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El Archivo Secreto Vaticano: una ventana a la historia de México

 

 

Juan González Morfín

 

De una forma directa, clara y profundo, se presenta uno de los fondos documentales más ricos he importantes del mundo, hasta el momento apenas explorado por los académicos e investigadores de México, por un investigador que ha tenido la oportunidad de estudiarlo a fondo

 

En no pocos casos, una expresión como “archivo secreto vaticano” puede llevar a pensar en un túnel oscuro, en el que se esconden verdades que causarían un gran escándalo si llegaran a la luz pública. La palabra “secreto” puede, efectivamente, inducir a esto; sin embargo, la realidad de este depósito de documentos es muy distinta, pues, con relativa facilidad, a los investigadores que tienen un título universitario y un tema concreto de estudio relacionado con ese archivo, se les facilita al máximo su labor de investigación. ¿Por qué, pues, llamarle “secreto”? En este caso la palabra “secreto” equivale a “personal”, es decir, cuando inició por instrucciones del papa Pío v, hace ya 400 años, se trataba de un archivo particular del papa, y no de un archivo público, como posteriormente se ha convertido.

Es verdad que no todos los documentos que ahí se encuentran se pueden consultar, como ocurre también en otros archivos, pues es lógico que los que corresponden a los últimos pontificados sólo se han comenzado a ordenar para su consulta después de la muerte del pontífice. A partir de 1924, con Pío xi, quien había sido prefecto de la Biblioteca Vaticana, se inició la costumbre de que el papa concede el acceso libre a documentos “por pontificado”, por ejemplo, hasta septiembre del 2006 sólo se podía acceder a los documentos del pontificado de Benedicto xv hacia atrás; en ese mes se abrió al público el pontificado de Pío xi y, en este momento, se pueden también consultar algunos documentos de la Oficina de información vaticana sobre prisioneros de guerra (1939-1947), fondo que pertenece ya al pontificado de Pío xii, aunque siguen los trabajos para terminar de clasificar todos los documentos de este periodo. Ya anteriormente, por instrucciones de Pablo vi, se podía también acceder al Archivo sobre el Concilio Vaticano ii (1962-1965).

Recientemente el cardenal Tarcisio Bertone ha definido el archivo secreto como “un océano que abrazó al mundo occidental y al nuevo mundo y después a todos los continentes donde la Iglesia católica se ha difundido y radicado”. Y es que, efectivamente, el material contenido en él es casi ilimitado, pues conserva en sus amplios depósitos documentos de doce siglos, distribuidos en 85 kilómetros de estanterías, que atestiguan no solamente la historia de la Iglesia, sino la historia de buena parte del mundo conocido a lo largo de ese tiempo.

Con relación a la historia de México hay fondos muy interesantes. Para efecto de mi campo de investigación, en el año 2004 consulté únicamente cuatro: el Archivo de la Delegación Apostólica en México, el Archivo de la Delegación Apostólica en los Estados Unidos, el Archivo de la Congregación Consistorial con las Relaciones de las Visitas ad limina de los obispos, y el Archivo de la Visita Apostólica a México de Nicola Averardi entre los años 1896 y 1900. De los apuntes que extraje, algunos datos ya han aparecido en otras publicaciones. Sin embargo, por invitación de la Redacción de este Boletín, he buscado nuevamente organizar parte de esa investigación, sobre todo la aún no publicada, para que sea conocida y, eventualmente, pueda servir como punto de partida para otras indagaciones. La finalidad, pues, de este breve trabajo, es dar unas cuantas pinceladas de los temas que se pueden rastrear en el Archivo Secreto Vaticano en tres de los fondos que consulté: el de la Congregación Consistorial, el de la Delegación Apostólica en México y, muy brevemente, el de la Visita Apostólica.

 

  1. Informes de los obispos en visitas ad limina

 

El fondo de la Congregación Consistorial que recoge los informes de los obispos en las visitas ad limina es interesante para conocer, a través de ellos, la situación que guardaba cada región del país, especialmente en épocas convulsionadas, como fue la de 1910 a 1920. Muchos de los temas recogidos versan sobre las vicisitudes por las que atravesaba la Iglesia, pero también se dan datos de situaciones que afectaban al panorama nacional.

