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Memoria de la visita pastoral a Ayotuxpan

(Jirones del obispado de Guadalajara en 1679. 18ª parte)

 

A cargo del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiocesis[1]

  

 

 

Según se adentra en tierras de misión, el obispo de Guadalajara sortea las dificultades aun latentes en los pliegues geográficos de su obispado que eran -y lo siguen siendo- reducto de los últimos grupos humanos nativos que se mantuvieron distantes de la occidentalización

 

Estancia de doña Regina Rico

 

Apenas rayando el alba del 8 de enero de 1679, habiendo recorrido unos veinte kilómetros,[2] el obispo don Juan Santiago de León Garabito y su séquito, entre él fray Antonio Arias, de la doctrina de Sentispac, en calidad de guía, en prosecución de la visita pastoral del confín poniente de diócesis, llegaron a la estancia de la criadora de ganado mayor en el valle de Ameca y acaudalada terrateniente doña Regina Rico Topete, viuda del capitán Martín de Arriola, progenitores que fueron de dos de los eclesiásticos más notorios de ese tiempo, uno de ellos, el presbítero don Juan Arriola Rico, doctor en teología, a la sazón párroco de la primera parroquia de la diócesis, la del Sagrario, canónigo lectoral de la diócesis de Valladolid desde 1682 y magistral de la de Guadalajara. En ese lugar fueron agasajados con una comida, luego de la cual siguieron su ruta al poblado de Ayotuxpan, a poco más de quince kilómetros de la estancia,[3] cabecera de la cual dependían los poblados de Teponahuaxtla,[4] Soiamota, Ozomatlan,[5] Ozelotepec, San Marcos Cuihutlan[6] y algunas haciendas.

 

Ayotuxpan[7]

 

            El cura doctrinero fray Juan de Mascareñas recibió al prelado y le condujo al aposento preparado para su descanso. Muy de mañana, después de celebrar la misa, inspeccionó el sagrario e hizo algunas observaciones acerca de los vasos sagrados. El templo era de adobe, techado de paja. En el presbiterio o capilla mayor, techada de viguería, un altar principal y dos colaterales. En el primero, un lienzo de nuestra Señora de la Concepción, con su marco de madera estofada; otro lienzo en el altar del lado del evangelio[8] y en el de la epístola, “una imagen de un crucifijo, decente y devoto”. Dispuso el pastor el reemplazo de algunas vigas de la capilla mayor, del ara del colateral del lado del evangelio y que se quitara y enterrara una escultura de san José en el altar colateral del lado de la epístola “porque está indecente”.

En la sacristía encontró, en plata, dos cálices con sus patenas, el vaso del depósito y el rural, un incensario, naveta y cucharilla, una pequeña lámpara del Santísimo, tres crismeras, ciriales y la cruz manga de plata dorada. En otros utensilios, vinajeras de vidrio, atril y atrilera, campanillas y dos pares de candeleros de azófar. En textiles, tres ornamentos, uno con su frontal de damasco blanco, capa de coro y manga de cruz de lo mismo con sevillanilla de oro y fleco de oro; otro azul de raso a flores con su frontal de lo mismo, otro de brocatel blanco y colorado;[9] cuatro capas pluviales: una blanca, dos coloradas y una negra de pelo de camello; un sobrepelliz y siete albas de ruan con puntas deshiladas; dos paños almaizales[10] para la comunión, tres pares de manteles de ruan y cuatro cornualtares; cinco palias llanas, cinco paños de cáliz y cuatro bolsas de corporales de todos colores.

Al cura doctrinero le fueron revisadas sus licencias y se le pidió que solicitara en la secretaría de la curia un tanto de las constituciones sinodales “y a los indios se las explicara en su idioma para que entendieran lo que contenía”. En la revisión de las partidas de bautismo y de matrimonio, encontró el obispo que muchas de ellas estaban firmadas por ministros distintos al párroco, al que corrigió con energía.

Comparecieron luego, ante su pastor, los mayordomos y priostes de la cofradía y hospital de Nuestra Señora de la Concepción del pueblo de San Marcos Cuyutlán. Los fondos de la caja eran de treinta pesos, de los cuales el señor Garabito dispuso se adquiriera con ellos dos camas, colchones, sábanas, almohadas, una jeringa, dos lancetas y dos ventosas, y aun les dio licencia de pedir limosna para “lo que podía faltalles y para curación de los enfermos”. El ganado de la cofradía era de 300 reses herradas, una docena de yeguas, el semental y cuatro caballos capones. El patrimonio de la capilla de dicho hospital consistía, según el inventario presentado, en una imagen de nuestra Señora de la Concepción con dos vestidos, uno de seda azul y otro de chamelote,[11] y una corona de plata. En textiles, un frontal de damasco rosado y blanco, un guión[12] con tafetán azul y la cruz de hierro y otras menudencias.

