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Semblanza del señor presbítero doctor J. Jesús Pérez Viramontes.

 

J. Jesús de León Arteaga[1]

 

La calidad moral e intelectual de un eclesiástico brillante, que dedicó no pocos años de su vida a la formación sacerdotal y dejó honda huella en sus pupilos, son puestos de relieve en esta semblanza biográfica que se divulgó en una edición privada, de unos pocos ejemplares, que compuso su autor siendo vicario parroquial a las órdenes del presbítero homenajeado y que hoy se publica al filo del primer centenario del nacimiento del doctor Viramontes.

 

1.      Lugar de origen

 

Vio la luz primera en el pueblo jalisciense de Encarnación de Díaz, el 8 de enero del año 1912. Recibió el primer sacramento de iniciación cristiana a los tres días de haber llegado a este mundo; cupo en suerte al señor presbítero licenciado Juan Martínez, adminis­trarle el bautismo en el templo parroquial del lugar y le dio por nombre Rosalío de Jesús. Este, se convertiría más tarde en José de Jesús; fueron padrinos del sacramento bautismal don Juan Martín del Campo y doña Margarita Pérez.

En el tiempo a que hacemos referencia, la comunidad parroquial de La Encarnación pertene­cía a la Mitra de Guadalajara; dependencia que conservó hasta el 17 de enero de 1925 en que el segundo obispo de Aguascalientes, el ilustrísimos señor Ignacio Valdespino y Díaz, obtuvo de la Sede Apostólica que la parroquia en cuestión fuera segregada de la Metropolitana de Guadalajara para anexarla a la sufragánea de Aguascalientes.

 

2.      Progenitores  menores

 

José de Jesús es hijo legítimo de don Fernando Pérez y doña Altagracia Viramontes, ambos oriun­dos y vecinos de Encarnación de Díaz, pueblo enclavado en Jalisco y en la región frontera de la arquidiócesis de Guadalajara y del obispado hidrocálido.

El matrimonio Pérez Viramontes procreó ocho hijos: María Luisa, Ramón, José María, María Asunción, Margarita, María Guadalupe, Rosalío de Jesús y Salvador. Actualmente, de todos los herma­nos del señor cura sobrevive únicamente José María. Ramón, el segundo miembro de la familia, también fue ungido sacerdote el 5 de agosto de 1923 y murió siendo canónigo de la catedral de la diócesis de San Juan de los Lagos.

 

3.      Progenitores  mayores

 

Abuelos paternos de los hermanos Pérez Viramontes, fueron don Benigno Pérez y doña Celestina Magdaleno; el futuro párroco de San Jorge, tuvo por abuelos maternos a don Luis Viramontes y doña Cipriana Zermeño.

 

4.      Algo de su infancia

 

En su pueblo natal pasó los mejores años de su infancia, ocupado en hacer travesuras, acudir a la “doctrina” (catecismo) cada fin de semana y ayudando en algunas actividades que sus padres le encomendaban.

Era don Fernando, de carácter firme, recto criterio y de mediana instrucción; acorde con la situación concreta de su tiempo y fiel imagen del prototipo de jefe de familia de Los Altos.

Ambos esposos Fernando y Altagracia, siempre dejaron constancia de estar chapados a la “alteña” y lo corroboraron eficazmente procurando dar a sus numerosos hijos un auténtico ambiente cristiano, ejemplo de vida de fe y acuciándolos a vivir su bautismo. Sin escatimar esfuerzos fueron muy celosos de formar a su familia, en la honradez y reciedumbre; en la responsabilidad, la piedad y el amor a Cristo Rey y la verdadera devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe. Jamás omitieron cuidados para formar a sus hijos, también en el campo intelectual; en lo que atañe a José de Jesús, éste acude a las “reliquias” del Seminario Auxiliar del pueblo y bajo la tutela del profesor Bulmaro Cortés Susarrey pronto adquiere los conocimientos que hoy en día pueden equipararse a nivel de secundaria.

 

5.      Seminarista

 

El ambiente familiar propicio, el alto índice de sacerdotes de la comarca parroquial y el hecho de ser hermano de un seminarista ya próximo a ser ungido sacerdote, fueron tal vez, elementos determi­nantes que lo motivaron a ingresar al Seminario Conciliar de Señor San José en la capital de Jalisco antes de cumplir los once años. Su boleta de inscripción acusa fecha del 1 de noviembre de 1922.

