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Informe rectoral del curso 2011 - 2012

 

José Guadalupe Miranda Martínez

 

El texto que a continuación se trascribe fue leído por su autor la tarde del 28 de enero del año 2013, en la capilla del Seminario Mayor de Guadalajara, ante el pleno de formadores y alumnos de esta Casa formativa

 

1. Introducción

 

Que un servidor se haya atrevido a presentar el Informe Rectoral del Seminario Diocesano de Señor San José, curso 2011-2012, en estas circunstancias, podría parecer al menos una osadía cuando no una temeridad, puesto que es sabido que este acontecimiento es uno de los actos más significativos y densos de esta institución más que tricentenaria.

Sin embargo, como miembro de este presbiterio, con espíritu de fe, en obediencia a mi obispo, cordialmente asumo esta delicada responsabilidad, con gratitud y veneración a mis predecesores, cuyas intervenciones en estas circunstancias han quedado grabadas para siempre en mi memoria. ¿Cómo olvidar el último informe, vibrante y conmovedor, del señor presbítero don J. Jesús Becerra Fernández, que marcaba el final de una época? ¿O las participaciones serenas y profundas del señor Francisco Raúl Villalobos Padilla, en plena efervescencia conciliar, cuando “vientos de fronda parecían agitar la encina secular”? ¿Qué decir del discurso seguro y preciso que vino a traer la calma en la barca o el pensamiento creativo y programático que aún nos sigue quedando grande?

Como hombre de fe, estoy convencido de que Cristo, enviado del Padre, continúa llamando operarios a su mies. Los llama suavemente, valiéndose de las mediaciones humanas, en medio de los ruidos del siglo, para que luego, dóciles a la acción del Espíritu y al acompañamiento de sus formadores, se entreguen apasionadamente al discernimiento de ese llamado hasta configurarse a Cristo buen pastor, para ser enviados a su plantación a edificar el Reino.

También me he atrevido a asumir esta responsabilidad porque vengo a integrarme formalmente a la gran familia del Seminario, formadores y alumnos. Los primeros, uno mi formador, otros mis compañeros y los más recientes mis discípulos; los segundos, objeto de mi respeto y estima, pero también mi preocupación y objeto de mi nuevo destino.

Todo indica, por tanto, que estoy en familia, de regreso a casa. En este ambiente me dispongo a rendir, brevemente, el citado informe.

 

2. Labor vocacional

 

I. Promoción Vocacional

 

El centro de Promoción Vocacional del Seminario Diocesano quedó integrado por dos sacerdotes a tiempo completo y dos diáconos. Se cuenta ya con una experiencia bien consolidada y una metodología probada, así como la vivencia eclesial suficiente como para promover y acompañar el incipiente llamado que el Señor suscita en los adolescentes y jóvenes de la comunidad diocesana, procedentes de familias cada vez más desintegradas.

La actividad principal del Centro de Promoción Vocacional es la preparación y organización de los preseminarios, en la zona urbana y en los seminarios auxiliares; en estos preseminarios participaron un total de 1243 muchachos, 947 en el Seminario Menor y el resto en los auxiliares. De éstos, la mayoría se integra a los seminaristas en familia, tanto a nivel secundaria como preparatoria (425). Los demás pasaron al Menor (189) y a la Secundaria Anacleto González Flores (88).

Los promotores vocacionales tienen la preocupación constante de hacer una buena selección entre los aspirantes, tarea cada día más difícil debido al deterioro del tejido social donde están inmersas las familias de los llamados.

 

II. El SEM FAM

 

Es una experiencia que aquí surgió, está dando buenos frutos y por fortuna tiende a expandirse ad intra y ad extra. El equipo diocesano quedó integrado por cuatro sacerdotes y tres diáconos. Su misión es atender a los muchachos en forma constante y programada, sin retirarlos la familia e involucrando a ésta en el proceso vocacional del llamado. Gracias también a la buena colaboración de los párrocos y diáconos, se pudo atender a 551 “seminaristas en familia” en tres módulos urbanos, nueve periféricos y doce foráneos. El propósito es potenciar más esta experiencia, que en su corta existencia ya ha dado buenos frutos a la Iglesia local.