De varios obispos se contiene información sobre una primera visita realizada entre 1913 y 1915, y una posterior de 1920.

En relación con los sucesos revolucionarios, es interesante ver cómo cambiaron las preocupaciones del arzobispo de Durango, don Francisco Mendoza y Herrera, si se compara su visita de 1913 con la que llevaría a cabo siete años después. En la primera, realizada durante el gobierno de Victoriano Huerta, el prelado exponía como un punto de aflicción lo siguiente: “las leyes civiles prohíben la enseñanza de la religión en las escuelas: de ahí la indiferencia religiosa y la impiedad de la juventud. Los estudios que se realizan en colegios católicos son inválidos para la consecución de títulos profesionales”. Pocos años más tarde sus preocupaciones eran de mayor magnitud: “casi una cuarta parte de los habitantes de arquidiócesis perecieron […], dos templos fueron destruidos […], el año pasado fue dada en el estado de Durango una ley que prohíbe el matrimonio canónico, el bautizo y el sepelio, si antes no se recurre al Registro civil […], durante el tiempo de la guerra creció el número de los que se han afiliado a sectas masónicas y protestantes”.

También es distinta la perspectiva de las visitas que hizo el obispo de Yucatán en 1915 y 1920,  sobre todo porque la primera de ellas fue precisamente en medio del torbellino revolucionario. En ella, relata su huida a La Habana, lugar más cercano desde donde podía estar “gobernando” su diócesis, en cuanto supo que se acercaban los “revolucionarios” para hacerse cargo del poder. Narra que temeroso de sufrir las vejaciones que se sabía habían sufrido los prelados en otras partes de la República, se embarcó hacia Cuba en compañía de cuatro sacerdotes. Después relata lo acontecido en su ausencia: corrieron con suerte, pues el gobernador resultó ser una persona de buena educación y nacido en Yucatán, de apellido Ávila, que no permitió los saqueos, asesinatos, profanaciones y sacrilegios que se habían dado en otras partes de la República. Sin embargo, casi inmediatamente se les comunicó a los sacerdotes extranjeros (treinta y siete seculares y ocho regulares), que tenían cinco días a partir de ese para abandonar el país. No sirvieron los buenos oficios de muchas personas para que se modificara esa disposición o para que se agrandase el plazo, todos tuvieron que salir en el término de cinco días, excepto dos que estaban bastante enfermos. Se establecieron horarios para celebrar Misa, se prohibió el uso de traje talar, el rezo a los difuntos en los cementerios, etc., etc., pero él considera que aun así han sido afortunados.

El relato de 1920 de monseñor Tritschler es menos optimista, pues poco después de haberse ausentado, el estado de Yucatán “padecería” el gobierno del general Alvarado, quien profanó las iglesias y permitió infinidad de sacrilegios y agresiones al clero. Describe un estado de cosas verdaderamente lamentable y, como ejemplo, anexa la ley de 1918 que reduce el número de sacerdotes permitidos para todo el Estado a solamente seis.

Además, podemos encontrar también otro tipo datos interesantes, como que en la arquidiócesis de México, en 1914, había 1’839,250 habitantes, de los cuales 1’638,000 eran católicos. Aunque desafortunadamente en el informe que Monseñor Mora y del Río daría seis años después no se menciona la cifra de habitantes y católicos de la arquidiócesis, no deja de ser un dato significativo para compararlo con otro tipo de documentos. En cambio, de la segunda visita ad limina de al arzobispo de México, se puede conocer cómo, a través de particulares que le rendían cuenta no sólo al gobierno, sino también a él “con toda diligencia”, había conseguido que sobrevivieran instituciones de beneficencia.

Se ve así cómo, en las visitas realizadas en 1920, los prelados sobre todo enumeran los destrozos causados por el torbellino revolucionario: “el palacio episcopal, el seminario y todos los bienes de la Iglesia, todavía hoy se encuentran confiscados”, informaba monseñor Ignacio Montes de Oca.

