sepulcro, que culminen el 30 de enero del 2015, centenario de su martirio.
San David Galván Bermúdez nació en Guadalajara el 29 de enero de 1881, en el seno de una familia sencilla y laboriosa. Huérfano de madre a muy temprana edad, formó parte del coro de infantes de la Catedral, del que pasó, adolescente, al Seminario Menor. Por dudas vocacionales dejó este plantel, sin embargo, luego de un período de diversas experiencias y discernimiento, decidió retornar al Seminario, dando muestras fehacientes de haber dominado su carácter y de tener una sólida piedad y probada virtud.
Fue ordenado presbítero el 20 de mayo de 1909. Reconocidas sus muy elevadas dotes intelectuales, se le nombró catedrático del Seminario, donde fundó y dirigió la revista mensual Voz de aliento. Fue muy apreciado por formadores y alumnos, y fue también un catequista modelo y un afanoso promotor de la Doctrina Social Católica.
Disuelto el Seminario en 1914, en el marco de la persecución religiosa promovida por los carrancistas, quedó como responsable de la vicaría de Amatitán, donde estuvo a punto de perder la vida.
Se dispuso a administrar los sacramentos de la reconciliación y unción de enfermos a los heridos en la refriega entre villistas y carrancistas de las primeras horas del sábado 30 de enero de 1915, cuando fue arrestado, y sin más cargos que su condición sacerdotal y el odio, que por ello, le profesaba el carrancista Enrique Vera, se ordenó su fusilamiento, que tuvo lugar al mediodía de esa fecha en el muro oriente del antiguo hospital de Belén, dando el mártir, en todo momento, testimonio de fe y entereza.
El pueblo católico lo tuvo siempre como mártir de la fe, honrando su memoria primero en el sitio de su ejecución y, a partir de 1922, en el lugar de su sepultura definitiva, donde se construyó el templo de Nuestra Señora del Rosario, que la gente se empeña en seguir llamando “del Padre Galván”.
Es por tan grande Solemnidad que dispongo se conceda indulgencia plenaria a quienes realicen peregrinación a este templo parroquial guardando las debidas disposiciones para ganarlas. Con ello, doy a conocer el inicio de un Jubileo del día 30 de enero de 2015 hasta el 30 de enero de 2016. De este modo pueda ayudarnos el elocuente ejemplo de san David Galván Bermúdez a vencer las vicisitudes y toda adversidad, con la fuerza de quienes son capaces de poner la vida y la muerte, en las manos de Dios.
Hace poco, hablando del martirio, el Papa Francisco ha resaltado que “si seguimos el ejemplo de los mártires y creemos en la palabra del Señor, entonces comprenderemos la libertad sublime y la alegría con la que afrontaron su muerte “(Homilía de la beatificación de Paul Yun Ji-Chung y compañeros mártires, Seúl, Corea, 16 de agosto del 2014). Que las celebraciones de este centenario del martirio de san David Galván Bermúdez alienten a todos a conocer, amar, venerar e imitar las heroicas virtudes cristianas de nuestros santos mártires mexicanos.

Guadalajara, Jalisco, a 16 de diciembre del 2014

+ José Francisco Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara

Javier Magdaleno Cueva Pbro.
Secretario Canciller


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