 

3. Seminarios Auxiliares

 

I.                   Ahualulco

Es una experiencia nueva para muchachos de secundaria de la región Valles, preferentemente. Se cuenta con secundaria propia, donde acuden muchachos (as) de la población. El curso lo atendieron dos sacerdotes y un diácono para un total de veinte alumnos, de los cuales cinco pasaron al Seminario Menor, sección preparatoria.

Los formadores se han preocupado por motivarlos y sacarlos de su indolencia y de una cierta vulgaridad. La muletilla más usada para llevar adelante este objetivo ha sido “la convicción se manifiesta en la acción”. Así mismo, se les ha iniciado, gradualmente, en la oración y sensibilizado para vivir en gracia. El nivel académico mejoró, pero aún en muchos de ellos se palpa ausencia de interés por el estudio.

El reto para este Seminario es mejorar la promoción vocacional e intensificar la comunicación con las parroquias y los decanatos. Esta casa, como todos los auxiliares, es subsidiada económicamente por el centro.

 

II.                La Barca

Este Seminario cuenta con una nueva planta, gracias a los bienhechores, el trabajo de los alumnos, las aportaciones del Centro y la coordinación y esmero del Padre Héctor; está, además, asentado en una región con abundancia de recursos materiales, humanos y espirituales. En su corta existencia ha dado buenos frutos; trabajaron en el curso pasado dos sacerdotes y tres diáconos para atender a treinta y tres muchachos de secundaria y treinta de preparatoria. De los primeros, ocho pasaron a la siguiente etapa, y de preparatoria cinco ingresaron al CIT.

Los retos que tiene este Seminario son depurar la selección de candidatos, promover más las vocaciones y mejorar las relaciones con párrocos y decanos.

 

III.             Cuquío

Este seminario, establecido en una zona rica en vocaciones, busca consolidarse. Cuenta con secundaria propia, abierta a los muchachos(as) de la región, que la procuran por su buen nivel académico. El curso pasado estuvo conformado por veintisiete alumnos, de los cuales cinco pasaron al Menor. El equipo formador estuvo constituido por dos sacerdotes, un diácono y dos seminaristas de año de servicio.

Aunque las vocaciones no faltan y las relaciones con los párrocos son óptimas, cada día se hace más difícil la promoción vocacional debido a la desintegración familiar, el desempleo y la inseguridad en la región. Los muchachos, a pesar de todo, son nobles, honestos y sensibles a lo sagrado.

 

IV.             Totatiche

El Seminario cuenta con una excelente planta, pero a diferencia de los otros seminarios auxiliares no tiene secundaria propia. Los seminaristas frecuentan el colegio de la población, cada día más diezmada por el constante éxodo de las familias del pueblo y de la región. Setenta y un alumnos atendidos por dos sacerdotes y dos diáconos realizaron el curso en un ambiente de fraternidad, confianza y cercanía con los alumnos. Pasaron catorce a la preparatoria en el Menor: algunos con buena disposición y rectitud de intención, otros con sus limitaciones y miedos al enfrentarse a la ciudad y las exigencias de otra etapa.

La promoción vocacional, en una zona tradicionalmente rica en vocaciones, cada día se hace más difícil, porque las poblaciones se van quedando sin gente; las familias tienen menos hijos, aumentan la inseguridad y la violencia. Incluso hay escuelas en Totatiche y Temastián que no permiten la promoción vocacional porque para subsistir necesitan el mínimo de alumnos. Otras poblaciones que aportan vocaciones, como Florencia y El Teúl, en temporadas son inaccesibles debido a la violencia.