De manera parecida lo hacía el arzobispo de Morelia, don Leopoldo Ruiz y Flores:

 

“Todos los párrocos contaban con una casa parroquial, ahora muchos de ellos carecen de ésta, pues el gobierno se las robó”. Y, ya en otro orden de cosas, don Leopoldo hacía algunas menciones del socialismo que, a su modo de ver, se había intentado implantar en el país: “el sistema socialista ha sido propagado por la última revolución, pero sin fruto; pues aquí todos tienen a los socialistas como bandidos y malhechores”.

 

Una buena síntesis de lo que estaba ocurriendo en el año 1920 se encuentra en el informe del obispo de León, don Emeterio Valverde:

 

“No obstante la cruel persecución desatada contra la Iglesia durante cerca de cinco años, de la que se derivó la expropiación de todos sus bienes y la supresión de todas sus obras, principalmente las escuelas, y a pesar de que todavía ahora no han sido derogadas las leyes que atentan contra la inmunidad, la libertad y el derecho de la Iglesia a tener propiedades, sin embargo, en la praxis, al menos en el estado de Guanajuato, la fe y la piedad siguen vigentes y gozamos de tolerancia religiosa; de la misma manera, ha sido fortalecido el culto divino y algunas escuelas y otras obras eclesiásticas han sido reinstauradas. No así con los bienes eclesiásticos, que no han sido devueltos. Pero, con el favor de Dios, no dudamos que reluzcan para la Iglesia días más felices en los que goce de plena libertad”.

 

  1. Documentos del Archivo de la Delegación Apostólica

 

Más variado aún es el contenido del fondo que guarda documentos de la Delegación Apostólica en México. Parte de ellos se encuentran ordenados de acuerdo a las diócesis y, de esta manera, tenemos de cada una al menos un archivero con asuntos propios de ésta, comenzando, generalmente, en el año 1905; pero también se encuentran otros que fueron organizados por tema y, así, los fascículos 108 y 109 están dedicados a la nueva Constitución; el 107, a obispos que han sido apresados; el 124, a la revolución de 1910 a 1915, etc. Cabe decir que no pocas veces se encuentran documentos muy interesantes que no corresponden del todo al título del archivero.

De esa forma, nos encontramos testimonios de índole muy diversa: desde un edicto firmado por el presidente municipal de Guadalajara, Luis Castellanos Tapia, en el que se anuncia la clausura de varios templos por haberse en ellos leído “en el púlpito una carta pastoral en que, por sus conceptos, se incita al pueblo a la rebelión, protestando contra la Constitución General de la República, que fue aprobada en Querétaro (…)”, hasta copias de publicaciones periódicas que daban cuenta de la situación en México, como la aparecida en la Revista Católica, de Las Vegas, y en un artículo titulado “Preguntas de México”, se encuentran preguntas como ésta: “¿puede uno en México comprar cosas que de cierto son robadas?” Y, en la respuesta, después de explicarse que ni siquiera si se sospechara que habían sido robadas debían comprarse, se asienta:

 

…nadie en México, ni en otra parte, puede comprar objetos, casas, libros, etc., que el carrancismo ha confiscado a los conventos, colegios, iglesias, escuelas, propiedades particulares. El que lo haga participa en el robo y está obligado a la restitución. Ni Carranza, ni gobierno, ni Constitución alguna tiene valor contra la ley de Dios”.

 

2.1 Correspondencia

 

Quizá, de lo más interesante que se puede encontrar en estos folders, sea la abundante correspondencia de personajes de la época con temas muy ligados al acontecer nacional.

Por ejemplo, sobre la Convención de Aguascalientes, encontramos una carta del obispo de Zacatecas en la que contesta, en tono cordial, a una invitación dirigida a él para que exhortara a todos los grupos políticos a la unidad y la paz participando en la “Convención Pacificadora” (sic). En su contestación don Miguel de la Mora les dice que cuenten con ello. Y, en ese mismo apartado, una carta de Federico Gamboa a don Leopoldo Ruiz y Flores, desde un hotel de Washington, para pedirle que interceda ante el pcn para que apoye a la “Asamblea Pacificadora Mexicana” (sic).

No pocas de esas cartas tienen que ver con las penalidades que sufrían los obispos que habían permanecido en México durante los años de la revolución, así como de las gestiones que la diplomacia de la Santa Sede hacía para protegerlos.