Al concluir el año lectivo 1922-1923, nuestro seminarista se ve favorecido con el permiso de adelantar exámenes finales para acudir a su pueblo natal a participar en el cantamisa de su hermano Ramón. En el segundo curso escolar las circunstan­cias varían por completo; al alumno Pérez Viramon­tes le fueron suspendidos los exámenes de fin de año y se retiró del Seminario. Una corta temporada la vivió en el Auxiliar de Totatiche.

La inestabilidad política que empezaba a imperar en toda la nación, pronto se hizo sentir en Guadalajara, cuyo principal blanco de la fobia masónica fue el Seminario; los seminaristas se vieron obligados a huir de su propio hogar, perseguidos cual malhechores y dispersarse a lo largo y ancho de la ciudad e inmediaciones. Todas estas desagradables noticias pronto se propalaron y en boca de unos arrieros fueron al encuentro de José de Jesús quien desde El Salitre de Guadalupe, Jalisco, regresaba a incorporarse  a  su  clase; tanto  acontecimiento adverso y alarmante lo hicieron retroceder y refu­giarse en casa, víctima también de la clerofobia que se había desatado y que descarada e impunemente tomaba carta de ciudadanía en la católica ciudad capital de Jalisco.

 

6.      Reingreso

 

La obediencia llevó al padre Ramón Pérez a la parroquia de Tenamaxtlán, Jalisco, en calidad de ministro parroquial con fecha 10 de diciembre de 1924. Este y los sucesivos destinos del padre Ra­món, influirían notoriamente en la vida de José de Jesús porque los esposos Pérez Viramontes también dejaron su pueblo y sus pertenencias para acompa­ñar a su hijo sacerdote.

Después de los arreglos y en la frágil paz de la post-cristiada, convertido ya en un joven hecho y derecho, con la alforja pletórica de ilusiones al hombro y un centenar de pesos en el bolsillo, se presentó José de Jesús Pérez Viramontes a despedir­se de sus antiguos superiores, maestros y condiscípu­los decidido a aventurarse a lo desconocido e inter­narse más allá del Río Bravo. Sin embargo, el Señor ya lo tenía todo dispuesto y de nuevo lo atrae para su servicio.

 

7.      Alumno  distinguido

 

El excelentísimo y reverendísimo señor doctor y maestro don Fran­cisco Orozco y Jiménez, se dignó seleccionar al alumno Pérez Viramontes sobresaliente por sus buenas calificaciones para que fuera a la capital de Italia, en Europa, a proseguir sus estudios eclesiásti­cos en la Universidad Gregoriana. Fue residente del Colegio Pío Latino Americano durante seis ciclos lectivos; desde noviembre de 1933 hasta agosto de 1939.


 


8.      Sacerdote

 

En los albores del iv curso de teología, las manos de José de Jesús Pérez, ávidas de unción, fueron presurosas al encuentro de las cardenalicias del eminentísimo señor Francesco Marchetti – Selvaggiani para ser ungidas ¡eternamente!

            En la Basílica de San Juan de Letrán el 19 de diciembre de 1936 a las 6.30 de la mañana los diáconos Domínguez, Rourke y Pérez fueron ordenados presbíteros. Ya para esas fechas el obispo Orozco y Jiménez, protector del padre Pérez, había dormido plácidamente el sueño de los justos en Guadalajara, después de una vida de amenazas, destierros, peregrinaciones por las barrancas y penalidades de toda índole.

Mientras tanto el novel sacerdote inundado de gozo y con el nuevo estímulo del  poder recibido, prosigue con mayor ahínco sus estudios a fin de presentar su tesis para el doctorado en teología. Obtiene la borda doctoral magna cum laude por la Universidad Gregoriana; igualmente logra el bachillerato en Derecho Canónico otorgado por el mismo plantel universitario.