 

V.                Secundaria Anacleto González Flores

De los seminarios auxiliares recientemente abiertos, el Anacleto es el más prometedor. Con entusiasmo, espontaneidad y con un equipo renovado de cuatro sacerdotes, dos diáconos y cinco seminaristas de tercero de Teología, se inició el curso con doscientos cinco alumnos con incipiente vocación. El deseo es que este proyecto, debidamente potenciado, pronto se convierta en “cantera de sacerdotes”. Por lo pronto el terreno es bueno, la siembra abundante y los labradores están bien dispuestos. Para que el Anacleto no se desvíe de su objetivo se insiste en que es exclusivo para muchachos que tengan el deseo, la idoneidad y recta intención de ser sacerdotes.

El reto que tiene esta casa es concluir su planta para que cada día sea más funcional y apta de recibir ese gran número de muchachos.

 

VI. Seminario Menor

 

En el bello espacio de la casa del Seminario Menor se concentró la población más numerosa del Seminario; ahí reside también, por falta de espacio en el Mayor, el grupo de primero de Filosofía.

 

a)      Preparatoria

La población de la preparatoria fue alta: trescientos nueve alumnos en total. Los jóvenes en esta etapa se manifestaron sensibles a los valores de la amistad, la toma de decisiones y el aprovechamiento del tiempo. No faltaron, sin embargo, quienes hicieron un ambiente pesado, perdieron su espontaneidad y, algunos, el respeto por los demás. La ayuda psicológica les brindó buenos resultados; se les impulsó en la madurez humano-afectiva mediante los talleres. A algunos les cuesta todavía ser honestos con la autoridad, y en esta fase algunos se adiestran para llevar una vida doble. Se les dificultó la obediencia, tienen demasiada información y poco recto uso de los medios de comunicación; esto provocó en algunos de ellos, abundante ruido, distracciones y en ocasiones hasta la pérdida de la gracia. Algunos sólo vienen al seminario por la preparatoria, lo que frena el desempeño vocacional de los que sí quieren ser sacerdotes.

Una característica de los alumnos del tercer grado, antes de concluir el quinto semestre, es que todos desean ser sacerdotes y tienen la recta intención de continuar, pero al comenzar el sexto semestre y el periodo de hacer trámites a la universidad, resulta que un buen número deja el Seminario. En efecto, de 55 alumnos que iniciaron el curso de tercero de preparatoria, sólo 32 pasaron al CIT.

 

b)     Instituto de Vocaciones Adultas

 

El curso dio inicio con noventa y ocho alumnos, ochenta y cinco de Nivelación—con preparatoria terminada, carrera iniciada o terminada y con alguna especialización— y trece de preparatoria. Fueron atendidos por dos sacerdotes y dos seminaristas de Teología. Por tratarse de un grupo muy heterogéneo, cada vez se hizo más necesario el recurso a la sana psicología, como lo establece la Optatam totius (O.T.), tanto en el momento de la selección como después en el acompañamiento.

En general son jóvenes y adultos con buena disposición; se dejan ayudar y buscan con afán las virtudes y convicciones. Algunos, por haber dejado el estudio por años, tuvieron problemas en el área académica y casi todos tuvieron dificultades con el latín (80%).

Donde mostraron más apertura y confianza fue en el campo espiritual, ya que fueron responsables y asiduos a tener entrevistas con su director, prácticamente una por mes. De noventa y ocho, cuarenta y ocho pasan al Curso Introductorio de Tapalpa (CIT).