Así, por ejemplo, las primeras 35 páginas del fascículo 107 presentan correspondencia diversa entre el delegado Bonzano y otras personas en relación con la persecución y peligro de muerte de los obispos de la Mora y Orozco. Varias cartas permiten ver las gestiones que se realizaron desde Estados Unidos ante el gobierno de Carranza para que se respetara la vida de estos obispos. Son especialmente interesantes las cartas intercambiadas entre Bonzano y el Cardenal Gasparri, en ese momento Secretario de Estado de la Santa Sede, así como la que escribe Bonzano al embajador inglés agradeciendo su apoyo en la liberación de Monseñor de la Mora, y las que intercambió con Joseph T. Tumulty, entonces secretario del presidente de los Estados Unidos.

También encontramos interesantes cartas del anterior delegado, Tommaso Boggiani, como la escrita al general Victoriano Huerta en razón de su llegada a la presidencia de la República, misiva que destaca por su parquedad y ausencia de los acostumbrados tratamientos de cortesía, cuando no de halago, pues se limita a desear, a México, la paz y, a él “salud y acierto”.

Todo un tema que provocó un intenso intercambio de correspondencia fue la promulgación de la Constitución de 1917. El delegado apostólico Bonzano, después de recibir noticias de la nueva ley y conocer la intención de muchos obispos de protestar públicamente contra la Constitución, escribiría a don Leopoldo Ruiz y Flores, que actuaba a la cabeza de los obispos en el destierro:

 

“Desgraciadamente, si las leyes inicuas aprobadas en este momento se llegan a poner en vigor, éstas no harán otra cosa que prolongar indefinidamente la persecución religiosa. Considero yo también que la posición de los obispos mexicanos ante esta situación se torna muy delicada (…), lo mejor sería actuar concertadamente y después de un maduro examen de las nuevas leyes”.

 

El delegado apostólico recomendaba con estas palabras no precipitarse y pensar dos veces si no sería contraproducente una protesta estando las cosas como estaban y, aunque había recibido un ejemplar de la Constitución en español que también se encuentra en el archivo, para ganar tiempo pide a Monseñor Ruiz y Flores si le puede enviar una traducción ¡al inglés! También le envía copia de una carta de Monseñor Gilow, quien se opone a la protesta con el argumento de que la nueva Constitución es enteramente ilegal “y, por lo tanto, se le daría valor reconociendo su existencia”.

Al mismo tiempo, Bonzano había enviado consulta a Roma sobre aprobar o no la protesta de los obispos.

Don Leopoldo Ruiz y Flores escribe al delegado el 21 de marzo explicando que el consenso de los obispos en publicar la protesta es general, pues sólo difiere Monseñor Gilow, quien se niega a firmar la Instrucción Pastoral en vista de los daños que se seguirían al estado de Oaxaca. “Todos los demás obispos –subraya Ruiz y Flores– estamos de acuerdo en publicar la protesta incluso sin el nombre de Monseñor Gilow”. Luego, en carta del 2 de abril, menciona a Bonzano que ya está escrita la protesta y que le envía una traducción al inglés de los artículos 3°, 27 y 130, para que le sea fácil entender. Bonzano, quien más de un mes atrás había enviado una consulta a la Santa Sede, responde a Ruiz y Flores el 5 de abril comunicando que enviará a Roma copia de la protesta. Por fin la protesta es aprobada, publicada y dada a conocer en México, y comentada por la Revista America en los Estados Unidos.

Días después comenzarán a llegar al delegado consultas sobre el modo de actuar ante las nuevas leyes, destaca la consulta que hace Monseñor Mora y del Río desde la Habana, preguntando sobre la participación de los católicos en puestos públicos “que son irrenunciables”, pues su actuación implicaría una cooperación con las leyes injustas.

No faltan tampoco cartas del papa, concretamente de Benedicto XV, a quien le tocó sortear la persecución aneja al vendaval revolucionario. Así, por ejemplo, la escrita al arzobispo de México en 1914 en la que se solidariza con lo que está ocurriendo en el país: “como si no tuviésemos todavía bastante motivo de tristeza, nos llegan de apartadas regiones tales noticias de la Iglesia Mexicana que nos ponen en gran preocupación…” y ofrece sus oraciones por México. O la escrita al arzobispo de Baltimore, en 1915, agradeciéndole los esfuerzos que hace y que haga para mitigar los sufrimientos de la Iglesia en México, entre ellos, la aceptación en su seminario de jóvenes mexicanos.