 

9.      De nuevo en casa



Tan pronto como regresa a su anhelada patria inicia los preparativos para su cantamisa. Desde la modesta altura del campanario parro­quial, las campanas afinaron su voz y esparcieron jubilosas su canto anunciando a la feligresía de Mezquital del Oro, Zacatecas la primera misa solemne del neo-sacerdote, hermano del propio párroco. Las participaciones fueron suscritas por el señor Fernando Pérez y su esposa Altagracia Viramontes e invitados a apadrinar el acto, que se verificó el día 19 de octubre de 1939, a las 10 de la mañana, el excelentísimo señor arzobispo Garibi Rivera, el excelentísimo señor obispo Ignacio de Alba y los presbíteros y doctores Salvador Rodríguez, J. Jesús Hernández, J. Jesús Navarro y J. Jesús Sandoval. También fueron padrinos los ingenieros Juan Rodrí­guez y Feliciano Rosales y el señor José María Pérez Viramontes.

 

10.  Catedrático del seminario

 

Propuesto por el señor Garibi Rivera para servir como vicario cooperador de una parroquia foránea y objetada dicha designación por el párroco interesa­do, el presbítero doctor Pérez es asignado provisionalmente a otro ministerio; se le llamó a colaborar en el Seminario Conciliar como profesor de Lengua Latina del alumnado de segundo año sección “B”. En el siguiente ciclo lectivo 1940-1941 se vuelve más oneroso su cargo al confiársele la prefectura de filósofos.

Una breve y rápida mirada al Informe Rectoral de 1941 nos da a conocer que el padre José Salvador Rodríguez es el rector; el padre José Ruiz Medrano, prefecto de estudios; el padre Salvador Quezada Limón, prefecto de teólogos; el padre José de Jesús Pérez Viramontes, prefecto de disciplina en el filosofado; el padre José Salazar López, prefecto de disciplina de cuarto año de latín y el padre Luis Medina Ascensio prefecto de los años primero y segundo, entre otros.

Durante 1941-1942 ocupa las cátedras de ética, teodicea e historia de la filosofía en el tercer año de la facultad filosófica y complementa su labor docente con las clases de matemáticas a segundo año “C”. Exceptuando ésta, las asignaturas del año anterior corren bajo su responsabilidad, también en 1942-1943. Los cuatro cursos escolares consecutivos siguientes, transcurren sin variantes respecto a las materias impartidas por el P. Pérez Viramontes: teodicea y ética al octavo curso de estudios. En 1947 hallamos una variante, se le asignan también las clases de teología moral general al primer curso teológico y geografía universal a los alumnos de segundo año “A”. Después de ocho años de docencia en el Seminario Diocesano se le designa para proseguirla en el Seminario Interdiocesano donde permanece dos ciclos lectivos: 1948-1949 y 1950.

Nadie puede negar que haya realizado una pro­longada, ardua y fructífera tarea como formador de los sacerdotes del clero de Guadalajara y de otras latitudes diocesanas; el alcance y trascendencia de su labor docente puede visiblemente constatarse. Muchos católicos de las comunidades cristianas de nuestro suelo disfrutan actualmente los beneficios salvíficos por medio del ministerio sacerdotal, gracias al esfuerzo, a la labor realizada sin alarde, a las clases impartidas casi gratuitamente por el Padre Pérez, con el único aliciente de saberse instrumento de la formación de los futuros Cristos. Muchos de sus discípulos de antaño hoy son sacerdotes y varios de ellos ciñen sus frentes con la mitra episcopal así: los señores obispos don Rafael Muñoz Núñez, J. Trini­dad Sepúlveda, J. Guadalupe Padilla Lozano, Rafael García González y Francisco R. Villalobos Padilla.

 

11.  Encomiendas  pastorales

 

Simultáneamente a las actividades docentes le fue asignada la capellanía de La Venta del Astillero y La Primavera de la parroquia de San Pedro, Zapopan, el 10 de noviembre de 1939. Después de realizarlo con alegría y eficacia y beneplácito de sus superiores, se le exonera de su primer destino y el 22 de diciembre de 1941 queda a su cargo la capellanía de San Martín de las Flores, hasta que la superiori­dad eclesiástica le confió el cuidado de la deteriora­da Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, con domicilio en Dionisio Rodríguez y Abascal y Souza, pertenecien­te en la época a que nos referimos a la parroquia titular de la Santa Cruz (San Juan de Dios). No existe en los archivos eclesiásticos oficio escrito, la designación fue oral y concluyó en 1948, ya que había iniciado en 1943. El templo estaba convertido en caballeriza y mucho tuvo que trabajar para adecentarlo y reponerle puertas, ventanas, cristales, etcétera.