 

4. Seminario Mayor

 

I.                   CIT

La experiencia del Curso Introductorio, tal como lo determinan los documentos conciliares (O.T. 14), está cumpliendo cuarenta años de haberse iniciado, en la población de Tapalpa. Ciento cuatro alumnos, provenientes del Menor, de Nivelación y de La Barca, iniciaron esta experiencia en esta bella población serrana, bajo la dirección de tres sacerdotes. A pesar de la distancia, supieron vivir la comunión con todo el Seminario en momentos claves como fueron la toma de Sotana, el Informe Rectoral, el Paseo de Santo Tomás y la llegada del Décimo Arzobispo de Guadalajara. Así mismo, cumplieron con los objetivos establecidos. Si en el desempeño de la pastoral a lo largo del curso se encontraron limitados, durante la experiencia pastoral de Cuaresma pudieron compensar esta carencia, aunque no faltaron los miedos y faltas de generosidad. Al final del curso, de ciento cuatro inscritos al principio, ochenta y tres pasaron a Filosofía.

 

II.                Filosofía

En esta etapa los jóvenes se manifestaron ya más dueños de su proceso de discernimiento vocacional, aunque no faltaron los inseguros e indolentes, tampoco quienes tuvieron problemas con la puntualidad y la corrección fraterna, tan recomendada en el Evangelio y en ocasiones también ausente en sectores clericales.

El uso adecuado de los medios modernos de comunicación sigue siendo un reto para los alumnos, y para los formadores se ha convertido en tarea encontrar la forma sensata de normar su uso.

En el área espiritual manifestaron responsabilidad y gusto por la dirección espiritual. Los retiros espirituales fueron provechosos, sobre todo cuando se tenían en escenarios distintos al tradicional.

Al principio la mayoría batalló por adquirir el método adecuado de las ciencias filosóficas, incluso algunos sucumbieron en el intento. De un grupo de setenta y cinco filósofos, a Teología pasaron cincuenta y ocho alumnos, a los que se agregaron dos procedentes de año de servicio, para completar un número de sesenta en primero de Teología.

 

III.             Teología

A la etapa teológica algunos alumnos llegan todavía inseguros en su decisión vocacional; a otros les cuesta trabajo llevar un proceso sólido en su afectividad. La mayoría son abiertos y obedientes con el formador. Todos cuentan con teléfono celular y computadora personal, algunos carecen de rectos criterios para el uso de estos medios, incluso no aceptan de buen grado que se norme al respecto.

La participación en los actos litúrgicos y de piedad fue buena. No fueron tan notorias las ausencias en la Eucaristía, y se ha notado un interés en el crecimiento de la vida interior y en la conversión personal. El recogimiento y el silencio interior les siguen costando. La mayoría tuvo en alta estima la dirección espiritual.

En general se constató un buen hábito por la buena lectura; creció el interés por la investigación, aunque sin llegar a un nivel satisfactorio. No faltaron, sin embargo, quienes se contentaron con dar lo mínimo, incluso hubo algunos que sólo estudiaron para pasar exámenes.

El servicio pastoral en las diversas comunidades y ambientes lo desempeñaron con responsabilidad y gusto; los mismos párrocos y encargados de comunidades manifestaron su satisfacción, muestra de ello es que el Seminario nunca cubre la demanda pastoral de las parroquias. En esta área cabe notar cómo la mayoría del presbiterio está sugiriendo se retome el tradicional año de servicio.

Respecto del grupo de cuarto de Teología, iniciaron el curso 51 alumnos, dos de los cuales se retiraron a lo largo de él; es un grupo con grandes valores humanos y de todo tipo, el ambiente grupal que se respiró a lo largo del año fue de fraternidad, compañerismo y colaboración. Los principales aspectos de la formación humana que se propuso trabajar como grupo fueron crecer en la apertura mutua y en las relaciones interpersonales profundas, con el objeto de afianzar las bases de la futura fraternidad sacerdotal.

Con ocasión de las ordenaciones de diáconos, tanto en diciembre como en mayo, se profundizó en los requisitos necesarios para recibir la ordenación diaconal, tomando como punto de partida lo establecido en las Normas Básicas para la Formación Sacerdotal en México.

Aunque en general se aprovechó el tiempo, hay que reconocer que en ocasiones también se desperdiciaba en actividades sin gran provecho.