También encontramos correspondencia que documenta otros asuntos de la historia eclesiástica, como las cartas cruzadas por los hermanos Guízar y Valencia con el entonces delegado apostólico, Giuseppe Ridolfi, sobre las acusaciones del obispo Cázarez en contra de Rafael a propósito de la fundación de la Congregación de la Virgen de la Esperanza; o bien, en diversos fascículos, abundante información sobre un personaje singular, el canónigo Antonio J. Paredes, quien fungiera como vicario general de la arquidiócesis de México en ausencia de Monseñor Mora, y habría de oscilar entre la resistencia heroica ante extorsiones de Obregón y la simpatía abierta, cuando no entreguismo, hacia algunas medidas de Carranza, como la expulsión de los sacerdotes extranjeros.

 

2.2 El Partido Católico Nacional

 

Una fuente importante para documentar la efímera vida del pcn es, sin duda el Archivo Secreto Vaticano. Concretamente, del fondo de la Delegación Apostólica hay dos archiveros enteros que hacen referencia a éste: el fascículo 96, que trata de los Centros del partido establecidos en la República, y el 97, que contiene diversos documentos que podríamos llamar constitucionales del partido: Programa, Estatutos, Manifiesto, Guía teórico-práctica, explicaciones sobre lo que deben saber cada una de las instancias del PCN, etc. Además, en otros fascículos con frecuencia se encuentran referencias a éste durante los años de su corta existencia.

Por los conceptos alusivos a un tema de permanente actualidad: la participación de los católicos en la vida pública, así como por la manera de enfocarlos, es interesante esbozar al menos la Instrucción Pastoral sobre los deberes de los católicos en la política, leída y explicada por don Leopoldo Ruiz y Flores el 20 de febrero de 1912, durante una función religiosa realizada para el PCN en la catedral de Morelia. El impreso se encuentra dentro de uno de los fascículos del archivo que contiene más bien correspondencia del delegado, Tommaso Boggiani, con el cardenal secretario de estado, Merry del Val.

La parte central de la Instrucción contiene cuatro puntos, los tres primeros destinados a orientar la actuación del laicado y, el cuarto, dirigido a normar la del clero. Se exponen brevemente:

I.                            Explica que el poder civil tiene su origen en Dios, como autor de la sociedad. Recuerda la doctrina de la encíclica Immortale Dei, de León XIII. Llama “funesto” al principio de la soberanía popular.

II.                          Explica el fundamento de la participación en política de los creyentes: “Todo católico que goce de los derechos de ciudadano está obligado en conciencia a entrar en política con el doble fin de mirar por el verdadero bien de la patria y de defender los derechos de Dios, de Jesucristo y de la Iglesia”.

III.                       Enuncia algunas normas de actuación: en relación con los principios, adhesión a la doctrina de la Iglesia; con respecto a los correligionarios, unidad en la acción política, prescindiendo del propio parecer, en obsequio de lo resuelto por la mayoría, siempre que esto no repugne a la conciencia; en relación con los adversarios, lealtad y guerra al error sin faltar a la caridad.

IV.                       Quizá más interesantes aún –y más actuales– resulten las indicaciones al clero: “abstenerse [de la participación en política] y dejar a los católicos que procedan con entera libertad, dentro de los límites de una sana democracia y siempre fieles a los principios de su bandera (…);  querer arrastrar a la Iglesia hacia algún partido o pretender tomarla por auxiliar para vencer a los adversarios, es propio de quienes abusan de la Religión”.

También sobresale, por su cordura y la perspectiva con que plantea la lucha cívica, la exhortación final de la Instrucción: “si a pesar de vuestros esfuerzos no triunfáis, considerad como vuestra mayor obligación la de respetar sinceramente a quien ocupe los puestos públicos”.