A partir del día 13 de septiembre de 1948, la Fábrica de Atemajac contó con un vicario Fijo, dinámico, jovial y dotado del don de gentes; gran deportista y amigo inseparable de su bicicleta Raleigh, en la que recorría diariamente, excepto jueves y domingo los kilómetros que separan la Fábrica de Atemajac del Seminario Interdiocesano, ubicado en Emiliano Zapata número 532 del Sector Libertad.

En 1954 acompañó como oceanógrafo a los miembros de la primera expedición jalisciense a las Islas de Revillagigedo; en la mayor de todas, la del Socorro celebra la primera misa.

Cuando monseñor Adolfo Hernández Hurtado fue consagrado primer obispo de Tapachula, Chiapas, en 11 de mayo de 1958, llevó consigo la vasta experien­cia y los valiosos, servicios del padre Pérez Viramontes. Al retornar éste a Guadalajara desde la lejana Iglesia particular del sur, el eminentísimo señor cardenal José Garibi Rivera le remitió oficio notificándole la designación de capellán de San Juan Evangelista de la parroquia urbana de la Sagrada Familia. Dicho nombramiento está fechado el 15 de enero de 1959. En este minis­terio cumplió el 25 aniversario de ordenación sacerdotal cuya celebración concluyó con la santa misa presidida por el primer cardenal mexicano.

El señor cura J. Pilar Valdés, al ser designado para ocupar la vicaría fija del Santuario del Señor de los Rayos en Temastián, Jalisco; en 1974 dejó vacante el curato de San Jorge. Dicha parroquia había sido creada el 23 de noviembre de 1970 segregándola de Nuestra Señora de la Paz; para cubrir dicha vacante, tuvo a bien el eminentísimo señor cardenal José Salazar López expedir oficio a favor del señor presbítero doctor don J. Jesús Pérez Viramontes, y así lo vemos convertido en el segundo párroco de la comunidad parroquial de San Jorge Mártir, el día último de enero del año de 1974.

 

12.  Otros  ministerios  del  padre Pérez

 

El 19 de febrero de 1948 se le nombra asisten­te diocesano de la A.C.J.M., cargo que desempeña diligentemente por varios años. Ya en 1942 y el siguiente año, había sido capellán de los conscrip­tos.

En los tribunales eclesiásticos también se hace sentir el influjo, los conocimientos, y esmero en las causas ventiladas desde el 20 de marzo de 1952, en que se ve favorecido con el nombramiento de Juez Eclesiástico.

Al lado del señor presbítero doctor Antonio Gutiérrez Cadena y el señor José Navarro Navarro, el 27 de abril de 1959 el padre Pérez recibe la encomienda y el suntuoso nombre de Visitador de Centros Catequísticos.

Elevado a la dignidad episcopal don Leobardo Viera, el pastor de la grey jalisciense, dando prueba de su confianza en la capacidad del Padre Pérez, lo invita a suplir a monseñor Viera Contreras, como conciliario de Cursillos de Cristiandad. Vive reali­zando esta encomienda de 1967 a 1973 y hasta el presente, trabaja sin interrupción convertido en un elemento clave para el progreso del Movimiento. Complementa su labor pastoral acudiendo asidua­mente al grupo apostólico denominado Orientación San Pablo.

También se le toma en cuenta para la forma­ción integral de los futuros cantores y organistas de los templos y en 1977 se le designa director espiri­tual de la Escuela Superior de Música Sacra, cuya dirección estaba al cuidado del señor presbítero licenciado Manuel de Jesús Aréchiga.[2]



[1] Presbítero del clero de Guadalajara (Capilla de Guadalupe, 1941) y esmerado cultivador de los estudios históricos, colocó a su trabajo, a guisa de pórtico, las siguientes palabras: “Al arribar agradecido y gozoso el señor presbítero Dr. José de Jesús Pérez Viramontes a la estación dorada del sacerdocio ministerial, como parte integrante de los festejos que se le ofrecen con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales, vaya también esta modesta semblanza al señor cura de la comunidad parroquial de San Jorge Mártir. El autor”.

[2] El doctor Pérez Viramontes falleció en Guadalajara el 17 de enero de 1997.

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