Al final del curso se llevó a cabo el examen oral para conseguir el Bachillerato en Teología ante la Pontificia Universidad Lateranense. Los alumnos prepararon con dedicación este examen, que dejó un grato sabor de boca en los examinadores y los examinados.

***

 

Esquemáticamente hemos escuchado el caminar del Seminario en sus distintas etapas y modalidades; se nos presenta como un crescendo, capilar, selectivo y laborioso, donde al final de este proceso aparecen abundantes frutos; los resultados son más que elocuentes: durante el curso pasado se ordenaron veintiséis presbíteros y cincuenta y cuatro diáconos, se instituyeron cuarenta y nueve acólitos y cincuenta y cinco lectores, y cincuenta y un alumnos fueron admitidos como candidatos a las órdenes sagradas. No cabe duda que la sangre de los mártires alumnos de este Seminario ha sido no sólo semilla de nuevos cristianos, sino también de muchas vocaciones sacerdotales.

 

5. Actividades especiales

 

I.                   Biblioteca

 

El acervo de la biblioteca en el periodo escolar que nos ocupa ha sido consultado por cuatro mil dos usuarios, el 70% de ellos alumnos de Filosofía y primero y segundo de Teología. La cultura de la investigación fue pobre y el gusto por la lectura extraclase, mínimo.

            Durante el curso se recibieron doscientos veinte libros en calidad de donación; este lote fue derivado principalmente a los seminarios auxiliares. La biblioteca cuenta con veintidós suscripciones periódicas, en su mayoría europeas, por cierto poco consultadas.

 

II.                Economía

 

Como es sabido, las fuentes de ingresos del Seminario son las aportaciones mensuales de los seminaristas (30%), la colecta mensual a los bienhechores (42%), la aportación de los fieles en el día del seminario (18%) y otros donativos de bienhechores (10%).

Con preocupación se constata que durante el curso pasado fueron superiores los egresos a los ingresos hasta en un once por ciento. Sin entrar en pormenores, sólo quiero decir que el importe total del gasto con respecto a los ingresos representó un déficit fiscal de cinco millones de pesos en el ejercicio correspondiente al curso escolar.

 

Conclusión

 

Eminentísimo Señor Cardenal: en el presente informe, urgido por las circunstancias, sólo he querido trazar unas pinceladas breves y quizá también opacas, pero que no por eso dejan de ser sugestivas y expresar el estado actual del Seminario, de nuestro Seminario: esa realidad rica, compleja y difícil, entrañablemente amada por todos los presentes. También por Usted, alumno de este claustro. En efecto, me consta que aún antes de llegar a estas tierras a ejercer el pastoreo que el Sucesor de Pedro le encomendara, ya tenía visualizados los principales retos y desafíos que había de afrontar como primer responsable de esta institución predilecta de la Iglesia diocesana.

Eminentísimo Señor Cardenal: como lo habrá constatado, la empresa no es fácil; en momentos se vuelve estrujante, y cuando se le ve sin los ojos de la fe parece imposible y carente de sentido. Sin embargo, en esta tarea, la visión sobrenatural es el elemento primordial; además, para realizar esta delicada encomienda, como Usted lo ha escuchado en el transcurso del informe, se cuenta con la cercanía y colaboración del pueblo de Dios y la preocupación compartida de su presbiterio, cada vez más interesado y cercano a su Seminario. Otro factor indispensable con el que cuenta Su Eminencia es la capacidad y experiencia probada del equipo formador, que en colaboración y espíritu eclesial trabaja en este arduo y silencioso apostolado para ir configurando a los candidatos con Cristo buen pastor.

Concluyo esta intervención invitando a todos los presentes a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo, protagonista en la formación de los futuros pastores. Que San José, siervo fiel y prudente, patrono de este Seminario, sea siempre nuestro intercesor, por Cristo, ante el Padre.



Vicerrector del Seminario de Guadalajara desde el año lectivo 2012 – 2013.

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