El obispo tuvo a bien, luego, de sesionar con los asesores que lo acompañaban (los frailes Antonio Arias, ya mencionado, Sebastián de Villanueva y Blas de Azcona) para deliberar el caso presentado en ocurso por Guainorit, Gobernador de los Nayaritas,[13] “para que su señoría ilustrísima perdonara a los agresores que destruyeron y quemaron el pueblo de San Juan Bautista de las Marcas”,[14] expuso el padre Villanueva que “los agresores apóstatas” se habían reducido “a la Ley de Dios y observancia que debían tener”; que habían restituido la familia del indio cristiano Andrés Agustín (fueron secuestradas seis personas de la familia Agustín: su mujer, su suegra, cuatro hijos, dos doncellas crecidas y dos hijos pequeños). En la opinión del fraile, tales infractores estaban en condiciones que comparecer ante el obispo -portador de un perdón general de la Real Audiencia de Guadalajara.[15] Ante tales argumentos, el prelado dispuso girar un despacho al Gobernador Guainorit, con un propio, Felipe Ángel, temastián[16] de Tacualoya. Dicho documento, bien vale la pena reproducirlo íntegro, tratándose de uno de los rarísimos comunicados dirigidos a esa gubernatura indiana que tenemos:

 

Nos, don Juan Santiago de León Garabito, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica obispo de Guadalajara, Nuevo Reino de la Galicia y del Nuevo Reino de León, Provincias del Nayarit, Coahuila y Californias, del Consejo de su Majestad, etcétera.

A vos, Guaianorit, Gobernador que os decís ser [de los] nayaritas, y a los demás de vuestra nación.

Salud en nuestro Señor Jesucristo, que es verdadera salud.

Por cuanto con el favor de Dios nuestro Señor andamos por nuestra misma persona haciendo la general, propia y secreta visita de este obispado, deseando reconocer todas las provincias, ciudades, villas y pueblos para el consuelo espiritual de todos nuestros súbditos y vasallos del Rey nuestro señor, que Dios guarde, deseando ayudar a todos los católicos cristianos para que consigan la vida eterna y aprovechamiento de sus almas y solicitando con grandes veras el mayor bien de aquellos que no hubieren recibido la fe católica de Jesucristo nuestro Señor, para alentarles con [la] salud del santo Evangelio y que reciban la gracia y fe de Dios por el sacramento del bautismo.

Por tanto, habiendo llegado a este pueblo de Ayotuxpan, cercano a estas sierras del Nayarit, donde habitáis con los vuestros, os hacemos saber cómo mañana martes diez de este mes saldremos con el favor de Dios nuestro Señor a reconocer los pueblos de cristianos nuevamente convertidos que hay y esa sierra, adonde por las cercanías de la vivienda donde asistís [vos] y los demás de vuestro gremio y nación, os será muy fácil y suave el venirme a ver y vuestros hijos los que pudiéreis traer adonde os aconsejaré lo que más importa y conviene, asegurándoos, en primer lugar, que como sea vuestra voluntad, reducidos a la verdad de Dios nuestro Señor, Omnipotente e infinito, que por su inmensidad está en los cielos y en la tierra y en todo lugar, y es Padre de las verdaderas luces que alumbran a todo viviente de este mundo, y con su gran poder crió el cielo, sol, luna y estrellas, la Tierra y todas las demás cosas, os alumbrará vuestras almas para que busquéis, si le adoráis como tenéis obligación, como a un sólo Dios verdadero, que os crió, os conserva y sustenta, y si le correspondéis agradecidos atendiendo a mis palabras y a los consejos saludables que yo os diere, y a los demás sacerdotes y ministros de Dios que yo os pusiere, porque Dios nuestro Señor es sumamente bueno y fiel y recibe en su gracia a los que de todo su corazón le buscan con fe de cristianos y pidiéndole perdón de sus culpas.

Y así, con todo amor y cariño, haciendo oficio de padre y pastor de vuestras almas, os pido y ruego que vos, Guainori y los de vuestro gremio me vengáis a ver al pueblo de Santa Fe,[17] o de Tacualoya o a San Blas o a Iaicota o la parte que os pareciere, donde me hallareis, que os recibiré y veré con mucho amor y cariño.

Dios os guarde y os echo su santa bendición.

Dada en el pueblo de Ayotuxpan, a nueve días del mes de enero de mil seiscientos y setenta y nueve años, firmada de nuestro nombre y mano, sellada con nuestro sello y refrendadas de nuestro infrascrito secretario y notario mayor.