 

2.3 Recortes de periódicos

 

No sólo en el Archivo de la Delegación apostólica, sino también en los demás, se suelen encontrar interesantes recortes de periódicos que sirven para documentar todo tipo de acontecimientos, tanto los que afectaban la vida del país, como otros que más particularmente tocaban a la vida de la Iglesia.

Sobre la expulsión de todos los sacerdotes extranjeros que ejercían su ministerio en el país, establecida a partir del 5 de febrero del ’17 por el artículo 130 constitucional, se encuentran algunos testimonios de opiniones favorables a esta medida aparecidos en la prensa, incluso de personajes eclesiásticos como el canónigo Paredes, en los que se ve como hubo toda una campaña de “sensibilización” a favor de esta medida.

Así, en los días en que ya se comenzaba a aplicar lo decretado por la Constitución, El Demócrata publicaba un reportaje titulado “Los Sacerdotes Mexicanos bastan para el Culto Religioso del País”, donde se añadía un epígrafe cuya información era igualmente dudosa: “La Santa Sede está de acuerdo con el precepto constitucional que prohíbe que ejersan (sic) el culto Ministros extranjeros”, y donde se seguían aportando datos falsos, como la exageración de pastores extranjeros que, según la nota, llegaban a 1,500 y “desbancaban” a los nacionales.

Véase hasta dónde era “audaz” la argumentación: “Muchos sacerdotes europeos, en vista de las penurias económicas en que viven en su país, se dedican a venir a América, halagados por la perspectiva de una vida desahogada y de una productiva profesión…”.

Afirmaba que tan sólo en la arquidiócesis de México había setenta y siete extranjeros formando parte del clero secular, de los cuales quince eran párrocos. Citamos solamente este hecho, pues permite ver el estilo de situaciones que se conservan en el archivo.

 

 

3. Archivo de la Visita Apostólica a México

 

Finalmente, con un río de información para documentar la vida en México durante los últimos años del siglo XIX, se encuentra el Archivio della Visita Apostolica nel Messico, realizada por Monseñor Nicola Averardi, entre los años 1896-1900, fondo del que sólo enunciaremos algunos datos generales.

El archivo consta de diecinueve “buste”, cada una de las bustas con diversos fascículos. En ellos, además del estado que guardaban las diócesis y algunos documentos gestados en ellas durante la visita, se encuentran múltiples datos sobre la situación del país y acontecimientos del momento, por ejemplo, el atentado que sufriera el presidente de la República, don Porfirio Díaz, el 16 de septiembre de 1897, hecho en general poco tratado en la historiografía nacional.

Erecciones de diócesis, Instrucciones pastorales, candidatos al episcopado, estado político del país, noticias sobre “el desgraciado obispo Sánchez Camacho”, visitas de Monseñor Averardi al presidente Díaz y a algunos de sus ministros, crecimiento de la francmasonería y de sectas protestantes son, entre otros, los temas que se pueden encontrar en este archivo.

 

Epílogo

 

Mi deseo es que estas pocas líneas, tan carentes de unidad, sirvan para darnos siquiera una breve perspectiva del material tan rico, muchas veces inédito y no pocas desconocido, que se puede encontrar en el Archivo Secreto Vaticano.



Licenciado en Letras Clásicas por la UNAM y doctor en Teología por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Presbítero desde el año 2004. Ha publicado algunos estudios sobre el conflicto religioso en México: La guerra cristera y su licitud moral (Roma 2004, México 2009), El conflicto religioso en México y Pío XI (México 2009), Sacerdotes y Mártires (México 2011).

L’Osservatore Romano, 6-VII-2011: “L’Archivio Segreto Vaticano è una realtà complessa, vastissima (fu definito un oceano) che abbraccia tutto il mondo occidentale prima, e il Nuovo Mondo poi e tutti i continenti, nei quali la Chiesa cattolica si è diffusa e radicata”.

El conflicto entre el Estado y la Iglesia que desembocó en la resistencia armada conocida como “guerra cristera”.

El fondo es Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium.

Véase Juan González Morfín, “Desterrados y perseguidos: la guerra contra la libertad religiosa de los años 1913 a 1919”, en Boletín eclesiástico 122 (2011/6), pp. 31-41.

Informe de la Visita ad limina de don Francisco Mendoza y Herrera, arzobispo de Durango, el 12 de abril de 1913, en Archivio Segreto Vaticano (desde ahora, ASV), Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 301, p. 9, n. 126: “Civiles leges prohibent docere Religionem in scholis: Hinc indiferentia religiosa e impietas iuventutis. Studia in Collegiis Catholicis sunt invalida ad consequendos titulos professionales”.

Informe de la Visita ad limina de don Francisco Mendoza y Herrera, arzobispo de Durango, el 8 de agosto de 1920, en ASV, Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 301, p. 2, n. 2: “habitantes Archidioecesis, fere in quarta parte perierunt”; ib., n. 6: “due templa fuerunt destructa”; p. 13, n. 88: “anno superiore data fuit in hoc Statu de Durango lex, prohibens matrimonium canonicum, baptismum et sepelium, nisi prius recurratur ad Registrum civilem”; p. 14, n. 90: “tempore belli crevit numerus eorum qui adscriti sunt sectae massonicae et protestantium”.

Martín Tritschler y Córdova, obispo de Yucatán de 1900 a 1942, hermano del también obispo de San Luis Potosí y Monterrey Guillermo Tritschler.

Eleuterio Ávila, gobernador designado para Yucatán por los constitucionalistas. Gobernó de septiembre de 1914 a marzo de 1915.

Salvador Alvarado, gobernó el estado de 1915 a 1917. Promovió el Partido Socialista del Sureste. Junto con medidas acertadas de protección al obrero y al campesino, hubo otras menos atinadas que atropellaban la libertad religiosa.

Cfr. ASV, Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 954.

Cfr. ASV, Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 507, pp. 7-8, n. 8.

Informe de la Visita ad limina de don Ignacio Montes de Oca, idibus iuniis 1920, en ASV, Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 766, n. 2: “Palatium Episcopi, seminarium, omniaque bona Ecclesiae, fiscus adhuc retinet”.

Informe de la Visita ad limina de don Leopoldo Ruiz y Flores, 29-II-1920, en ASV, Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 537, n. 71: “Parochis omnes canonicam domum habebant: nunc nonnulli ea carent, quia gubernium eas rapuit”.

Ib., n. 124: “Socialismus propagatus fuit ab ultima revolutione, sed sine fructu; nam omnes habent hic socialistas velut raptores et malefactores”. Cfr. también el n. 148, en el que se habla de la difusión del socialismo a través de la prensa.

ASV, Congregazione Concistoriale, Relationes Dioecesium, fasc. 438, Informe sobre la visita “ad limina” de Mons. Emeterio Valverde y Téllez, obispo de León, 4-IV-1920, p. 13, Cap. XII: Iudicium syntheticum ordinarii circa dioecesis statum: “Non obstante saeva persecutione per quinque circiter annos in ecclesiam concitata, cum expoliatione omnium eius bonorum ac reditum, et suppressione eius operum, precipue scholarum; et quamvis leges adversus Ecclesiae immunitatem, libertatem et proprietatem latae adhuc non derogaverunt; tamen, in praxi, saltem in nostro Statu civili, fides ac pietas vigent, tolerantia religiosa fruimur; ita ut cultus divinus niteat et aliquae scholae aliaque opera instaurata sint. Bono ecclesiastica nondum restituta sunt. Deo favente non dubitamus quin dies faustae elucescant in quibus Ecclesia omnimoda libertate gaudeat”.

Por ejemplo, el fasc. 72 está dedicado a la arquidiócesis de Guadalajara y ahí podemos encontrar datos desde las controversias por las decisiones del cabildo en 1912 contra el principio de sede vacante nihil innovetur; o la candidatura del canónigo Paredes (del cabildo de México) a ocupar esa sede que, finalmente, ocuparía Mons. Francisco Orozco.

ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 109, p. 63.

ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 125, p. 19.

Cfr. Carta de Miguel de la Mora, 8-II-1915, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 124, p. 22.

Cfr. Carta de Federico Gamboa, 16-III-1915, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 124, p. 24.

Giovanni Bonzano, delegado apostólico ad interim para México entre los años 1915-1921.

Miguel de la Mora, en ese momento obispo de Zacatecas y, después, de San Luis Potosí.

Francisco Orozco y Jiménez, arzobispo de Guadalajara.