+ Juan

Obispo de Guadalaxara

Don Gonzalo Martín de Santiago Colmena

Secretario y notario mayor[18]

 

Girado que fue el anterior despacho, pidió a los frailes Villanueva y De la Rea exhibiesen sus licencias ministeriales. Acto continuo, erigió y fundó la cofradía y hospital de Nuestra Señora de la Concepción del pueblo de San Sebastián de Teponahuaxtla,[19] con el siguiente patrimonio: una imagen de nuestra Señora de la Concepción, con su corona de plata, vestido de carmesí y sus andas; un frontal colorado de saiaisaia,[20] un paño de cruz y otras menudencias. El capital en efectivo fue de 12 pesos en reales, en semovientes, de 14 caballos  y de 169 vacas herradas.

Inmediatamente después, el ilustre visitante fundó una cofradía idéntica a la anterior, pero ahora en Ayotuxan, y con un patrimonio misérrimo: dos vacas, dos yeguas. El obispo los alentó a pedir limosna para destinarla a los instrumentos quirúrgicos, camas y oficinas de la enfermería.

La tarde de este día, el prelado administró la confirmación a ciento cincuenta y siete personas.

A la mañana siguiente, todos los visitantes emprendieron el vuelo a su siguiente meta, San Marcos Cuiutlan.



[1] Extracto del Libro de la visita pastoral del obispo de Guadalajara don Juan Santiago de León Garabito, practicada entre 1678 y 1679.

[2] Cinco leguas.

[3] Cuatro leguas.

[4] A la fecha es una comunidad wirrárica.

[5] Hoy lleva el nombre de Zomatlan (o Somatlan) del Caimanero. Es delegación de Rosamorada, Nayarit.

[6] Hoy se llama San Marcos Cuyutlán. Pertenece al municipio de Rosamorada.

[7] Actualmente, este poblado lleva el nombre de Paramita; es delegación del municipio de Rosamorada, Nayarit. Tiene poco menos de novecientos habitantes y se sitúa a 30 metros sobre el nivel del mar. Lo fundó el padre Medina con indios chimaltitecos e ixcatecos. Fray Francisco del Barrio estableción en por, en 1607, la doctrina de Santa Catalina de Ayotuxpan.

[8] El lado izquierdo desde el punto de vista del espectador, viendo hacia el altar.

[9] No se usa el término, en este caso, como sinónimo de rojo o rojizo, sino de muchos colores.

[10] El velo humeral o paño de hombros.

[11] Hoy se usa la palabra camelote. Se refiere a un tejido de pelo de camello, muy fino.

[12] Cruz o pendón que abre las procesiones.

[13] Recuérdese que la Mesa del Nayar se mantuvo indómita a las autoridades españolas hasta 1722.

[14] Del asunto se han ocupado Péron, Mylène. “Le Mexique, terre de mission franciscaine, XVIe - XIXe: La province de Xalisco, en Recherches et documents Amériques latines,Harmattan, 2005, 307 pp., y Magriñá, Laura. Los coras entre 1531 y 1722: ¿Indios de guerra o indios de paz?, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2002 - 367 pp.

[15] De fecha 30.12.1671.

[16] El temastián era el sacristán primero en una comunidad de indios cristianos. Preparaba a la recepción de los sacramentos a sus congéneres y desempeñaba algunos otros oficios litúrgicos.

[17] Hoy se llama Antigua Santa Fe, y es una delegación del municipio de Rosamorada, Nayarit, a 213 metros sobre el nivel del mar y unos dos mil quinientos habitantes.

[18] Al día siguiente, el propio alcanzó al obispo en San Marcos Cuiutlan, quien hizo saber “que había llegdo al rancho donde asiste el dicho Guainori, que es en la cabecera de la sierra, y que no halló allí a Guainori porque había ido la tierra adentro a buscar peyote y otras yerbas para sus encantos y hechicerías, y que tomaron el despacho los compañeros y demás indios que estaban en aquel rancho y le dijeron que en viniendo Guainori respondería y le enviarían la respuesta al padre fray Sebastián de Villanueva, comisario que aquella conversión, par que se la remitiera al obispo…”.

[19] Actualmente, la población huichila ocupa una extensión de algo más de cuatro mil kilómetros cuadrados, en cinco comunidades principales, una de ellas, la que aquí se menciona. Las restantes son: Tuxpan de Bolaños, Santa Catarina Coexcomatitlan, San Andrés Coamiata y Guadalupe Ocotán.

[20] Se refiere a la sayasaya o burato, tejido de lana o seda que servía para alivio de lutos en verano y para manteos, aunque también puede referirse a un sendal o manto transparente.

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