Cfr. Carta de Giovanni Bonzano a Pietro Gasparri, 23-II-1917, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 107, p. 19, en la que se informa: “Monsignori Orozco e de la Mora prigioneri in Messico sotto accusa di conspirare contro Carranza e favoreggiare Villa sono minacciati di norte nel [palabra ilegible] giudizio militare”.

En ella señala Bonzano: “I hope that similar good news will soon come concerning the Archbishop of Guadalajara” (cfr. Ib., p. 30).

Sobre el personaje, véase John Morton Blum, Joe Tumulty and the Wilson Era, Houghton Mifflin, Boston 1951.

Cfr. Carta de Tommaso Boggiani a Victoriano Huerta, 12-III-1913, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 90, p.86.

Circular 195 del Delegado Apostólico Giovanni Bonzano a Mons. Leopoldo Ruiz y Flores, 19-II-1917, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 108, p. 112: “Purtroppo, se le iniqui leggi testé approvate, saranno messe in vigore, esse non faranno che prolungare indefinitivamente la persecuzione religiosa. Ammetto anch’io che la posizione dei Vescovi messicani di fronte a questa situazione, si rende molto delicata (…). Sarebbe bene agire di concerto e dopo maturo esame delle nuove leggi”.

Cfr. Ib., pp. 130 y 132.

Cfr. Ib., pp. 133-149.

Cfr. Ib., p. 41.

Benedicto XV, Carta al arzobispo de México, 25-X-1914, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 121, p. 13.

Cfr. Benedicto XV, Carta Certiores quotidie, 17-III-1915, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 121, p. 25. Publicada oficialmente en AAS 7 (1915), pp. 168-169.

Antonio y Rafael Guízar y Valencia, entonces presbíteros, posteriormente obispos.

Cfr. Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 13, pp. 23-27.

Cfr. Carta de José Mora y del Río a Giovanni Bonzano, 24-VII-1917, firmada en San Antonio Texas, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 109, p. 56. O bien, Ib., p.31, Carta de Leopoldo Ruiz y Flores a Giovanni Bonzano, 10-VII-1917, en la que don Leopoldo expone: “Io credo che vi è qualche secreta (sic) intelligenza fra il Rev. Paredes ed il Presidente Carranza”. Si interesa profundizar sobre el canónigo Paredes, véase sobre todo el fasc. 117.

Cfr. ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 90: es fascinante todo su contenido, pues guarda cartas originales de Tommaso Boggiani a Rafael Merry del Val en las que de manera desapasionada va describiendo el enrarecimiento de la situación política en los años 1911 a 1913, así como la falta de control de la situación por parte de quienes lo gobernaban, primeramente Madero, después, Huerta. En la p. 7 de este fascículo, Merry del Val acusa recibo (27 de marzo de 1912) de la Instrucción Pastoral de don Leopoldo Ruiz y Flores, cuyo impreso se encuentra en las páginas 8-16 del fascículo.

Cfr. ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 90, pp. 11-12.

Ib., p. 12.

Cfr. Ib., p. 13.

Cfr. Ib., p. 14.

Cfr. Ib.

Cfr. Ib., p. 15 (p. 14 del impreso original).

Cfr. Ib., p. 16 (p. 15 del impreso original).

Cfr. Recorte de El Universal, del 29-I-1917, con declaraciones de Antonio J. Paredes a unos días de que fuera promulgada la Constitución, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 109, p. 39.

Cfr. Recorte de El Demócrata, del 26-VI-1917, en ASV, Archivio della Delegazione Apostolica in Messico, fasc. 109, p. 31.

Nicola Averardi (1843-1824), arzobispo titular de Tarso desde 1895 y visitador apostólico en México entre 1896 y 1900.

Por ejemplo, en el fascículo 11, de la busta V, se encuentra lo concerniente a la visita de Averardi a la diócesis de Guadalajara, con abundante información sobre el estado de ésta.

Cfr. ASV, Visita Apostolica nel Messico, Busta XIV.

Eduardo Sánchez Camacho (1838-1920): obispo de Ciudad Victoria de 1880 a 1896, año en que fue suspendido por sus ideas contrarias al dogma católico.

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